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**Dos semanas después**
- Sal de aquí, llevas dos semanas encerrada en tu casa. - la presencia de Mau me hacía sentir con ganas de seguir sola.
- No tengo ganas de nada, quiero estar...sola. - estaba sin ánimos, pero mi mejor amigo quería subirlos. Me senté en sillón y cerré los ojos.
- Debes salir, estás entrando en depresión. No has salido ni al jardín, sé que tomaste una decisión muy dura, pero debes seguir con tu vida. Al menos eso creo que le hubiera gustado a Diego. - abrí los ojos para verlo sentado junto a mí.
- No lo sé, creo que tienes razón, debo hacer mi vida. Pero no sé...- recargué mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos de nuevo, estaba tan frustrada.
- ¿Sigues queriéndolo como antes? - volví a abrir los ojos, pero sin verlo, solo al techo.
- No lo sé... ¿sí? No lo sé, solo sé que siempre le tendré un cariño especial. -
- Entonces, sé feliz haciendo tu vida de nuevo. - lo observé detallamente, tenía algo en manos, pero no sabía que era.
- Sí, tienes razón. Él no regresará, lo sé. Trataré de ser feliz. - le sonríe y él me imitó.
- Ok, ahora arréglate. Vamos a salir. - sabía que algo planeaba.
Sin nada más que decir, obedecí, estaba tan mal que no me arreglaba muy bien. Abrí la puerta de mi armario y extraje un vestido color amarillo. Decidí tomar una ducha para sentirme mas limpia y mi cabello luciera más, ya que estaba muy descuidado.
Al salir, me vestí con lo que había seleccionado, dejé mi cabello suelto. Acompañé mi vestido con unos guaraches color blanco. Me maquillé con un poco de lápiz labial color rosa claro y un poco de rímel. Ya tenía varios días sin verme así. Salí de mi cuarto y bajé las escaleras.
- ¿Lista? - asentí ante la pregunta de Mau.
Subimos a su auto, él condujo y yo iba en el lado del copiloto. No sabia a donde me llevaría, pero sabía que sería un lugar bueno. Sin darme cuenta llegamos a la plaza comercial, sabía que mi mejor remedio era los helados de este centro.
Bajamos del coche para caminar hacía la parte de la comida, él me llevaba arrastrando por todos lados, me sentía sin ganas de salir, pero tenía que continuar. A lo lejos visualicé a una chica pelinegra con un vestido azul celeste sonriendo y saludando hacia nuestra dirección. Nos acercábamos cada vez más hacia ella.
No puede ser, me trajo hasta aquí para tomar terapia por mi depresión, pensé.
- Hola. - saludó a la chica con una sonrisa que nunca le había visto.
- Hola. Ella debe ser Caro, ¿no? - me observó y me saludo de beso.
- Sí, ella es mi mejor amiga. - Mau me abrazó de lado.
- ¿Acaso eres una psicóloga? - le pregunté a la chica y ella solo frunció el ceño.
- No, no lo soy. - respondió, giré para ver a Mau.
- No te había platicado, pero ella es María, mi cita. - me quedé sin habla, estaba avergonzada.
- Lo siento mucho. Un gusto en conocerte, María. - la abracé como forma de disculpa.
- La acabo de conocer hace una semana y decimos salir para conocernos mejor. - cruzó su brazo por los hombros de María. Sonreí.
- O sea, ¿estoy de mal tercio en tu cita? Gracias, pero prefiero dejarlos solos, yo me iré por otro lado. - estaba por girarme y topé con alguien.
- Perdón, no te vayas. Solo se me hizo tarde. - ¡¿qué estaba haciendo aquí?! Este era realmente el plan de Mau.
- ¡¿Valentín?! Ya te veía en Valencia. - estaba tan sorprendida por su presencia.
- No, me quedé aquí por ti. Hice una promesa y la cumpliré. - eso si que me sonrojó, pero quise ser discreta con ello. - Además a mi prima no le molesta que me quede. - apuntó hacia la pelinegra.
- ¡¿Ella es tu prima?! - muchas sorpresas por un día.
- Sí, por eso la conozco. - Mau respondió.
- O sea, este era tu plan y me apuntaste en una cita doble. - dije indignada.
- No, nosotros por nuestro lado y ustedes por otro. Nos vemos, luego. - me guiñó el ojo, ni siquiera esperó que le respondiera. Se llevó a María y me dejó sola con Valentín.
- ¿Qué quieres hacer? Estoy a su disposición, señorita. - me sonrojé. - La llevaré a Il gelato, sé que le encanta. Estoy aprendiendo datos de usted. - me guiñó y tomó mi mano para llevarme hasta el local de helados.
Nos sentamos en una de las mesitas después de haber pedido nuestro helado. Él se sentó a lado mío, tenerlo cerca me producía un no sé qué. Verlo me recuerda que ha sido todos esos hombres que había conocido en los viajes, desde un príncipe hasta un cincuentero. Pero realmente jamás le pregunté sobre sus muertes o sobre que pasó. Estaba cayendo en cuenta que 1895 y 1910 son 15 años en total, como es que tenía 20 años en 1910 y estaba como otro.
- ¿Qué tanto piensas? - me sacó de mis pensamientos.
- En que todos los hombres que conocí en mis viajes están presentes, pero solo en uno. - comenzó a reír. - ¿Puedo preguntarte algo? - asiente. - ¿Cómo fue que moriste en cada una de tus vidas? -
- En 1495 por una enfermedad mortal de la época, en 1532 por una guerra, en 1646 por un duelo a muerte, en 1717 degollado por un crimen, en 1895...- me observó. - por buscar al amor de mi vida, un accidente en la carreta. En 1910 por lo mismo al querer ir a Monterrey por ella, sin querer el auto se detuvo y comenzó una balacera entre soldados y campesinos, pero no puedo decir lo mismo de 1974, ese fue un accidente de avión. - bajé la mirada.
- Lamento mucho tus muertes trágicas. - tomó mi mano y le puse la otra mano encima de la suya.
- No todas lo fueron, al menos sé que yo moriría por ti. - no pude evitar sonreír.
- Lo que no me explico es cómo tenias 20 años en 1910 si en 1895 tenias 18 años. - se ríe.
- ¿Sabías que el cuerpo humano es independiente del alma por los primeros 5 años? Por eso inicia la memoria desde ese instante, porque un alma vaga hasta que acaba por reencarnar. Lo sé, por que fui con experto en el tema. - me acaba de dejar más sorprendida.
- No lo sabía, pero gracias por el dato. - nos reímos por mi comentario.
- Ahora es mi turno de preguntar. - guardé silencio para que continuara. - ¿Me darías una oportunidad para estar contigo? Te juro que ahora sí no me voy a morir, además te conozco desde hace siglos. - me reí. - Ahora estamos en el tiempo correcto, sin obstáculos, sin nada que nos detenga. He estado enamorado de ti desde muchos años atrás y te digo de verdad. ¿Qué dices?, ¿me darás la oportunidad? - apretó mi mano y se acercó tanto que sentía su respiración cerca de mis labios.
CONTINUARÁ...
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