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Capítulo 9: No pretendas que es un misterio.

Mi mórbido cuerpo bajo la penumbra de una noche, incapaz de pasar desaparecido.

Brillante en la oscuridad, fácil de cazar, incorregible para procrear.

Es el blanco que no se debe mezclar.

Albin.

Mi proceso para salir encubierto consistía de prendas oscuras desde los pies hasta el cuello. Dejar mi cabello a la vista de todos no era una opción, así que lo cubrí con la peluca negra y corta de la que pensé deshacerme hace un tiempo, ya que no me parecía lo suficientemente linda.

Traía una cachucha y lentes de sol, pero removí el objeto de mi rostro para poder enfocar el instituto con los binoculares.

—Las cosas que hago por amor... —Maldije a mis adentros.

Esperé paciente a que el extraño continuara su rutina. Días atrás le dije a las personas que consideré de confianza sobre el sujeto que irrumpía en las noches los fines de semana; no fue con la intención de ser chismoso, sino asegurarme de que ninguno de mis cercanos estaba involucrado. Si la persona dejaba de ir, levantaría más sospechas.

Puede ser contraproducente también, pero tengo otro plan para cubrir ese cabo suelto.

No sabía si mi trasero se haría más grande o solo tonificaría mis piernas por pasar tanto tiempo sentado en el aire, pero lo vi como un punto positivo así que no me costó esperar. Estiré mi mano izquierda para encontrarme con mi termo en el césped y lo bebí, sin parpadear.

Giré el rostro cuando escuché ruidos entre los árboles. Poco veía más allá de la luna asomándose a través de las hojas, uno que otro movimiento de horribles ardillas, y por supuesto, la rama que se rompió y cayó a mis pies.

Parece que mi padre tiene razón, incluso la luna me persigue.

Suspiré, devolviendo mi atención a la parte trasera del instituto.

L.A. se hallaba en la esquina de una encrucijada, abarcando el mismo espacio que 6 casas al frente. Cruzando la calle de su izquierda, se encontraba un parque con carteles de futuros proyectos que nunca se llevaron a cabo; yo me ponía allí a hacer guardia.

Del lado derecho del edificio, había un terreno baldío que  se separaba de los jardines de la escuela por una pared de ladrillos. Y si continuaba caminando sobre la calle detrás, encontraría lotes que se detuvieron a media construcción.

En resumen, no veía un carajo de noche aún con binoculares.

Y pese a la distancia que había entre el parque y toda la escuela, temí acercarme y ser un bulto evidente. Las criaturas albinas teníamos historial de ser pésimas en el camuflaje.

Si hoy no viene ese wey, no sé qué medidas tomaré.

Arrojé mi termo al piso cuando visualicé a alguien saltar la pared de ladrillos. Me quité los binoculares, los guardé junto a mi bebida en la mochila y comencé a correr para cruzar la calle y llegar al estacionamiento abierto de L.A.

En mis audífonos comenzó a sonar Getaway Car de Taylor Swift; agradecí que una noche antes me dediqué a hacer una playlist que ambientara mis atracos.

It was the best of times, the worst of crimes...

Caminé detrás de los autobuses, evitando la luz del guardia que siempre se hallaba adormitado a un costado de la entrada. Puse ambas manos sobre mi pecho para regular mi respiración, y me planteé si seguir caminando hasta los jardines y entrar por el club, o esperar a que el extraño saliera.

Si me veía una segunda vez, sabría que lo estoy siguiendo y creo que se detendría definitivamente. No podía permitir eso.

¿Y si espero a que salga?

—Soy albino muerto —murmuré, sosteniéndome de la pared del autobús para no desvanecerme.

Esto es un error.

—Toda mi vida lo es. —Comencé a hablar conmigo mismo. Ya andaba delulu.

Lo esperaría, esa era mi resolución.

Me aproximé a los escalones que dividían el estacionamiento del césped, e hice guardia una vez más a las ventanas del primer piso de los baños. Que se metiera por allí no me decía mucho de si era estudiante, algún conserje o simplemente la escuela era tan estúpida como para dejar esas ventanas abiertas.

Mis piernas con el tiempo comenzaron a sentirse fatigadas, la posición no era nada cómoda. Pasaron 15 minutos antes de volver a visualizar al sujeto de negro salir por otra ventana cercana a mí.

Retrocedí asustado en caso de que pudiera verme, pero no dio señales al respecto.

Tapé mi boca y me aferré a la pared cuando corrió en dirección al estacionamiento, entre los autobuses. El guardia estaba por hacer otra ronda así que ninguno de los dos se movió.

Pero si sale en este momento, no voy a poder seguirlo.

Se me escapará.

Agarré mi mochila y me levanté para correr. Apenas di un paso, me caí de boca contra el concreto pues mis piernas se habían quedado dormidas.

SERÁS...

—Aguarda, creo que el tlacuache volvió a intentar trepar la ventana. —Escuché la voz del guardia a la vuelta. Me dieron ganas de llorar, no supe si por el miedo o por el raspón en mis rodillas.

Me hice rodar por los escalones hasta el desnivel del estacionamiento, ocultándome en ese punto ciego. Quise echarme agua en las rodillas pero pegué un grito ahogado de coraje al ver que mi termo se me cayó allá atrás.

Puta madre. Puta madre. Puta madre.

El extraño salió de entre los autobuses sin mirar hacia atrás, derecho hacia la calle exterior por la que yo vine. Estiré la mano, cerrándola en un puño al ver cómo se me escapaba.

Hice tanta mamada para que al final la única criatura en notarme fuesen las ardillas.

Esto no me va a vencer.

Salí corriendo cuando vi la luz del guardia dejar de apuntar hacia el estacionamiento, sino a los jardines. No supe de donde había sacado la fuerza para mis piernas, quizás de mi costumbre al dolor físico y emocional, pero vaya que tenía resistencia.

Salí a la calle, pero en lugar de cruzarla,  tomé el camino hacia la izquierda. Fui con pasos rápidos, tratando de buscarle con la mirada, pero fue cuando miré dentro del primer callejón que lo encontré esperándome.

O bueno, digo esperándome porque tiró de mi ropa y me acorraló contra el contenedor de basura. Me reí de los nervios, también levanté ambas manos para mostrarme indefenso.

—Tranquilo, tranquilo, no te estoy siguiendo —escupí.

Inclinó su cabeza y la sacudió como diciendo: ¿Estás mamando?

—Sí te sigo, pero te juro que solo quiero hacerte unas preguntas —me contradije de inmediato.

Sus brazos a mi costado, aunque estaban cubiertos por una chaqueta de manga larga e impermeable, me tentaron a agarrarlos, pero se cruzó de brazos cuando me vio mirarlos de reojo.

Elevé los ojos hacia su careta, pero como de costumbre, no pude ver nada, ni siquiera un cabello suelto asomarse de su gorra con capucha.

Estoy aquí otra vez, sin información.

—De verdad, necesito saber...

Puso su dedo índice frente a mi cara. Hizo algunas señas que no entendí así que me callé en lo que él sacaba un teléfono viejo para teclearme algo.

La pantalla decía:

"¿Qué puedo hacer para que dejes de indagar en esto?"

De verdad quería alejarme.

—¿Indagar en qué? ¿Sí traes algo entre manos? —Ladeé la cabeza con una sonrisa.

No supe si me miraba, ni cuál era su expresión, pero volvió a teclear.

"Jiji, jaja."

—¿Qué es lo que buscas en L.A.? —pregunté, y con mi mano bajé el teléfono que se interponía entre ambos—. Si me dices, puedo incluso ayudarte. Soy bastante bueno en esto.

Señalé mi peluca.

—Y también estudio dentro.

Retrocedió medio paso solo para poder teclear nuevamente. Por sus guantes, parecía reacio a mostrar siquiera un poco de su piel.

"¿Y tú ganas qué?"

Me quedé congelado, mostrándole mi dentadura a su pantalla.

Verga, no pensé en eso.

Quise posar mi mano sobre su hombro, pero retrocedió aún más. Me abracé a mí mismo y le di una explicación vaga sobre compromiso moral, responsabilidades imaginarias, otro que otro sermón que no llegó a nada. Cuando sentí que se estaba aproximando, para quizás golpearme, volví a abrir la boca.

—Pasa que me siento... —Pasó de mí, pisando el contenedor para treparse al techo del edificio.

¿Mh?

Levanté el rostro, hasta ver su mano que se extendía para permitirme agarrarlo.

¿MH?

—Te juro que hay un pinche termo que no estaba aquí hace media hora —oí la voz lejana del guardia, pero demasiado cercana para ya no estar dentro del instituto, sino en el callejón detrás.

Tomé su mano y pisé el contenedor para subir. Mi pantalón fue rasgado por los cristales que ponían en los techos de la vieja construcción, así que quise moverme para no pisarlos, pero al ver el escenario completo me paralicé.

No eran solo cristales en los bordes, sino en toda la superficie.

—Estoy seguro de que fue uno de los pendejos que estudia aquí. Es un maldito termo de los monos chinos esos de Sanrio.

Me cubrí la boca, acostado boca arriba sobre el cuerpo de a quien planeaba investigar. Quise levantarme pero me abrazó tan fuerte para que no fuese a bajarme ni hiciera algún movimiento con el que pudiera terminar de quebrar las botellas.

Él estaba en completo silencio. No supe si tenía alguna protección especial en el torso y piernas, pero por la sensación de sus brazos, me parecía que se trataba de solo la ropa.

Nada le protegía.

¿De verdad será mudo? No escucho ni un quejido de dolor.

—Déjame baj... —Me tapó la boca. La luz del guardia pareció elevarse al cielo, haciéndome sudar en frío.

Este tipo ha de estar sufriendo horrores, no es normal.

Cuando el guardia volvió por donde vino, me levanté con mis botas de combate pisoteando los cristales. Quise ayudarlo, pero se reincorporó sin mi ayuda. Me pareció que sangraba de uno de sus brazos, pero no me dio la espalda ni me dejó acercarme.

Yo habría terminado igual si no hubiese sido mi colchón humano.

Quiero ayudarte porque creo que podrías ayudarme también —hablé al verlo tan sumido en sacudirse las botellas rotas.

No se detuvo, acabó de quitarse los trozos visibles y volvió a sacar su teléfono.

"¿Qué quieres?"

—El teléfono de un conocido... —Murmuré, inseguro.

Me miró como esperando más.

—Quisiera que lo sacaras de la escuela, eso es todo.

Una de las cosas que no me hacía sentido desde hace meses, era cómo alguien tan poco inteligente como Desrealización-Despersonalización pudo tener acceso al historial de Hipocondríaco como acosador. Tenía tiempo pensando en ello, pero no había encontrado la oportunidad para indagar.

Si quería una excusa, y también saber un poco más de sus contactos, mataría dos pájaros de un tiro. No creí que la jugada me saldría bien, pero el extraño accedió, no sin antes teclear una forma de referirme a él:

"Llámame River."

~•~•~•~

—Perdón por no acompañarte los fines de semana, de verdad que he estado muy cansado —me disculpé, tirando del brazo de mi pareja que seguía echándome a sus costados para no verme.

Y esta semana no será mejor, debo juntar la información que me pidió a cambio.

—Si estás caliente voy a donde sea que estés, ¿pero tú incluso te largas cuando estamos por hacerlo? —Me dio un empujón. Su frente estaba sudada por el sol de medio día.

—Oye, amor, no hablemos de eso aquí...

Me encogí de hombros entre risas, y bajé los ojos apenado aunque no pudiese verme con mis lentes de sol puestos.

Me sentía emocionado por haber logrado mi cometido, pero no podía ni siquiera confiárselo a la persona con la que salía; estaba llegando a cansarme después de varias noches con él, como cualquiera de mis ex-parejas. Nuestro tiempo de expiración estaba llegando.

Esto es incómodo ya.

—¿Te parece si terminamos...? —Propuse, con los dedos en mi nuca.

Escuchaba los pasos de alumnos a nuestro alrededor, pasando de largo para entrar al instituto y otros girando hacia el estacionamiento. Nuestra presencia justo en la esquina, acaparando el espacio.

—¿Así nada más?

—Seh...

—No mames. —Me agarró del brazo que traía lastimado por la caída.

—Espera, no me toques ahí...

Me pegó a su cuerpo, apenas vi de reojo el calzado de los estudiantes al pasar sobre el desnivel. Quise apartarme, igual que unos audífonos ajenos que al quedar colgando, dejaron a mis oídos escuchar una canción.

London Calling and I don't want to shout.

—Suéltame, por favor —forcejeé, sintiéndome culpable con él—. Me lastimas.

But while we were talking, I saw you nodding out.

—Siquiera di que te hago un favor al tocarte. —Apretó mi espalda baja.

Los audífonos se cayeron y los tenis del alumno se aproximaron hasta despegarnos. El apretón me lastimó el hombro, pero mi novio recibió un golpe en su pecho tan fuerte que se quedó sin aire unos segundos.

—¿Estás sordo o porqué mierda sigues tocando al presidente? —Insomnio se quitó la cachucha, rasgando la voz sin detenerse a mirarme—. Enfermo de mierda, ni siquiera estudias aquí, ¿verdad?

Quiso caminar hacia él, pero jalé la manga larga de su uniforme y le expliqué la situación.

—Es mi novio, solo estábamos discutiendo, ¿ya? —Inso me miró sobre su hombro—. Perdón si se malinterpretó.

—Tu ex, dirás —soltó el pendejo frente a mí. Rodé los ojos en automático.

—Igual lárgate si no estudias aquí. —Inso fingió avanzar hacia él. Fue suficiente para que el otro se retirara.

Me despedí con mis deditos al aire mientras me ocultaba tras la espalda de Insomnio. El nuevo miembro de mi club no lo notó, pero mi ex sí, eso era suficiente.

Dejé escapar al aire cuando desapareció de mi vista y me agaché para recoger mi mochila, al igual que los audífonos de mi compañero.

Allí Insomnio habló, cosa que deseé fuese incapaz de hacer.

—Que alguien sea tu novio no le da derecho a agarrarte así.

—Lo sé, pero estábamos peleando —bufé.

—No seas idiota, sabes que está mal. No eres consejero por nada.

—Y tú no seas idiota —volteé, aproximándome a su rostro aunque fuese lejano por la altura—, si no quiero hablarlo contigo porque me da vergüenza es evidente.

Arrugó su entrecejo. Parecía que estábamos en un concurso de miradas, hasta que suspiró y relajó su semblante.

Se disculpó también.

—Perdón, entiendo que sea difícil a veces poner límites —expresó, con una respiración profunda—. Solo te aconsejo que lo hagas temprano, antes de que sea demasiado tarde.

—Gracias. —También suspiré.

Insomnio era bastante reactivo, aunque casi siempre parecía estar desinteresado y harto de todo, se notaba el esfuerzo que hacía por no enojarse ante cualquier mínima cosa. Yo retrocedí para sacudir mis brazos, quitarme los escalofríos y animarme una vez más.

—Bueno, ya es hora del club, así que a trabajar... —Le sonreí políticamente, con sus audífonos en mis manos en son de paz.

Él los recibió.

—Hablando del club, salí a buscarte porque llegó alguien. TDAH lo está atendiendo junto a Hipo —me informó, caminando a mi costado como si se tratara de mi asistente—. No parece de buen humor.

—¿De buen humor en qué sentido?

—No sé. —Se encogió de hombros, poco comunicativo.

Anduvimos por los pasillos. Durante el trayecto, mi cabeza no dejaba de planear el escenario y las cosas que necesitaría a futuro.

Le había encargado a River introducirse a L.A. para sacar el teléfono de Des de uno de sus pupitres.

¿Pero cómo lograría que el teléfono se quedara allí en primer lugar? Podía pedirle ayuda a alguien de su clase, que simplemente lo cubriera con alguno de sus libros, quizás distraerlo a la hora de la salida para que olvide ahí su equipo.

No creo que sea anormal para alguien con su trastorno olvidar las cosas.

No sentía remordimiento alguno por usar la condición de Des desfavorablemente, sobre todo teniendo en cuenta que él había hecho exactamente lo mismo con Hipo. El mundo en el que vivíamos se basaba en ello, quienes podían sacar provecho de sus condiciones y las ajenas.

Desde el momento en que nacías estaba decidido si eras un cazador o una presa.

Yo era alguien que podía nacer entre cualquiera de los dos, siendo rechazado de igual manera.

—Voy a pasar al club por unos papeles, ya que tengo otros pendientes —le informé a mi acompañante—. ¿Será que puedas hacerte cargo de mantener las cosas a flote? Me parece que eres bueno poniendo un alto a cualquier situación.

—No —respondió a secas, pero después añadió—. No hay problema.

—Ja, ja, qué gracioso.

River me pidió a cambio, acceso al computador de mi club, o del consejo. De preferencia ambos.

Aunque negué tener al del consejo, dije que lo intentaría. Pero no le daría el de mi club, sino que quería saber más de lo que buscaba para yo realizar la búsqueda por mí mismo. No pensaba darle el control de las cosas personales que me contaban los alumnos.

Pero mencionó algo sobre estudiantes con historial de acoso los últimos años. Eso me hizo preocupar, ya que eran los archivos más delicados.

¿Habrá pedido eso para asustarme o de verdad los usará?

—Hay demasiada mierda en mi cabeza, no sé cómo soy capaz de contenerla... —Hablé a mis adentros, empujando la puerta del club.

Me siento como Hipo pero al mil.

Una silla pasó volando frente a mí cuando entré al club. La pelona al fondo se cubrió las orejas con sus manos, mientras Hipo la sostenía para que no se fuese a tropezarse.

—¡¿Dices que es mi culpa por no saber cuándo parar?! —El alumno desquiciado parecía estar emperrado con TDHA.

—¿Qué salió mal? —Me incliné a preguntarle a Inso.

—No sé, no estaba aquí —respondió, mirándome incrédulo.

Hipocondríaco apartó a la pelona para hablar con el tipejo. Hipo era solo un poco más alto, pero se acercó encorvado para no verse intimidante. Me sorprendió ver que había comenzado a actuar más pasivo, o simplemente a limitarse a sí mismo.

—No era su intención ofenderte, literal, ella solo quería ser más clara con...

—Clara su puta cabeza pelona. ¿Tiene cáncer la bruta esta?

—¿Qué dijiste? —Hipo retomó su postura.

El coraje se notó en la cara de mi amigo. Insomnio caminó para interponerse entre ambos, pero al final no hubo necesidad ya que me arrojé a abrazar al extraño con todas mis fuerzas.

Cerré los ojos y me hundí en su pecho.

El silencio se volvió sepulcral, estaba seguro de que incluso la mosca dentro del club se detuvo a mirarme con vergüenza ajena.

—¿Qué haces? —El wey trató de alejarse, pero yo continué aferrado a su espalda.

—Sí, Al, ¿qué haces? —Hipo también me miró confundido.

—Lo abrazo —le respondí a él, solo porque era el único que me importaba realmente en el club.

—Lo abraza —repitió la pelona.

La mosca continuó zumbando.

—Dios, ya suéltalo. —Inso tiró de mi saco para atrás, obligándome a parar.

El chico quedó pálido. Retrocedió antes de llamarnos a todos raros, incluso juró que era un club de mierda como le habían dicho. Parece que toda la escuela sabía que allí estábamos los rechazados, los "asquerosos" como nos llamó; no me sorprendería si tumbaran nuestro club para la semana siguiente.

Azotó la puerta al salir.

Nos quedamos allí con la silla media rota en el piso, sin palabras. Fue extraño no estar solo al recibir palabras tan duras, sino haberlas recibido como grupo.

Insomnio se inclinó para levantar los pedazos rotos de madera.

—Bueno, déjenme decir, que no era él quien allanó L.A. —pronuncié al girar en mis talones—. Tarán...

—¿Volviste a seguirlo? —Hipo bajó la cabeza con decepción.

La pelona pidió un momento para retirarse. Dijo que necesitaba tomar aire, supuse por lo que le habían gritado acerca de su ausencia de cabello, o quizás solo ver a alguien reaccionar así. Me pregunté si acaso las cosas se habían salido de control por su trastorno o algo, pero no quise comentarlo.

Insomnio se mantuvo ocupado mientras Hipo me pedía que le diera una semana, solo una más, para acompañarme si volvía a ir. No quería que fuese solo, corría riesgos y él sabía que yo solo andaba metido en esto por mi necesidad de ayudarlo.

No me pareció que valiera la pena el verlo tan preocupado.

—Claro que te esperaré, pero lo hablamos luego, ¿te parece? —Me sentí agotado para charlar con esos momentos.

Me senté detrás del escritorio y posé mi cabeza sobre este. La tarea de River podía esperar un poco, así que cerré los ojos para descansar antes del siguiente periodo.

No sé cómo mi cuerpo planea soportar tanto.

No podré llevar este ritmo a largo plazo.

• • •

FUA, ES QUE ESTE CAPÍTULO NO DEJA DESCANSAR A NADIE.

Hay demasiada información, pistas, sospechas, escenas con información a medias. Un sujeto buscando pelea mientras la pelona solo se ve agotada, Insomnio está cómo ¿¿¿ e Hipo tampoco quiere saber nada. Albin está sosteniendo toda la información de la trama.

Fue estresante escribirlo, pero también lo he disfrutado. Habíamos estado bien tranquilos, pero yo advertí que el ritmo iba a acelerar en los capítulos de Albin.

Parece que el extraño, ausente de palabras, se hace llamar River. ¿Puso en riesgo su propia salud para evitar que Albin se lastimara o que no le arruinara el plan? ¿Ustedes qué creen?

Confiscaron el termo de Albin. Debe tener más cuidado. Y hablando sobre él, parece que quiere cazar la identidad de River y de paso a Des. Está jugando a dos balanzas.

Hipo quiere acompañar a Albin, pero sabemos que debe mejorar su condición física. Incluso Albin tiene una mucho mejor, seguro también unas piernotas GAHSHAJA.

En otras cosas, ¿qué les ha parecido la relación entre Insomnio y Albin? Tienen roces pero parece que es el único que lo ha mantenido centrado estos últimos capítulos.

¿Comentarios? ¿Teorías?

¿Cómo andan?

Bueno, este capítulo fue para Andy porque mañana sale de viaje y quería algo para leer. Así que dejo esto con mucho cariño y amor.

Una ilu que ando haciendo:

ESPERO LEERNOS PRONTO. <3

~MMIvens.

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