IX
-No lo tomes a mal, pero no sé si sea correcto.
Admiraba las parejas que bailaban por el espacio que era como la pista de baile. Mau trataba de copiar los pasos de los demás, mientras que la hermana de Benjamín le enseñaba.
- ¿Por qué lo dices?, ¿estás casada y no lo sabía?
Se mostró una decepción y tristeza en su mirada.
-No, pero si tengo un pretendiente del cual estoy enamorada.
Pobre no quería ser directa, pero no es bueno que se ilusione, es mejor que busque a la mujer indicada. O ella lo busque a él.
-Claro, entiendo. Pretendes casarte con él, ¿cierto?
-Sí, en su momento.
Sonreí.
Me imaginé en el altar con Diego, él y yo habíamos hablado del tema. Los dos queríamos estar juntos toda la vida, tenemos un sentimiento muy fuerte por nosotros. Sé que sería un buen esposo y padre, lo quiero en mi vida por siempre.
-Pero no es nada malo, tú y yo estamos en una amistad, así que afortunado el que se casara contigo - esas últimas palabras se me hacían conocidas. Lo miré por unos segundos tratando de recordar, pero él volvió a hablar. - ¿Bailamos, amiga señorita?
Tuve que aceptar porque me sentía mal por él. Él entiendo e hizo que todo fuera sencillo para mí.
-Está bien, amigo Benjamín.
Me extendió su brazo y lo tomé para caminar hasta lo que era una pista de baile. Nos dejamos llevar por la música, él sabía cómo manejarme con la melodía de los instrumentos.
Estuvimos bailando unas cuantas canciones, yo no sabía muy bien como seguir el paso, así que copiaba los pasos de las chicas. Procuraba moverme, lo hacía bastante chistoso porque Benjamín no dejaba de reírse de mí. Pero ambos nos reíamos de Mau y su fracaso de moverse con sus dos pies izquierdos.
Eso de aparentar que éramos personas de 1895 no era lo nuestro en el baile.
Pararon la música para presentar los fuegos artificiales, todo era increíble. Cuando estallaron los primeros cuetes, todos aplaudieron. Pasaron unos cuantos minutos para que todo acabara y cada uno se fuera a su casa.
-Nos vemos señorita Miranda McQuency.
Mau se despedía de la hermana de Benjamín. Le besó la mano e inclinó su sombrero. Ella sonrió y se acercó a su hermano.
-Muchas gracias por estar con mi hermana, Mau - Benjamín lo abrazaba para despedirlo. - Raro nombre, por cierto.
Reímos.
-Su nombre es Mauricio, pero de cariño le digo Mau – dije.
-También muchas gracias por bailar con mi mejor amiga.
Le di un codazo en la costilla derecha para que se callara.
-Para mí siempre será un honor - ahora su mirada era fija en mí. -Nos retiramos, que pasen una linda noche. Nos vemos.
Nos despedimos de ellos para avanzar al hotel mientras ellos tomaban la dirección contraria.
Caminamos hasta que vimos a la señora Ingalls en la recepción, nos estaba esperando. Cuando entramos solo pudimos decirle un "buenas noches". Después de desvelarnos pudimos ir a la cama sin problema. Estábamos muy cansados por bailar casi toda la fiesta.
Tocaban la puerta de nuestra habitación, yo solo vi que eran las 10:00 a.m. en el reloj que estaba en la mesita de noche, por dios nos quedamos dormidos. Me levanté con cuidado para no pisar a Mau que seguía dormido, abrí la puerta para encontrarme con...
-Benjamín, buenos días. ¿Qué haces aquí?
Sonrió por la forma en que me encontró.
Sí, no es nada tractivo que te encuentren despeinada y con un camisón bastante largo.
-Buenos días, creo que te desperté.
-Algo así. No me había dado cuenta de la hora, eso sucede cuando nos desvelamos.
Salí y cerré la puerta detrás de mí para que no se despierte Mau con nuestra conversación.
-Bueno, vine precisamente a invitarte a comer, ¿qué te parece? - Suspiré. -Lo sé, pero sería como amigos, además tengo que decirte algo.
-Dime entonces.
Crucé mis brazos sobre mi pecho para cubrirme del aire fresco que paseaba por el pasillo.
-No, hasta que aceptes comer conmigo.
Sonrío.
Su sonrisa me convenció y también la curiosidad.
¿Qué quería decirme? Era muy importante de seguro. Solo espero que no sea sobre Mau con su hermana.
-Está bien, ¿a qué hora?
- ¿A la 1:30?
-Claro, pero ahora tengo que vestirme. Nos vemos abajo, ¿vale?
Asintió muchas veces y se retiró con una sonrisa.
¿Qué será eso que quiere decirme? Era mucha mi curiosidad.
La curiosidad mató al gato. ¿O cómo era?
Entré a la habitación y vi a Mau recién levantado con sus cabellos a todas la direcciones, me dio un poco de risa verlo así.
- ¿Quién era? - Preguntó tras un bostezo
-Benjamín, venía a invitarme a comer.
Sus cejas se hicieron para arriba y luego me miró con los ojos entrecerrados.
- ¿Y a mí me regañas por querer estar con Miranda?
-Disculpa, pero quiere hablar conmigo y no sé qué es - saqué un vestido del armario para ponérmelo. -Si quieres ve con Miranda, despídete de ella que mañana nos vamos.
-Yo no quiero despedirme. Quisiera llevármela conmigo.
Me dio la espalda para darme privacidad y cambiarme más a gusto.
-Pero sabes que eso perjudicaría su vida y tu vida. Sé que es duro, pero tampoco estoy contenta en que le guste a Benjamín, si es como tú dices. ¿Me ayudas?
Me observó para ver donde necesitaba ayuda, era en el corcel de mi vestido.
-Lo sé, pero tendré que resignarme, la buscaré en nuestro presente, eso haré. Y sí, le gustas a Benjamín.
Lo difuminé con la mirada en el reflejo del espejo. Negué varias veces, no era posible. No nos conocíamos muy bien para que le gustara.
-Solo ve con ella y disfruta estar a su lado. Verás que hay chicas iguales a ella en nuestro tiempo, encontrarás a la indicada.
Lo abracé para consolarlo, me separé de él para dedicarle una sonrisa de lado.
Asintió.
-Gracias, Caro.
*****
Estábamos ayudándole a terminar de cocinar a la señora Ingalls. Tan rápido pasó el tiempo que ya era hora de que Benjamín llegara para comer juntos.
-Hola, señorita.
Benjamín captó mi atención cuando estaba distraída contando el dinero de la semana. Observé que traía una rosa en su mano derecha.
-Hola, Benjamín.
Me extendió la rosa y no tuve corazón para rechazarla. Las rosas me encantaban, muy cliché, ¿no?
-Te la traje por que se me hizo muy bonita como tú – me sonrojé. Caminé hasta nuestra mesa que ya tenía toda la comida servida. -Siéntese, señorita Caro.
Retiro un poco la silla de la mesa para accederme paso a sentarme a su lado.
-Gracias. ¿Qué era eso que querías decirme?
Lo observé fijamente, él solo titubeaba. Tenía la mirada nerviosa.
-Primero vamos a comer y luego hablamos.
Asentí.
Todo era silencio, pero en ocasiones sentía la mirada de Benjamín. Terminamos de comer, así que ya no podía esperar más.
- ¿Qué querías decirme?
Se sobresaltó un poco en su asiento.
- ¿Qué le ofrece su pretendiente? ¿Lo ama?
Tomó mi mano, pero la aparté poco a poco de su agarre.
-No entiendo nada.
-Seré franco... Estoy enamorado de usted.
Me dejó sin aliento, a pesar de que lo sospechaba no me esperaba su confesión. Bajé la mirada para ocultar mi asombro y pensar que hacer.
Oh, madre mía.
-Es que...
En cuanto elevé mi cabeza fui interrumpida por un beso de Benjamín que enseguida me separé de él.
CONTINUARÁ...
Editado: 01/09/21
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