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IX

- ¿Por qué lo hiciste? - fue lo primero que salió de mi boca cuando me aparté del beso. 

- Nosotros podemos casarnos. - seguía sin darse por vencido, Héctor tenía más esperanzas. 

- No, no podemos. Yo no seré la madre de tus hijos. - traté de alejarme de él e irme con mis amigos, pero me tomó del brazo para apegarme a él.

- ¿Por qué no? Daría lo que fuera por estar contigo. - sus ojos decían que era sincero, pero no podía aceptarlo. - No te tienes que casar con él. - apuntó a Valentín. 

- ¡¿Qué?! - las voces de Valentín y Mau hicieron unísono. 

- Lo siento, pero yo... - me alejé de él para acercarme a Valentín. - Yo me casaré con él, ¿verdad, mi amor? - entrelacé nuestras manos.

- Sí, ella y yo estamos muy enamorados. Nos vamos a casar y... si quieres te enviamos una invitación. - una daga al pobre corazón de Héctor. 

- Gracias, pero no quiero asistir. - Héctor se alejó de nosotros y se metió entre la multitud de invitados. 

Me dolía verlo así, pero sé que no soy la indicada y sé que no debo cambiar más el tiempo.

- O sea, soy el novio y no me invitas a la boda. - Valentín me sacó de mis pensamientos con una broma de mal gusto, pero aun así me hizo sonreír. 

- No nos vamos a casar de verdad. - su sonrisa hermosa se transformó en una mueca. ¿Esperen dije hermosa? No, no quise decir eso. No sé que me pasa...

- Ya me había ilusionado con ser el padrino de anillos. - Mau hizo un puchero y yo me reí ante su acto.

- Ya lo serás, verás que en unos años me la llevaré al altar. - sentí que me sonrojé, pero para que no se notara cambié de tema.

- Es mejor irnos de una vez. Iré por los chicos para despedirnos. - giré sobre mis pies para ir por Dante y Teresa, esta sería la última vez que los veré. 

- ¡Nosotros vamos a buscar a la señora Hortensia! - asentí ante el aviso de Mau. 

Estaba cerca de la puerta de la cocina, pero no entré por que escuché algo que me llamó la atención. No soy chismosa, pero esto captó toda mi atención. 

- Gracias por aceptar ser mi esposa, mi amor. - se escuchaba la voz de Dante al otro lado de la puerta. No podía verlos, pero sabía que estaba feliz por el tono de su voz.

- Yo estoy contenta con que me hayas propuesto matrimonio, ha sido el mejor cumpleaños de mi vida. - ahora escuchó la voz de Teresa.

- Prometo cuidarte, ser un buen esposo y sobre todo ser un buen padre. - 

- Yo también prometo ser una buena esposa y madre. Te daré los hijos que tú quieras. - solo saber que tendrán un solo hijo y será niña.

- ¿Sabes que realmente quiero? - Dante espera que responda Teresa, pero no se escucha que lo haga. - Quiero envejecer a tu lado, ver a nuestros hijos crecer y sobre todo a nuestros nietos. Yo quiero morir a tu lado, pero cuando estemos arrugaditos. - la culpa me invadió, sabía que eso no sucedería, sabía que morirían juntos, pero no por ser viejos. 

Agaché la mirada y metí las manos a los bolsillos de mi vestido. Cuando me mostré mi mano, estaba ahí la culpable de este cambio. Sabía que la cadenita era quien salvaba y quitaba la vida de Dante y Teresa, pero también salvaba la vida de Diego, sin embargo, sabía que moriría por el cáncer. Tal vez tenía que hacer algo para que no muriera de ello, tal vez si naciera en otro año. Levanté la mirada, la puerta de la cocina se abrió y visualicé a la pareja de la noche, ellos me sonrieron. Después detrás de mí sentí la presencia de Mau y Valentín. 

- ¿Te encuentras bien Caro? - la dulce voz de Teresa me saca de mi burbuja de pensamientos. 

- Sí... - observo por última vez la cadenita, subo la mirada y me acerco a Dante. - Encontré tu cadenita, estaba tirada por las escaleras de tu casa. Pude verla antes de irme con mi tía, pero no tuve tiempo para devolvértela. - se la entregué y él la recibió. Giré un poco mi cabeza para ver a los chicos y éstos estaban sorprendidos. 

- Muchas gracias, es de gran valor sentimental, por que me la obsequiaste tú. - me sonríe. 

- Gracias a ti por tu amistad. Lo siento mucho, pero tenemos que irnos en este momento. - 

- ¿Ahora? - Teresa me miró con tristeza. 

- Sí. - respondí. La abracé y luego a Dante. Los chicos me imitaron, después de despedirnos, salimos de la casa de Teresa, tomé el reloj y estaba dispuesta para regresar a casa.

Manipulé el reloj y regresamos a nuestro hogar. No mencioné ninguna palabra cuando llegamos, solo apagué todo lo que estaba conectado a la maquina. La cubrí para guárdala, acomodé bien el escondite y dejar los viajes a un lado. 

- ¿Estás bien? - me preguntó Valentín, solo asentí, pero sabía que no lo estaba.

- Solo... - negué. - Nada. -

- Todo va estar bien. - me abrazó muy fuerte. Después de que se apartó de mí, Mau también me abrazó muy fuerte. 

- Puedo quedarme contigo, si quieres. - negué. 

- Tú quédate en tu cuarto. - le sonreí a mi mejor amigo.

- ¿Y yo? - Valentín me hizo reír con su pregunta en tono gracioso. 

- Tengo cuarto de visitas, puedes dormir ahí. - asintió. 

Salimos del taller y nos dirigimos a mi casa, abrí la puerta, estaba cansada hasta para subir las escaleras, pero no me importó y subí corriendo hasta a mi habitación sin despedirme de los chicos, quería estar sola. Me dejé caer a mi cama, en el fondo me seguía doliendo la partida de Diego, pero sabía que no sufriría con su enfermedad. 

Me levanté de la cama, cambié mi ropa por ropa de dormir, lavé mis dientes, pero mi mente vagaba en la pregunta: ¿Habré hecho lo correcto? Sabía que esa pregunta me perseguiría toda la noche, no tenía ganas de nada. Solo dormir para despertar de este sueño, sin embargo, eso no sucedería. Me metí a la cama, me giré hacia la ventana, tenía una vista preciosa del cielo, veía la luna llena. 

Donde quiera que estés, siempre serás un hermoso recuerdo, pero sé que estarás bien en otra época. Tú no me conociste, pero para mí serás ese gran amor, pensé. 

Estaba cerrando los ojos lentamente, pero sentí que alguien se recostaba a mi lado y empezó a acariciar mi cabello. 

- ¿Estás dormida? - por su voz, sabía que era Valentín, pero ya no quería hablar con nadie, me hice la dormida para saber a que venía. - Gracias por salvar a mi abuelo, sé que por consecuencia de ello Diego no volverá, pero prometo que en su lugar yo te cuidaré, te haré muy feliz. Jamás te dejaré sola, a cambio, me ganaré tu amor poco a poco. - depositó un beso en mi mejilla y se retiró de mi habitación. Abrí los ojos y comencé a llorar hasta quedarme dormida.

CONTINUARÁ...

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