XIII
Diego y Mau estaban a mis costados esperando a leer lo que la carta contenía, pero temía que comentara algo imprudente. Recordé el beso que me robó.
Oh, no.
Eso no se lo conté a Diego por estar molesta con él. Tenía que contárselo antes porque él se molestaría mucho conmigo. Dejé de desdoblar el papel para girarme hacía él y verlo a los ojos.
-Amor, no te conté algo ayer, pero tengo que contártelo – asintió.
- ¿Estás segura, Caro? – Preguntó Mau.
Su expresión demostraba que sabía que le iba a contar.
-Sí - suspiré. -Lo que no te conté fue que sin darme cuenta Benjamín me besó. Pero no pasó nada más.
- ¿Qué?, ¿qué no sabía que tenías novio?
Su tono de voz se elevó en la segunda pregunta. Quería reírme un poco porque estaba celoso de un hombre que vivió hace más de 100 años.
-Sí, sabía, pero...
Me encogí de hombros.
-Lo sé, tú no tienes la culpa. Tú misma lo dijiste, no te diste cuenta de que lo haría.
Su expresión se relajó, me abrazó muy fuerte. Elevó mi cabeza para poder ver sus ojos y me dio un pequeño pico.
-Ok, creo que tengo que abrirla. - suspiré.
Opté por tomar de nuevo el papel. Estaba más relajada, sin miedo desdoblé la hoja con mucho cuidado. Comencé a leerla con mucho cuidado como si la letra fuera muy frágil.
Querida hermosa señorita, Carolina:
Esta carta es un medio de disculpa por lo que cometí, sé que no debí besarte. Lamento haber hecho que te molestaras, solo me dejé llevar.
Eres muy hermosa, me encantó conocerte. Quien diría que en el pueblo vecino habría mujeres bonitas como tú. Afortunado tu pretendiente.
No quise incomodarte, pero eres única, no eres como las demás.
De verdad espero volverte a ver, lástima que te fueras de este pueblo, yo te daría todo. Espero que seas muy feliz.
Hasta pronto.
Benjamín.
-Wow, sí que flechaste a Benjamín.
Mau borró su sonrisa cuando lo miré con cara de poco amigos. Siempre tan prudente y más enfrente de Diego.
-A pesar de que fui mala con él cuando nos conocimos, ¡casi nos mata!
Guardé el papel en el sobre y lo dejé en una mesa que estaba cerca de nosotros.
- ¿Perdón?, ¿cómo que los iba a matar?
Diego captó nuestra atención, creo que exageré con el "casi nos mata".
-Es que aparecimos en su camino de la nada, fue cuando llegamos. Se me hizo engreído y no me agradó - encogí los hombros. -Entonces... ¿quisieras ir a México con nosotros?
Observé a Diego, ya sé que fue demasiado precipitado preguntárselo de golpe. Seguro que no aceptaría porque miraba a la maquina como si fuese una planta carnívora.
Quería que conociera otro tiempo, que conociera los viajes. Solo quería corroborarle que no había peligro alguno al viajar a otra época.
Me observó durante unos segundos en silencio. Después del silencio habló.
- ¿Duele cuando viajan?
Nos reímos Mau y yo de él. Fue algo chistoso la pregunta de Diego.
-No, solo entramos en un túnel y aparecemos en el lugar.
-Está bien, ¿qué año planean ir esta vez?
-1910 – contestó Mau.
-De acuerdo, ¿ya vamos a viajar?
-No, tenemos que ir por los vestuarios. No podemos parecer con esta ropa, alteraría el tiempo. Podría afectar el futuro. O sea, nuestro presente. -argumenté. Asintió.
-Pero antes hay que desayunar, tengo hambre.
Mau se acariciaba el estómago. Empezó a caminar hacia la puerta donde entramos. Nosotros lo seguimos hasta llegar a la cocina.
Mau y yo preparamos el desayuno, mientras Diego acomodaba la mesa. Parecía estar pensativo, todavía estaba digiriendo todo lo que acaba de descubrir, él mismo lo dijo, creyó que no sería posible. Solo espero que le guste el viaje, que vea que es algo maravilloso ir al pasado y sentir el ambiente de otro tiempo.
Mau desapareció por unos momentos, solo supimos que se dirigía al segundo piso. Diego y yo lavamos los vasos y platos. Se escuchó un ruido en la parte de arriba y corrimos a ver que lo ocasionó, hasta que nos encontramos con mi mejor amigo en el suelo. Nos comenzamos a reír, para después ayudarlo a bajar a la sala con una caja muy grande de madera.
- ¿Qué es eso?
Mau abría esa gran caja, cuando quitó otra tapa que cubría el contenido, un polvo travieso viajó por toda la habitación, invadiendo nuestros pulmones. Lo que produjo que nos atacara una tos desagradable. Después de que el polvo se fue me respondió Mau.
-Un baúl.
Rodó los ojos.
-Lo que se refiere Carolina es que contiene el baúl – explicó Diego.
-Sabía que viajaríamos a 1910, así que mi abuela tiene ropa de mi bisabuela. Precisamente de 1910 a 1920, es de su juventud. Yo tengo trajes y eso usaban, para mi será fácil.
Comenzó a sacar todo lo que contenía el supuesto baúl. Había fotografías, vestidos, trajes, joyas y algunas cartas.
-Pero Diego no tiene trajes, nadamás vino con lo suficiente. ¿Cómo le hará?
Un vestido color beige me llamó la atención, lo tome y era de mi talla. Era hermoso, cubría el cuello y era bastante largo y sencillo, hermoso para mí.
-Yo le presto, mi abuelo falleció siendo joven y tú le das la talla.
Visualizaba a Diego de arriba abajo como si estuviera analizando su talla para ver si le quedarían los trajes.
Yo me fui al baño a ponerme el vestido. Mau y Diego se median los trajes para empacarlos. Nos iríamos esta misma tarde.
Luego de empacar todo en una de las maletas que usamos en 1895. Nos arreglamos lo último para parecer personas normales de 1910. Bajamos al taller para estar frente a la máquina. Llego la hora de partir, para ser exacto eran las 5 de la tarde.
Se acomodó las coordenadas perfectas para llegar a México, a la misma hora, viajaríamos por solo 3 días. Tomamos la maleta, nos tomamos de la mano, nos acercamos más a la maquina y entramos en ella en cuestión de segundos.
Allá vamos 1910.
Aparecimos detrás de una multitud que gritaba "Madero". Sabía dónde estábamos, en la campaña presidencial de Madero. Nos metimos entre la multitud, hasta que nos encontramos con el famoso Francisco I. Madero gritando hacia la gente que gritaba su nombre.
Nos miramos asombrados, él gritaba que se fuera Porfirio Díaz. Me encantó llegar en ese momento, pero se suponía que teníamos que estar en la Ciudad de México, no aquí. Algo falló en el GPS, eso debió suceder.
Me acerqué a Mau para decirle en el oído que estábamos en otro lugar.
- ¿Por qué aparecimos en Monterrey? Teníamos que estar en México.
-No lo sé, tal vez puse mal las coordenadas, pero ahora podemos tomar un tren y viajar.
-Chicos, tenemos que irnos ahora.
Recordé que venía después de que Madero animaba a la multitud de que Diaz debería irse. Empecé a avanzar, cuando estaba por buscar una ruta para salir, a lo lejos vi que venían los soldados porfiristas.
Oh, oh.
Observé todo mi alrededor para buscar un lugar seguro antes de que llegaran los soldados.
-Pero ¿por qué?
Comencé a correr sin responderle a Mau, sabía que vendrían por Madero. Mau y Diego me siguieron hasta detrás de unas casas, era buen lugar para saber que estaba pasando del otro lado.
Después de que los soldados llegaran, toda la gente salió corriendo, gritando. Los soldados fueron sobre Madero.
-Tenemos que irnos a México, ¡ahora!
- ¿No podemos hacer nada? - preguntó Diego.
Trató de salir a ayudar a Madero, pero lo detuve.
-No, cambiaríamos todo.
CONTINUARÁ...
Editado: 01/09/21
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