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VI

Llego a la estación, aún echa un mar de lágrimas. Al entrar al despacho, Jungkook levantó su rostro sonriente, pero al verme, su semblante cambió.

—Diana, mi vida ¿Qué sucede?

Corrí a refugiarme en sus fuertes brazos, que ya esperaban por mí. La sangre en mis venas aún hervía, por las hirientes palabras de Susan.

—No, es Susan.

Estando un poco más tranquila, le conté sobre mi disgusto con Su, pero no las razones.

—¡Bah! Ignórala, Silverman es más agria que un limón, no dejes que te ponga triste, yo estoy feliz, ya no la veré cerca de ti, ni vendrá a la oficina.

—¡Jeon! —reí por su comentario y el alivio que reflejaba en el rostro.

—Eso, sonríe, así me das un minuto más de vida —tomó mi rostro y comenzó a besarme, llevó una mano a mi cabello, para sujetarlo y profundizar el beso, y después me habló al oído—. Vamos a mi departamento ¿Sí?

—Pero, ¿y el trabajo? No podemos irnos así, no debemos.

—Shht, tranquila, volveremos en un par de horas.

Deslizó las manos con suavidad por mi espalda, hasta llegar a mi cintura y rodearla. Sus labios marcaban un camino de besos húmedos por mi cuello, hasta llegar al cuello de la camisa. Su caliente aliento, quemaba mi piel, haciendo arder mi vientre.

Jungkook, para mí, significa amor, pasión y deseo, todo junto. En cada entrega puedo sentir la devoción hacia mí. Con cada caricia, logra remover los escombros en mi pecho. Estoy a nada de sucumbir a él, de caer ante sus encantos, y entregarme por completo.

—Vamos ahora, te necesito.
Le digo al oído, visiblemente afectada. Necesito sentir sus labios marcando mi piel, y que sus manos me sujeten con fuerza.

Entramos a su cuarto a trompicones, sin dejar de besarnos y acariciarnos. Es mucha la necesidad que tengo por él. Mi piel reclama su calor, y sus caricias. Con prisa, él abrió mi camisa, haciendo volar los botones, por la habitación. Gemí, al sentir su lengua, recorrer mi pecho hasta llegar al borde de mi sostén.

—¡Ah! Me debes la camisa... —levantó la vista, sonriendo ladino.

—Hazme la cuenta al final, desgarraré todo lo que me estorbe.

Sonreí al imaginarlo romper mis bragas, así que, me apresure a quitar su camisa, dejando expuesto su trabajado torso. Con las yemas de los dedos, recorrí su ardiente cuerpo, hasta el borde del pantalón. Lo desabotono, para dejarlo resbalar por su estrecha cadera.

Él hizo lo mismo, y quedó expuesta mi fina lencería. Encaje negro. Mis rozados pezones asomaban entre el delicado tejido. De forma suave, Jk recorrió mis brazos, mirándome fijamente.

—Aún no puedo creer, que seas mía Diana, soy un bastardo con suerte.

Rodeo mi cintura con sus brazos, y comenzó a besarme. Saboree sus labios, y cuando su lengua buscó la mía. Una corriente atravesó mi espina, provocando que los poros de la piel, se me erizaran por completo.

Ahogue un gemido cuando bajó las manos a mi trasero, para tomarlo con posesión. Me levantó por los muslos, y enredé las piernas en su cadera. Disfrutando del calor de su cuerpo.

Nos recostamos sobre la cama, y cuando mi espalda tocó el suave edredón, él se apresuró a deshacerse de mi sostén. Jugo con mis pezones, pasando la lengua, besándolos y mordiendo, con la fuerza suficiente para hacerme gritar.

Siseo una mano por mi vientre, hasta llegar a mi sexo. Atacó mis labios de nuevo y gimió en ellos al sentir mi humedad en sus dedos. Corrió las bragas a un lado, y comenzó a acariciarme con delicadeza. Trazaba círculos sobre mi endurecido pedacito de carne, haciendo que mi cuerpo respondiera ante su tacto.

Temblé cuando introdujo dos dedos en mí. Él hundió la cabeza en mi cuello, besando y lamiendo mi piel. Descendió repartiendo besos por el pecho, el vientre, hasta llegar a mi sexo. Acaricio mi clítoris con su lengua, sin dejar de follarme con los dedos.

El calor se comenzó a expandir por mis piernas, desde mi centro. Los suaves movimentos, se sentían como seda sobre mi carne. Pude sentir la sangre agolparse en mi vientre, anunciando mi liberación.

Grité su nombre cuando el orgasmo me sacudió, y calentó mis entrañas. Deseosa y sedienta de él, mi necesidad, exigió que me penetrara, que se hundiera en mí, haciéndonos uno solo.

Jungkook frotó mis muslos, al tiempo que se incorporaba, buscando mi boca. Me beso despacio, y deslicé la lengua dentro de él, saboreándolo junto con mi esencia. Producto de la lujuria y el deseo que él provocaba en mí.

—Kookie por favor...

Tome su rostro entre las manos, lo mire suplicante. Acaricié sus mejillas, que ahora se encontraban teñidas de color rosa. Sus labios tenían esa sonrisa que me desarma. Entregaría mi vida por verlo así, siempre.

—¿Qué necesitas de mí, cielo?

Con premura se colocó un preservativo. Alineó su duro falo en mi entrada, para luego acariciar la longitud de mi hendidura, haciéndome temblar.

—Todo Kookie, quiero todo de ti... —sus ojos brillaron con devoción y anhelo.

Sin más se enterró en mí, gruñendo en mi cuello. Su miembro hervía en mi interior, dejándome sin aliento. Salía y entraba en mí, arrebatando mi cordura. Podía sentir toda su extensión, arremetiendo con fuerza en mi interior.

Enrede las manos en su cabello, para jalarlo y dejar la suave piel de su cuello disponible para mí. La lamí, besé, mordí, dejando marcas en ella, después lo hice en su pecho y sus hombros. Y es que a fin de cuentas, él es mío.

—Mmm Diana, hazlo, muérdeme.

Arremetió con rapidez, haciendo a nuestras intimidades chocar, envolviéndonos en el sonido. Sujetó con firmeza mis caderas, mientras se hincaba sobre la cama, para follarme con la furia que corría por sus venas. Arqueé la espalda y aferré mis piernas a él.

La lujuria me consumía, mi cuerpo comenzó a arder, y sentí como me rompí en mil pedazos. El orgasmo se expandió, como una ola de calor, acabando con mis fuerzas. Grité y gemí su nombre, mientras me bombeaba sin piedad, buscando el placer propio también.

Sucumbió ante un escandaloso orgasmo, con los brazos enredados en mi cintura. Jadeando en mi oído. Haciendo mi cuerpo estremecerse, al sentirlo temblar entre mis brazos.

Fue ahí que tuve un golpe de realidad. ¿Que nos separaba de ser pareja? Mi respuesta, una simple sílaba, que era lo que Jk necesitaba para sentirse completo. Con él dentro de mí, envuelta en sus brazos, dejando que su olor impregnara mi ser, fue que lo decidí.

—Yo... acepto.

Se apoyó en sus brazos para mirarme a los ojos. Quite los mojados cabellos de su frente, para contemplar su rostro.

—Gracias, pero... ¿De qué estamos hablando?

—De nosotros... Seré tu novia.

Una malévola sonrisa apareció en sus labios. Comenzó a besar el espacio entre mis pechos, hasta llegar a mi oreja, mordiendo el lóbulo.

—No te lo he pedido Diana —me lo dijo al oído, en un susurro grave.

Su respuesta me tomó por sorpresa, haciéndome reír.

—¿Qué? ¿Te atreves a rechazarme Jeon? ¡Qué grosería más grande!

—La única grosería es que no me hayas dejado hacerlo bien.

—Ok, quiero que me sorprendas.

—Así será.

Atacó de nuevo mis labios, envolviéndome en sus brazos. Creo que el NYPD, puede funcionar, sin nosotros.




Holliswood, Queens.
Jamaica Av.
"Smart Storage 24h"

—Necesitamos que Blondie esté de nuestro lado —dijo RM, mientras miraba fijamente a la calle, desde la vidriera de la oficina.

El ajetreo de la ciudad lo mantenía distraído. El ritmo de vida lo había seducido, ahora entendía, por qué su jefe, había elegido ese lugar.
Pero la necedad de cierta chica, los mantenía detenidos. Necesitaban hacer las entregas en el Storage.

—Yo lo haré, concreta una cita.

Las palabras de su amigo y compañero, trajeron al moreno de regreso a la realidad. Parpadeo un par de veces, antes de mirarlo de frente.

—Pero Suga, dijimos que usariamos intermediarios.

—Me haré cargo.

—Pero...

—Lo haré a mi modo RM —antes de salir de la oficina, se giró para verlo— el viernes a las 11 pm, Pivot Bar.

RM asintió, y en ese momento tomó la Blackberry de su ex socio. Al segundo tono recibió respuesta.

—¿Diga?

Blondie, buenas tardes.

—¿Quién demonios eres? ¿Y qué haces con el celular del cubano?

—El viernes a las 11 pm, la esperamos en el Pivot Bar, solo anuncie su apodo al guardia, y por favor, no llegue tarde, no nos gusta esperar.

Cortó la llamada sin darle tiempo de responder. Si era inteligente, se presentaría, si no, conocería a Suga, de la forma descortés

Salió de la oficina, para alcanzar a Suga, los dos subieron al Phanthom negro y blanco, dónde un chófer los esperaba.

—¿Qué sabemos de ella?

RM sacó su iPad, y le mostró el archivo, que poseían de Blondie. El pálido de cabello negro, tomo el aparato en sus manos. Observó la fotografía con cuidado, era una mujer hermosa, pero demasiado terca.

—No está casada, no se le conoce pareja, vive sola, sus padres están en una casa de retiro... en pocas palabras no le importa un carajo, absolutamente nada.

—¿Dices que rechazó todas las ofertas que le ofrecieron?

—Si Yoongi, todas y cada una, pero, debe haber algo.

—Lo sé, todas las personas tienen una debilidad, cederá, ya lo verás.









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