Uno
Mingyu removió su pie con ansias mientras esperaba fuera del aula de ciencias. Estaba nervioso, claro que si. Después de todo, el nombre de Boo Seungkwan, su crush, le había salido en el intercambio navideño.
Entonces fue cuando lo vio. Su cabello ondulado y castaño revoleteaba gracias al aire acondicionado cálido del pasillo, conservaba la bata obligatoria para aquella materia, y sostenía entre sus finos dedos un par de libretas adornadas con motivos navideños.
Cuando dio un paso para acercarse a Seungkwan con una sonrisa, Hansol, novio y autoproclamado mejor amigo del castaño, se situó a su costado. Mingyu suspiró y sonrió forzadamente cuando la mirada de los menores lo encontraron.
Trató de ignorar la manera en la que Seungkwan acariciaba con delicadeza la mano de Hansol y los saludó con confianza en cuanto estuvieron frente a él.
—Hey.
O al menos lo intentó.
Hansol fue el primero en devolverle el saludo, animado. —¡Hey! ¿Qué tal todo?
—¿No tenías una clase ahora? —indagó Seungkwan.
Mingyu vaciló y no pudo evitar desviar la mirada de manera recelosa a Hansol y su cabello rubio deslumbrando como siempre. El menor alzó una ceja cuando encontró sus ojos y Mingyu, apenado, dirigió su atención a Seungkwan una vez más.
—Tengo un par de horas sin clases. En realidad esperaba saber si tenías- tenían —corrigió de inmediato— algo de tiempo libre.
Seungkwan inclinó su cabeza y Hansol se limitó a darle un codazo indiscreto incitándolo a contestar.
—Bueno, en realidad yo estoy libre —aseguró Seungkwan y Hansol asintió, dándole así la razón.
—¿Hansol, tú no...?
—Nop —cortó el rubio enfatizando la consonante extra que agregó al monosílabo—. Seungkwan exentó la materia, pero yo aún debo cursarla hasta las vacaciones; así que si me permiten... —el chico pasó su mano por debajo del mentón de Seungkwan y le plantó un corto beso en los labios; después soltó un guiño sin destinatario (quizá en realidad lo mandó hacia Mingyu) y desapareció por los pasillos.
—Uhm... —Mingyu tosió medio incómodo.— Se ven bien —dijo entonces en un intento por cortar lo que (él creía) se había convertido en tensión—, quiero decir... Hansol y tú. ¿Desde cuándo salen?
—Desde la semana pasada —contestó Seungkwan risueño. Se sacó la bata de laboratorio y se la colgó en su antebrazo antes de volver a hablar—. ¿Necesitas ayuda en algo?
Mingyu boqueó un segundo. Seungkwan simplemente era precioso, y concentrarse en algo más allá de sus orbes le resultaba una tarea casi tortuosa.
—Lo hago —aseguró, y se pensó que más decir—. Tiene que ver con el intercambio, para serte sincero.
Los ojos obscuros de Boo parecieron destellar ante la sola mención de aquel futuro evento. Realmente se veía emocionado, y Mingyu no pudo evitar sonreír.
—¿Qué pasa con eso? —preguntó, pero no dejó al moreno ni abrir la boca antes de volver a hablar—: Espera un segundo; será mejor que vayamos a otro lugar. El pasillo pronto se llenará.
Dicho y hecho, Mingyu siguió al menor desde atrás hasta llegar a un aula vacía, observando los bordes del suéter tejido amarillo que Seungkwan vestía y tratando de ignorar la manera en la que la cálida palma de Seungkwan envolvía la suya con suavidad.
—Bueno, la cosa es que Hansol me tocó en el intercambio —dijo cuando estuvieron solos.
Seungkwan se mordió el labio mientras contenía una carcajada, y Mingyu se preguntó qué podría ser tan gracioso.
—O sea que buscas mi ayuda encontrando un regalo —asumió el menor.
—Sí; quiero decir, Hansol y tú son inseparables, seguro me puedes ayudar a conseguirle algo, ¿no?
—No doy ayuda gratis —jugueteó Seungkwan. Había guardado la bata dentro de su mochila (Mingyu no sabría decir cuando lo hizo), y ahora movía sus manos expresivamente cada vez que soltaba una oración.
—No tengo dinero —se apresuró a decir Mingyu. Sentía su respiración acelerarse por la latente cercanía del castaño e incluso temía que terminara haciendo algo de lo que se arrepentiría después.
Seungkwan solamente sonrió. —No hablo de eso. Si te ayudo a conseguir un buen regalo, también tendrás que ayudarme tú a conseguir uno. Eres como el mejor amigo de Wonwoo, ¿no es así? —"Hermanos," quizo corregir Mingyu, pero se abstuvo de hablar y se limitó a asentir.— Entonces ya está. ¡Mañana nos vemos a la salida de la escuela! ¡Iremos al centro comercial!
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