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XVII

Confusión.

Estaba tratando de asimilar lo que había escuchado, él nunca me había negado nada. Era de preocuparse con esa actitud que tenía, por eso estaba tan serio conmigo.

- ¿Qué?

Giró su mirada hacía mí.

-Es que se me hace muy peligroso. Tú has dicho, enamoraste a un chico del viejo oeste y del año que acabamos de regresar.

Me levanté de mi lugar, caminé hasta estar frente a él y crucé mis brazos tratando de comprender lo que estaba pasando. Él no era así.

- ¿Qué tiene de peligroso?

-Qué tal si un loco te secuestra y no puedes regresar. O peor aún, que te enamores de alguien más.

Reí.

Arrugó el ceño mientras veía que me reía, así que avancé hasta él y lo abracé muy fuerte. Me acurruqué en su pecho, mientras besaba mi coronilla.

-No, nunca lo digas.

-Lo siento con mi corazón, pero no vas a volver a viajar.

Me alejé de él.

¿Qué rayos le pasaba? ¿Realmente no confiaba en mí? Él sabe que siempre le he sido fiel, algo anda mal. Siento que no está siendo sincero, siento que hay algo más. Podría ser cualquier cosa, pero no puedo descifrarlo. Y si es realmente es eso, está molesto por que viaje. Una de mis características es que si alguien me prohíbe o trata de controlar lo que debo hacer o no debo hacer, no hago caso.

-Lo siento, pero yo seguiré viajando.

-No puedes viajar más. ¡Ya no!

Su grito me sobresaltó, sin embargo, no me dejé por Diego.

-Claro que lo haré. Es un logro de Mauricio y yo - sabía que cuando digo los nombres completos estoy hablando con seriedad. - Así que no voy a dejar de viajar.

Ahora yo era la que estaba molesta. Nuestras miradas se cruzaron, pero con un enojo en nuestros ojos. Por su parte porque no le haré caso y por mi parte porque no quiere que siga con algo que he deseado hacer siempre. No entiendo sus argumentos, viajar no tiene nada de malo.

-Entonces, no me dejas otro remedio.

Tomó su chaqueta y salió de mi habitación. Le seguí, no era bueno que se fuera en ese estado. Desde las escaleras, observé que tomó las llaves de su auto que estaban sobre el comedor y salió de la casa. Comencé a llorar en cuanto regresé a mi cuarto.

Estuve despierta hasta las 2:00 de la mañana, bajé a la sala para esperarlo. Pero no veía su auto llegar. No sé en qué momento me quedé dormida en el sillón, pero escuché ruidos y me desperté. Diego no me vio y subió las escaleras.

-Diego, tenemos que hablar - cerró la puerta de su cuarto. Tocaba y tocaba, pero no respondió. -Está bien, te dejo descansar, creo que sigues enojado.

Me retiré a mi habitación, era mejor hablar con la cabeza fría.

A la mañana siguiente, cuando desperté, me había dado cuenta de que no fue un sueño y caí en el abismo de la tristeza. Nunca habíamos tenido una pelea así, por una simple tontería. Cuando me levanté para ir a hablar con Diego. Toqué su puerta, ésta fue abierta por él, a su lado estaba una maleta.

- ¿Te vas?

Sentí un nudo en mi garganta.

¿Tanto se molestó por una estupidez? No puedo creerlo.

-Sí.

- ¿Por qué? - Traté de buscar sus ojos en cuanto bajó la mirada. - ¿Te vas por qué no quiero dejar de viajar?

-No quiero salir lastimado, por si ya no vuelves.

Reí con sarcasmo.

-Sabes, a pesar de que haya viajado y trataran de conquistarme nunca lo hicieron, porque te tengo a ti.

-Mejor te dejo libre.

Mis ojos se cristalizaron con tanta frialdad de su parte. Este hombre que estaba frente a mí no era mi novio, era un Diego distinto.

- ¿Realmente de que tienes miedo?

-De nada, pero me regresaré a Inglaterra..., tengo que hacer algo.

Pasó por mi lado para caminar hacia las escaleras.

-Deja de mentir. ¿Me amas? – fui tras de él.

Al borde de las lágrimas me contuve para poder enfrentar su respuesta. Algo no estaba bien.

-Claro que sí.

Se acercó a mí con mucha prisa, me besó con tanta intensidad. No quería soltarlo, no quería que se fuera. Me alegraba tenerlo aquí conmigo.

-Entonces, ¿por qué te vas? Siento que es algo más.

Mis lagrimas empezaron a resbalar por mis mejillas.

-Necesito irme, disfruta de los viajes. Prometo hablarte.

Un beso en mi frente se hizo presente, sus labios estaban temblorosos.

Él salió de mi casa, sin comprender su actitud comencé a llorar como si me hubieran arrebatado el alma, me había quedado con tantas dudas. Mau entró y en cuanto me vio sentada a la mitad de las escaleras, corrió a mí para abrazarme con mucha fuerza.

UN MES DESPUÉS

Hace un mes que no viajamos, Mau y yo hemos pasado todas las tardes juntos. Mis papás regresaron, pero necesitaban irse de nuevo por un negocio importante de su trabajo, al parecer habían encontrado hueso de dinosaurios en un pueblo exótico. Los papás de Mau decidieron quedarse con la familiar enferma que tenían, aun no mejoraba y necesitaba ser atendida.

- ¿Ya hablaste con Diego?

Sabía que no lo decía con amabilidad, él estaba molesto con Diego por irse sin decir nada. Por ser cobarde, según él.

-No, hace una semana intenté que hablara conmigo, pero la contestadora me mandó a buzón.

-Si tan solo quiso terminar contigo, ¿por qué no te lo dijo? El muy gandalla te dijo que te llamaría, pero nunca lo hizo.

Mau ahora lo odiaba, y no lo iba a perdonar. Lo sé perfectamente, cuando lastiman a alguien que quiere, lo odia.

- ¿Tú crees que por eso no me habla?

Estaba con el brazo recargado en la mesa con la mano posada en mi rostro y jugando con el popote con la otra.

-Lamentablemente, es la verdad.

Lo que hice fue encerrar mis lágrimas, pero no pude evitar que se cristalizaran. Me dolía que Diego no haya sido directo, claro que me dirigía indirectas, pero no creí que hablara en serio. No creo que haya sido esa discusión que tuvimos, él me dijo que me amaba. O al menos que haya sido una cuartada para que no lo dejara con la culpa.

-Hace mucho que no viajamos, creo que un viaje te haría sentir bien – habló.

-Creo que tienes razón. Un viaje es una buena idea, me despejará un poco la mente.

Sonreí. Era momento de olvidarme de él como lo hizo conmigo.

- ¿A dónde quieres viajar?

-Creo que es mala idea, pero a la vez muy buena - le guiñé el ojo.

-Dime.

-Cuando Diego hizo la regresión, me platicó de un lugar de España donde había un dinner muy bueno. En el año 1953, mi década favorita.

Hizo una mueca, estaba harto de mi obsesión con los años 50's.

- ¿Quieres ir?

Asentí.

-Es en Valencia. ¿Quieres ir?

-Claro.

- ¿Cuándo nos iremos? - Pregunté

-Nos vamos mañana, recuerda que no tenemos ropa.

-Claro, vamos a comprarla, tengo suficiente efectivo - asintió.

Caminamos al mismo lugar donde compramos la ropa del viejo oeste. Creo que la señora piensa que hacemos obras de teatro, porque siempre vamos por ropa del pasado.

Se encontraban de inmediato, no tardé en elegir, así que solo opté por llevarme siete vestidos, ya que estaban de oferta 2x3 y uno con %50 de descuento. Mau encontró ocho atuendos en una mesa de rebajas. Todo fue barato, algo me decía que el destino quería que viajara a ese año.

Al llegar a mi casa, solo nos pusimos a empacar. Pero preferí que solo lleváramos una maleta grande para los dos. Así que Mau fue por una más grande que estaba arriba de mi clóset. Acomodaba toda la ropa en lo que llegaba con la maleta, cuando llegó se veía algo raro. Pero no quise preguntarle nada, a lo mejor vio por primera vez las toallas femeninas.

-Necesito descansar, mañana vengo por ti para irnos.

Se fue sin despedirse. Era extraña su actitud, pero no le tomé importancia, a veces hacia eso, así que era mejor dejarlo solo y después podía hablar con él.

Cuando terminé de empacar, me fui a descansar. Mañana sería un largo día. Ahora teníamos un reloj que conectaba con la máquina, íbamos al año y con el mes que quisiéramos gracias al GPS avanzado. Este reloj lo consiguió Mau en el año 2150, es un reloj donde podemos regresar en el momento en que queramos. Sin tener que esperar a que pase el tiempo elegido en el cronometro para estar de vuelta.

-Carolina, Carolina.

Mau tocaba la puerta con mucha fuerza. Corrí a abrir la puerta para asegurarme que estaba bien.

- ¿Qué pasa? Dime.

Abrió la boca y volvió a cerrarla. Después de uno segundo volvió abrir la boca.

-Ya tenemos que irnos.

Entró para tomar la maleta, no la tomó bien y se le cayó, estaba nervioso.

-¿Te pasa algo? – Le detuve.

-Sí, todo muy bien. No pasa nada.

Sonreía nerviosamente.

-¿Seguro?

-Sí.

Sin decir más, volvió a tomar la maleta y salió directamente a su casa. Yo cerré mi casa con seguro

Antes de entrar a la máquina, sabía que era para olvidar a Diego. Solo suspiré y antes de darme cuenta estaba en una calle, donde frente a mi pasaban autos viejos. Volteé a todos lados, pero no veía a Mau en ningún lado.

- ¡Caro!

Escuché una voz, era mi mejor amigo, pero estaba frente a mí, cruzando la calle. Nunca había pasado eso, siempre llegábamos juntos.

- ¡Voy para allá!

No me fijé si venían autos, así que cuando quise cruzar no me percaté que venía un carro.

- ¡Cuidado!

Sentí que alguien agarró mi brazo y lo jaló. Esto ocasionó que cayéramos juntos. Yo caí encima de la persona.

Cuando cruzamos las miradas, él se me hacía conocido. Sus ojos me eran familiares.

CONTINUARÁ...

Editado:19/10/21



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