VIII
Viernes, 11:00 pm. El Bronx.
Pivot Bar.
Blondie & Suga.
La rubia llegó al bar puntualmente. En la puerta, junto al guardia, la esperaba un hombre alto, fornido, bastante bien parecido, de piel canela, y de mirada intensa. Que al verla, hizo una reverencia.
—Buenas noches Blondie, habló conmigo hace dos días —se paró a un lado de la puerta, ofreciéndole el paso—. Iremos al segundo piso.
Ella lo seguía, sin decir palabra alguna. El moreno musculoso la escoltó desde la puerta, hasta el segundo piso, guiándola a un reservado.
Al llegar, vio a un hombre, de piel blanca y cabellos de un negro intenso, que se puso de pie.
Por unos segundos, se estudiaron el uno al otro.
Ella observaba las finas facciones del hombre, pensando en lo atractivo que era su rostro. Mientras que él, veía con detenimiento las hermosas facciones de la rubia.
Luego de examinarse, él hizo una reverencia, y retiró la silla para ella.
Blondie, se sentó con suma elegancia. Mirando por el rabillo del ojo, que el exuberante moreno, tomaba asiento en un banco alto, junto a la barra.
Después de un rápido recorrido por el lugar con la mirada, se fijó en el hombre frente a ella. Tenía una expresión indescifrable. A sus negros ojos no asomaba emoción alguna, solo profundidad y oscuridad.
Así que tomó aire, y forzó su mejor sonrisa, antes de hablar.
—Bien... ¿A qué debo su cordial invitación? —ella recargó los codos sobre la mesa, para entrelazar sus manos, sobre la superficie plana.
—Buenas noches... Blondie, antes que nada ¿Gustas algo para beber? —la profunda voz del hombre, caló hondo en los oídos de la chica, provocando un escalofrío, que recorrió su espina, erizando los vellos de espalda.
—Estoy bien así, si no le molesta, vamos al grano... —acercó el cuerpo, hasta quedar reclinada sobre la mesa— me quiero largar cuánto antes de aquí.
Él asintió, al tiempo que dejó salir, una risa seca, al igual que el hombre que la había escoltado, y que permanecía en la habitación, observando con cautela.
—Creo que no lo has entendido, linda... —el hombre de tez blanca, se levantó, se quitó el saco para colgarlo del respaldo de la silla.
Se apoyó con las palmas sobre la mesa, quedando muy cerca del rostro de ella. Sorprendida, trago saliva gruesa, al ver la 9 mm que el tipo llevaba en la sobaquera del lado izquierdo.
Él siguió los ojos de la chica, hasta su arma. Mordió su labio inferior, y la miro con sorna.
—¡Oops!, Lo siento linda, olvide que la traía conmigo —se acercó un poco más a ella, justo hasta donde pudo sentir su tibio aliento, y ver sus pupilas dilatadas—, pero, quédate tranquila, venimos solo a hablar, ¿No?
Ella asintió, sin echarse para atrás.
—Al grano... por favor.
—¿Impaciente, eh? Ok, Susan... ¿Puedo llamarte así? —la rubia lo miró imperturbable, luego asintió.
—Me apetece saber con quién tengo el gusto... —dijo ella, tratando de aligerar el pesado ambiente.
—¡Ah! Qué modales los míos, soy Suga —la tomó de la mano, la llevó a sus labios, beso la blanca piel sin dejar de mirarla—, y él es RM, es un placer, yeppuda.
—Encantada, pero, aún no me dices ¿Qué es lo que quieres de mí?
—Mmm, si sabes lo que quiero de ti, mejor dicho, sabes la mitad, de lo que quiero de ti...
—¿La mitad? Pero el cubano solo... —él levantó la mano, para interrumpir sus palabras.
Se sentó sobre la mesa, justo frente a ella. Acuno la mano con delicadeza, entre las suyas.
—Sí, la mitad, deseamos protección aquí, en el Bronx —ella asintió y él se aclaró la garganta—, se hará, ¿Verdad?
Susan dudaba en responder, sabía que estos tipos no se andaban con juegos. El cubano había desaparecido, inmediatamente después de que ella se había negado. Así que ya no estaba tan segura de querer desafiarlos, llevándoles la contraria.
—Pideme lo que quieras —frotó su mano, acariciando la tersa piel de la de la rubia—, dinero, una casa, autos, un departamento, un favor...
Los ojos de la chica brillaron, y en sus labios, apareció una sonrisa algo torcida. Suga la miró expectante, y sumamente complacido, había dado en el clavo.
—Un favor... ¿De qué clase de favor estamos hablando?
—¿Qué necesitas?
—Necesito deshacerme de alguien...
Suga asintió, dio un tirón a su mano, que seguía tomada con posesividad por él. Se puso de pie, y tomó su saco.
—Vamos yeppuda, tenemos mucho de qué hablar, tú y yo.
Caminaron hasta unas escaleras, iluminadas de manera tenue. Hasta llegar a un pasillo, dónde solo había una sola puerta, al final de este. Al entrar, Susan se percató, de que el moreno les había seguido los pasos.
El amplio lugar, evocaba a un club de strippers lujoso. Las luces azules, rosas y lilas, envolvían los sentidos, en un aura de sensualidad.
Matizando los finos muebles y las paredes, que en ese momento, era difícil saber su verdadero color.
El hombre de tez blanca, la había liberado de su agarre, para dirigirse al minibar. Sirvió dos vasos de whisky. Le entregó uno a ella.
—Vamos a hacer negocios linda, toma asiento, por favor —le indicó un sillón de piel, que estaba frente a una mesa ratonera de madera y mármol, frente a otro sillón.
Él tomó asiento, y dejó su bebida sobre la mesa.
—Dame el nombre, estará hecho por la mañana.
Susan titubeó nerviosa. Dejó la bebida también, y secó el sudor de las manos sobre su pantalón.
—No quiero que lo maten, sería... muy peligroso, para ustedes —Suga la miró divertido, se acomodó en el sillón, recargándose en el respaldo, abriendo las piernas y descansando los brazos en las coderas.
La rubia de nuevo sintió ese escalofrío, recorrerle la espina, al ver al espécimen frente a ella. El maldito traje le sentaba tan bien, que el tiro le sostenía la entrepierna, de una manera sugerente. La tela envolvía las torneadas piernas, y ni hablar del largo cabello, peinado hacia atrás.
Tuvo que obligarse a desechar ese pensamiento, cuando la gruesa voz, acarició de nuevo sus oídos.
—No me digas... ¿Acaso buscas que elimine al presidente? —del otro lado de la habitación resonó una risa melodiosa, contagiando a Suga en un instante.
—Es un agente, compañero mío —los dos hombres quedaron en silencio—, únicamente necesito que le den un escarmiento.
—¿Escarmiento? —el hombre frente a ella la miró sorprendido, luego apareció en sus labios una mueca, algo perturbadora— No yeppuda, yo no hago las cosas a medias, además... tengo curiosidad —recargo los codos sobre las rodillas, juntando las manos, para sostener su mentón— ¿Qué te hizo ese compañero tuyo? ¿Le dieron una condecoración que no merecía y tú sí? —las palabras de este, iban teñidas de burla, pero ella se mantuvo imperturbable.
—No, él... sale con alguien que me gusta, y quiero que la deje —él la miró con los ojos entrecerrados, y de nuevo su rostro cambió a uno de decepción.
—Vaya... eres lesbiana —dijo bajo, casi para el mismo, pero ella lo habia escuchado perfectamente, por lo que se apresuró a hablar.
—Soy bisexual, pero eso no viene al caso.
—Dame el nombre... —dijo el moreno, antes de salir de la habitación.
—Jungkook Jeon —este asintió y salió de la habitación, dejando solos a Susan y a Suga.
—Bien, es hora que me digas, ¿comienzo mañana mismo en el Bronx?
La bella rubia lo medito por unos segundos, pasó las manos por los suaves mechones de cabello. Cabía la posibilidad de que si se negaba, no saliera con vida de ese lugar. Así que respiró profundo y asintió.
—Ahora, ¿Qué más necesitas? ¿Cuál es la otra mitad del trabajo? —dijo tomando el vaso, y bebiendo el líquido ámbar, de golpe.
—A ti yeppuda... —se puso de pie, camino el corto trayecto hacia ella y le extendió una mano— Quiero mi compensación, por hacer bien el trabajo.
Se humedeció los labios, sin quitar la vista del escote de la bella mujer frente a él. Asintió y ella finalmente tomó su mano.
—Yo no suelo mezclar negocios con placer... —dijo resuelta, aun sin ponerse de pie.
—Mmm, te lo creería, si no fuera porque me acabas de pedir lo contrario... Combinaste el trabajo con algo personal, ¿No? —tiro de la mano, con la fuerza suficiente para levantar y hacer chocar contra él, la delicada figura.
Lento enredó los brazos en la estrecha cintura de Susan. Sin perderse de sus gestos y reacciones de su cuerpo. Ella jadeó y apoyó las manos sobre sus hombros. Perfecta, pensó él.
—Eso es diferente, él es un imbécil, no se la merece...
—¿Y tú sí? —cuestionó él con arrogancia.
—Bueno yo...
—No te juzgaré —la miro a los ojos, obsequiándole una sonrisa encantadora—, ya que justo en este momento deseo más placer que negocios.
La estudió con detenimiento, por unos segundos, y la liberó de sus brazos.
—Te llamaré Susan —guardó las manos en los bolsillos del pantalón.
La rubia, aún ruborizada, asintió. Suga la miro salir de la habitación, sin mirar atrás. Resopló y pasó las manos sobre su cabello.
—Es malditamente hermosa —él se mordió el labio inferior, y una sonrisa apareció en sus labios—, te haré mía, Blondie.
Ella, al llegar a su auto, trató de calmar el temblor que le sacudía el cuerpo. La reunión la había dejado con algo más que satisfacción. Suga le había encantado, con su personalidad y su apariencia.
Volviendo a la realidad, y cayendo en la cuenta de lo que había pedido. Tomó su celular y marcó el número de Diana. Debía asegurarse de que esté alejada de Jeon.
Cosa que, en este punto, sería imposible, por dos razones. La primera que se había enfadado con ella, por echarle en cara su grandísimo error al estar con él. Y la segunda, que han pasado dos días, y no habian aparecido en la One Police Plaza.
Algo no andaba bien, el celular la mandó directo al buzón. Así que decidió ir al departamento de su amiga. Se arriesgaría a recibir otra bofetada, si la veía parada en su puerta, pero valía la pena.
Al llegar y tocar el timbre, nadie atendió. Y fue en ese momento que se dio cuenta, que en la caja de interfono del edificio, en el departamento 11, estaba un letrero de "vacante", en lugar del nombre de su compañera.
—¿Pero qué mierda?
Tomó de nuevo el aparato celular, para llamar de nuevo, con la misma suerte, entrando a buzón directo.
Resignada, se fue a su departamento. Sus colegas debían estar en alguna investigación, así que llamaría a Suga, y pospondría los planes.
Este capítulo lleva dedicatoria especial a mi querida y bella JeonPJK linda, gracias por tu gran apoyo 💜💜💜
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