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VII

¡Auch!

¿Qué pasó? Un idiota casi nos atropella, aunque también tenemos la culpa por aparecer en su camino así de la nada.

Furiosa me levanté para sacudir el vestido que tanto me gustó, estaba lleno de tierra por todos lados.

En cambio, Mau estaba teniendo una pelea con el polvo que estaba en su sombrero. Le ayudé a sacudirle los hombros y él sacudía el poco polvo de tierra de mi cabello.

- ¿Estas bien? - preguntó Mau.

-Sí, solo que el vestido que me gustó esta arruinado.

-Disculpen, no los vi en el camino, aparecieron de la nada.

El hombre que iba en la carretilla captó nuestra atención, se veía preocupado, pero con una pequeña sonrisa en su rostro.

¿Qué le daba gracia? ¿Qué casi nos atropella?

-No se preocupe, estamos bien. Pero le aconsejo que a la próxima vez tenga cuidado y que no intente matar a alguien.

Me crucé de brazos para que viera que no me daba gracia. Estaba molesta con él.

-Lo tendré en cuenta damisela - me guiño un ojo- ¿Son de por aquí?

-No, venimos a conocer el pueblo, si nos disculpa tenemos que buscar un lugar donde dormir.

Tomé a Mau del brazo y nos alejamos de ese hombre.

-Vaya, se nota que no te cayó nada bien – dijo.

-No es eso, se me hizo muy engreído, solo eso.

Mau paró en seco y eso me detuvo a mí.

-Mira, una tienda de ropa. Podemos comprar ahí.

Apuntaba a una pequeña cabaña con un letrero en el techo con el nombre "Ropa de vaqueros".

- ¿Con qué dinero?

Oh, no.

Es cierto, no tomamos en cuenta ello, no tenemos dinero para quedarnos aquí.

-Tienes razón, ¿entonces cómo vamos a comer y pagar el hotel?

-Tengo una idea - tomé una guitarra que estaba en una carretilla y se la extendí a Mau. -Tócala mientras yo bailo.

-Estas loca, eso no se va a ver raro.

-Empieza, llamaremos su atención.

Tomé su sombrero, así coloqué el sombrero boca arriba para que dejaran las monedas que nos ayudarían a sobrevivir.

- ¿Algo parecido al country, pero viejo? – extendí los brazos para hacerle referencia que era obvio por el año. -Obvio.

-Damas y caballeros, queremos darles este pequeño espectáculo, esto para que disfruten de nuestra visita aquí en su pueblo.

Después de que dije aquellas palabras, Mau comenzó a tocar y yo a bailar.

Bailé 3 canciones, al terminar varias personas se acercaron para depositar algunas monedas, otros solo se iban o nos felicitaban.

Después de que se fueron todos, comenzamos a contar las monedas y conseguimos al menos 160 centavos.

Nos no fue tan mal.

-Entonces, nos alcanza para comer algo y un lugar para dormir supongo – dijo.

Mau se guardaba las monedas y su sombrero lo colocaba en su cabeza.

-Supongo, se supone que es más barato aquí. Bueno en esta época.

Comenzamos a caminar y encontramos un hotel restaurant llamado "Lili's". Optamos por entrar para hospedarnos.

-Vamos adentro, tal vez podemos conseguir comida y hospedarnos aquí.

Al entrar una campanita sonó para informar que alguien estaba en la recepción. En esta ocasión nosotros, pero nadie se encontraba en el mostrador.

-Buenas tardes, caballero y señorita. ¿En qué les puedo servir?

Una mujer salía de lo que era la cocina para pasar por un par de mesas y sillas bien formadas para esperar a los clientes. Ella llegó a la recepción con una mirada extraña.

-Buscamos un cuarto económico.

-Y comida - interrumpió Mau.

-Claro, pero con una condición.

Mau y yo compartimos una mirada confusa.

-Sí, diga - habló Mau.

-Como son el tema de que todos mis huéspedes hablan, quiero que toquen y bailen todas las noches aquí en mi restaurant el tiempo que se vayan a quedar y se ganaran el hospedaje, comida y 100 centavos al día para que compren ropa, porque por lo que veo no traen equipaje.

No dudamos en aceptar, así que asentimos con una sonrisa.

¿Qué le pasó al equipaje? Creo que es un defecto de la máquina, no pudimos viajar con él, solo nosotros.

- ¿Cómo supo que éramos nosotros? – pregunté.

-Simple, me dijeron que eran jóvenes y que eran turistas. Además, soy vieja y tengo una buena intuición sobre las personas.

Eso era cierto, la pobre señora se veía como 75 años, era delgada y su cabello era totalmente blanco como la nieve, tenía muchas arrugas, pero se movía como una persona joven.

-Claro, nos quedamos – confirmó Mau.

A un lado de la recepción estaban unas escaleras que indicaban que había un segundo piso. La señora subía éstas y nosotros la seguimos.

-De acuerdo, los guio a su habitación. El hotel está abierto hasta la media noche, el restaurante hasta las 10:00. Esta es su habitación, tengan la llave y traten de no perderla. Hoy en la noche inician, así que cuando terminen de acomodarse bajan por su paga adelantada.

-Muchas gracias, señora Lili - dijo Mau tomando la llave.

-No, mi nombre es Kasia Ingalls. El nombre de Lili es en honor a mi madre.

Sonreímos.

Ella se retiró con una sonrisa. Nosotros abrimos la habitación indicada como nuestra, abrimos la puerta para observarla. Estaba muy chiquita, pero con una ventana grande que dejaba entrar la luz del sol perfectamente.

-Ok. ¿Cómo porque hay una sola cama?

-De seguro pensó que éramos pareja. Pero si gustas yo duermo en el piso – respondí.

-Ni loco, tú en la cama - me sentó en la cama. - Y yo en el suelo - se sentó en éste.

-Estás loco, nos turnaremos. ¿Ok?

Me levanté para apuntarlo con autoridad. Él solo levantó la manos.

-Ok, tengo hambre. Vamos a comer y compramos ropa, aún faltan 3 horas para que oscurezca.

Se levantó, avanzó a la puerta y la abrió para darme paso, y salir de la habitación.

-Caballero y dama, les tengo una comida de bienvenida. Está servida en la mesa.

La voz nos sobresaltó cuando íbamos bajando las escaleras. La señora Ingalls apuntó a una mesa que tenía carne con un caldo que no se distinguía de que era.

-Muchas gracias, señora Ingalls.

Nos sentamos a comer en unas de las mesas vacías. Invitamos a la señora Ingalls a comer con nosotros, ella aceptó.

Después de dar la primera cucharada de la sopa fui al paraíso, estaba deliciosa. Era un placer comer esto, la carne sabía a gloria. La señora Ingalls era la mejor cocinando.

-Aquí están estas monedas para que compren ropa, así que vayan que falta poco para que se preparen.

La señora Ingalls nos extendió un par de monedas. Mau tomó éstas y las guardó en uno de los bolsillos de su pantalón.

-Gracias – sonreí.

Como habíamos terminado de comer, nos levantamos de la mesa para salir a hacer lo que teníamos pendiente. Necesitábamos estar presentables para esta noche.

Llegamos a la tienda de ropa que vimos por la mañana, solo había ropa de caballero y no conseguí nada. Estaba revisando ropa para Mau, mientras el checaba en otra sección, decimos compartir 50 centavos para cada uno, así que tenía que escoger 2 prendas baratas y bonitas.

Cuando estaba checando una camisa de cuadros que estaba en descuento con unos tirantes, escuchó que alguien entra a la tienda, pero no pongo atención.

-Una dama no debería estar aquí.

Cuando giré para averiguar quién era, mi mirada se tornó fría y con ganas de no interactuar con esa persona. 

CONTINUARÁ...

Editado: 25/08/21

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