Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40

—¿Has notado que vas en pijama, no? —La escucho preguntar.

¡Oh demonios! ¿Estuve toda la mañana tan campante? Miro hacia Peyton y se está riendo, seguro al ver mi cara. Así que, levanto el poco de dignidad que me queda y me encojo de hombros, como si no fuera la gran cosa. Aunque claro, me pongo a analizar todas las situaciones en que mostré mi pijama en público y ahora comprendo porque algunos me veían raro. Demonios.

Subimos las escaleras de la entrada y pongo la llave en la cerradura, para abrir la puerta. Mi acompañante se ve nerviosa, y se quita el esmalte de uñas, mientras mira por alrededor. Grace, que se encuentra limpiando el piso, mientras mueve su cuerpo al ritmo de un tipo de música latina y voltea a vernos con una sonrisa:—Buenos días, porque... —Ella mira su reloj— claro, aún es casi de mediodía. ¿Con quién tengo el honor?

—Me llamo Peyton, es un gusto.

—El gusto es mío, soy Grace, la ama de llaves, cocinera y todas esas cosas. —Sonríe, restando importancia—. ¿Quieren que les prepare algo? ¿Té, café, un sándwich? ¡Su padre acaba de traer un jamón ibérico que hace tocar el cielo! Ah sí, iré a prepararles...

La mujer deja el trapeador y camina a paso veloz, siguiendo el ritmo de la música que sigue a máximo volumen. Peyton se ríe y me susurra:—En realidad, no pude siquiera rechazar ese delicioso sandwich que nos ofrecía, pero resulto estar bastante llena de rosquillas todavía.

—No te preocupes, le hace feliz eso. Si no lo quieres lo guardamos en el refrigerador o se lo damos a Rufus.

—¿Quién es Rufus?

Le hago un ademán para que me siga y caminamos hasta la cocina, donde Grace sigue bailando, mientras prepara nuestros aperitivos. Nos acercamos a la puerta que da al pequeño patio trasero y ahí está él. No duda en comenzar a ladrar, soltando hilos de saliva, y mostrando los dientes. Miro de reojo hacia ella y tiene los ojos abiertos de par en par.

—Esa cosa no parece muy amigable...

Rufus de hecho, no es más que un perro guardián. Mi padre lo compró en un criadero de mastines tibetanos y todavía recuerdo cuanto quise abrazarlo de primeras. Tendría unos trece años masomenos, y él negó rotundamente. Me explicó que iba a ser entrenado para resguardar la casa y no era mascota. Así que, solo recibía caricias de una persona y a nosotros aprendió a respetarnos. No estoy muy de acuerdo, pero es el animal de mi padre, y me dijeron que de otra forma no podía ser, así que preferí no intervenir. Aún así, lleva una buena vida. Come los mejores cortes de carne, y tres veces a la semana es llevado a un campo para desgastar toda la energía que pueda acumular.

Le explico todo eso mismo y ella se queda asombrada.

—No sabía que existían ese tipo de perros. Bueno, ya sabes, los que solo cuidan casas —dice, mirando como Rufus no para de gruñirle—. No quisiera cruzarmelo suelto algún día.

—Aquí tienen —Grace nos deja la comida en el desayunador. Preparó jugo de naranja y también cortó algunas frutas.

—Gracias, no hacía falta tanto —dice ella, mientras se sienta despacio en uno de los taburetes.

La mujer le sonríe y se va de nuevo a seguir con lo que sea estuviese haciendo. Ambos nos quedamos ahí, frente a frente, esperando que el otro diga algo, lo que sea. No sé porque me puse tímido de repente. Supongo que en realidad siempre me da nervios hablarle, pero finjo ser desenvuelto para no aburrirla. Tengo miedo de que la gente pueda aburrirse conmigo, una cosa que suele rondar mi cabeza.

—Tu casa es preciosa, rubio, se nota que aman cada habitación de su hogar. Me encantan los detalles, es muy elegante —dice, bebiendo un poco de jugo—. Ahora me doy cuenta de que la mía es apenas tu cocina.

—Mi padre trabaja desde los catorce años, y creo que gran parte de su vida está pensando nuevos negocios o cosas en que invertir a futuro. —Tomo un trozo de sandía y la llevó a mi boca—. Hubo un buen tiempo, cuando era más pequeño, que él no se encontraba en casa nunca. Viajaba por meses y nos comunicabamos por vídeo llamada. Decía que todo eso valía la pena y que luego podría estar en casa siempre. —Me encojo de hombros y prosigo:—Supongo es verdad, pero todos esos años ya están perdidos. Tampoco es como que me queje. Llevamos una vida cómoda, pero estoy seguro de que podemos prescindir de muchas cosas.

—¿Te refieres a que hubieras preferido más tiempo de él?

—Sí, ya sabes, lo que todo niño quiere. Que estén en los actos de la escuela, cuando vas disfrazado de calabaza y bailas en el escenario. Ir al parque un fin de semana y remontar alguna cometa, jugar al football. —Noto que me estoy poniendo un poco sentimental, así que prefiero cambiar de tema—. Aún así, tuve una buena infancia.

—Comprendo. Entiendo todo eso a la perfección. —Ella asiente repetidas veces, como ansiosa por sentirse comprendida—. Bueno, no es lindo, pero es tranquilizador saber que alguien pasó por lo mismo.

—Eso es algo que puedo rescatar de mi madre... —Agrego, y no sé bien porque, pero supongo que la simple respuesta es que, a pesar de todo, la quiero—. Fuese como fuese, siempre quitaba de su tiempo y estaba conmigo. Y cuando era adolescente me enojaba con ella, discutíamos demasiado por sus privaciones aveces ridículas, pero ahora que lo pienso, prefiero eso antes de que haber terminado haciendo cualquier cosa. ¿Nunca te planteaste eso?

Peyton está pensativa y sus ojos se clavan en un punto fijo, como si pensara demasiado. No sé si he tocado algún punto débil de ella, pero su voz sale muy baja y después de varios segundos dice:—Lo importante es que tal y como nos dicen cosas para nuestro bien, queda en nosotros el obedecer.

Y sé que lo dice por su hermano. No quise llegar a eso, y me siento idiota por hacerla pensar en aquello. Intento distraerla un poco de sus problemas y fracaso en el intento.

—Se nota lo buena chica que siempre has sido. De hecho, la primera vez que te ví con Sasha, creí que era algo así como la amiga mala influencia, no sé —Me río despacio—. Después las conocí y supe que ambas eran buena gente.

Ella se queda mirándome como si pensara en lo que va a decir, y parece hasta nerviosa, pero termina hablando:—Ya que vamos a ser sinceros entre nosotros, antes no era una hija ejemplar —dice, y sus mejillas se ponen muy rosadas.

—Vamos, ¿qué tanto pudo hacer una chica con rizos tan adorables? —pregunto, en tono burlón, pero cuando abre la boca para hablar, Grace aparece en la cocina.

—Oh, pero si no comieron nada...

—No teníamos hambre, de hecho querida, pero deja que guarde las cosas —digo, tomando los platos con rapidez.

—Dejen eso ahora, que para eso me pagan —dice, y nos quita los cuencos—. Vayan por ahí, que yo me quedaré aquí un rato comiendo esto.

Los dos sonreímos y le agradecemos, para salir al recibidor nuevamente. Peyton vuelve a ponerse tímida, así que le tomo la mano y la llevó escaleras arriba. Cruzamos el pasillo que lleva a las puertas del primer piso y entramos a mi habitación. Ella se ve aún más nerviosa por estar aquí, y sus ojos se pasen con curiosidad por todo mi espacio. Las paredes blancas con guarda negra, el sillón de cuero también negro, mi computador, el closet y la cama en los mismos colores. Pero noto que va embelesada a mis bocetos en el corcho, desparramados sin orden alguno, clavados con chinches de colores.

—Eres tan bueno en esto.

Y mientras ella mira todo con algo que parece fascinación, yo aprovecho a mirarla de la misma manera. Ah, su cabello recogido hacia arriba, su piel siempre tan luminosa, la blusa amarilla que la hace más brillante aún. Nunca había visto sus pestañas y cuan largas son.

Ella gira y me ve escaneandola. Evade la mirada, rodeando mi cuerpo y sonrío porque logré ponerla nerviosa. Sigue mirando y tapa su boca con sorpresa al ver la pintura principal, esa que encuentra arriba de mi cama.

—Oh dios, es más linda que la que estaba en la exposición.

El puente de Brooklyn, visto desde abajo, en plena noche, con todas las luces a su alrededor. Fue una de las primeras que hice, y me tardé muchísimo en terminarla, creo que por eso le tengo tanto cariño y ocupa gran parte de mi pared. La veo estirarse y tocar apenas el lienzo con cuidado, como si pudiera arruinarla. Vuelvo a acercarme lentamente y me agacho un poco, para apoyar mi cabeza en su hombro y decir:—¿Te parezco más atractivo por pintar?

Peyton comienza a reír y no sé qué dije de chistoso pero me alegra verla divertirse, así que responde:—Obvio sí. —Toma asiento en el suelo alfombrado y da un gran suspiro—. Entré a Juilliard.

—¡Y recién ahora lo dices! —No puedo evitar gritar al enterarme de eso, y luego la estoy abrazando demasiado fuerte.

—No sé, es que me cuesta decirlo en voz alta, es como demasiado sorprendente.

—¿Beca completa?

—Yup, ¿puedes creerlo? De otra manera no podría siquiera haberme inscrito. Mamá ahorró desde que nací, masomenos, así que tengo para cubrir los demás gastos. —La veo suspirar—. Es un sueño, no creía poder hacerlo, creo que mi mamá quería que me ilusionara.

—¿Pero quién creyó en todo ese cuerpo robótico y sincronizado?

Ella rueda los ojos y me señala:—Foster el atractivo pintor.

Me explica sus planes de quedarse por un tiempo más en su casa y quizás en el segundo año mudarse a un apartamento que se encuentre un poco más cerca, pero no está segura. Tiene objetivos claros, metas que alcanzar, y ya el hecho de haber entrado a Juilliard es un paso casi al cielo, porque nadie logra entrar ahí. Me encuentro orgulloso de esta chica, como si ella fuera mía en cierto modo, por más de que sé cuan libre sigue siendo. La siento mía en el aspecto de poder llamarla quizás... Algo más que una amiga.

—Y hablando de eso —Levanto mi dedo índice y camino hasta mis parlantes, al lado del computador—. Tienes que enseñarme lo que me perdí todo este tiempo, vamos —Tomo su mano y la levanto, para luego poner un tema que me parece bastante pegadizo, y subo el volúmen.

—Oye, me gusta tu ritmo —casi grita, comenzando a hacer algunos movimientos con las manos, fingiendo rapear.

Me río, y me acerco hasta ponerme frente a ella.

—Vamos, sígueme rubio.

Y su baile, y su ritmo y la música, junto con  nuestras risas hacen un pequeño mundo en mi habitación. Los dos hacemos estupideces juntos, bailamos, nos seguimos riendo y puedo asegurar que se ha olvidado de sus problemas por un buen rato. Cuando enfoco su rostro, por una milésima de segundo en el que dejo mi papel payaso, casi puedo verla en cámara lenta, siendo ella, sin nervios ante mí.

Estamos tan fuera del mundo que en ningún momento escuchamos que golpean la puerta. Así que mi padre termina abriendo. Peyton se queda inmóvil al instante y yo me doy la vuelta, para encontrar su ceño fruncido y los lentes de leer en la punta de su nariz, mirándonos.

—Oh, perdón papá... Estábamos bailando...

...

Vergonzosooooooo jajaja. Este Thomasito 7u7.

La dedicación va para: PercabethForever19. Millones de gracias por tus comentarios y votos cute, te mando abrazos voladores desde Argentina ♥️

Ah, la entrevista va obviamente para Thomas, el cual fue el único en recibir preguntitas jajaja 7u7. Aún así, no recibí muchas, y necesito más para publicar la entrevista. ¡Así que adelante! ¡No sean tímidas! Él me dijo que ya reservó un día para nosotras y viene a respondernos todo todito ♥️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro