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IV

Escuché un ruido, me desperté alarmada. Una mujer pasó muy cerca de donde yo estaba, pero no me vio. Así que supuse que el sol comenzó a asomarse por el horizonte, tenía que seguir con el plan de encontrar un brujo dentro del castillo.

Si es que lo hay.

Caminé hasta donde me encontré a Gadea para tomar la decisión de si ir por el pasillo que daba a la izquierda o derecha. Cuando estaba por caminar a la izquierda, vi a unos guardias. Me hice hacía atrás para esconderme. Cuando estos pasaron, comencé a caminar, solo veía una ventana, pero al acercarme más pude ver unas escaleras que iban abajo y otras arriba.

Ok, Carolina.

Los brujos de esta época, ¿estarían abajo o arriba? Pues arriba, cerca del rey, ¿no?

Comencé a subir las escaleras sin dejar de mirar hacia abajo y caminar con precaución para que no me viera algún guardia o un sirviente.

Llegue a un pasillo, donde había puertas cerradas, mi idea era abrirlas poco para ver si veía a alguien haciendo cosas mágicas, espero que no me mientan los libros que he leído y esté buscando en un lugar erróneo.

Abrí la primera puerta y nada, fui por la segunda y nada. Al cerrar esta última escuché pasos que se acercaban cada vez más. Entre en la tercera puerta, para cerrarla rápido y no despegar mi oído de la puerta, esperé a que los pasos que se aproximaban también se alejaran de donde estaba.

Cuando volteé me quede paralizada, una figura masculina me veía detenidamente, era alto, cabello castaño y un poco largo, de piel blanca, ojos de color miel, con unas facciones que lo hacían verse muy guapo.

-Lo siento, ahora mismo me voy, lo siento -. Quise abrir la puerta, pero no pude. - ¿Podrías ayudarme, por favor?

Oh, dios. Que momento tan vergonzoso.

Estaba toda apenada, sentía arder mis mejillas y me estaba paralizando cada vez que se acercaba con una sonrisa. Al menos me ayudaría, eso pensé, pero me sorprendió su respuesta.

- Así te refieres a tu príncipe.

¡Oh, Santa Madre!

Estaba con el príncipe. Este viaje no puede sorprenderme más.

Sin saber que hacer, decidí corroborar que sí era el príncipe.

- ¿Príncipe? Disculpe, usted. No sabía... ¿Podría ayudarme?, ya no lo molesto -.

Bajé la mirada e hice una reverencia rápida.

-No.

- ¿Qué?

-Primero quiero saber tu nombre, bella dama.

Tomó mi mano para darle un delicado beso.

Nadie va a creer esto, ni siquiera Mau. Hasta yo estaba congelada.

-Eh...Carolina. En serio debo irme, estoy... – vacilé.

-Estas... ¿qué ibas a decir?

- ¿Tienes...?, digo, ¿tiene algún brujo o hechicero aquí?

Sonreí para verme inocente. Él rio un poco, como si le hubiesen contado un chiste con poca gracia.

-Sí, tenemos un hechicero oculto.

Abrí mis ojos como platos, estaba cerca de regresar. Al menos no me tomó como loca.

- ¿En serio?

-No, eso está prohibido por la Santa Inquisición. Pero tenemos a uno para nuestro beneficio. Lo más raro es que preguntes por él y por lo que veo te ocultas -. Se acerca más a mí. - ¿Eres una bruja, acaso?

Con cada paso que daba hacía a mí, yo daba un paso atrás hasta que tope con la puerta.

-No, no lo soy. Solo quiero regresar.

En cuanto vi su cara confundida, yo tapé la mía con mis manos. Debo controlar lo que sale de mi bendita boca.

-Supongo que tienes que regresar con tu esposo.

-No, no tengo, tampoco soy viuda. Pero sí tengo que regresar. Solo llévame con el hechicero, por favor.

-Es que no quiero que te vayas, yo no me he casado tampoco. Me gustas y se nota que serás buena madre.

Vaya, eso me dejó sin palabras. Ni siquiera sabe de dónde vengo y ya me ve como la madre de sus hijos.

-Creo que mejor me voy, yo lo buscó sola.

Traté de salir, pero me detuvo. Ahora sí me asusté mucho, me alejé de él.

-Hagamos un trato te llevo con él, pero no te vas. Te quedas conmigo, te casas conmigo.

La palabra sorprendida quedaba corta para describir cómo estaba en este momento.

-Lo siento, pero me casaré con alguien más, no puedo.

-Es una mala noticia, afortunado el que se casara contigo – hizo una pequeña mueca. Vaciló un poco. -Tres puertas más, topas, vas a la izquierda y segunda puerta.

-Gracias, pero ¿qué?

-Es así como llegaras con Friolian, nuestro hechicero -. Se me acercó para tomarme la mano y dejar de nuevo un beso. - Suerte, bella Carolina.

-Gracias, príncipe.

Hice reverencia para abrir la puerta con facilidad. Nos miramos y reímos un poco por que la puerta siempre pudo abrirse, solo estaba un poco atascada.

Caminé hasta llegar otro pasillo, caminé a la izquierda y conté la puerta. Cuando iba a abrir la segunda puerta una voz se escuchó detrás de mí. En el momento que volteé, me di cuenta de que era Gadea.

- ¿Qué haces aquí?

¿Por qué cuando estaba tan cerca? Unos segundos de más, por favor.

Así que antes de que me llevara a la salida y me sacara a patadas por creerme loca, abrí la puerta y la cerré. Cuando giré quedé impactada con el salón en el que me encontraba, era la biblioteca más grande que había visto. Se abrió la puerta detrás de mí y corrí, pero a pocos pasos me atrapó.

-Tienes que irte, no puedes estar aquí.

Me sujetó del brazo y tirara de él para llevarme a la salida, pero yo me hacía dura para hacerle difícil el trabajo.

-Déjala -. Una voz vieja y masculina hizo eco por todo el salón haciendo que diéramos la media vuelta. -Sabía que vendrías.

¿Cómo podría saber eso?

CONTINUARA...

Editado: 20/08/21

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