VII
- Me asustaste, Valentín. - respiré varias veces para soltar el miedo que tenía dentro.
- ¿Porqué estabas en la habitación de Dante? - frunció el ceño. Yo le tomé la mano y lo llevé a su habitación, entramos y cerré la puerta.
- Por esto. - le mostré la cadenita e intentó tomarla, pero yo no se lo permití. - Hablando de preguntas sería muy bueno saber, ¿porqué estas aquí? - llevé mis manos a la cintura.
- Por ti y para evitar que encontraras la cadenita. - bajó la mirada. - Pero veo que la encontraste, Diego volverá, ¿no? - tensé la mandíbula y sentí un nudo en el estomago de coraje.
- No tenías por que venir aquí, además no entiendo cómo fue que llegaste. - me crucé de brazos.
- Iba a tu casa, sabía que era muy tarde, pero quería saber como estabas. Te fuiste del restaurante y ya no supe nada de ti. Así que te vi salir de tu casa y entrar a la casa de a lado, me preocupé y toqué la puerta de tu casa. - se sentó en la orilla de la cama. - Mauricio salió y le comente lo que observe, él salió corriendo a su casa, entramos y frente a mí estaba la maquina del tiempo por lo que me comentó Mauricio. Él quería viajar, pero yo quería venir por ti, así que le dije mi plan y él accedió. No quiso venir, porque creyó que si regresabas sin mí, podría quedarme atorado hasta que alguien fuera a rescatarme. - se encogió de hombros.
- Oh, por dios. Así que Mauricio se dio cuenta. - asintió. - Muchas gracias. No quería que se diera cuenta. ¡Nadie! - dirigí mi mano hasta mi cabeza y la otra mano a mi cintura. - De verdad no entiendo porqué veniste. - iba a salir de la habitación.
-Sé que sonará egoísta, pero no quiero que regrese Diego, quiero estar contigo. - me giré y él estaba triste.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro que yo soy la indicada? - él se acercó más y me tomó las manos.
- Una vez mi padre me comentó que cuando estuviera seguro de casarme con una mujer de la cual esté enamorado de ella, es la indicada. - bajé la mirada recordando ese momento en que escuché las mismas palabras.
- ¿Tu padre? - estaba confundida y él asintió. - ¿De la vida pasada o esta vida? - frunció el ceño.
- ¿Qué? No, mi padre Federico, hijo de Héctor. Mi padre me contó que mi abuelo, o sea yo en otra vida, se lo comentó, así como mi padre lo hizo conmigo. - se le dibujó una gran sonrisa en su rostro, pero luego se convirtió en una mirada confundida. - ¿Porqué lo preguntas? -
- Es que hoy iniciando la tarde, Héctor me propuso matrimonio, me negué. Unos minutos después me confesó que su padre le había dicho lo mismo que me estás diciendo. - me solté de su agarre y caminé hasta la puerta. - Tenemos que irnos. -
- Es que no podemos irnos, Dante me mencionó que quería tu ayuda para buscar el anillo perfecto para Teresa. - me detuvo antes de que saliera
- Esta bien. Vamos a cenar. - salí de la habitación.
Bajé las escaleras para encontrarme con la mesa lista y con una ensalada como platillo principal, se veía deliciosa. La señora Hortensia me ayudó a servirme, después bajó Valentín con un ánimo por los suelos, se sentó en la mesa y estuvo callado toda la cena, no aportó nada de comentarios sobre lo que estábamos platicando.
- Caro, te quiero pedir un favor. - Dante atrapó mi atención.
- Sí, dime. - miré de reojo a Valentín, sabía que me diría sobre el anillo.
- Quiero que me acompañes a comprarle el anillo perfecto a Teresa, por favor. - yo asentí gustosa y Dante se levantó de su silla para abrazarme y decirme un millón de gracias.
Terminamos de cenar y la señora Hortensia no me permitió lavar los trastes, me pidió que fuera a descansar para acompañar a Dante al día siguiente. Me encontraba en mi habitación, ya estaba acostada y dispuesta a descansar...
**Al día siguiente**
- ¿Éste estará bien?, se ve bonito y que no está pesado. - Dante estaba más emocionado y alterado, no dejaba de admirar todos los anillos de la joyería.
- Tranquilo, respira profundo. - él respiró profundo y soltó el aire. - Observa éste, se ve que es muy delicado, nada pesado y será original. - le mostré un anillo con un diamante en la cabeza y su aro era trenzado.
- Es hermoso, pero quiero uno lizo para ponerle su nombre. - buscaba entre otros anillos.
- ¿Cómo éste? Podrías ponerle sus iniciales, Teresa y Dante, en sí sería T y D. - asentía emocionado.
-Muchas gracias por la idea, además esta hermoso, se parece al anterior. Gracias. - caminó hasta el joyero y le pidió el anillo elegido para Teresa. - Queremos éste y que tenga las letras grabadas T y D, por favor. -
- Claro, pero la novia no debería venir. - el joyero me observo, Dante y yo nos miramos, después nos reímos.
- No señor, yo no soy la novia, soy la amiga de ambos. - le aclaré al joyero.
- Oh, mil disculpas. Se lo envuelvo enseguida. - el joyero se retiró
- También tengo que comprar otra cadenita, no encuentro la que me diste es muy valiosa. - bajé la mirada.
- No te preocupes, la encontraras. - fingí una sonrisa para que no sospechara.
- Esta bien, también quería preguntarte, ¿qué me querías pedir ayer? - me encogí de brazos. Él estaba pagando el anillo.
- No me acuerdo. - sonreí.
- Aquí está el anillo. Felicidades. - el joyero nos entrego el anillo con el grabado.
- Gracias. - nos retiramos del lugar.
En cuanto llegamos a casa nos sentamos en los sillones y me quité los zapatos, caminamos todo el día, solo paramos a comer, pero todo el día estuvimos de arriba y abajo en cada joyería.
- ¿Cómo les fue? - la señora Hortensia salía de la cocina.
- Muy cansado, pero encontramos el anillo al fin. - Dante le respondió a su madre.
- Oh, bueno. Aquí la cena, en cuanto terminen se van a descansar. - asentimos, la señora iba a subir las escaleras.
- Señora, quería avisarle que mañana llegará una tía aquí, ya había dicho y no me acordaba. Así que queríamos pasar el día con ella porque eso nos pidió, ¿no hay problema en que no nos quedemos aquí mañana por la noche? - era un plan que se me había ocurrido para justificar el día de ausencia.
- No hay problema, es tu tía y quiere verlos, pueden irse. Esta siempre será su casa. - me abrazó muy fuerte.
- Muchas gracias por todo, talvez nos vayamos por la mañana, así que nos veríamos en la fiesta de Teresa. - asintió.
- No te preocupes, gracias a ti por ser tan linda conmigo. Me retiro a descansar, nos vemos pronto. - comenzó a subir las escaleras.
- Gracias, descanse. -
- Igualmente, cariño. - ya no pude visualizarla, así que me senté a cenar pollo.
Terminamos de cenar, así que fui a dejar los platos para lavarlos, pero una mano me detuvo.
- Ve a descansar, mañana irás con tu tía. - sonrió.
- Gracias, Dante. Eres un gran amigo. - sonreí.
- Tranquila, no me debes nada, solo espero que estés en la fiesta, tendré que tomar valentía. - comenzó a lavar los platos.
- Gracias, te aseguro que estaré ahí. Descansa, nos vemos. -
- Hasta luego. - me fui a mi habitación.
Colocaba mi ropa en la maleta para irnos por la noche. Cuando ya no escuché ningún ruido en toda la casa, salí en busca de Valentín para irnos.
Llegué a la puerta de la habitación de Valentín, llamé a la puerta y abrió un Valentín un poco despeinado.
- ¿Qué ocurre? - él estaba en pijama
- Que ya nos vamos, ¡ahora! - abrió los ojos como platos
- Oh, por dios. Es cierto, dame 5 minutos. - cerró la puerta y yo lo esperé en el corredor.
Mientras esperaba en el pasillo, comencé a admirar las fotos que estaban colgadas. En una estaba Dante de pequeño, otra estaba Dante de bebé y sus padres; mas adelante era una foto de la señora Hortensia con su esposo en el día de su boda, pero una foto llamó mi atención, era de la señora Hortensia, pero más joven con un uniforme de mucama y otros empelados con el uniforme parecido a sus costados. Atrás de ella se encontraba el mismo hotel en donde me quedé en el año 1910, me acerqué más para visualizar la foto y me asombró lo que descubrí.
CONTINUARÁ...
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