V
Miércoles, One olice Plaza
Diana
Jeon y yo llegamos juntos a la oficina. Ayer estuvo pegado conmigo el día entero. Quería que le contara, sin omitir detalles, sobre la salida con Su.
¿Cómo se supone que le diga a "mi casi algo", que estuve a nada de follarme a un extraño en el baño? Y lo peor de todo, ¿Cómo podría explicar, que tengo su imagen nítida en la mente?
De solo pensar en él, un bochorno se apodera de mi cuerpo.
Me obligo a dejar de lado, el recuerdo de sus feroces besos, y las suaves caricias que me quemaban en la piel, para enfocar el pensamiento en guardar silencio. No puedo decirle.
Ni en mil años lo haría, y agradecí a mi amiga, el haber cerrado la boca. Si bien no era asunto de ella o de Jungkook, tampoco quería desencantarlo. Él parecía ser feliz, con la extraña relación que llevábamos. Así que dejaría las cosas tomar su curso, por sí solas.
-¿Sigues molesta, cielo? -Jk me tomó por la cintura desde la espalda, justo al cerrar la puerta del despacho, detrás de él.
-No, es solo que no tengo por qué darte explicaciones... No eres mi novio, ¿sabes?
Resoplo y recargó la frente en mi nuca, pude sentir el tibio aliento en el cuello.
-¡Ouch Diana! Se sintió como una patada en las bolas.
Me giré para verlo a los ojos, apoye las palmas, en las solapas de su saco.
-Pues deja eso ya. Salimos, tomamos un par de copas, y fuimos a cenar, fin de la historia.
Me miró incrédulo, los profundos luceros de sus ojos, me estudiaban con escrutinio. Como si al ver mi rostro, pudiera adivinar exactamente lo que hice.
Bese la punta de su nariz, y fui a sentarme. Había al menos diez archivos, que quería revisar antes de la reunión con el comisionado.
A las 8:50 AM, Susan entró a la oficina sin llamar la puerta, el golpe seco de la puerta en la pared, me hizo levantar la vista del mazo de hojas que leía.
-Di, ¿Vamos a la cafetería? -mi testaruda amiga, llegó como el torbellino que es, destruyendo la paz que había en el lugar.
-¡Agente Silverman!, pase usted, no es necesario que llame a la puerta.
Reí por el comentario de Jk, sin dejar de ver el rostro de total fastidio de Su.
-¿Cómo soportas a este idiota, Diana? -lo fulminó con la mirada, mientras se sentaba en la orilla de mi escritorio- Agente Jeon, es usted igual de molesto, que un maldito grano en el trasero.
-¿De su trasero Silverman? ¡Ugh no!
-No, basta, Susan, tenemos reunión con el comisionado.
Intervine antes de que esos dos, explotaran uno contra el otro.
-Ya veo, avísame cuando salgas, cariño.
Froto mi brazo y salió de la oficina sin dedicarle una sola mirada a Jeon.
-Debes dejar de molestarla, Jk.
-Mmm... no, no creo que sea posible, cariño.
Rodé los ojos y lo apuré a salir de la oficina.
Entramos a la vacía sala de juntas. El lugar es espacioso, con pisos de duela y una gran mesa cuadrada, con 5 sillas de cada lado.
Jeon y yo nos situamos al lado izquierdo. Él no dejaba de bailar los dedos sobre la lustrosa mesa. Mientras a mí, los nervios carcomían la poca paciencia que me quedaba. Saqué mi móvil y revisé si había algún mensaje, pero no.
Revisé mi correo y abrí el que el comisionado nos había enviado: "Los necesito a las 9 AM en punto en la sala de juntas..."
Suspiré y dejé el celular sobre la mesa.
-Soy yo, o el tiempo parece haberse congelado.
Iba a responder a mi colega, pero, puntualmente y con prisa, entraron, el comandante y tres agentes desconocidos para nosotros. Enfundados en trajes completamente negros, sus relucientes placas de FBI colgaban sobre su pecho, y eso nos daba una idea de la magnitud de la situación.
-Buenos días, centren toda su atención en los agentes del FBI, por favor -el comandante se sentó en una silla en la esquina de la sala de juntas, cruzó los brazos, atento a lo que sucedería.
-Buen día, colegas, soy el agente Jones del FBI, encargado de la rama de tráfico de narcóticos y armas de los Estados Unidos de América -asentimos expectantes, el agente sacó un par de carpetas de su pesado maletín. Entregó una a cada uno de nosotros, bajo la mirada atenta de los otros agentes que se encontraban a su espalda-, necesitamos trabajar en conjunto con ustedes, ya que tenemos la sospecha... mejor dicho, la certeza, de que el mayor capo de Asia está situado aquí, en Nueva York.
Tomé la carpeta con apuro para hojear el contenido, Jeon y yo repasamos la información, sonreímos con altivez, era en parte nuestra investigación. Nos vimos a los ojos con complicidad. El momento había llegado.
-Ustedes dos, hicieron mucho trabajo investigando crímenes, y gracias a eso, pudimos dar con la organización, pero, hasta ahora, no sabemos la identidad de su líder, solo sabemos, que es quien lleva los hilos de toda la red de tráfico, de estupefacientes y armas, en la mayor parte del mundo, necesito su cooperación, aun sin saber su nombre siquiera, sería una victoria mundial, si podemos capturarlo, en nuestro país, para que sea juzgado como se debe.
El agente aflojó el nudo de su corbata y descanso sus palmas sobre la mesa de madera, tomando aire.
Aclare la garganta antes de hablar, Jk me dio un apretón en la rodilla dándome un poco más de valor.
- Buen día, antes que nada, quiero agradecer la oportunidad que se nos ha otorgado -el agente se paró erguido y caminó hasta quedar frente mío, extendiendo la mano.
- El gobierno de los Estados Unidos de América le agradece su valiosa aportación, y sería un honor que continuara, usted agente White y el agente Jeon, en esta investigación -nos pusimos de pie y estreché la mano del agente.
Me sentí un poco avergonzada, ya que esa información resultó ser importante, pero, cuando realizabamos las investigaciones, no teníamos idea de la importancia, de los sucesos que encerraba cada asesinato.
Las escenas, a veces, parecían sacadas de películas de terror, en un principio optamos por pensar que se trataba de un asesino serial, idea que quedó descartada, al percatarnos que parecían ajustes de cuentas, y no de un asesino que seleccionaba a sus víctimas.
La adrenalina fluyó por mis venas, por fin estaría en las grandes ligas. Después de esto, Jeon y yo, pasaremos a formar parte de las filas del grupo élite de los Estados Unidos.
Sin darnos cuenta, Jk y yo, estrechamos nuestras manos con fuerza. Seguimos escuchando al agente, quien seguía dando indicaciones, sobre reportar absolutamente toda actividad, ya que podría ser una pista.
Después de un rato de explicaciones, pidió al comandante que abandonara la sala.
Nos dieron indicaciones, y citaron en dos días, en una dirección en Staten Island. Pidieron que nos vistamos de civiles y ellos nos proporcionaron un auto para llegar al lugar.
Sin darnos más detalles salieron del cuartel, dejándonos sentados en aquella sala sin saber que nos esperaría.
-Cielo, ¿Estás lista?
Me cuestiono Jeon, al tiempo que me tomaba de la mano. Gire el rostro para verlo a los ojos.
-No, pero tampoco puedo esperar.
La sonrisa que se le dibujó en los labios, me hizo sentir segura. Si él está a mi lado, nada será imposible y mucho menos, difícil.
Salimos rumbo a la oficina, con el pecho inflado por la expectativa.
Antes de entrar, Su nos interceptó en la puerta.
-¿Y bien? ¿Qué pasó?
-¿Con el qué?
Le respondí de manera inocente, solo para cabrearla un poco.
-Vaya, ¿tu compañero te contagio lo idiota?
-¿Soy idiota o estás amargada Silverman?
-¡Basta Jeon! ¡Suficiente!
-lo mire de mala manera, debe dejar de ser molesto para ella- Vamos por un café Susan.
-Cielo, yo quiero un té helado, por favor.
Él me toma por la cintura, con total descaro y cinismo. Besa mis labios, triunfante, todo, bajo la iracunda mirada de mi furica compañera.
Al llegar a la cafetería, tomamos asiento, sin decir palabra alguna. A mi amiga solo le falta echar humo por las orejas. Su rostro está enrojecido, y los ojos destilan rabia.
Aclaro la garganta antes de hablar, mirando fijamente, sus profundos ojos azules.
-Vamos, no puedes molestarte, así, por sus comentarios, tú sabes que él es...
Su azota la mano sobre la mesa, lo que me toma por sorpresa.
-Dijiste que no te interesa Diana.
-Susan no te metas... no lo entiendes.
-No, es verdad, no entiendo ¿Qué hace una mujer como tú, con un imbécil como él?
-Deja de llamarlo así, además, ¿Qué tiene de malo? Es un hombre inteligente, valiente, apuesto, sexy.
-¿Me estás jodiendo?
Su obstinada actitud me estaba calentando, no permitiría que se expresara de una manera tan desagradable sobre él.
-¿Sobre qué?
Resopló con frustración, y procedió a tomarme de las manos.
-Diana ¿Sientes algo por él?
La sola idea de él, abrazándome, besándome o diciéndome cosas dulces al oído, me hizo sonrojar. Sería hipócrita, si negara, que cuando está a mi lado, el día se hace ligero y ameno.
-Yo no lo sé, tal vez.
-No puede ser.
-Basta Susan, no es asunto tuyo.
-Pero, Di, ¿Estás loca? De todos los hombres en Nueva York, ¿Tiene que ser él precisamente? ¿Qué es lo que te gusta? ¿La tiene grande? ¿O te folla hasta que pierdas la razón? Si es así, puedes buscar otro.
Sentí la rabia y la adrenalina, apoderarse de mi cuerpo. ¿De verdad ella piensa que Jk no tiene nada más para ofrecer?
-Jeon es mucho más que eso, deja de hablar así de él -escupí con rabia-, no te atrevas a decir algo más, no tienes derecho.
Mi colega sonrió descarada, conocía esa mueca en su rostro, estaba lista para derramar su veneno.
-Cualquiera puede follarte, si eso es lo que buscas.
No daba crédito a las palabras de Su. Me puse de pie, eleve la mano derecha, y la estampe en la mejilla de la que creía, era mi amiga. Los ojos se me llenaron de lágrimas, y la respiración se me aceleró, hasta hacerme hipar y jadear.
-No... Susan... no vuelvas... a hablar así... de Jungkook ni de mí...
Salí de la cafetería, hecha un lío, y con lágrimas gruesas, resbalando por mis mejillas. Pasaría mucho tiempo, antes de poder perdonarle esto.
... ... ... ... ... ... ...
Brooklyn, 8.ª Avenida.
Pivot Bar.
Kim Taehyung y su hermana Ara, habían llegado a Nueva York, hacía ya un par de semanas.
Querían rehacer su vida lejos de la sombra de su padre y su hermano mayor. Los negocios ilícitos en los que se vieron envueltos, después de la muerte de ambos, rebasaron a la pobre chica. Orillandola a intentar quitarse la vida.
Fué por eso que él, en medio de la desesperación, decidió alejarla de Corea del Sur, y llevarla a vivir a Estados Unidos.
Le había prometido llevar una vida tranquila y normal, cosa que cumpliría, hasta ver a su hermana menor feliz y realizada.
Es por eso que ella, se había encargado de comprar un elegante bar en el centro de Brooklyn, por consigna de su hermano, que era sumamente inteligente, y tenía buen ojo para los negocios.
Esa mañana, mientras cerraban las cuentas del bar, y hacía pedidos, Tae miró a la delicada chica, que sonreía observando la pantalla de su laptop.
-¿Elegiste por fin una casa? -la cuestionó, y dejó de lado la libreta que sostenía en las manos, ella asintió sin levantar la vista del ordenador.
Luego le mostró su nueva adquisición.
-La compré en los suburbios, creí que sería mejor -miro atenta, esperando la reacción de su hermano-, es un lugar muy tranquilo para vivir TaeTae.
Taehyung observó detenidamente las fotos de la casa. Era antigua, pero, sumamente elegante, con un hermoso jardín al frente.
-¿No te molesta conducir más de una hora desde la casa a aquí?
-Mmm... no hermano, visité el lugar ayer, y... ¡Me encantó!
-Bien Ara, si te gusta, es suficiente para mí -la tomo por los hombros, y le derritió ver su dulce sonrisa-, iremos a elegir los muebles hoy mismo.
Kim Taehyung
Kim Ara
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