VIII
-Tú no tienes nada de caballero.
Eso sí que le dio en el orgullo, se lo merece.
Mi mirada volvió al conjunto de vaquero que inspeccionaba unos segundos antes.
- ¡Auch! Sé que no fui muy amable con usted. Pero quisiera empezar de nuevo, si usted lo permite.
Inclinó su cabeza agarrando su sombrero, para tomar mi mano y besarla. La quité de manera grosera después de que la besó.
-Claro, yo no soy de odiar. Pero me haces enojar y la oportunidad de amistad se va para abajo - lo apunté e hice el ademan de manita abajo. -Me llamo Carolina, ¿y usted caballero?
-Benjamín McQuency, para servirle a usted. ¿De dónde viene?
Oh, esa pregunta siempre resulta ser un problema.
-Caro, ¿crees que me quede bien esto?
Bendito seas Mau.
Me salvó la campana. Traía una camisa de cuadros y un par de pantalones, se le vería bien.
-Claro, llévatelo – le dediqué un guiño. Me giré a ver a Benjamín. -Nosotros venimos del pueblo vecino.
-Ah, San Patricio - asentí.
Claramente no tenía idea donde estaba, pero me salvó al menos.
-Ya pagué, Caro. ¿Nos vamos? Te toca comprar unos vestidos.
Mau se posó detrás mío con ropa en su mano. Ni siquiera me di cuenta de cuando fue a pagar.
-Nos vemos, Benjamín.
-Nos vemos, señorita Caro.
Antes de salir, miré sobre mi hombro y noté su mirada fija en mí.
Después de entrar a una tienda, conseguí muy fácil los vestidos. Faltaba 40 min para que iniciara la función. Entramos al hotel como rayo para arreglarnos.
La noche inició, Mau tomó la guitarra que le ofreció la señora Ingalls. Todos esperaban atentos que la función iniciara. Todo resultó de maravilla, todos aplaudieron cuando acabamos. Al finalizar, nos sentamos a cenar. Mau y yo estábamos satisfechos, decidimos ir a dormir para la noche siguiente tener más energía.
TRES DÍAS DESPUÉS
Es el cuarto día en el viejo oeste, todo es normal. Mañana habrá un festival anual en el pueblo, todos estarán en aquella fiesta. La señora Ingalls nos dio la noche para que la disfrutáramos.
-Buenas noches, damas y caballeros. Mañana el restaurante cerrará por la noche, pero regresáremos pasado mañana. Disfruten la cena.
Mau avisó a todos al terminar nuestra función. Claramente todos sabían que el restaurante no abriría, pero aquellos que no estaban informados, se les dio aviso.
-Bueno, ¿salimos mañana al festival señora Ingalls? - pregunté.
Ella estaba ocupada contando el dinero de la recepción, mientras yo limpiaba el mostrador que ya tenía un poco de polvo. Después me pasé a la parte del restaurante porque todos se estaban retirando.
-Claro, mañana todos están ahí, por eso cerraré el restaurante.
Mientras yo recogía los platos que había en algunas mesas, Benjamín entró para hacerme platica, pero se retiró en seguida. No sé porque siento que ya lo había visto en otro lado, a veces pienso que podría ser Diego en otra vida, pero no vio nada del viejo oeste.
Después de que terminé de recoger todo, la señora Ingalls ya se había ido a descansar, al igual que Mau. El pobre se puso a reparar muchas cosas en el restaurant y ahora todo parece estar nuevo. Terminé por cerrar las puertas del restaurant y la puerta principal del hotel. Da mucho miedo el pueblo de noche. Según la señora Ingalls es muy tranquilo nada de qué preocuparse.
Por la tarde del siguiente día, estaba retocando mi peinado y un poco mi vestido para el festival que se iniciaría a las 8:00 de la noche.
-Ya vístete, faltan unos cuantos minutos para que empiece todo. Lo bueno es que ahorramos lo que nos pagaron en esta semana.
-Sí, ya voy. Es que estoy contando el dinero para repartir a la mitad.
-Ya sabes, no vayas hacer algo que altere la historia o peor.
-No, tranquila.
Se acomodó la camisa, tomó su sombrero y salimos de la habitación con una sonrisa.
Pasamos por la recámara de la señora Ingalls, la sorpresa fue que no estaba, al parecer se adelantó.
Afuera parecía una feria como de nuestro tiempo, pero sin los juegos mecánicos que existen en el siglo XXI.
Fuimos a la parte de los juegos, donde todo es tiro al blanco, carreritas, vencidas, encuentra la moneda. Nos divertíamos, hasta que llegó la hora de comer; sirvieron algo parecido a unas tostadas, solo que este llevaba mucha verdura y como tipo sopa instantánea, era súper raro y delicioso.
-Vamos a las bebidas. Siento que se me atoró tanta verdura - dijo Mau.
Se estaba agarrando la manzana de Adán. Yo me estaba riendo por su comentario.
-Claro, tienen de Jamaica.
Caminé más rápido para llegar a mi bebida favorita antes de que se acabará y de perder mi mejor amigo en el viejo oeste.
Tomamos un par de vasos. Mau ayudó a servir. Estábamos bromeando, mientras veíamos como estaba todo listo para los fuegos artificiales. Si tan solo nuestra familia y mi novio pudiera ver todo esto, les encantaría.
-Hola, señorita.
Benjamín se acercó a mí con una chica de compañía. Era rubia, cabello ondulado y a pesar de la oscuridad pude denotar que sus ojos eran de color azul. Eran tan parecidos, solo lo diferenciaba el color de sus ojos, él tenía los ojos de color café claro.
-Hola, Benjamín. ¿Es tu novia?
Se comenzó a reír al igual que la chica que lo acompañaba. Miré a Mau por si dije algún chiste.
-A eso venía precisamente, quisiera que tu amigo o familiar le haga el honor a mi hermana para bailar.
Mau no la dejaba de mirar, esa chica le gustó y mucho. Lo conozco perfectamente, así se pone cuando ve a una chica que le llamó la atención.
-Por supuesto, dama.
Tomó su mano para acercarla a él. Ella también quedó maravillada con Mau, está guapo mi amigo, pero a veces es un menso, aun así, lo quiero.
-Mientras tú y yo bailamos.
Benjamín tomó mi mano, pero me solté en seguida.
Claro que no bailaría con él, tenía pareja.
-Mau, ¿podemos hablar antes?
Se alejó de la chica con tristeza, mientras yo hacía que nos alejáramos un poco. No quería que escucharán.
- ¿Qué pasa? Quiero bailar.
Hizo un pequeño puchero de niño pequeño. Me crucé de brazos para que viera que no estaba jugando.
-Es que podemos cambiar algo, ellos no nos deberían de conocer. Podemos cambiar sus vidas. Qué tal si uno de los dos hoy iba a conocer el amor de su vida - me miró incrédulo. -Está bien, pero no te enamores, por favor. No la enamores, ¿de acuerdo?
-Ay, ¿y tú sí puedes? Se nota a 100 km que le gustas a Benjamín - negué varias veces con la cabeza. -Mira cómo te ve, es muy notorio.
Observé rápidamente a Benjamín, y sí no dejaba de verme y sonreír como un tonto.
¿Qué hice?
-Bueno, pero no es mi culpa. Además, si pregunta diré que tengo novio y que no estoy interesada en enamorarme de alguien más. Está bien, no seré una aguafiestas. Anda ve y disfruta.
Me abrazó y depositó un beso en mi mejilla. Después fue corriendo hacía la chica con una sonrisa, la tomó de la mano y se la llevó a bailar con él. Benjamín venía hacía a mí con una sonrisa.
-Entonces, ¿bailamos?
Este hombre no se cansa.
No respondí, solos nos quedamos observando sin decir nada.
¿Realmente te intereso?
CONTINUARÁ...
Editado: 25/08/21
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