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VI

- No, lo siento. -  me levanté de la banca y me alejé. - Es que no me puedo quedar aquí. -

- ¿Porqué no? No tienes novio y sabes que yo te quiero. Me enamoré de ti después de que te salvé. - se levantó para acercarse más y tomó mis manos.

- Vendrá una mujer que te corresponda, yo no puedo. - me zafé de su agarre, pero él no quiso hacerlo.

- Un día mi padre me dijo que cuando estuviera seguro de casarme con una mujer de la cual esté enamorado de ella, es la indicada. - acercó su mano a mi mentón para levantar mi rostro y vernos directamente a los ojos. - Yo sé que tú eres la indicada. -

- Me voy a casar con Valentín, por eso no puedo. Lo siento. - me aparté de él. 

- Dijiste que solo era tu amigo. - en su voz se notaba una tristeza.

- Sí, por eso viajó conmigo para conocernos mejor, ya que mis padres pretenden casarnos. - bajó la mirada, le acababa de romper el corazón. - Voy al dinner, tengo que ir por mis maletas y ver si se sintió mejor Valentín. Nos vemos.  - me retiré dejándolo solo, ya no podía hacer nada.

Mientras iba de camino hacia el dinner estaba pensando en un plan para quitarle la cadenita a Dante sin que se diera cuenta, pero sería difícil porque no estamos cerca. 

Si duermo en la casa de Dante, puede que por la noche se quite la cadenita y ahí pueda recuperarla. Regresar al 2021 y viajar dos días después para estar en la fiesta de Teresa, pensé. 

Comencé a caminar más rápido para llegar primero que Héctor y decirle a Valentín que me siga la corriente. Estaba frente al dinner y cuando estaba por entrar Valentín salió. 

- Valentín, da 5 vueltas a la manzana y piérdete. - le ordené mientras mirabas a todas partes. 

- ¿Qué? - alzó una ceja.

- Piérdete por un rato, vuelve en 10 minutos. Cuando vuelvas sígueme la corriente. Por favor - él asintió y se fue a perderse, al menos en eso sí hizo caso.

- Hola, Caro. ¿Encontraste a Héctor? -  Dante me preguntó y yo asentí.

- Ahora es turno de encontrar nuestro dinero, Valentín me acaba de decir. - tomé mi maleta para buscar algo que no había traído conmigo.

- Que raro, no nos comentó nada. - mencionó Teresa.

-  Él es así, no le gusta preocupar a las personas. - después de unos minutos buscando en mi maleta, me rendí.

- No tengo dinero y si Valentín no lo encuentra estamos perdidos. Solo tengo el dinero para el viaje de regreso, pero no quiero tomarlo de ahí. -

- Oh, creo que cada vez que vienen aquí corren con esa mala suerte, jajajaja. - se comenzó a reír Dante y nosotras lo imitamos.

- Lo sé, pero ahora no tenemos donde quedarnos. - sonreí.

- Se podrían quedar en mi casa, pero llegaron mis tías de visita para festejarme el día de mi cumpleaños numero 18. Lo siento. - argumentó Teresa.

- No te preocupes, ellos se quedaran en mi casa. Mi mamá se quedó con ganas de conocerte para hacerte una comida especial en modo de disculpa. - mencionó Dante.

- ¿Porqué de disculpa? - fruncí el ceño. 

- Porque cuando veniste estuve apunto de atropellarte, así que es mi turno para pedirte que te quedes en mi casa. - me sonrío 

- Esta bien, no hay problema. Gracias. - sonreí y en ese momento Valentín entró agitado.

- ¿Qué ocurre? No encontraste el dinero. - se sentó a un lado de mí y tomó a la malteada de fresa que estaba frente a mí.

- ¿Qué? Ah, no. No lo encontré. - agitado negaba con la cabeza.

- Nos quedaremos en casa de Dante. - 

- Oh, que bien. Ya tengo hambre. - mencionó Valentín.

- Hay que irnos, mi mamá ya estará esperándome. - Dante se levantó de la mesa y dejó el dinero de las bebidas. - Ya son las 2 de la tarde, que rápido pasa el tiempo. - tomamos nuestras maletas y salimos del dinner.

Ahora estábamos caminado por las calles de la ciudad para llegar a la casa de Dante, pero no tuvo mucho pierde, después de la plaza donde hablé con Héctor estaba la casa de Dante. En menos de 5 minutos nos encontramos frente a la casa de nuestro hospedador, entramos a la casa y un rico olor a lasaña inundó mis fosas nasales. 

- Ya llegamos, mamá. También traje invitados. - gritó Dante y una señora de aproximadamente 40 años salió de lo que era la cocina, ella era rubia con su pelo ondulado recogido y sus ojos eran de color café.

- Oh, Teresa. ¿Cómo estás? - saludó a Teresa con un abrazo. - ¿Ellos quienes son? - 

- Ella es Carolina, la chica que casi atropello. - la señora me miró con asombro.

- Ay, perdónalo. Quería que vinieras para ofrecerte una comida en modo de una disculpa. -se acercó para abrazarme.

- Él es Mauricio, ¿no? - apuntó a Valentín.

- Oh, no. Es mi otro amigo, él se llama Valentín. Mauricio se quedó en México por cuestión de escuela y trabajo. - buena excusa Carolina.

- De acuerdo, sean bienvenidos. Tomen asiento en unos momentos les traigo la comida. - mencionó la señora. - Por cierto me llamo Hortensia, pueden llamarme así. - asentimos.

- Mamá, yo voy contigo. - Dante entró a la cocina con su madre.

- Ella es super linda, jamás le dice que no a sus hijo, siempre lo apoya en todo. Es muy buena y es adorable. - Teresa mencionó al sentarse  en una de las sillas.

Después de un rato, la señora Hortensia entró con un gran plato de lasaña con verdura. Todos tomamos un poco. Al acabar ayudé a la señora a recoger la mesa para ayudarle a lavar los platos. Cuando estaba apunto de lavarlos, Valentín se acercó a ayudarme, hasta la señora Hortensia se sorprendió de un acto así tan raro para su época. Terminamos de lavar todo, para entonces Dante nos llevó hasta nuestras habitaciones. Nos instalamos cada uno en diferente habitación, después de acomodar todo mi equipaje, dispuse a bajar. 

- Chicos, mi mamá quiere llevarlos por la ciudad para que conozcan mejor. - Dante me miró para esperar una respuesta. Asentimos, al parecer Valentín ya estaba en la sala. 

La señora Hortensia bajaba las escaleras con una bolsa de mano, en cuanto ella bajó, salimos de la casa a empezar nuestro paseo. Nos detuvimos en una dulcería para comprar verduras para la cena, después fuimos a otra plaza más grande, pasamos por un museo sobre la historia de Valencia. Al último pasamos por una iglesia, luego terminamos enfrente de una heladería para comprar algunos conos y unas paletas. Para terminar, solo regresamos a su casa, estábamos cansados. 

Llegamos a casa, solo entramos y todos se dirigieron a su habitación para bañarse y bajar a cenar. Yo me di una buena ducha, salí del baño y me puse un camisón largo, salí de mi habitación y pasé por la habitación de Dante, estaba abierta, así que iba a cerrar la puerta, pero antes visualicé la cadenita sobre la mesita de noche, era mi oportunidad. Así que entré sin que nadie me viera, la tomé y salí lo más pronto posible cerrando la puerta cuidadosamente. 

- ¿Qué hacías en la habitación? - una voz me sobresaltó

CONTINUARÁ...




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