LIMBO
Lugar temporal de las almas.
Seijuuro abre los ojos, mira la habitación con lentitud, moviendo la cabeza de un lado a otro. Aun siente en su mente un millón de voces que gritan que exigen, pero las ignora en pos de saber dónde está, como llego ahí y sobre todo y lo más importante ¿Dónde está Kouki?
Escucha las voces que provienen de a fuera de la recámara, sale de la cama y avanza con la sensación de caminar entre un chicloso fango, con forme cada paso lo lleva a donde quiere, puede identificar a los dueños de las voces.
Abre la puerta con dificultad pues sus manos tiemblan y ahí, en el pasillo están Aomine, Midorima y la entrenadora de Seirin, algo encogidos por la sensación de incomodidad que les provoca su padre.
— ¿Dónde está Kouki?— es lo primero que dice — ¿Donde?—
Las miradas que le dedican es sin embargo algo que no esperaba.
Había sido un corto periodo de tiempo, pero fue una parte importante de su vida.
Vio cosas sorprendentes, personas más que sorprendentes, rostros conocidos con conocidos sentimientos.
Y luego estaba él; Seishiro, a la imagen y semejanza de Seijuuro. Algo que no tenía en su mundo, alguien que le había prometido ser parte de su mundo y que también se marchó.
Escucha el sonido del viento, siente como el frío se aferra a su piel y se niega a marcharse, cae.
Intenta abrir los ojos pero la fuerza que lo arrastra se lo impide, quiere mover sus dedos, sostenerse, aferrarse a algo que evite caiga a la locura.
—Creo que el amor es trascendente y eterno—
Se lo había dicho Seishiro una mañana, antes de que todo acabara, mucho antes de saber que desaparecería habían convertido en una rutina sus encuentros, sus conversaciones, sintiendo Kouki que todo estaría bien, que no estaba mal dejar lo que su corazón sentía por el Seijuuro que pertenecía a su
mundo.
Pero entonces le pregunto ¿No está mal que te utilice solo por tu físico, dejándote sentir un amor que no es realmente para ti?
A Kouki le pareció que Seishiro le sonreía con un deje de tristeza mientras le decía que estaban cortados por la misma tijera, lo cual era irónico si recordaba ese pequeño y nada olvidable encuentro entre Kagami y Seijuuro, nadie era capaz de olvidar semejante suceso.
Entonces en lugar de sentir de sentir dolor, solo sintió paz. Esa tranquilidad que llega después de una larga lucha, después de sentir la presión por algo que es importante pero doloroso.
Abre los ojos, encontrándose con una figura difusa dormitando en un sillón, puede ver que no es un lugar cómodo para dormir, siente rigidez en cada centímetro de su cuerpo, su boca como si estuviera llena de algodón que le hace difícil pasar saliva o siquiera acumularla.
Los dedos de sus pies hormiguean por el regreso de la circulación de la sangre cuando intenta moverlos, una de sus manos tiene una vía que está seguro es para hidratarlo o quizá alimentarlo, no lo sabe y no le importa.
Un repentino miedo le invade, se levanta de un solo movimiento de la cama en busca de algo que ha perdido, palmea su vientre quitando las sabanas que cubren su cuerpo, moviendo el triple del que cuelga el suero que va a dar al suelo con un horrible golpe y por supuesto, sonido.
—¡¡Mi bebe, mi bebe!!¡¿Dónde está mi bebe?!—
Su corazón siente martillear en su pecho, el aire volviéndose escaso haciendo que su mente se nuble, que llegue el mareo cuando intenta salir de la cama, escucha los pasos acercarse, siente las manos que lo sostienen desde la espalda.
Kouki tiene que encontrarlo, tiene que protegerlo, grita, patea, se defiende. Pero no lo encuentra.
Entonces cuando la adrenalina se va disipando por el cansancio es que lo nota. Kouki nunca estuvo a la espera de un hijo. Es imposible para él.
Las fuerzas lo abandonan, cayendo de rodillas mientras llora y se mece desconsolado. Los brazos fuertes que le sostienen le ayudan a levantarse, lo llevan nuevamente a la cama, Kouki cede, está cansado y tiene sueño de nuevo, pero justo antes de cerrar los ojos la puerta de la habitación se abre, y lo último que ven sus ojos antes de cerrarse es un par de ojos dispares. Kouki le sonríe, porque Seishiro no le abandono después de todo... no; no lo hizo.
—¿Cuándo va a volver a despertar?— pregunta Seijuuro mientras toma la mano del castaño que yace nuevamente dormido —¿Qué va a pasar con sus padres?—
—Su hermano mayor está dispuesto a tomar la custodia de Kouki, a pesar de ser joven no quiere que pase más tiempo con sus padres debido a su comportamiento despreocupado por su ausencia—
El abogado al que consultaron sobre su desaparición estaba reacio a creer lo de "rapto por seres de otro plano" hasta que los científicos que trabajaron para él y las pruebas que le mostraron fueron concluyentes, además del extraño evento inusual en las coordenadas a las que llegaron con pruebas y más pruebas del "sonido en el televisor de Kagami".
Había sido difícil convencer al mayor de los Furihata, pero luego de ver como un agujero se abría en el cielo, mientras esperaba al grupo que subía la colina en las coordenadas dadas por los científicos, les creyó.
Más si desde ese agujero caía en picada su hermano menor, había sido algo difícil de ignorar.
—¿Quién eres tú?— escucho a su lado y entonces, de nuevo desde que había visto en directo la desaparición del castaño y cuando noto que había perdido a quien amaba, Seijuuro sintió que su corazón se rompió.
Había pasado una semana desde que Kouki despertara completamente. Seijuuro sabía que se había instalado en el departamento de su hermano, lejos de sus padres. Recibía visitas de sus amigos constantemente, intentaba ponerse al día con los más de seis meses de ausencia escolar.
—Deberías entrar a verlo Akashi-kun— le dijo Kuroko a su lado
—El... el, no me recuerda— dijo con amargura
—Y estas bien con eso, lo dejaras así como así. Ha preguntado por ti sabes—
—No, pregunto por alguien que no soy yo—
—¿Dónde está tu hermano?—
—Yo no tengo hermanos Kouki, a menos que cuentes mi subconsciente como uno— le había respondido
Seijuuro vio las lágrimas recorrer las mejillas algo pálidas del castaño, no sabía lo que este le decía, pero intuía que no era nada bueno.
—No eres Seishiro... no eres... el Seijuuro que yo creía... yo solo... solo quería darle las gracias... no sé quién eres tu—
—Soy Akashi Seijuuro, Kouki, soy el capitán de Rakuzan, presidente del consejo estudiantil de mi instituto y te he estado buscando sin parar todo este tiempo—
—No... te recuerdo, recuerdo que me dijiste que me amabas y luego te fuiste—
—Ese no fui yo— le responde y Seijuuro siente un nudo en la garganta. Sabe de la posibilidad de otro yo en ese lugar extraño y desconocido en el que estuvo Kouki y no le agrada para nada ser suplantado por su propio yo, uno que si le dio amor a Kouki desde el inicio
—¡Lo sé, lo sé y por eso es que te odio! Porque me recuerdas todo aquello que anhele y pude tener— escucha y ve las lágrimas correr nuevamente, le toma del rostro, intenta limpiarlas pero Kouki lo aleja de un golpe — ¡No iba a volver! ¡Yo iba a quedarme!—
Recordar eso, solo le provoca dolor. Pero no evita hacerlo, quiere regresar el tiempo, no escondería sus sentimientos, así... así no fallaría, no lo habría alejado, fallando por las mentiras de un amor que no existía. Y era un error del que no podía deshacerse.
Sin embargo el pelirrojo es arrastrado por su amigo, Seijuuro no se considera alguien cobarde, pero su corazón late como si lo fuera. Traspasan la puerta después de ser bienvenidos por el mayor de los Furihata, quien los conduce a la parte trasera del departamento, donde un pequeño balcón les muestra a un más repuesto Kouki, que sonríe mientras acaricia a un gato que salta en cuanto ambos llegan a sus pies.
—Bien— dice Kuroko mientras empuja a Seijuuro a uno de los sillones —Los dejo para que se pongan al día—
Seijuuro quiere matar a Kuroko, de verdad que considera el hecho, de no ser por el rubor en las mejillas del castaño que lo distraen.
—No puedo acostumbrarme aun...— le escucha decir —No estás aquí... pero estas aquí—
Seijuuro ve como el castaño juega con las puntas de sus dedos, como ha bajado la mirada evitando la suya.
—No sé qué decir, siento que hay algo entre nosotros dos que...— dice mientras aprieta sus manos en su regazo, asustado y Seijuuro odia ver eso —Llegan recuerdos de aquellos días... a veces te sueño pero... no hay como explicarte, tenía muchas cosas que contarte, y todas esas cosas me llevan a ti—
—Conocemos a las personas por sus sentimientos, es por eso confiamos en ellas— le dice mientras se acerca y toma sus manos, pero Kouki tiembla y se aleja
—Solo sé que confió en ti, no te conozco, no sé quién eres, pero por alguna razón cuando te veo, solo quiero llorar y dejar de sentir dolor—
—Este amor no está acabado— le dice de pronto —Me gustaría dejar partir lo que siento pero no quiero, me niego—
— ¿Me amas, a mí?— le dice Kouki mientras se levanta lentamente de su lugar, dejando caer la manta que lo cubría al suelo —¡¡Tú no sabes nada de mí!!—
Seijuuro ve como el castaño mayor corre en su dirección siendo detenido por Kuroko, agradece la intervención porque es algo que necesita recuperar.
Recuperar su confianza, la de Kouki y sobre todo, hacerle entender que lo ama, que lo ama de verdad.
—Sé que te gusta el chocolate cuando se derrite en tu boca, no en el helado porque te duele la cabeza, te gusta en barra y derretirlo de a poco. Sé que no te gustaría que te regalaran flores, al menos no cortadas porque morirían— le dice mientras se acerca a Kouki —Sé que a pesar de apreciar los regalos, prefieres mas un recuerdo que un objeto—
Odia ver llorar a Kouki, odia ser el causante de ello. Pero más odia los recuerdos que invaden su mente, unos recuerdos que no son suyos. Los besos que compartieron juntos, el amor...
Seijuuro se enoja, hierve porque desea haber sido el quien sintiera esos dulces y tibios labios contra los suyos.
—Cuando te enamoras... no ves a nadie más que a quien amas a los ojos, te sonrojas y te pones nervioso, pero a pesar de ello no puedes evitar no mirar—
Porque Seijuuro es optimista, quiere pensar que; mientras esa otra copia suya miraba a Kouki, a quien este veía no era a él. Quiere creer que a quien veía era a su yo del mundo del que había sido arrebatado. Que Kouki no veía a "Seishiro" sino a él.
—Quizá no sepa mucho mas de ti pero... si me dejas...— Le dice sin encontrar bien las palabras —Cuando yo me enamoro y creo que ha sido solo esta única vez así que no puedo decirlo con exactitud, me desespero, siento que se detiene el tiempo, si existe un alma... se va de mi cuerpo, sonrió... pero solo contigo—
Kouki tiene las lágrimas humedeciendo la pijama que aún no se ha quitado, ve como el pelirrojo se levanta de su lugar y camina hacia las puertas de vidrio que los separan de la estancia y el balcón.
—No importa cuando... sonríe, que estaré siempre a tu lado. Mira al cielo y se feliz, no pierdas el amor que florece en tu corazón, no una segunda vez. Sonríe, ama, llora, vive... Estaré siempre a tu lado—
Es entonces cuando antes de que Seijuuro salga, toma su mano. Lo detiene y aun estando de espaldas hace que voltee y lo toma del rostro. Ve ese pequeño destello en la pupila amarilla. Quizá este o no este allí esa alma a la que se refería antes el pelirrojo, pero si aún lo quiere, si a pesar de todo lo que hay en su confusa mente, lo quiere, está bien para él.
—Solo necesitamos una prueba de quien realmente somos— le dice mientras lo abraza, aferrándose al pelirrojo como si fuera a desaparecer.
— ¿Cómo es que te volviste una parte de mí?— pregunta Seijuuro —No soy exactamente quien piensas que soy, pero...—
—No—le responde con convicción —Eres exactamente quien quiero que seas, el tú que nadie más conoce—
—Aun si te llevan lejos— Le dice mientras corresponde con fuerza el abrazo —Si intentan separarte nuevamente de mi...Voy a buscarte por todos los cielos y seguiré haciéndolo, porque hay algo dentro de mí que siempre será tuyo—
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