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-Disculpa – dijo.
Me levanté de la mesa para recoger los platos sin decir nada, pasé por su lado sin despedirme.
¿Qué acababa de pasar? Debí esperarlo, no puedo creerlo.
Me regresé hasta donde estaba con él, yo tenía la culpa.
-No, discúlpame a mí. Tú no debiste haberme conocido. Yo cambié tu rumbo. Yo no me puedo quedar aquí, mañana nos iremos, así que tengo que dejar todo arreglado para que la señora Ingalls y no tenga problemas.
-Caro, no quería hacerte eso. Es mejor que me vaya.
Le apunté a la salida con mi dedo índice, él salió del restaurante y suspiré.
-Pobre, se nota que... – difumino a Mau con la mirada para que no mencione nada. -Ok, me voy con Miranda. Vengo antes de la presentación.
Asiento.
Estoy tomando las ordenes de las personas que entran para comer, así que también estoy como mesera y de vez en cuando atiendo la recepción. Solo quiero que ya pase el día para dar la presentación y ya sea mañana, quiero irme a mi tiempo.
Cuando fui a la recepción a buscar unos papeles ahí estaba la rosa que Benjamín me había regalado, estaba tan molesta con él. Espero no cambiar su vida, espero que no cambie nada en el futuro.
-Señorita.
El llamado de un cliente de alguna mesa del restaurante captó mi atención sacándome de mis pensamientos.
-Buenas tardes, ¿cuál es su orden?
Eran cuatro hombres que tenían pinta de trabajadores, lo más seguro es que fueran trabajadores de la maderería que estaba enfrente de nosotros.
- ¿Estás en el menú?
Se levantó de la mesa para quedar frente a mí y darme una sonrisa perversa. Que ni se le ocurra tocarme, porque yo vengo del siglo XXI y eso nosotras no lo permitimos. Me molestó tanto que fui grosera con él.
-Déjeme lo busco, no. Escoja otra cosa.
Los hombres se rieron de mí al intento de defenderme y encarar a su compañero.
-Mira...
Fue interrumpido por alguien que se colocó en el medio del hombre y de mí.
-Si quieres estar aquí, es mejor que respetes a la señorita.
Reconocí la voz, era de Benjamín.
¿Qué hacía aquí?
- ¿Tú quién eres para decirme que tengo que hacer?
Intentó provocar a Benjamín, pero no lo logró.
-Es mi amigo, así que por favor vete de aquí Polo.
La señora Ingalls se hizo presente. Con la mirada de todos los clientes sobre nosotros, el hombre solo se retiró junto a sus amigos.
-Gracias.
Agradecí. A la señora Ingalls la abracé muy fuerte, estaba algo asustada.
-De nada, Caro - contestó Benjamín.
La señora Ingalls nos dejó a solas para hablar más tranquilos.
- ¿A qué veniste?
-No pagué y no iba a dejar que pagaras tú.
Metió su mano en su bolsillo izquierdo y sacó un par de billetes para dármelo.
-Gracias, no importaba quien pagaba.
-De verdad lo siento, sé que no debí. Así que, si ya no nos vemos, suerte en tu viaje.
Sin despedirse salió del restaurante, antes de cerrar la puerta tras de él, me sonrió.
*****
Ya era de noche y yo fui a mi habitación, me estaba arreglando cuando llegó Mau con una sonrisa que nunca había visto.
- ¿Cómo te fue?
Miraba su reflejo en mi espejo, ya que estaba maquillándome para la nuestra última presentación. Se tiró sobre la cama boca arriba con una sonrisa de idiota.
-Súper bien, Miranda es una buena chica, me dio un beso. Eso nunca lo olvidaré, por eso no me dio tristeza al despedirme de ella, bueno sí. Pero gané un beso.
Parecía como un niño contento por que acaba de ver su maratón de su programa favorito. Nunca lo había visto así.
-Lo siento, sé que te gusta, pero sabes que no puedes hacer nada.
Se levantó de la cama para abrazarme por detrás al inclinarse al tamaño de la silla.
-Lo sé, ¿a ti cómo te fue?, ¿qué te dijo? - suspiré muy profundo. -Oh, oh. Quiere decir que algo pasó
-Sí, él también me besó.
-Wow, ¿por qué?
-Me confesó que estaba enamorado de mí.
Me giré sobre la silla para verlo de frente.
- ¡Te lo dije, te lo dije, te lo dije y te lo dije!
Se incorporó y comenzó a saltar como un niño.
- ¿Por qué te emocionas?
-En primer lugar, porque tenía razón y segundo..., no hay segundo.
Reí.
Continué maquillándome lo que me faltaba. Comenzó a vestirse. Yo no lo veía ya que la puerta del armario me tapaba para no ver miserias. Realmente lo había visto solo en ropa interior, era normal con nuestra confianza.
-Él se disculpó, y ya se resignó, quiero pensar.
-Ok, pero ya no pienses en eso. Vamos, tenemos que dar nuestra última presentación.
Al terminar de alistarnos, bajamos al escenario que se encontraba frente a todas las mesas llenas de clientes hambrientos.
Iniciamos a dar el espectáculo, cuando terminamos nos despedimos. Yo pude ver que la señora Ingalls no quería que nos fuéramos, pero teníamos que irnos. Tuvimos nuestra última cena con la señora Ingalls, cuando ella se fue a descansar. Mau cerraba el hotel y yo lo esperaba para subir a la habitación.
AL DÍA SIGUIENTE
-Qué bueno que pudimos conseguir estas maletas, va a ser un recuerdo muy bonito.
Empacaba nuestras cosas, mientras Mau revisaba la habitación para que nada se nos olvidara. Ya casi se acercaba la hora para irnos.
-Sí, anda. Tenemos que irnos a otra parte para no desaparecer frente a muchas personas.
Salimos de la habitación, pero antes echamos un último vistazo a lo que fue nuestra habitación por unos días, aunque en realidad fueron horas. Nos dio mucha nostalgia al dejar esta época.
Bajamos a la recepción, no había nadie ni la señora Ingalls. Mau subió a buscarla a su habitación y yo a la cocina, pero no estaba en ningún lado. Fuimos a buscarla, queríamos despedirnos de ella, fue muy amable con nosotros. Siempre nos mantuvimos juntos en la búsqueda por si nos íbamos.
- ¡Caro!
Volteamos al buscar a la persona que me nombró.
-Hola, Benjamín. ¿Qué sucede?
Me sonrió y extendió su mano con una carta.
-Es algo para ti, ábrela cuando tú quieras.
La tomé algo dudosa, era la última vez que lo vería así que quise ser muy amable con él.
-Gracias, pero ya me tengo que ir.
- ¿Puedo abrazarte?
Asentí.
Me abrazó y cuando se separó noté que había una tristeza inmensa en su mirada.
-Adiós.
Sonreí.
Mau y yo comenzamos a caminar a la dirección contraria donde se encontraba Benjamín. Observé como me decía adiós con su mano.
Vimos como entraba la señora Ingalls al hotel, corrimos para despedirnos. Así de la nada aparecimos frente a mi casa. Me dolió no despedirme de ella y sé que a Mau también.
Cada uno entró a su casa para darnos un baño muy bueno. Cuando terminé Mau fue a mi casa porque sus papás se habían ido con su abuela ya que estaba enferma. Su abuela vivía a 4 horas de donde vivíamos.
- ¿Quieres ver una película? – Dijo.
-Sí, claro.
Estaba ausente en el sillón, tenía en mis manos la carta de Benjamín. No sabía si abrirla o no.
¿Debía dejarlo atrás?
- ¿Qué es eso?
-Una carta de Benjamín. Me la dio, pero no sé si...
Fui interrumpida por el timbre de mi casa. Nos observamos con curiosidad, ya pasaban de las 11 de la noche. No esperaba ninguna visita o algo así.
- ¿Quién será? – Preguntó.
Me levanté para abrir la puerta.
- ¿Quién?
Nadie respondió, así que abrí la puerta, pero quedé sorprendida al saber quién estaba parado afuera de mi casa.
¿Tú?
CONTINUARÁ...
Editado: 01/09/21
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