XXII
Fruncí el ceño.
- ¿De qué me estás hablando?
- ¿Recuerdas cuando me pediste que fuera por la maleta que estaba en tu habitación? Antes de venir aquí.
Asentí.
-Sí, regresaste muy raro. Lo recuerdo. Pero ¿Qué ocurre? ¿qué tiene que ver eso? - encogí mis hombros y él se levantó de la banca. En ese momento se giró para verme. -Dime, ya.
Me levanté para quedarme frente a él.
-Descubrí unos exámenes médicos de Diego, los cuales abrí creyendo que eran tuyos y...- respiró varias veces para ganar valor. -Tiene leucemia.
Sin aliento y en shock mis ojos se cristalizaron. No, no puede ser. No es cierto, es una mentira. No dije ninguna palabra, no tenía voz. Ataba todos los cabos poco a poco.
- ¿Qué?
Me senté de golpe en la banca que estaba detrás de mí y sentí como mis mejillas se mojaban con mis lágrimas.
-Caro... - levanté la mirada a su llamado. Él se arrodilló frente a mí para tranquilizarme. -Al parecer puede tener un tratamiento, el cáncer no está tan avanzado.
Daba bocanadas de aire, sentía un hueco en el pecho y un nudo en la garganta.
-Por eso se fue, no porque me haya dejado de amar, ¿verdad?
-Sí fue por eso, la fecha del sobre era de dos días antes de viajar a 1910.
Cubrí mi rostro para ahogar mi llanto. No podía creerlo, ¿por qué no me dijo nada?
-Tenemos que regresar, necesito ayudarlo.
Me levanté de la banca secando mis lágrimas y tratando de tranquilizarme. En seguida el copió mi acto.
- ¿Segura?, ¿y Héctor?
No podía darle la oportunidad, era de otro tiempo y no podía estar con él. Pero tenía a una persona de mi tiempo que me esperaba, al menos debía ayudarlo.
-Sabes que no se puede, es la regla principal. Yo necesito regresar, ¡ahora!
Decidida caminé hasta la casa de Héctor, entré a mi habitación por mis cosas. Mis pensamientos no me dejaban, él estaba preocupado de que yo no supiera, sé que prefirió irse para no lastimarme con su enfermedad, pero yo no puedo dejarlo así. Él siempre me apoyó y ahora me toca a mí, si no es como novio, entonces como amigo. Aún seguía llorando de dolor por la traición de Mau, se calló y no me dijo nada. Se supone que él sabía que me dolía la partida de Diego, no sé si perdonaré a Diego. Pero ahora mi pregunta es: ¿Por qué él tampoco me lo dijo? Él me cuida siempre, me quiere como su hermana menor y no lo culpo, pero no debió cubrirme algo tan grave.
Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no supe en qué momento me acosté en la cama boca arriba. Ya estaba vestida para dormir. Tocaron la puerta, pero quería estar sola.
-Ve a empacar, mañana nos vamos – grité.
-Soy yo, Héctor - no quería hablar con él. Pero sé que le dolió decirle que nos iríamos. - Quería saber si estas bien.
-Sí, solo quiero estar sola y descansar.
-De acuerdo, descansa – sé que esperaba mi respuesta, paro no lo obtuvo. No me gustaba ser tan fría con él. Así que traté de dormir cerrando mis ojos y tranquilizar mi mente.
AL DÍA SIGUIENTE
Antes de irnos decidimos pasar a despedirnos de los chicos en el diner, también para despedirnos del señor Gaspar.
-Hola, chicos.
Saludé.
-Hola - Dante fue el único que contestó.
-No te vayas.
Teresa me dio un abrazo muy fuerte. Sonreí a tal petición.
-Me harás mucha falta, eres muy buena empleada.
Don Gaspar estaba detrás mío, cuando giré también me dio un abrazo.
-Gracias, pero tenemos que irnos.
Sonreí falsamente.
-Me da tristeza que ya no vaya a ver mi amiga.
Dante también me abrazó y creo que hasta lloró un poquito, me tomó mucho cariño.
-Puede que regresemos en un corto tiempo.
-También te vamos a extrañar a ti, Mauricio. - Dante le dio un choque de puños.
-Prometo que si regresas te consigo novia.
Teresa le dijo a Mau y éste la abrazo riéndose.
-Pero que esté bonita.
Reímos.
-Héctor - él no había dicho ninguna palabra en todo el camino, es como si se hubiese quedado mudo. -No tenemos dinero, solo el que nos mandaron para regresarnos México. Pero te lo pagaremos, el que tenía se lo di a Dante para que pagara la inscripción.
-No es necesario, fue un placer tenerte en mi casa. Espero que estemos en contacto - me tomó de las manos y me sonrió.
-Dante - giré a verlo. - Te quiero dar esto, es una medallita que gané en el festival es para que no me extrañes y te dé suerte con...- incliné mi cabeza hacia Teresa para que supiera de que hablaba.
-Claro - me sonrió y volvió a darme un abrazo. -Te espero en la boda.
Me susurró en oído y al despegarme de él, sonreí.
-De acuerdo, chicos, ya nos vamos. Por favor cuídense mucho.
Asintieron. Tomamos nuestras maletas y estábamos por salir cuando Héctor me detiene.
-Espera, Caro.
Me giró y me besó, por alguna extraña razón se lo seguí, pero fue muy corto. Reí cuando miré como todos estaban con la boca abierta, hasta Mau. Sin más que decir, salimos del diner y comenzamos a caminar.
-Aquí - entramos a un callejón solitario.
Mau hizo los movimientos necesarios con el reloj y en un abrir y cerrar de ojos estábamos frente a la casa de él.
Corrí hasta mi casa, saqué la llave de la planta que estaba afuera de la puerta principal de mi casa. En cuanto abrí la puerta, corrí hasta a mi habitación para sacar el celular que estaba en el cajón de mi mesita de noche. Encendí el celular y se escuchó un golpe en la sala, creí que era Diego así que bajé.
-Eres tú – dije molesta.
- ¿Estás molesta conmigo?
-¿Tú que crees? No me dijiste nada.
- Lo, siento.
No debía descargar mi enojo con él, quiso protegerme después de todo.
- No te preocupes, debo agradecerte.
Asintió.
- ¿Qué haces?
Tecleaba en mi celular, creo que a eso se refería.
-Llamando a Diego.
Inicio de llamada
- ¿Diego?
- ¿Disculpa? - Una señorita contestó al otro lado de la linea.
-Eh, ¿se encuentra Diego?
-Creo que es número equivocado. No hay ningún Diego aquí.
-Disculpé, debí marcar mal.
-No se preocupe - colgué.
Fin de llamada
-Qué extraño, una señorita me respondió y dijo que no hay ningún Diego.
-Debiste marcar mal.
-No, este es su número. Llamaré a la escuela.
-Tranquila, no sabes manejar mucho el inglés. Vuelve a llamar y verás que está bien
Tenía razón estaba muy alterada, a lo mejor erróneamente agregué un digito que no era.
-Le llamaré - volvió a sonar, pero ahora nadie contestó. -No contesta nadie, creo que será mejor que me vaya a Inglaterra.
-Estas loca, ¿cómo te vas a ir?
-Tú me encubriste esto, no me dijiste nada, ¿y ahora te importa?
No pude resistir y comencé a llorar. Nunca me había enojado así con él. Tenía tantas cosas en mi cabeza, que no me hacía pensar bien, estaba lastimando a Mau.
-Sé que no debí, pero me daba miedo. No sé por qué, pero me daba miedo.
Nos quedamos mirando por unos segundos, cuando tocaron la puerta. Lo último que quería eran visitas. Reprochando abrí la puerta.
-Hola, ¿en qué le puedo ayudar?
Era un señor de avanzada edad, estaba lleno de canas y por su apariencia le daba unos 80 u 85 años.
-Hola, vaya que te pareces a tu abuela.
Fruncí el ceño. Debía ser un error, yo no me parecía a mi abuela.
-Disculpe, ¿quién es usted? – Pregunté
Se acercó un chico joven como de 20 años. Lo más raro es que se parecía mucho a Héctor, sin embargo, él al verme su expresión fue de sorpresa.
-Dante, un amigo de tu abuela Carolina.
Me quedé sin habla y sin movimiento alguno.
Oh, por Dios. No.
Él no podía estar aquí, si él está aquí...entonces Diego no...
Mis piernas se hicieron débiles, en segundos todo fue oscuro y algo duro golpeó mi cuerpo...
FIN
CONTINUARÁ...
Editado:19/10/21
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
PROXIMAMENTE
LINEAS TEMPORALES
*Un cambio en el tiempo*
Segunda temporada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro