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Capítulo 22

La misión había sido completada con éxito, lo único que quedaba por hacer era marcharse de aquel lugar. Ya Taehyung tenía la información que le exigían sobre quiénes eran los socios extranjeros de Park Seojoon y sus socios más allegados. Sabían cómo se movían y gracias a los micrófonos instalados incluso descubrieron algunos de sus próximos planes. Gracias a Jimin, quien había fingido estar pasado de copas cerca del hijo mayor de la gobernadora de Canadá, terminando envuelto en sus sábanas, pudieron acceder a datos encriptados en su teléfono móvil que dejaban coordenadas exactas de lo que sus superiores buscaban.

Jungkook fue el primero en retirarse del lugar, pues el agente Kim no pudo irse hasta después del desayuno debido a que él estuvo con el anfitrión del lugar y este parecía demasiado encantado con su compañía. Al llegar al apartamento, el convicto se deshizo del atuendo de fiesta, tomó un baño para sacar todos los residuos de las últimas quince horas mientras que volvía a reorganizar sus ideas. No podía desconcentrarse por nada y por nadie en esos momentos. Envolvió una toalla alrededor de su cintura y otra en su cuello que utilizaba para secar su cabello, trazando en su cabeza la nueva ruta a tomar.

Sin dignarse a vestirse buscó en el saco que usó los documentos extraídos de la oficina de Park Seojoon, todos tenían al apellido Jeon en ellos pero por más que los leía, no le quedaban claras muchas cosas. Esos papeles probaban transacciones exorbitantes de dinero a cuentas distribuidas por todas partes del mundo. Paraísos fiscales que iban desde las trilladas Islas Vírgenes a las típicas cuentas en Suiza, algo en si absurdo o al menos lo era para ele convicto.

¿Cómo podían ser lugares tan famosos y reconocidos internacionalmente como paraísos fiscales, un refugio donde esconder el dinero? Serían siempre los primeros lugares donde rastrearían. A la hora de él lavar y esconder su dinero utilizaba pequeñas islas desconocidas o a simple vista pero en efectivo. Todo lo digital podía ser quebrantado en algún momento, dejaba rastros como esos que tenía en su mano.

Las notas en los documentos dejaban claro que era para el matrimonio Jeon, mas el destino de ese dinero siempre era para una cuenta diferente con nombres diferentes. No debía ser muy inteligente para notar que estaban cubriendo los rastros aunque de una forma un tanto absurda. La fecha de la primera transacción se remontaba a casi veinte años atrás y la última se hizo cuando el cumplió quince años, justo el mismo día de su cumpleaños.

— Si fueran mis padres, ellos debieron conocer mi nombre debido a los negocios que mantenían juntos, personas así investigan hasta la ropa interior que usas casa día. No era difícil dar conmigo una vez que fui apresado. ¿Por qué estarían buscando al hijo de los Jeon en este momento? — Musitó frotando su mentón releyendo una vez más esos documentos. — Las profesiones de mis padres eran simples, no tiene sentido que estuvieran mezclados con las altas esferas, al no ser que...

El ruido de las teclas presionándose en la puerta lo sacó de sus pensamientos. El único que podría llegar en esos momentos era el agente por lo que recogió los papeles colocándolos dentro de una revista y se apresuró a salir de la sala, mas la voz a su espalda lo hizo detenerse.

— ¿Tienes la información del teléfono del menor de los Durance? — La vista de Taehyung trató de desviarse hacia otro lugar que no fuera el torso desnudo del hombre que tenía delante. — Pásame la tarjeta ahora.

El convicto asintió dándose la vuelta, sin notar como se aflojaba la toalla de su cintura y caía al suelo. Sin darle importancia la recogió dando pasos firmes hacia su habitación sin preocuparse de tapar nada. El pudor era algo que había perdido desde el primer día en el que puso un pie en la cárcel.

Los ojos del castaño por más que intentaron no fijarse en cada detalle de que cuerpo, fallaron en lograrlo. Aún cuando Jungkook regresó para entregarle la tarjeta con toda la información que se encontraba en el móvil de Arthur, seguía parado en el mismo sitio. ¿Por qué se paseaba por la casa sin llevar absolutamente nada puesto como si viviese solo? Taehyung se molestó frente a su desfachatez, tanto, que decidió salir de allí y entregarle cuanto antes todo lo recogido a su jefe.

— Oye... — La voz de Jungkook frenó su acto dejándolo parado sosteniendo la entreabierta puerta sin querer mirar hacia atrás para no tener que toparse con su persona. — A las mil setecientos dentro de tres días donde Yoongi, quiere vernos pero yo iré un poco antes. Estaré ocupado estos días, lo más seguro es que a tu regreso no me encuentre aquí pero te mantendré informado de mis movimientos.

— ¿Qué asuntos te mantendrán ocupados por setenta y dos horas? — Las palabras de Hoseok llegaron nuevamente a su mente. El convicto estaba llevando su propia agenda, una de la que él tenía que conocer pero, no le podía preguntar todo directamente.

— Es privado pero también trataré de hacerme con nuevos socios para cuidar los intereses de tus agencias. Descuida, no iré a matar a ninguna mujer. — Su última frase estuvo llena de sarcasmo, mismo que no le llegó a Taehyung quien se tensó completamente al escucharlo.

— Puede que necesite de tu presencia, responde cuando te llame.

+++

Huyó por tantos años de los recuerdos y sus emociones que ahora no encontraba un camino de regreso. No estaba interesado en sentir, sentir volvía a las personas vulnerables y débiles. Sin embargo, necesitaba recordar, tenía que recordar. Dos noches atrás logró dormirse y por primera vez en años soñó pero más que un sueño, fueron recuerdos de su pasado que por alguna razón fueron borrados de su mente. Recuerdo de sus padres, varias imágenes que no parecían tener un orden cronológico válido que terminaron con cuando divisó a sus progenitores rodeados de sangre en el suelo de su antigua casa.

Lo que hizo que una de las imágenes fuera recordada aún después de despertarse, fue una donde su padre sostenía un trofeo justo como el que había visto en la fotografía del despacho de Mingyu. Entonces varios recuerdos llegaron a su mente pero no eran del todo claros, aún así, supo porqué le pareció tan conocido y familiar en el instante que lo divisó.

Todo se le hacía más confuso aunque de cierta forma, por alguna razón muchas cosas le quedaban más claras, mismo si no sabía exactamente cuáles eran esas cosas.

— ¿Me estás diciendo que no encuentras ningún trofeo con esas descripciones? — El delgado chico lleno de tatuajes que se encontraba detrás del mostrador, refugiándose bajo la capucha de su jersey. A penas se le podía ver el rostro lleno de perforaciones cubierto por su desaliñado cabello. — Sé que esos trofeos solamente lo tienen personas importantes, no son cualquier cosa, por ende debe haber algo sobre eso en algún lugar.

El chico mordía su dedo pulgar negando con la cabeza, moviéndose hacia los lados de forma nerviosa, encogiéndose de brazos cada vez que el Liquidador le hacía una nueva pregunta. Se apoyó el mostrador y tiró de la ropa del chico haciéndole ir hacia él. Estaba frustrado, sabía perfectamente que ese chico era capaz de darle la respuesta que buscaba, sentía que algo le escondía pero no quería perder la paciencia y estragar todo. Exhaló con pesadez, abriendo su mano derecha para dejarlo libre.

Su lengua barrió cada milímetro del interior de su boca afirmando con su cabeza, chasqueó sus labios y se cubrió con el gorro de su propio jersey para salir de aquel local. Introdujo las manos en los bolsillos, maquinando la forma de obtener la información que quería a medida que iba descendiendo aquellos escalones. Desactivó la alarma del vehículo estacionado al otro lado de la calle y caminó hacia este, deteniéndose en el instante que sintió un automóvil acelerar hacia él con las luces apagadas.

El instinto lo hizo sacar su arma y dispararle a pesar de tener que tirarse al suelo debido a la velocidad. Los neumáticos traseros se reventaron por el impacto de las balas, perdiendo el automóvil la dirección, estrellándose contra otro ya estacionado. Sin perder tiempo se reincorporó y corrió hacia el mismo, logrando agarrar al chofer antes de que este abandonara el lugar poniendo resistencia a quien hacía unos instante intentó arrollar. Jungkook le disparó en la pierna para inmovilizarlo y con su propio cinturón le amarró las manos.

No podía perder tiempo en aquel lugar, sabía que en cualquier momento la policía podía llegar y no quería verse envuelto con ellos. Cargó al sujeto sobre sus hombros hasta dejarlo caer en la cajuela de su vehículo. La cerró con fuerza y sin contenerse corrió nuevamente hasta donde había ido a buscar información.

— ¿A quién le avisaste que yo estaba aquí? — Preguntó apuntándole con el arma en la cabeza. Sabía que el nerviosismo del chico junto a ese hombre que lo había intentado matar estaban conectados de alguna forma. — ¿Para quién trabajas?

Paralizado frente a la imagen de aquel hombre cubierto de sangre que le apuntaba con una pistola hacia la cabeza con mirada asesina, ese que pensó que no volvería a ver a su vida, el chico que atendía aquella pequeña tienda se echó a llorar. Agitaba sus manos pidiendo una clemencia que el liquidador no estaba dispuesto a darlo, no sin una buena información a cambio.

— Tienes diez segundos para decirme para quién trabajas. Diez... — ¿Realmente le dispararía? Si hablaba estaba muerto y si no hablaba también, no sabía qué decisión tomar. — Cuatro...

— Y-Yo no s-sé nada, se lo juro, no sé de qué me está hablando.

— Uno... — Sin detenerse a pensarlo, Jungkook le disparó también en la pierna haciendo que el sujeto gritara de dolor, sosteniéndose el lugar perforado, cayendo al piso entre quejidos. — Para quién... Trabajas, te pregunté y juro que no lo volveré hacer porque la próxima vez que lo hagas ya no estarás ene este mundo para darme una respuesta.

— Ellos me van a matar si hablo, así que máteme de una vez Liquidador. — Así que sabía su nombre.

— ¿Ellos quiénes?

— E-El trofeo, no es un trofeo real. No fue dado por nadie sino creado por mi padre hace veinte años que se lo dio a un amigo que tenía un hijo. No recuerdo más, yo era un niño en aquel entonces.

— ¿Por qué no me respondiste cuando te pregunté hace un rato?

— Vinieron unos hombres hace aproximadamente un mes y me mostraron una foto suya, si venía no le podía decir esa información o me matarían. — Lloraba entre quejidos por el dolor y las palabras que le decía a ese hombre.

— ¿Quiénes fueron esos hombres?

— No sé, no tengo ni idea...

Era posible que ese sujeto supiera más pero no tenía tiempo para quedarse allí. Salió corriendo de aquella tienda viendo como a distancia las sirenas de algunas patrullas alumbraban, haciéndolo acelerar su vehículo y salir de allí a todo velocidad. Condujo hasta el antiguo almacén de Los Pequeños y allí amarró en una silla al hombre que lo intentó matar.

— Mi paciencia ya se agotó así que, antes que la próxima bala te perfore el cerebro, dime quién te mando a matarme.

Jungkook estaba sentado frente al hombre sobre una caja de madera, frotándose la sien con la empuñadura de la pistola, apoyando la mano libre sobre su muslo, sin apartar la vista del hombre. Ya había disparado ambas piernas pero parecía renuente hablar. Asintió sabiendo que solamente cuando se sintiera verdaderamente al borde de la muerte el sujeto hablaría. Volvió a quitarle el seguro al arma y encogiéndose de los hombros con una sonrisa le apuntó.

— Adiós...

— ¡Recibí una foto tuya y una llamada diciéndome que me quedara vigilando ese lugar hasta que aparecieras! ¡Me ordenaron matarte! Y-Yo no tengo nada personal contra ti, te lo juro.

— ¿Una foto mía? — El sujeto asintió señalando su saco.

Jungkook se inclinó hacia adelante para rebuscar primero en los bolsillos exteriores, luego en los internos hasta dar con su fotografía. Era una foto tomada en la prisión para su expediente criminal. Solamente oficiales pudieron tomar esa foto y entregársela a alguien pero no cualquiera tenía el nivel y la capacidad para sobornar o llegar hasta allá dentro, no en esa prisión al menos.

— Yo solamente ejecuto los encargos para que las muertes parezcan accidentes, me dieron una orden y yo la cumplí.

— No, no la cumpliste, si lo hubieses hecho ya yo no estaría respirando. Ahora dime, ¿quién te contactó? — El sujeto guardó silencio agachando su cabeza. — ¿Volvemos al mismo punto donde finges ser mudo? De acuerdo, igual creo que con la información que tengo me es suficiente.

Le apuntó nuevamente con el arma y el hombre gritó.

— ¡BamBam! — El pelinegro frunció el ceño sin entender lo que le estaba queriendo decir. — Los hombres de BamBam, solamente sé que fueron ellos porque vi el nombre en el teléfono en el momento que me entregaba tu foto pero juro que no sé más. Te lo suplico, déjame ir prometo que no diré nada.

— De acuerdo, de acuerdo...

Jungkook se alejó dos pasos tras palmearle el rostro con suavidad observando su fotografía. La guardó en el bolsillo trasero de su pantalón con lentitud, girándose una vez terminada esta acción para dispararle justo en el medio de la frente. Arrugó su nariz y contempló sus fachas, no pensaba volver a salir lleno de sangre. Hizo una mueca volviendo a mirar al ahora difunto.

— ¿Por qué dejaría ir a una persona que intentó matarme? — Caminó hasta la puerta con sus pasos haciendo eco en aquel vacío lugar. — Encárguense de eso ahora mismo, que no queden rastros. — Le ordenó a dos de sus hombres que cuidaban la puerta.

— ¡Sí señor!

Respondieron al unísono, observando como su jefe se encaminaba a la oficina. El convicto se cambió de ropa, prendiéndole fuego a la vieja y salió de allí al leer el mensaje de Suga.

+++

Taehyung llegó al edificio de Min Yoongi unos minutos antes de la hora acordada, pero sabía que eso no sería problema ya que el mismo jefe le había autorizado la entrada. Normalmente no podría aparecerse allí sin Jungkook pero siendo que este ya lo esperaba en el interior, no tenía trabas. Sin embargo, cada vez se preocupaba más por las acciones y actitud de este último, desde que salió del apartamento que compartían por fachada no había vuelto en esas setenta y dos horas, justo como le dijo.

Si bien sí se vieron en tres ocaciones, su actitud hacia él volvía a ser fría, callada, justo como cuando lo había ido a ver al presidio y los primeros días. Escuchaba cada cosa que se le decía sin dejar ver el mínimo cambio en sus expresiones, siempre neutro y serio. No respondía al no ser que fuera estrictamente necesarios y cada contacto visual era vacío.

No le interesaba llevarse bien con él o interactuar, pero por el momento debían comunicarse ya que estaban trabajando juntos. Además, no lograba descifrar su persona y eso también era algo que le incomodaba. Un día parecía devorarlo con la mirada llena de lujuria, otra veía deseos de matarlo, simple desinterés o como en los últimos encuentros, nada, no veía absolutamente nada.

Entró sin ser detenido, incluso los hombres de Suga lo dejaron deambular solo por el lugar sin escoltarlo por primera vez. No sabía si era una prueba o si le estaba tomando confianza o fue porque simplemente lo estaban esperando. Como quiera que fuese, era extraño. Dejó la chaqueta que traía sobre una silla al lado de los otros hombres mientras se servía un trago para esperar a que Jungkook y Yoongi aparecieran, mas pasaron veinte minutos sin rastros de ellos y desde hacía cinco que la hora acordada había pasado. Colocó el vaso en la mesa, dispuesto a buscarlos para terminar de saber de una buena vez para qué demonios lo querían.

— Hay quienes nunca pierden su toque y sello, tú eres uno de esos. — Pudo diferenciar la voz del líder de Los Cocodrilos en el momento que la escuchó pese a estar algo distorsionada. — Eres único Kookie, por eso no puedo dejar que te marches, te necesito a mi lado.

— ¿Para los negocios? — Ahora fue el pelinegro quien habló.

— Sí, para eso también... ¡Mierda!

El castaño caminó lentamente hacia la habitación, quedándose inmovilizado frente a la entreabierta puerta. Si bien siempre supo que Suga sentía algo por el Liquidador, no esperaba que entre ellos realmente hubiese algo, pensó por un momento que era algo unilateral. Sin embargo la imagen que tenia delante distaba mucho de esa idea. Ver como el pelinegro se follaba a su socio no entraba en su lista.

Se aferró a la puerta decidido a entrar, iba hacerlo pero por alguna razón no pudo. Apretó fuertemente sus ojos y soltó la puerta tomando de regreso el mismo camino por donde había llegado. No entendía por qué estaba molesto, por qué su pecho ardía de la rabia y su cuerpo rugía. Esta tan ido uniendo piezas en su cabeza que no notó a uno de los hombres de Suga que iba en su dirección.

— ¿No pides disculpas? — Le exigió con la mirada y su puño contraído.

— Marica imbécil, si fuiste tú el que venía entretenido y no miró por dónde iba. ¡Vete a la mierda! — Dio un paso adelante pero Taehyung tiró de su hombro haciéndolo trastabillar contra la pared, golpeándolo acto y seguido.

El hombre intentó golpearlo nuevamente pero en ningún momento acertó un golpe contra la pareja del Liquidador que estaba ensañado golpeándolo como si fuera su saco de boxeo personal. Lo tenía en el piso y sentado a ahorcajadas, golpeaba una y otra vez su rostro, sin notar cuando perdió el conocimiento, sin deseos de detenerse. Estaba totalmente cegado por la furia, no podía controlarse, lo único que quería era deshacerse el cuerpo que yacía bajo él.

Unas fuertes manos lo levantaron haciéndolo reaccionar pero aún así se volteó para pegarle, encontrándose con un Jungkook desaliñado y un Yoongi que se abotonaba la camisa con sonrisa ladina mirándolo fijamente.

— ¡Hey, contrólate, lo vas a matar! Dime qué pasó... — Instó el pelinegro.

— Suéltame imbécil, déjame solo y vete a terminar lo que estabas haciendo. — Lo empujó con fuerza hacia atrás. — También puedes irte a la mierda, me da igual. — Tomó su chaqueta y se encaminó a la salida sin mirar hacia atrás.

El convicto no entendía nada pero no podía dejar que el castaño se fuese así delante de todos. Se dispuso a ir tras él pero el brazo de Suga lo detuvo.

— Todavía tenemos que hablar, sígueme.

— ¿Tiene que ser ahora mismo? — Asintió dándole la orden a uno de sus hombres para que recogieran al sujeto que sangraba del suelo. Jungkook lo miró sin entender por qué el agente se había ensañado así con ese hombre cuando debía guardar las apariencias.

— ¿Qué le hicieron a mi pareja? — Todos se encogieron de hombros porque realmente no se percataron del encontronazo hasta que su compañero cayó al suelo.

— No lo sabemos, simplemente los vimos pelear y por eso corrí avisarles pero no tenemos idea de qué fue lo que sucedió. — Respondió uno de sus hombres.

— Como sea Kook, eso no tiene importancia ahora, ya averiguaremos qué sucedió. Ya que nos interrumpieron mejor vamos a por lo que te mandé a buscar.

🧡🧡🧡
Hello my dear Liquidators😝
¿Cómo han estado? Intenté sacar este capítulo desde hace anteayer en la noche porque Wattpad me dejó de funcionar así sin más, no cargaba. No obstante, aquí está un nuevo capítulo que espero sea de si agrado.
LORED
🧡🧡🧡

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