VII
Viernes, 8:00 AM.
Diana.
Salí del departamento, con ropa casual, como había ordenado el agente Jones. Un par de jeans desgastados, una remera sencilla y un abrigo, hicieron mi look del día.
Llegué afuera del edificio, y en la acera, ya esperaba Jeon, sentado sobre el capó de un Corolla negro, del año pasado. Habían entregado el auto a Jk, para uso de los dos.
No teníamos idea, pero, la expectativa nos mantenía emocionados, y deseosos, por llegar al punto de reunión.
—Mmm... te ves preciosa, pero... —Junkook camino hacia mí, tomándome por la cintura y acercando sus labios a mi oreja— te ves más hermosa, desnuda, en mi cama, mientras te hago el amor.
—¡Basta! —enrede los brazos su cuello, y lo bese— Buenos días, agente.
—Buenos días White —deslizo las manos debajo de la playera, para acariciar mi cintura—. Vámonos o se hará tarde.
Subimos al auto, y condujo alrededor de cuarenta minutos. Viajamos de Mid Town East, dónde Jk y yo vivímos, hasta Staten Island. Habíamos dejado atrás los grandes rascacielos y el ajetreo de las calles. Para darle paso a la tranquilidad y barrios coloridos de los suburbios de Nueva York. Dónde abundaban las casas viejas, de estilo victoriano, con grandes jardines al frente, rebosados de flores.
Llegamos a una pintoresca y acogedora casa, en la Avenida Castleton. Blanca, de dos pisos, con tejados rojos. Aparcada sobre la acera, se encontraba una van de bienes raíces. Pero, no veía por ningún lado a los oficiales, ni había rastro de algún vehículo oficial.
— Creo que nos enviaron mal ubicación —mi compañero, tomó el celular, y corroboro la dirección con el GPS del auto—, pues, al parecer, si es aquí —rasco su cabeza un par de veces antes de levantar la mirada.
—Entonces, esperemos... —dije encogiéndome de hombros.
Mientras esperábamos a que dieran las nueve, hora en la que nos habían citado. Charlamos sobre trivialidades, nos preguntamos, porque la gente terminaba abandonado la ciudad, y se mudaba a lugares como este.
Jeon me daba una cátedra, sobre cómo ser un buen padre, mudándote a los suburbios, a criar a tus hijos. Lejos del ajetreo de la ciudad para que tengan una infancia feliz.
—¿Te emociona mucho, verdad? —le cuestioné, al ver la forma en que sus ojos se iluminaban— Me refiero a eso de tener hijos y esas cosas...
—Sí, yo deseo tener hijos Diana, ¿Tú no? —me vio a los ojos, tenía esa mirada y su sonrisa, esas que me hacían ceder a él.
Abrí la boca para responder, pero alguien golpeó el cristal de mi ventana. Era el agente Jones, llevaba puesto un saco negro, con el logo de bienes raíces, igual que la van. De inmediato comprendimos que ya nos encontrábamos trabajando, encubiertos.
Bajamos del auto, y nos extendió la mano.
—¡Buenos días, Señor y Señora Wang! —una reluciente sonrisa atravesaba su rostro, de verdad parecía un vendedor motivado— Pasen, adentro tengo el contrato, en cuanto lo firmen podrán tomar posesión de su nuevo hogar.
Me sentí insegura, miraba a mi alrededor, preguntándome ¿En qué carajos me había metido? Jk tomó mi mano, y la llevó a sus labios, para besarla. Lo miré suspirar satisfecho, pero yo, comenzaba a tener los primeros síntomas de arrepentimiento.
—Gracias, estamos muy emocionados, ¿Verdad cielo? — miré a mi compañero, y al hombre frente a nosotros, mordí mi labio inferior y asentí.
—Pasen por favor.
Nos guio por la escalinata de piedra, rodeada de flores y follajes. Al llegar al final de la escalera, pude ver lo hermosa que era casa. La entrada estaba resguardada por un par de abetos, y un hermoso jardín frontal, que la bordeaba.
Mi colega apretó mi mano un par de ocasiones, estaba emocionado sin duda. Sus ojos brillaban más de lo habitual y se había dibujado una enorme sonrisa en sus labios.
Cruzamos el espacioso porche. Del lado derecho había un juego de sillas de jardín, frente a una antigua chimenea de hierro. Del lado izquierdo había un columpio para jardín, lleno de cojines en colores pastel.
Al cruzar la puerta, sentí una calidez envolverme, la estancia era sumamente acogedora, y olía a cítricos, canela y madera aceitada. Subimos hasta el segundo piso, y entramos a la habitación principal. Contaba con un hermoso ventanal redondo, que nos daba una hermosa vista de la avenida.
—Bien, señorita White, señor Jeon, aquí están sus nuevas identidades —nos habló con la seriedad que lo caracteriza, haciéndonos entrega de un par de pesados sobres—, aquí adentro está su nueva vida, hasta que la investigación y la misión se concluya.
"Wang Vanessa" estaba escrito sobre el mío, en el interior había pasaporte, acta de nacimiento, certificados de estudios, licencia para conducir, identificación.
Pase saliva gruesa al leer aquel encabezado en una hoja martillada, con bordes azul rey, una flamante acta de matrimonio. Un escalofrío me recorrió completamente.
Levanté la mano, no sabía siquiera cómo hilar los pensamientos en mi mente, las ideas me surgían a borbotones, pero ninguna me daba una respuesta.
—Agente Jones...
—¿Si agente White? Dígame.
Aclaré la garganta antes de hablar, tomé el acta de matrimonio y la puse frente a él.
—¿Es necesario?
El agente asintió, y después le entregó a Jk un portafolios repleto de dólares.
—Es sumamente necesario, descubrimos que a dos casas, un par de hermanos coreanos, han comprado una vivienda —abri los ojos con sorpresa.
—¿Cree que es el hombre que buscamos? —Jk intervino, mirando fijamente al agente del FBI.
—Eso es lo que ustedes van a descubrir, necesito que se adentren y se hagan amigos del vecindario, relativamente se darán cuenta —pasó las manos por las hebras blanquecinas de su cabello—, es fácil darse saber cuando un vecino anda metido en algo —suspiro acomodando las solapas de su traje barato—, el próximo domingo darán una fiesta, asegurense de invitar a todos sus vecinos, en especial, a los Kim.
—¿Pero qué haremos Jeon y yo? —cuestione aun temiendo la respuesta.
—Serán una feliz pareja de recién casados, agente White, le presento a su esposo.
Un sabor amargo subió por mi esófago hasta llegar a mi boca. Hice una mueca de disgusto que no pasó desapercibida para el agente.
—¿Agente White, algún problema?
—Ahora que lo dice sí, si tengo un problema —di un paso adelante, sentí como Jk me tomaba por el brazo.
—Diana... —dijo con severidad mi compañero.
—Si tiene algo que decir, es el momento —asentí, liberando mi brazo.
—Pensé que sería un trabajo serio de investigación, pero veo que quieren que Jeon y yo, juguemos a la casita, y encima invitemos a gente que ni en mil años me interesaría conocer, más allá del simple da saludo, y como cereza del pastel ¿quiere que sea la próxima semana?
El agente Jones nego.
—Se equivoca agente White, no quiero haga todo eso el próximo fin de semana, lo hará hoy mismo.
—¿Cómo dice? ¿Hoy?
—Sí, van a regresar a sus domicilios, sacarán su ropa y esenciales, después volverán aquí, para recibir los muebles.
Me disponía a decirle que me negaba. Esto me pareció demasiado, debía haber otro modo para hacerlo. Justo cuando tomaba aire, Jungkook se adelantó y habló primero.
—Muchas gracias por la oportunidad agente Jones, ahora si nos disculpa, tenemos muchas cosas por hacer, con permiso.
Jeon me abrazó por la cintura, y salió del dormitorio. Estaba enfurecida, imaginaba que las investigaciones serían exhaustivas, pero, jamás pensé que alterarían mi vida en todo sentido. Una vez que estuvimos al borde de la escalera, Jeon me depositó en el suelo.
—Respira White, parece que te pidieron ser agente de tránsito. —¡Cállate!
Le azoté el pesado sobre en el pecho. Baje hasta el primer piso, casi volando los escalones, atravesé la estancia, hasta abandonar mi futuro hogar.
Una vez en la acera, respiré profundo, cerré los ojos, deseando que fuera solo un sueño. Pero una dulce voz, acaparó mi atención.
—¡Buenos días, linda! — giré mi cabeza, para ver a la dueña de la voz.
Se trataba de una pareja, de avanzada edad. Estaban tomados de la mano, y la señora sostenía, un hermoso bouquet rosas blancas. Mientras que el señor, tenía una canasta, llena con muffins y galletas caseras, deadornada con un enorme moño color blanco.
—Buen día —respondí y levanté la mano, tratando de controlar mis nervios.
Me miraban sonrientes, acercándose a paso lento, hasta quedar frente a mí. Tragué saliva gruesa cuando escuché la voz de Jeon llamarme.
—¡Vanessa! ¡Vanessa!
—¡Aquí cariño, en la acera!
Respondí con la voz quebrada, sabía que todo era un montaje, pero ver a la linda pareja frente a mí, hacía que se sintiera demasiado real.
—¡Oh! ¿Vanessa es tu nombre? ¡Cuánto gusto! Mi nombre es Sara y él es mi esposo Noa, esperamos no incomodarlos, solo que vimos que llegaba el camión de mudanza, y quisimos venir a darles la bienvenida.
Abrí los ojos con sorpresa, gire la cabeza y pude ver estacionado al lado de la casa el enorme camión. Miré como varios trabajadores comenzaban a bajar cajas y muebles.
Un nudo se formó en mi estómago, apenas había aceptado ser novia de mi compañero, y ahora debía fingir un feliz matrimonio.
—¡Vaya galletas y panques! Qué delicia, ¿verdad cielo? —rodeo mi cintura con su brazo, beso mi mejilla y extendió una mano hacia la dulce pareja— Wang Jae-Sang, su esposo, es un placer conocerlos.
Un escalofrío atravesó mi espina dorsal, cuando escuché a Jk decir que era mi esposo. Me aferré a su mano, tratando de mitigar el mareo que me azotó. Sentí que caería al suelo, todo esto me estaba sobrepasando.
—¡Dios Noa! ¿Recuerdas cuando llegamos al vecindario? Fue hace 45 años, teníamos apenas 2 meses de casados, ¿ustedes cuánto llevan?
—¿Llevamos? ¿De qué? —trate de enfocar la mente en las palabras de Sara.
Con toda la situación, estaba fuera de mí, tenía hecha pomada la mente. Jk de nuevo retomo la situación, aclaró su garganta antes de hablar...
— Llevamos casados 6 semanas, y recién hemos adquirido la casa.
—Espero que sean muy felices aquí, es un buen lugar para criar hijos —Noa beso la frente de su esposa.
Debía salir de ahí, lo necesitaba. Apreté la mano de Jeon, pidiendo al cielo que pudiera leer mi mente y me sacara de ahí.
—Si no les importa, debemos ir a la ciudad, hay cosas que debemos traer —tomo la canasta y las flores, haciendo una reverencia—. Haremos una fiesta el domingo, y nos encantaría que vinieran.
—Estaremos aquí, ahora vayan, vayan a hacer sus cosas, tienen mucho trabajo por delante.
Cuando estuvieron a una considerable distancia, solté el aire que había retenido. Me solté de las manos de Jk, y me recargué en el auto.
—¿Estás bien, cielo?
—¿Parece que lo estoy? —gire la cabeza para verlo a los ojos— No podré hacerlo, eso es...
—No, nada eso, claro que podrás, ven aquí —me deje envolver por el cálido abrazo, inhale profundo su aroma—, estamos juntos en esto, solo, déjalo fluir.
Cerré los ojos, para disfrutar del calor de su cuerpo. Él tenía razón, nos llevamos de maravilla, ¿Qué podría salir mal?
Holliswood Queens.
Jamaica Av.
"Smart Storage 24h"
El humo de un puro encendido, nublaba el ambiente. La lujosa oficina estaba iluminada por el brillante sol del mediodía. Sentado a contraluz, se encontraba "el jefe", leía cuidadosamente el informe que tenían sobre Blondie.
Miraba fijamente su fotografía. Jamas olvidaría su rostro, esa noche había quedado grabada en su mente. Suga y RM, esperaban, pacientemente, su opinión sobre ella.
—Mmm... ¿Quién lo pensaría? Una mujer que es hermosa y fastidiosa, a partes iguales —acomodo su saco y dio otra calada al puro— ¿Irás personalmente Suga?
—Sí —respondió seguro—, estará de nuestro lado, se lo aseguro.
Los labios de este esbozaron una sonrisa retorcida. Mientras su superior lo mira despreocupado. Es el moreno, que no está seguro de esto.
—Insisto, no creo que sea conveniente que sepa quién eres.
—Tranquilo RM, que él vaya personalmente, no lo implica en algo directamente.
—Así es, además, no pienso que ella quiera ir por el lado del chantaje —Yoongi apoyó la mano sobre su hombro—, la tenemos en nuestras manos, solo que el imbécil del cubano, tenía cierta aversión a tocar a las mujeres.
Los tres hombres se largaron a reír.
—Oh bueno, no sabíamos que meterias la verga en esto Yoongi... —acevero el moreno, en medio de su estruendosa risa.
—¿Y por qué no? —fue al minibar a servirse un trago de whisky—. Yo jamás he despreciado una mamada, y si se porta bien, puede que me la coja toda la noche.
—Haz lo necesario —dijo el jefe, al tiempo que tomaba su abrigo—, los veo por la noche, ahora iré a resolver unos asuntos pendientes en casa.
Salió de la oficina, a paso elegante, haciendo una reverencia al llegar a la puerta. Dejando a NamJoon y a Yoongi, encargarse del asunto.
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