Capítulo 24
Conocía perfectamente la sensación de tener heridas múltiples en el cuerpo, no era la primera vez que salía herido de una misión pero sí, de una forma absurda que él todavía no lograba comprender cabalmente, era la primera donde cometía un error tan idiota como ese que casi le costó su vida.
Todavía tenía muchas preguntas en mente que se le habían sumado a las ya existentes porque cada día surgían nuevas preguntas sin respuesta acerca del Liquidador. La razón por la que estaba en aquel lugar tan bien preparado, las tácticas usadas, incluso que lo hubiese salvado. Demasiadas incógnitas que procesaba constantemente.
Retiró lentamente la sábana mirando alrededor, la cama que estaba al lado de la suya se encontraba perfectamente arreglada al otro lado de esta pudo notar que se encontraban a un lado en el suelo sus zapatos usados aquel día. Miró su cuerpo y suspiró al verse vestido, mismo si sabía que esa no era la ropa que solía llevar, no quería indagar en cómo es que estaba así cuando ya lo sabía.
Intentó moverse pero una hincada en su brazo lo hizo percatarse que estaba recibiendo no sólo líquidos por vía intravenosa, sino también transfusión de sangre y en su mesita yacían varios medicamentos junto con dos botellas de agua. Eran fáciles de reconocer analgésicos, antibióticos, varias jeringuillas desechables, entre otros productos de primeros auxilios.
Cambió el vendaje de su pierna izquierda notando que, mismo si bien no había lugar de salida que demostrara que la bala entró y salió, claramente esta había sido removida de forma limpia y concisa. Era evidente que Jungkook también tenía ese tipo de habilidades y por alguna razón no le sorprendía. Retiró los suelos y se levantó evitando apoyar su pierna herida en el suelo. Sus costillas y abdomen aún resentían un poco debido a los golpes recibidos pero no era nada que no se pudiera arreglar en pocas horas con crioterapia.
Se movió por la habitación con ligera dificultad, apoyando ligeramente la punta de sus dedos en busca de su teléfono. No había logrado completar la misión, no sabía cómo se estaban manejando las cosas y tenía que dar parte a la agencia directamente de todo lo ocurrido y su situación actual. Finalmente lo encontró totalmente desactivado en el baño, SIM extraída y todo, lo rearmó marcando acto y seguido el número de su jefe. No termina de escuchar el primer tono cuando su móvil fue sutilmente arrebatado, un golpe en su codo, el aparató resbaló de su mano y el pelinegro lo agarró antes de que cayera al suelo, regresándolo a su antiguo estado.
— No deberías estar en pie y mucho menos realizando llamadas que podrían ponernos en riesgo. Acuéstate... — Ordenó con voz apacible.
— Pongamos las cartas sobre la mesa, tú a mí no me das órdenes convicto que no se te olvide jamás ese detalle. Tampoco soy un paciente débil y enfermo a pesar de estar herido. — Cojeó pero hizo todo lo posible por mantener la compostura. — Además, tengo que informar que no completé mi misión, debo decir dónde me encuentro.
— Cabe destacar que tu objetivo lo cumpliste, nadie sabe que yo estuve ahí y terminé tu trabajo para los efectos de todos, esa medalla es tuya no es importante. Sobre nuestra ubicación, no la puedes compartir porque ahora mismo somos carne de cañón. Nunca se sabe lo que las personas pueden planear a tus espaldas o en este caso tu agencia. Primera regla, no confíes en nadie. — Echó el celular del agente en el bidé lleno de agua y salió del baño dejándolo con la boca abierta. — Ahora ve acostarte, llevas más de veinticuatro horas sin alimentarte correctamente, los sueros no son confiable.
— ¿No se puede confiar en nadie pero sí puedo confiar en ti? Que poco convincente.
— En mí tampoco puedes confiar porque ni yo lo hago, puedo sorprenderme continuamente. No confíes jamás ni siquiera en tu sombra.
Se acercó al castaño para ayudarlo a llegar a la cama, mas este lo esquivó y caminó pobremente hasta allí, acostándose y cubriéndose con las sábanas mientras observaba cada acción que el convicto realizaba. Aceptó sin rechistar la comida ofrecida para consentir a sus desaforadas tripas que rugían hambrientas. Él comía mientras que veía al contrario recoger todo como si aquella cutre habitación de motel fuera su casa.
Jungkook al culminar tomó su bolso negro y se sentó en posición de loto sobre su cama para comprobar todo su equipo. Cada acción, la forma en que manejaba cada cosa, era tan apasionado y preciso como un profesional que estaba constantemente en contacto con ellas. Taehyung enarcó una ceja y aunque quiso disimular, su mirada inquisitiva no pasó desapercibida por el Liquidador, mas no hizo comentario al respecto.
— Aprendiste bastantes cosas en la organización al lado de Suga. ¿Tienen algún tipo de entrenamiento especial para sus hombres? — Lo interrogó sutilmente para que no se notara la intriga y el deseo de saber más que lo embargaba.
— Pues digamos que todo surgió naturalmente, nunca entrené. — El castaño entrecerró us ojos sin poderle creer una sola palabra.
Era imposible creerle cuando había podido presenciar en reiteradas ocasiones su forma de lidiar con todo, la precisión, rapidez y eficacia en cada uno de sus actos. Hay cosas que cualquier persona podía tener desde su nacimiento como un don pero otras tantas no y de esas, el Liquidador tenía demasiadas. Sus acciones no eran la de un sicario y mafioso que se había acostumbrado a soltar plomo a diestra y siniestra, ganando la confianza que daban los años y quizás disparas a unas cuantas latas. Su nivel iba mucho más allá, las estrategias que trazaban eran excelentemente bien ejecutadas.
— ¿Descansaste?
— ¿De qué hablas? Hace aproximadamente treinta minutos que terminé de comer, sabes que no he dormido o descansado.
— Has dormido por más de veinticuatro horas seguidas así que eso debe haber sido suficiente. — Terminó de cerrar su maletín y se acercó a Tae con este detrás de su espalda. — Vamos.
— ¿Vamos a dónde? Espera, espera suéltame... — Protestó siendo ignorado por el pelinegro que lo cargó casi como un saco de papa para abandonar el motel. — ¿Qué estás haciendo?
Jungkook lo colocó en una camioneta negra no tan discreta debía aceptar pero fue lo único que pudo conseguir para trasladarse. Cerró con rapidez la puerta del copiloto y tras tirar el maletín a la parte de atrás se sentó y arrancó.
— ¿De dónde sacaste este vehículo? — Pudo descifrar en su mirada la típica expresión que pregunta "¿puedes dejar de preguntar? Relamió sus labios y desvió la mirada a las montañas que adornaban el paisaje.
— Te advierto, no intente volver a ponerte en contacto con nadie por ahora. Nos fuimos de ese motel porque posiblemente ya sepan que estuvimos ahí. Desde el momento que encendiste tu móvil seguro mandaste una señal a tu empresa y ellos deberían estar allí en cualquier segundo. No sé más adelante pero ahora mismo con lo que acabamos de hacer no es conveniente que nadie nos localice, menos ellos.
Ya más centrado y calmado, el agente en su cabeza le dio la razón. Estaba cometiendo errores de novato y no sabía por qué. Aún así, estaba mucho más concentrado en su acompañante. ¿Cómo ser con su preparación fue tan idiota para dejarse agarrar tan fácilmente años atrás? ¿Por qué un hombre como el Liquidador iba por ahí matando mujeres al azar simplemente porque sí? Un psicópata podía engañar a todos sin mucho esfuerzo pero mientras más tiempo pasaba a su lado, más dudas respecto a ese planteamiento aparecían en su cabeza.
Que matase en el mundo en el que se encontraba era entendible, no es que fuera algo positivo pero de alguna forma era entendible. Sin embargo, con todas las responsabilidades que tenía y tareas que realizaba, alguien que como él podía incluso salirse con la suya en un asesinato como el de Choo, fuera por ahí vagando en la ciudad los días de lluvia para matar a mujeres al azar comenzaba a incomodarle.
— ¿Qué fue lo que te hizo matar tantas mujeres inocentes? ¿Por qué lo hiciste? — Soltó antes de darse cuenta que hacía la pregunta en voz alta.
Por un momento Jungkook se quedó en blanco, simplemente se encogió de hombros generando una nueva creciente molestia por parte del agente. Estuvieron conduciendo por alrededor de dos horas antes de que llegaran a una pequeña casa rústica en el medio de la nada. Allí la humedad era mayor y la sensación térmica le hacía sentir como si estuvieran ya en pleno diciembre bajo una fuerte nevada cuando todavía estaban en otoño.
El lugar difería mucho de lo que Taehyung pensó que sería, una viaja y polvorienta casa de madera abandonada. Parecía una casa de vacaciones con un equilibrio entre los interiores minimalistas del diseño más actual, la calidez de la madera y elegancia de la piedra que allí habían lo hacían todo de cierta forma acogedor y bonito.
La fachada delantera parecía vieja mas una vez que llegó a la parte posterior todas las puertas de cristales que le daban una hermosa vista al tupido bosque y a un casi invisible riachuelo que por allí corría. La iluminación era maravillosa y por alguna razón él lo encontraba raramente romántico. Podía sentir el olor a humedad de un lugar que permaneció cerrado mucho tiempo pero estaba todo impecable.
No sabía muy bien qué era ese lugar hasta que vagando por el mismo mientras Jungkook había a deshacerse de la camioneta, encontró en una de las gavetas del pequeño armario que se encontraba en el pasillo que llevaba a la terraza, una foto. En esta había un niño sonriente que abrazaba un perro labrador negro junto a sus padres, todos sentados en algún lugar de esa casa. Volteó la fotografía leyendo la pequeña nota.
"Cumpleaños número diez de nuestro pequeño Jungkookie."
De sus manos la foto fue retirada con brusquedad, encontrándose con una oscurecida y molesta mirada proveniente del convicto. Quiso poner alguna excusa pero decidió que era mejor no decir nada, simplemente dio un paso atrás y se apartó del lugar saliendo finalmente a la terraza.
Los muebles de madera que allí se encontraban no estaban en tan buen estado como los del interior, era evidente que muchas lluvias y estaciones pasaron por ellos durante varios años. La propiedad era acogedora, parecía ser de una familia. Se volteó para observar a su acompañante notando como este aún sostenía la fotografía en sus manos, contemplándola con cierta nostalgia.
¿Podía ser esa casa de la familia Jeon? A pesar de que se notaba la falta de mantenimiento del sitio, era un lugar amplio y que debió haber costado bastante construir. Sin embargo, en los registros del convicto solamente salía una propiedad perteneciente a la familia, esa donde fueron encontrados muertos, asesinato donde Jungkook era el presunto perpetrador. ¿Era posible que un hombre que le quitaba la vida a sus padres observara una fotos de ellos con tanta melancolía? Una persona que mata a sus padres no muestra empatía por la vida de otra persona y muy a su pesar notaba cada día más que del pelinegro no conocía absolutamente nada.
Regresó al interior de la propiedad golpeado por el frío, encontrándose al convicto cocinando con provisiones que él no había visto comprar o sacar.
— ¿Cómo es que tienes comida en un lugar como este? Además, está limpio todo. ¿De quién es esta propiedad?
— A ver, yo no me cuelo en casas ajenas siempre así como así. Esta casa me pertenece y si está limpia fue porque los primeros días que me permitiste moverme solo vine hasta aquí, he regresado varias veces así que por eso está ligeramente limpia aunque la condición no sea la mejor. Si no tuviera su propia planta eléctrica ni siquiera hubiese iluminación.
— ¿Por qué esta propiedad no salió como propiedad de tus padres o tuya? Estoy seguro que este lugar ni siquiera aparece en registros. ¿Cómo explicas eso?
— No lo sé y deja de preguntar. Acércate a comer y vete a descansar, puede utilizar la habitación que se encuentra al cruzar la cocina, yo estaré justo en la de al lado. — Colocó ramen junto a verduras enlatadas a su lado antes de rodear la mesa y sentarse al otro extremo.
Comieron en silencio, no tenían mucho que decirse mutuamente pero aún así no era del todo incómodo. Se habían resignado a estar ya en la compañía del otro y sabían que no les quedaba de otra en esos momentos.
— No lo sé. — Pronunció repentinamente Jungkook ganándose una mirada llena de confusión mientras recogía la mesa con ayuda de Taehyung. — Me preguntaste qué me hizo matar mujeres y por qué lo hice... La respuesta es que no lo sé, no sé o entiendo qué me llevó hacer eso. Me preguntaron si tenía remordimientos de mis actos y lo cierto es que no porque ni siquiera los recuerdo, menos sé por qué los hice.
La mano de Taehyung incrementó tanta fuerza sobre el vaso que llevaba que terminó por quebrarlo, a penas recibiendo leves cortes casi imperceptibles. Escuchar que ni siquiera tenía remordimientos lo molestaba sobremanera, deseaba tanto golpearlo... Que el hombre que mató a su hermana actuara de esa forma sin sentir la más mínima culpa lo hacía hervir la sangre.
— ¡Oye, ten cuidado ahí! — Exclamó tomando una toalla limpia que recién sacaba para envolverla alrededor de su mano, mas cuando se acercó, la misma mano que aún tenía empuñada Taehyung, colisionó con su cara. — ¿Esa mierda por qué fue?
Lo interrogó desconcertado, recibiendo un segundo golpe, esquivando el tercero, devolviéndoselo al castaño, haciéndolo tropezar con la mesa. Lo golpeó una segunda vez esta vez cegado por la rabia, recibiendo otro golpe de parte del contrario mas con el codo. El cuello de Taehyung parecía perderse entre la mano siniestra del contrario, mismo que incrustó su espalda a la mesa presionando más y más.
Agarró el cuchillo de carne que había utilizado para cortar unas rodajas de pan, revoleándolo entre sus dedos antes de empuñarlo y clavarlo en la mesa a un milímetro de distancia de la cabeza del castaño tomándolo desprevenido. Por un momento realmente creyó que este podía asesinarlo justo allí, alejados de todos y deshacerse de su cuerpo sin que nadie se enterase jamás de lo ocurrido.
— No sé qué mierda te ocurra conmigo, creo que no estás bien de tu puta cabeza pero no te pienso pasar una más. He tenido contigo la paciencia que no tuve toda mi vida y has abusado de ello. La próxima vez que uses tu mano para golpearme sin razón la perderás. Tu frustración puedes cobrártela con alguien más, no conmigo. ¿Captaste el mensaje o tengo que barajártela más despacio? —Su oscura mirada miró con desdén al castaño.
Una parte de él deseaba ejercer solo un poco más de fuerza y quebrarlo, mas se contuvo por alguna extraña razón en el momento que los labios de este se entreabrieron en busca de aire. Lo liberó de su agarre, tomó el cuchillo y tras tirarlo en el fregadero se retiró de la cocina hacia la habitación que usaría; dejando atrás un confundido Taehyung frotándose el cuello.
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— Estás lento Jungkook... ¡Rápido, más rápido! — Exclamó dando palmadas mientras lo hacía desplazarse de un árbol a otro. — Si no completas el circuito en diez segundos como estaba previsto serás castigado.
— ¡Papá!
— No hables tanto, te quedan cinco segundos...
Ni de broma lograría él correr los trescientos metros restantes en cinco segundos. Paró de correr frustrado y se dejó caer sobre las caídas hojas secas y la tierra. Sintió los brazos de su padre tirarlo con fuerza para levantarlo, arrastrándolo evidentemente molesto.
— Un segundo puede cambiarlo todo, en un segundo se define la vida y la muerte en muchas situaciones, cada milésima cuenta. — Espetaba furioso. — Aunque sientas que no puedes lograrlo tienes que ir siempre hasta el final, nada se termina hasta que verdaderamente lo hace, no puedes jamás darte por vencido. Un segundo sin luchar puede ser uno que le regalas a tu adversario para utilizarlo en tu contra. ¡Comenzamos otra vez!
Se estaba sintiendo casi desfallecer, desde la mañana estaban entrenando y solamente se detuvieron dos horas a la hora del almuerzo porque el señor Jeon sabía perfectamente que el castigado sería otro como lo dejara saltarse la comida, pues esa era la única cosa sagrada para su madre, no protestaba con ningún otro entrenamiento siempre y cuando la hora de comer se mantuviera sagrada.
Esa era una de las razones por la que a veces no quería ir a la casa de campo. Ninguno de sus amigos o familiares sabían que iban ahí, sus padres siempre mencionaban que iban a un hotel para hacer un retiro espiritual familiar y lo cierto es que no le prestaba mucha atención a eso. Amaba el bosque, el cambio y la libertad que este le ofrecía, le encantaba pasar tiempo con sus padres cuando estos estaban presente y no se ausentaban por trabajo. No obstante, ya cuando llegaban los entrenamientos maldecía y se recordaba porqué no había querido ir.
— Regla número uno, nunca confíes en nadie. Eres todo lo que tienes y tienes todo lo que eres para enfrentarte al mundo.
Podía escuchar la voz de su padre a la distancia mientras corría por el arbolado, sintiendo como cada pisada se quedaba en la tierra e intentaba no dejar caer tanto su peso para no dejar huellas profundas. Según su padre, eso podía hacer la diferencia en una huída u otra situación, podía despistar y esto ganarle tiempo para salvar su vida.
No entendía por qué no podía ser como otros niños de su edad y solo ir de pesca, acampar o hacer ese tipo de cosas sencillas, en vez de estar jugando o entrenando de esa forma que solamente le servía para quedar siempre en primer lugar en las actividades al aire libre de la escuela y ser reconocido como el mejor explorador.
— Regla número dos debes ser invisible y jamás dejar testigos. — Volvió a escuchar esta vez más cerca pero seguía sin divisar a su padre.
Vio las piedras que eran obstáculos a vencer y saltó por arriba estirando sus manos para ayudarse a girar y rodar en la caída para evitar los daños, así como incorporarse más rápido. Se levantó y corrió hasta otra piedra escondiéndose detrás de esta mientras hurgaba su parte trasera y sacaba un arma.
— Regla número tres... ¡Mantente vivo!
Le quitó el seguro al arma, se giró y por encima de la inmensa roca, apuntando a su objetivo. Había una diana dibujada y una llanta de automóvil balanceándose delante de esta mientras guindaba de un árbol sujetada por una soga. Debía disparar a través de esta y sabía que un mal disparo acarreaba con consecuencias, posiblemente una extensión de su entrenamiento. Iba a disparar, estaba listo pero no supo por qué no lo hizo, dudó y bajó la pistola mirando a una especie de lobo aparecer. No existían en los bosques coreanos y por ello estaba fascinado por ver uno.
Unos pasos que hacían crujir las hojas secas a su espalda le indicaron que su padre estaba allí.
— Si sacas una pistola, es porque sabes que la situación la merece, no puedes dudar una vez que lo hagas. Si la sacas, es para usarla. — Se giró lentamente viendo a su progenitor algo asustado. — Regla número dos, nunca dejes un testigo con vida.
Toda su piel se erizó al entender el por qué de la repetición de sus palabras en esos momentos. Su tono estaba apagado, era serio e incluso siniestro. Nunca lo decía pero le temía al hombre que lo entrenaba porque era totalmente diferente a ese que tenía como padre el resto del tiempo. Su entrenador era distante, seco, calculador, a veces le parecía que ni siquiera tenía corazón.
— ¡Mátalo! — La vista del padre estaba centrada en el animal y él no quería ejecutar tan cruel orden.
Sus labios se perdieron en sus dientes, bajando la mirada hasta liberarlos juntos con su aliento, viendo la nube de humo creada por el frío. Su piel le dolía, las manos estaban entumecidas, incluso sus pies pero nada de eso le molestaba o dolía tanto como el hecho de tener que quitarle la vida a un inocente animal. Si era uno salvaje que estaba a punto de matar a otro no lo dudaba pero eso... Ese pobre lobo no tenía la culpa de haberse cruzado en su camino.
Sus manos temblaron lentamente, sin embargo cerró sus ojos un segundo antes de volverlos abrir y apuntarle. Podía sentir la mirada de su padre en la nuca, así como ver los grisáceos ojos del animal y su lengua afuera mientras intercambiaban miradas, reconociéndose casi como depredadores que luchaban por territorio. Lo vio mover la cola y supo que no podría hacerlo. Bajó el arma escuchando a su padre exhalar con frustración.
El tan familiar ruido de la carga de la pistola resonó en su oído obligándolo a voltear velozmente, encontrándose con la gélida expresión de su padre apuntándole al peludo. Su corazón latió de prisa y su cuerpo se movió aún más rápido, levantándose y empujando la mano de su papá justo en el momento que este presionó el gatillo, haciéndolo fallar.
— ¡No!
Esta vez su padre le apuntó al pecho, fue una acción tan rápida que Jungkook no la vio venir, en un segundo su pistola apuntaba al cielo y al siguiente, su pecho. El ceño fruncido del hombre que le dio la vida era indescifrable, todo su rostro era desconocido pero de cierta forma aún conocido para él.
Sus labios temblaron, ni siquiera sentía el dolor de tenerlos rajados por el frío tampoco las pequeñas heridas de su cara que de vez en cuando escocían. Su vista viajó del cañón del arma a los ojos de quien la empuñaba con cierto temor.
— Todo depende de ti. — Parloteaba el mayor mientras él forcejeaba para liberarse de las sogas que lo ataban al árbol. Su padre revolvió su cabello con un destello de ternura que duró una milésima de segundo, antes de darse la vuelta y lentamente alejarse de allí.
— ¡No te vayas! ¡Papá! — Sabía que estaba oscureciendo y mismo si había entrenado de noche en otras ocasiones, la idea de quedarse solo en el medio del bosque no le era nada atractiva. Tenía miedo. — ¡Papá!
Luchó y batalló durante largas horas hasta que logró liberarse, cayendo al suelo agotado, casi desmayándose. Los sonidos de las ramas agitándose por el aire lo hicieron recuperar completamente el sentido, alzando la vista y encontrándose para su sorpresa, con aquel lobo al que no pudo matar. Cuatro centímetros eran los que separaban sus narices, sus miradas se mantuvieron fijas aunque en la suya hubiese cierto temor a ser despedazado vivo por el animal. Su cabello caía sobre su frente dándole un aspecto tan salvaje como el mamífero.
— ¡Ah! — Exclamó abriendo sus ojos, levantándose de la cama.
Cerró con fuerza sus ojos antes de volverlos abrir y dejarlos que se adaptaran a la oscuridad, encontrándose con una mirada igual de salvaje y algo más que no sabía descifrar en ese momento, mirándolo fijamente, a solo escasos centímetros de él.
🧡🧡🧡
Espero que siempre puedas mantenerte alegre y que si tienes momentos tristes, no sean tan duraderos. @MichelleRodriguez521
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LORED
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Pd: Crioterapia: Terapia de temperaturas extremadamente bajas para destruir tejido anormal o enfermo generalmente para tratar condiciones de la piel también para dolores musculares, esguinces, inflamaciones y demás. Suele usarse mucho por atletas, soldados etc.
¿Han visto la película WANTED de Angelina Jolie? Pues justamente lo que hacen luego de cada misión 😝
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