Capítulo 48
Tres semanas después.
Me encuentro con Sasha en casa, disfrutando de algo que pretenden ser dos smoothies. Cortamos frutas que tenía en mi nevera, agregamos hielo, azúcar, agua y mezclamos para obtener una bebida que nos quitara el calor. Mi madre está aprovechando su domingo y fue a casa de mi abuela. Se encuentra un poco más animada porque mañana comienzan las visitas en el centro de mi hermano.
—Creo que podríamos fritar un huevo en el asfalto si saliéramos —dice, tirada en el suelo, frente al aire acondicionado.
—Voy a bañarme de nuevo.
—Tienes que hidratar tu piel después de bañarte si lo haces como cuarenta veces al día, no es saludable para los aceites naturales y todo eso. —Ella sorbe de su vaso y cierra los ojos—. Mi hermana se digno a hacer algo de su vida y empezó a estudiar cosmetología.
—Eso es bueno —Grito desde mi habitación, volviendo a buscar ropa para cambiarme. No me decido si unos shorts o el vestido fresco sin mangas—. Tu madre debe sentirse aliviada.
—Creo que lo hace para que deje de odiar a su novio por no conseguir empleo. Aunque creo que sus intenciones van a enterrarla más, porque ahora dirá que no quiere que sus futuros nietos tengan una madre ausente, blablablá.
—¿Está embarazada? —pregunto, sacando mi cabeza al comedor.
—No, pero el sujeto no tiene cara de saber mucho sobre protección. —Sasha hace cara de obviedad.
—Hum, bueno, supongo que no todo el mundo es experto como tú —río, y sus ojos se ponen en blanco.
—No me digas que nada...
—Ya te dije que no voy a volver a mis quince años. Quiero esperar.
—Pero, ¿no se supone son oficiales hace bastante?
Ella lo pone de una manera tan normal, y yo no puedo hacerme la idea de llegar a esa parte con él. Thomas es tan diferente a mi ex novio, es como que fueran de dos especies diferentes. Ni siquiera hemos tratado el tema, y si bien no digo que no quisiera, me gusta saber que él no está solo por eso conmigo.
Si me quiere.
—Sabes que no es importante para nosotros eso ahora —añado, terminando mí smothie de un sorbo largo—. Hay tiempo para eso luego, apenas llevamos tres semanas juntos.
Estoy dejando mi vaso en la pileta de la cocina, y metiéndome al baño, cuando ella dice:—¿Las cosas con su madre siguen igual?
—Sí, es triste. Me da lastima por él. —Me introduzco en la ducha y cierro la cortina, cuando escucho que Sasha entra y se sienta en el inodoro, todavía con su smoothie.
Mi privacidad es nula.
—Es una perra, me alegra que desapareciera.
—No es como si desapareciera, dice que lo ve cuando va a visitarlos, pero no hablan... Como que lo saluda y se encierra en la habitación.
—Duh, mucho mejor de esa manera.
Saco la cabeza y la miro con una ceja alzada:—Es su madre, y por más que me odie, y yo tampoco la quiera, no me gusta que él esté así. Por más que lo niegue, sé que le gustaría otra cosa.
Mi amiga hace un breve silencio y la escucho suspirar:—Supongo que sí.
...
El calor durante todo el día fue asqueroso. Sasha se fue a su casa antes de que el sol se pusiera, y justo comenzó a llover. Yo aprovecho para ordenar algunas cosas en la casa, y todavía mamá no llega, porque ya imagino a la abuela deteniéndola para que se quede un rato más. Hulk mastica sus croquetas con tranquilidad y yo me tiro al sofá para mandarle un mensaje a Thomas, justo cuando escucho disparos fuera.
Primero dos, en los cuales no dudó a tirarme al suelo, porque las ventanas todavía están abiertas, y luego tres más.
Se escuchan gritos masculinos, un par de personas corriendo, así como un coche acelerando.
Mis oídos zumban, porque creo que la imagen de Thomas huyendo se mantiene fresca en mi cabeza. Tengo miedo, mi corazón late, mis manos sudan, mientras corro escaleras abajo, cuando al parecer lo peor ha pasado. Al salir, la lluvia no cesa, y yo me asomo para ver si hay algo, y un par de vecinos también.
Salgo de mi seguridad, por más de que intenten detenerme. Corro hacia el cuerpo sangrante en la calle y me arrodillo a su lado, sin saber cuando comencé a llorar. Nadie de su familia está fuera para acompañarlo, y puedo ver el dolor en sus ojos, mas no la sorpresa.
Como si Patt supiera que terminaría de esta manera.
Sus palabras y su mano me detienen cuando quiero llamar a emergencias con mi teléfono celular:—Lamento haber sido una mier** como vecino. Lamento nunca haberte merecido.
La gente comienza a espiar desde sus edificios y les grito que llamen a una ambulancia. Su cuerpo está perdiendo mucha sangre, y me siento inútil por no poder hacer nada. Su voz es tan apagada, él se ve demasiado indefenso, como si nunca hubiese sido nada de lo que fue. Es demasiado triste.
—Vas a mejorar, mantente despierto —le digo, presionando sus heladas manos.
—No dejes que mi hermana sepa cómo terminé.
Él sigue hablando durante los tres minutos que permanece tirado en la calle, hasta que llega la ambulancia. Quiero subir para acompañarlo, pero los paramédicos me niegan la entrada debido a que no soy familiar, cosa que me parece una idiotez. Patt viaja solo, y nadie sale de su casa para ver que demonios le ha pasado.
...
Mi madre llega a casa al mismo tiempo en que yo intento quitarme la sangre de las manos. Estoy llorando, porque la escena sigue ahí, por más de que intente borrarla. Y sé, con toda certeza, que si esto mismo hubiese ocurrido meses atrás, me sería indiferente, pero las cosas cambiaron desde esa vez que nos vimos en el bar. Pude entender un poco más su vida, todo lo que lo llevó a ser así.
Nunca tuvo cariño de sus padres, nunca tuvo nada parecido a una familia.
Y es horrible ver esto de tan cerca. Porque cosas así ocurren todos los días, tanto aquí, como alrededor de todo el mundo. Es como una cadena. Los padres fueron criados, más bien crecieron en un ambiente frío, sin normas, donde hicieron lo que podían y querían. Estos al crecer, no pensaron en no repetir los errores, y sus hijos caminan por las calles sin haber comido, vuelven a la hora que quieren, comienzan a juntarse con los chicos de allí, esos que la sociedad aparta, y todo se repite.
Miles de Patt deambulan por las calles en busca del sentido a la vida.
Susan ve la sangre en mis brazos, y luego mis lágrimas:—¿Qué pasó?
Quiero hablar pero lo único que puedo hacer es abrir la boca y sollozar. Puedo sentir todavía la sangre, ese olor metálico. Sus ojos tan dilatados, y como a nadie le interesaba que un ser humano estuviera tirado en la calle a punto de morir. Sin importar quien sea, a nadie se le removía una pequeña partícula de su interior para siquiera gritar.
—Le dispararon a Patt.
Me abraza, y seguramente no puede entender porque me encuentro desbordada.
—Hay reporteros en la calle. Están saliendo al aire.
Corro a la ventana para verlo por mi misma, y es así. Los vecinos se han amontonado, y algunos intentan saludar. No puedo escuchar nada, así que enciendo la televisión y voy a ese canal. Nuestra calle está siendo tomada desde muchos puntos. Mamá toma asiento a mi lado y paso su brazo por mis hombros.
—...al parecer, como nos ha dicho este joven, amigo de la víctima, todo se trataba de un ajuste de cuentas...
La cámara apunta a Kaleb, ese chico que una vez en la cafetería, advirtió a Thomas de lo que planeaba hacer Patt a la salida del instituto. Él se ha apoderado del moderno micrófono y sus ojos están cristalizados. Veo el contraste del periodista, tanto en piel como vestimenta:—Lo que le pasó a mi amigo, es una clara muestra de lo mier** que es todo. Habíamos hablado hace un par de meses, porque quería dejar todo, para tener un trabajo honrado, siendo que las cosas parecían empeorar cada día. ¿Saben qué? Está fue la respuesta. Los malditos hijos de perra no lo dejaron salir y venían advirtiendole que se cuidara la espalda.
>>Aún así, él no dió su brazo torcer y se mantuvo firme en la decisión de abandonar y buscar trabajo...
El reportero está sediento de información, y no le importa en lo más mínimo que Kaleb esté a punto de quebrarse:—¿Qué drogas vendía? ¿Puedes contarnos? ¿Conoces a los responsables?
No responde. Su mirada gélida hacia el sujeto de corbata lo dice todo. Sigue hablando con furia, mirando hacia las cámaras:—Patt, es mi amigo, y estoy orgulloso de decir que se arrepiente de toda su mier**. Y también, para responder a una de tus preguntas, sí, los conozco. Sé dónde viven y juro por mi familia, que van a pagar cada bala que dispararon.
Veo de reojo como mi madre tapa su boca horrorizada. El periodista, más que conforme, retoma su seriedad cuando Kaleb se aparta y su voz es solemne y apagada:—Un desgarrador informe de como las drogas afectan la vida de cada persona. Lamentablemente, nos han llamado del hospital en donde fue asistido este joven, y ha fallecido hace pocos minutos. Nuestro más sentido pésame...
Dejo de escuchar la televisión y estoy sin palabras. No puedo procesar la información, porque Susan me sacude el hombro y señala de nuevo a la pantalla. Las cámaras apuntan al coche de Thomas, recién estacionado en la puerta de nuestro edificio, y todos se le abalanzan para hacerle preguntas, como si fuera un testigo de la escena, así como que porque se encuentra aquí, a quién está buscando. Mi corazón late con fuerza, y sonrío un poco, viéndolo entrar aquí, con una caja de donas en la mano.
¡Los reporteros se han metido al edificio!
—...cubriendo el caso del joven baleado, en una de las calles más peligrosas de Brooklyn, el hijo del reconocido George Foster, uno de los miembros más ricos de la ciudad, se encuentra subiendo a un humilde edificio aquí mismo, en este momento, y queremos hacerle algunas preguntas...
Mi madre se levanta del sillón y camina nerviosa a la puerta:—Quédate ahí, voy a abrirle.
—¡Vas a salir en la tele, mamá!
—¿Vienes a visitar a tu novia? ¿Qué piensan tus padres de tu relación?
Escuchamos muchos pasos en el pasillo, y Susan abre la puerta de prisa, tapo mi boca al ver todos los flashes rompiendo nuestra privacidad desde afuera, y ella toma al rubio de la muñeca, introduciendolo dentro, para cerrar la puerta con velocidad.
Thom respira agitado y está abrazado a las donas. Mamá recarga la espalda en la puerta y hay un silencio, hasta que escuchamos que la gente de fuera comienza a irse.
Me río al ver su cara de susto.
—Creo que no fue buena idea venir en medio de un reportaje en vivo.
Las dos comenzamos a reír al escucharlo decir eso. Lo abrazo y él sigue quieto, sin soltar la caja:—Siempre encuentras la manera de hacerme reír —digo dandole un corto beso en los labios.
...
No me digan que este capítulo no fue muy chan. D:
¿Sabían que nos quedan DOS CAPÍTULOS y el epílogo no? D: Creo que voy a llorar. Ah bueno, y la entrevista jaja, que nunca la subí .-.
Perdón por el retraso, estoy queriendo dar un buen final a esto, y la verdad que quiero pensarlo bien antes de escribir. Gracias por acompañarme :')
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