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14

—¡Dios! En verdad eres un dolor de muelas —siseó apretándose el puente de la nariz.

Hyungwon le lanzó una mirada incrédula.

—¿Qué dije?

El hombre pelirrosa negó. Sus quejas fueron interrumpidas por el rugido del motor de la lujosa camioneta y las cegadoras luces blancas. El chófer sonó el claxon dos veces y Hyungwon se hizo a un lado llevando consigo al molesto muchacho.

Hae In bajó el vidrio polarizado una vez estuvo a la par de ambos.

—Se está volviendo costumbre tuya dejarme esperando afuera—habló con seriedad palpable, mirando a su hijo—. La tercera vez no seré tan amable, pasaré sobre ti.

El rostro de Hoseok se volvió más blanco y Hyungwon creyó haberlo visto temblar. 

—Ya te abrí paso. Puedes entrar y esperar en la sala —sugirió Hyungwon interponiéndose entre la mirada gélida de su padre y su amigo. 

 —No tardes —dijo mirando hacia adelante—. Tráelo contigo. 

Hoseok tragó saliva, pero mantuvo su cara en alto, hasta que vio la camioneta desaparecer en el garaje volvió a respirar correctamente. 

—Tu padre en verdad da miedo —susurró todavía con los ojos en el interior de la propiedad. 

La mano de Hyungwon le apretó la mandíbula dirigiendo la atención hacia él. Sin permitirse perder tiempo en banalidades, presionó su boca sobre los labios de Hoseok. El sabor fresco lo saludó y fue difícil no pensar en lo mucho que había extrañado ese par de labios. Aunque solo una vez los probó. 

Para su deleite, Hoseok respondió al beso con la misma intensidad. Sus bocas adaptándose a la perfección. La calidez y la suavidad de los labios pomposos de Hyungwon lo pusieron a delirar, tanto que tuvo que envolver sus brazos en la cintura de Hyungwon para evitar que se alejara. 

El pelinegro introdujo la lengua y Hoseok contribuyó abriendo más la boca. La mano en la barbilla se desvió hacia la nuca de Hoseok, enterrando los dedos en la cabellera rosada. 

—Mierda —siseó Hyungwon, respirando entrecortadamente. Lo besó una vez más, pero cuando las manos bajaron hasta sus caderas y el cuerpo duro se presionó contra él decidió pausar sus bajos instintos antes de cometer un acto inmoral en medio de la calle. 

—¿Qué ocurre?

La cara de Hyungwon expresaba diversión nata haciendo sentir incómodo al mayor. 

—¿Te estás burlando de mí?—preguntó, soltando las estrechas caderas. 

Hyungwon negó apretando su brazo. 

—Me burlo de mí —picoteó los labios hinchados y lo arrastró hacia dentro—. Me alegro que el gobierno no considere delito lo que ocurre en la imaginación de uno. Aunque a ti te deberían encerrar por usar ropa tan jodidamente ajustada. Definitivamente te ves mucho mejor sin ella. Me ofrezco para quitártela con los dientes. 

Rio mirándolo sobre su hombro.

Hoseok rodó los ojos. Algún día tendría una conversación normal con Hyungwon. Una que no incluyera su desnudez. 

Dentro de la casa, Hae In los esperaba en el comedor con una botella de vino abierta y la mesa repleta de carne. Contrario a lo que había esperado Hoseok, la cena se desarrolló en tranquilidad y sin comentarios malintencionados hacia su persona. El padre de Hyungwon resultó ser un hombre muy elegante y amable, amoroso con su hijo y atento con los invitados. 
Ninguno de los dos Chae trajo a la conversación su repentina aparición en la entrada de la casa, lo que Hoseok agradeció internamente.

—Fue un gusto conocerte, Seok. Me encantaría quedarme más tiempo, pero el viaje fue largo y me muero por descansar —se excusó levantándose de la mesa.

Hoseok lo imitó inclinando su cuerpo en una reverencia.

—Gracias por recibirme en su casa y por la cena —sonrió estrechando la mano que Hae In le ofreció —. Que descanse.

—Buenas noches, papá.

La espalda ancha de Hae se perdió en la oscuro pasillo y el alma volvió al cuerpo del pelirrosa. Se desplomó en la silla como peso muerto ignorando la mirada juzgadora de Hyungwon.

—Eres un exagerado, ¿Lo sabías?

—No lo entiendes. Sentí que en cualquier momento sacaría un arma y me mataría aquí mismo —arrugó la nariz levantando sus palillos para robarle el último trozo de carne a Hyungwon.

—El que te va a matar seré yo —gruñó estrellando su puño en la mesa.

Balanceó su cuerpo hacia adelante y volvió a mirar la entrada del estacionamiento. Chasqueando la lengua comprobó la hora en su celular. No tendría clases las primeras dos horas, pero había llegado temprano para estudiar. O al menos eso le dijo a sus amigos.

El automóvil rojo deportivo se estacionó a unos metros de él y las náuseas que tenía desde que llegó a la universidad, se intensificaron. Sacudió su campera de jean y retiró la pelusa invisible de su musculosa blanca. No se preocupó en arreglar su cabello porque creía que serían demasiado evidente sus intenciones de verse bien. Y lo quería, pero no por razones que involucraran al hombre alto y bello.

Hyungwon salió del auto con un estilo único y elegante. Las miradas cayeron automáticamente en él y su sonrisa se engrandeció.

Era un coqueto.

Hoseok lo vio sacudir su cabello mientras se echaba su bolso al hombro, que para nada se comparaba al de un estudiante promedio. El peso extra estiró la prenda delgada y brillosa haciendo que la piel lisa y bronceada se apreciara todavía más por los tres botones desabrochados. Hoseok bajó la mirada suspirando por las piernas largas y torneadas abrazadas por el pantalón ajustado negro, que supuso resaltaba su trasero redondo. Hyungwon era un bocadillo a la vista.

—Hey —saludó deteniéndose delante del pelirrosa—. ¿Qué haces aquí? ¿Me esperabas? ¡Qué dulce!

El bufido de Hoseok hizo reír al alto.

—¿Qué dices? Estoy esperando a un amigo —apartó la mirada de Hyungwon y fingió buscar entre los autos que iban llegando. Deseó que el golpeteo en su pecho no fuera escuchado por el alto, aunque si lo hacía no le sorprendería en absoluto, después de todo estaban demasiado cerca.

Hyungwon puso una mano en su pecho y la deslizó lentamente hacia el abdomen duro. Desde que estaba en el auto y lo vio de pie en la acera, le nació una necesidad insana de tocarlo.

—No tienes amigos en la facultad de artes —le recordó. Sus dedos llegaron hasta el borde de la remera y la levantó lo suficiente para que su otra mano tocara la piel lechosa.

Hoseok apartó su mano sosteniéndolo por la muñeca.

—Vine a visitar a Ji Han —dijo, acariciando la piel sedosa con su pulgar.

—¿En serio? —sonrió viéndolo asentir—. ¿Y por qué lo esperas aquí? Ji Han está por allá, en el jardín.

No sé atrevió a voltear. La cara y las orejas le ardían de vergüenza y la sonrisa cínica del pelinegro no le ayudaba a aminorar la sensación de incomodidad. Sin embargo, Hyungwon lo distrajo robándole un beso.

—Bueno, ya que comprobamos que estás aquí por mí —susurró, lamiendo el labio inferior contrario—. ¿Me acompañas?

—No es por ti —defendió, volteando la cara.

Hyungwon se echó a reír caminando hacia el jardín.

—Vamos. Te invito un jugo —gritó.

Hoseok cubrió su cara con una mano y avanzó hacia Hyungwon esperando que los estudiantes no le pusieran tanta atención, más de la que ya le daban. Hyungwon era una sensación en la facultad y que anduviera paseando con el mismo chico más de dos veces despertada la curiosidad de todos.

—No tienes que gritar —le regañó llegando junto a él—. Eres consciente que todos nos están mirando, ¿cierto?

—¿A quién le importa? —dijo rodando los ojos—. Ellos no se acuestan contigo. 

Hastiado golpeó el estómago de Hyungwon, cuidando de no hacerle verdadero daño.

—Y tú tampoco.

—Touché. 

Siempre había dicho que la cafetería de artes era la mejor de toda la universidad y agradecía que sus amigos aceptaban acompañarlo a desayunar ahí. Esta vez no estaba con ellos, pero su compañero era más sexy y guapo. 

—Hoy tenemos que seguir con las sesiones de modelaje. Me atrasé con el viaje —explicó partiendo un croissant en pedazos pequeños—. Voy a dedicar toda la tarde y noche en avanzar. Solo me quedan dos semanas para entregarlo. 

—Lo vas a terminar. Si es muy difícil para ti, puedes modificar mi físico. 

Hyungwon dejó los cubiertos sobre la mesa y sonrió. 

—Así es. Puedo hacerte el pene más chico —dijo. Hyungwon rio clavando su palillo en un pedazo de pan.

—Para tu suerte, ya me has visto desnudo. Y no soy exactamente pequeño —encogió los hombros abriendo su lata de jugo y la de Hyungwon—. ¿Cuánto tiempo piensas que estaremos en tu taller? Pienso llevar bocadillos y unos libros. 

La mirada lujuriosa de Hyungwon lo hizo reír. 

—Si es muy tarde puedo prestarte mi cama y si estás cansado, puedo sostener tus pelotas. 

Cerró los ojos y contó hasta diez. Enumeró las razones por las que le gustaba Hyungwon, priorizando su hermoso rostro y sus labios llenos. Exhaló ruidosamente y abrió los ojos sonriendo ligeramente. 

—Eres el peor novio —exclamó. Necesitaba aclararlo en caso de que pensara que estaba bien todo lo que decía. 

Los palillos resbalaron de la mano grande. 

—¿Somos novios?

—Oh no. Definitivamente no —respondió enfocándose en su desayuno. No tenía sentido explicarle al idiota frente a él la diferencia entre el sarcasmo y una verdadera queja.

—¡Hoseok! ¡Qué sorpresa encontrarte aquí! Te vi hace rato en el estacionamiento e iba a saludarte, pero me encontré con unos compañeros y me distraje —Ji Han se sentó frente a ellos captando toda la atención del pelirrosa. 

Sonrió deslizando su bandeja a un costado mientras terminaba de masticar una uva. 

—Hola, Hanie. 

Hyungwon bufó a su costado pero lo ignoró. 

—La comida es espantosa en mi facultad. Aceptaría comer con el mismo diablo con tal de comer algo mejor —bromeó. 

Ji Han correspondió riendo. Miró de reojo a su mejor amigo y le pareció infantil su ceño fruncido. Él había rechazado a Hoseok no había razón para que estuviera celoso. 

—Y por eso estás compartiendo mesa con uno de sus demonios.

Hoseok asintió mirando al pelinegro. 

—Que chistoso estás hoy, Hanie. ¿Te cogiste a un payaso?— preguntó mirándolo a los ojos clavando los palillos en su pollo frito. 

—Hey, ¿por qué tan sensible? —entrecerró los ojos inclinándose sobre la mesa—, ¿no dormiste bien?, o es que ¿te sientes amenazado?

El pelirrosa volteó hacia su casi novio. Enarcó una ceja curioso por la expresión molesta en su rostro. Deslizó su mano sobre la mesa y atrapó la que apuñalaba al pollo. Con cuidado le quitó los palillos optando por entrelazar sus manos, antes de que terminara apuñalando a alguien más. 

La mirada asesina desapareció volviendo la calma. 

—Hoseok y yo estamos saliendo —declaró. Mirando la unión de sus manos. 

—Ya era hora —Ji Han acomodó los codos en la mesa y descansó su mentón en sus manos—. Los dos eran unos idiotas por ver el interés y el gusto mutuo. 

Hyungwon arrugó la nariz.

—No podía contigo en el medio —soltó sin vergüenza. Sintió el pie de Hoseok golpearlo en la pantorrilla, pero le daba igual, no mentía. Ji Han se atravesó en su camino cuando él iba a mostrarse a la pieza de arte con labios sensuales y muslos gruesos. 

—Siempre tan gracioso, Wonnie. 

Wonnie soportó la conversación alegre entre su mejor amigo y Hoseok por dos horas. Tiempo que pasó mirando las redes sociales con una mano, porque sí, Hoseok no soltó su mano ni un segundo. Un acto un poco posesivo si le preguntaba, pero a la vez tierno. Cuando por fin se deshizo de Ji Han su chico pelirrosa tenía que ir a clases y una vez más odio al sistema educativo por suspender su sesión de besos y toqueteos. 

—¿A qué hora termina tu horario? —preguntó Hoseok envolviendo un brazo en su cintura y enterrando su rostro en el hueco del cuello.

Habían huido hacia el parte trasera del edificio principal de la facultad o más bien, Hyungwon lo llevó hasta ahí para comerle la boca en completa comodidad. 

—¿Por qué? —susurró en su oído. 

Hoseok chasqueó la lengua. 

—¿No estabas molestando con que estabas atrasado con la escultura? Pero si no te importa puedo irme a mi casa y dormir toda la tarde. 

—Lo siento ¿si? Esto es nuevo para mí —admitió alejándose de su brazo—. Hace una semana todavía me odiabas y ayer dijiste... ayer admitiste que te gustaba. Es una locura. 

—¿Sabes? —habló después de un rato de estar en silencio. Buscó tocar la mejilla de Hyungwon y dejó su mano ahí, rozando la comisura de su boca—. Debería estar molesto porque tú no aceptaste mis sentimientos correctamente, pero le dijiste a tu amigo que estamos saliendo. Y no lo estoy. 

Suspiró besando fugazmente donde tenía su dedo y sonrió.

— Al menos dime que te gusto. 

Hyungwon maldijo entre dientes. Tomó el cuello de la remera y lo empujó contra él. 

—Deja de quejarte y bésame maldita sea —exclamó molesto. Besó al mayor lento y apasionadamente, moviendo sus labios con delicadeza, esperando demostrarle en ese beso lo mucho que lo atraía el otro. Mordisqueo su labio inferior y chupó su lengua, subiendo la intensidad del acto—. Piensa bien antes de hablar, idiota. 






⚠️

Es de mi agrado informarles que estamos en la recta final de la historia 

😭El siguiente será el final.

Me encanta tanto esta historia que me es difícil darle final, pero lo amerita. Así que esperen con el último capitulo. ¡Muchas gracias por el apoyo! Les quiero ♥️  

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