Shinra Kusakabe
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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:
εïз)Escenario pedido y dedicado a Obito---Uchiha.
εïз)Aquí encontramos una variante. La hermana Iris y Maki se presentan mucho tiempo después a como vemos en el anime.
εïз)Contiene +18 en levedad (eso pienso yo).
εïз)¡Espero que les guste mucho!
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"La bienvenida de Shinra".
Era el día que habían acordado. El demonio llegaría pronto y volverían a estar juntos.
La castaña había arribado al cuartel de la octava brigada hacía dos semanas, tiempo que tuvo que soportar la ausencia de la sonrisa que más ama en todo el mundo. No estaba segura si saldría viva de tanto tiempo sin poder saborear los labios de Shinra y sentir que su voz se impregna en cada centímetro de su piel.
Lo echaba de menos, pero en su trabajo se esforzaba como siempre; ganándose el favor de Hinawa y Maki.
Pero el día al fin había llegado, el cual por cierto ella no alcanzó a acudir al llamado de auxilio en las vías del metro. Y para cuando llegaron sus compañeras las escuchó hablar de un chico de una sonrisa inusual que había salvado a la hermana Iris.
—Es él —murmuró la castaña formando un puño de poder con su diestra.
—¿Uh? —respondió la rubia, deshaciéndose de sus ropajes a la vez que presumiendo su piel tan tersa y nacarada—. ¿Has dicho algo? ¿Todo bien mientras no estábamos?
—A-Ah, hermana Iris —respondió la castaña. Todavía no se acostumbraba a este tipo de desnudos; sintió sus mejillas enrojecer— No... ¡Quiero decir, todo bien!
La monja le dio un leve golpe en la frente acompañado de una sonrisa en extremo amable. La castaña le devolvió el gesto, notablemente nerviosa y tras hacer una reverencia, pidió disculpas y salió corriendo del vestidor.
—Ya ha pasado un rato... —dijo murmurando, mordiéndose la punta de su dedo pulgar—. Las presentaciones debieron haber terminado...
Y levantando la mirada de sus pasos hasta el pasillo se topó con la figura sola de Shinra, quien le saludó con la diestra y dibujó una sutil sonrisita en sus labios. La jovencita alcanzó a notar esos dientes de tiburón y el corazón le dio un salto.
Lo tenía frente a ella. No podía pedir otra cosa más; tomó aire y riendo, corrió en dirección de su pareja.
—¡No sabes cuanto te esperé! —murmuró ella, sintiendo los brazos de Shinra enrollarse en sus caderas.
El calor de ambos cuerpos se combinó, como la felicidad encerrada en sus pechos.
Shinra respondió riendo. Él también se había encontrado ansioso por verla nuevamente; no había dormido la noche anterior y el apetito lo había perdido hace días. ¿y qué decir de los minutos que se tomaba para ver las fotografías que tenían juntos?
Decir que estaba enamorado era poco para describir sus sentimientos para con la única mujer que lo había aceptado tal y como es, que le había escuchado sus pesadillas del pasado y dicho "no estás solo, estoy contigo".
—Me di prisa en venir —respondió Shinra—. En verdad es una suerte que después de la academia nos hubieran asignado en el mismo lugar.
Ella asintió y se acercó, siendo prevista por Shinra, para compartir un beso. Juntar sus labios era ese hechizo que los hacía sentirse completos, pero solo en unos pocos segundos.
Un beso no era suficiente para ninguno de los dos.
—Es mucha suerte, pero... —dijo ella, disminuyendo el volumen de su voz, mientras que con la punta de sus dedos repasaba las mejillas de Shinra—. Un beso no me basta.
En el momento, la tensión creció; en el interior Shinra sabía a lo que ella se refería y aunque intentó reprimirlo, de los nervios sus labios se torcieron en esa sonrisa que todo el mundo odiaba.
—Un beso... —murmuró él.
Ella se echó a reír. Terminó con el abrazo y lo tomó de la diestra.
—Amo esa sonrisa —declaró mientras lo llevaba consigo a la habitación que compartía con las otras dos mujeres del lugar.
Era una habitación pequeña, contenía lo básico y por suerte, ninguna la frecuentaba durante el día. La de mirada castaña se aseguró de que Shinra tomara asiento en la orilla de su cama, colocó el seguro a la puerta y volvió con él para sentársele por encima de su regazo.
Entonces, y más como un demonio, ella sonrió en el mismo tiempo en que un velo atrevido se dejó caer por sobre el brillo de sus ojos.
Shinra tembló, ya lo había descubierto.
Ella se volvió a mover por encima de la pelvis del azabache y se aseguró de que la dureza que sentía era real. Shinra reprimió un jadeo mordiéndose los labios y suspirando.
—Shinra... —le llamó y atrapó abrazándolo por el cuello, asegurándose de rozar sus pechos con la figura del contrario. La playera a tirantes le ayudaba para dar una buena imagen de su busto—. Solo fue un beso.
La voz de la mujer encendió las mejillas del oji escarlata. Asintió, ciertamente había sido un beso, pero uno bastante fuerte.
—Sí —dijo él—. Pero ha pasado un tiempo y...
La castaña rio levemente. Calló al azabache volviendo a juntar sus labios, esta vez sus lenguas se encontraron en una lucha impetuosa. Él se ponía cada vez más duro cuando sentía que sus labios eran mordidos, o bien, lo brazos de la castaña recorrer su pecho y espalda con esa lentitud alocada.
La fémina conocía los puntos débiles de Shinra; a los dos minutos logró librarlo de la parte superior de su uniforme, mientras que todavía se permitía sentir la erección de su pene, frotándolo en su intimidad con el propósito de mojarse y desearlo más.
Acordaron con una mirada pesada y deseosa, unir sus cuerpos esa tarde. Sería algo rápido, lo suficiente como para poder llegar a la noche y encontrar en esas horas un lugar en donde hacer el amor como antes.
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