Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 34: Todos están de acuerdo.


He de admitir que le tenía miedo a nada. No en el sentido de ser valiente, no, todo menos eso.

Un miedo irracional a la nada. ¿Miedo a vivir? Como un pecado, que llenaba mi vida de frustraciones, anhelos; cosas que debí afrontar y en su lugar, por miedo, cometí más errores.

Como un maldito cobarde.

Hipocondríaco.

El que nada sabe nada teme.

Realmente me habría gustado ser un ignorante. Pero ahí estaba ese pensamiento otra vez; miedo a mi propio conocimiento.

Literalmente, ser inteligente estaba sobrevalorado.

El ingreso al baile era ostentoso. La temática era alfombra roja, así que todos debían vestir según la etiqueta. Ir de traje fue natural para mí.

—¿En qué nivel de inventada me veo? ¿Un 5 o un 10? —La chica frente a mí en la cola retrocedió hasta chocar con mi hombro, pero no se dio cuenta pues estaba más concentrada hablando con un amigo—. ¿11? ¿Te parece? That's not right. Debería haber venido al 15. Siento que quizás si hubiese puesto más insectos disecados en mi espalda...

Dio algunos pasos atrás. Yo no había llegado tan temprano ya que Exin quería llegar antes. Me dijo por mensaje que tardó en ingresar porque los organizan en mesas según su llegada. Yo estaba seguro de que ya no tendría una silla.

Debí quedarme en casa, haciendo nada.

El único organizador cuidando a los alumnos que pisaban la alfombra roja estaba en su teléfono, hastiado de las voces que se tomaban fotos antes de entrar y retrasaban al resto. Desvié la vista hacia los otros pasillos de Savant, pero parecían abandonados incluso por los profesores, que seguro eran chaperones en el interior.

Afuera de la escuela había una patrulla, pero tuve la idea de que al menos si no fueran tacaños podían poner vigilancia en el resto de la escuela.

—¡Hipocondríaco, oiga, le hablo! —Volteé en búsqueda de las palabras formales.

La chica, de la la cual poco recuerdo su rostro o siquiera su nombre, se abrió paso entre la fila para llegar a mí. Apreté los párpados para recordar su condición, pero solo pude pensar en Estocolmo quien reía mientras comentaba:

"Ya se me olvidó quién era. Le diré «la de las fotos»."

"Le diremos así, me parece bien."

"¿Le diremos? Ok, ok. ¿Qué más haremos?"

—Oiga, que le hablo. —La rubia tiró de mi saco, consiguiendo que me doblase para escucharla mejor.

Abrió su mochila frente a mí. La chica lucía despeinada, su ropa indicaba que si iba al baile era solo por fotografiarlo, no ser parte de él. Sacó un par de fotos, las cuales yo afirmé haber revisado ya pero dijo que habían más.

—Me dijo usted que revisara a detalle cualquier cosa extraña durante el PLJ, pero hay algo en particular que vi revisando fotos antes del programa... mire, aquí. —Señaló.

—¿Esta foto de cuándo es?

—Una semana antes del PLJ.

El conserje que solía aparecer en viejas fotos de Savant era más bajo que el actual conserje, quien se encontraba en las fotos de estas últimas semanas. No se enfocaba el rostro de estos individuos debido al cubrebocas, pero la altura no concordaba a simple vista.

—No solo eso, el conserje del edificio contiguo también fue relevado. Pero acá lo cambiaron por alguien más bajo. Dejando de lado el porqué cambiaron a los conserjes, el día de ayer fui a fotografiar al equipo de basketball por el incidente y escuché que...

—Ella se coló. —Un tipo detrás de nosotros delató a la chica de las fotos.

La rubia me miró con esperanza de que abogara por ella. Hablé para decir que yo saldría de la fila; de todas formas quería recorrer la escuela ahora que no había alumnos entre los pasillos. Sería más fácil observar el escenario.

No importa si entro un poco más tarde.

El sol se había ocultado ya, la neblina comenzaba a descender a esas horas aunque aún se sentía el bochorno del día. Me sentí como si recorriera la ciudad, un modelo escala, entre pequeños pasos dudosos a lo largo de la escuela.

Las luces yacían encendidas en algunos pasillos, otros estaban completamente oscuros; cuando estos se encontraban, la luz rompía con la oscuridad de forma súbita. No sabía dónde se encontraban los interruptores así que me limité a observar de lejos los salones que fueron asignados temporalmente al consejo estudiantil de L.A.

Bajé la vista hacia mis zapatos, antes de centrarme en la corbata negra que mantenía mi respiración natural o de lo contraria comenzaría ahogarme. Cierta vez que usé un traje independientemente del uniforme, fue en la graduación de mi secundaria; mi altura actual no era la misma que en esa época, pero de resto, mi persona no había cambiado nada.

Siempre el mismo.

Traté de sostenerme del saco para retirarme, pero mis ojos seguían volviendo a ese pasillo oscuro, donde se encontraba el carro de limpieza de algún conserje, como si estuviesen limpiando el interior.

Tuve la impresión, literalmente, de que me cortaría si cruzaba esas puertas. Yo sabía bien cuándo detenerme. Si algo no me daba buena espina, que era casi siempre, lo mejor era ignorar.

No se trataba de perder o ganar, no era tan simple como ello.

Pero si he estado haciendo todo este trabajo, es porque no quiero más problemas.

—Ni que culpen a alguien inocente... —Suspiré tras redireccionar mis pasos a la oscuridad, con la mente llena del incidente del equipo de basketball.

Rodeé el carrito de limpieza y abrí con cuidado el salón del consejo. Esperaba encontrar las luces encendidas ya que si alguien limpia el interior lo lógico era estar iluminado, pero debido a la ausencia de luces sólo destacaba el farol del exterior que se colaba por las ventanas.

Una de las ventanas estaba abierta, azotando las hojas que reposaban en el escritorio. Algunas cayeron al suelo, demostrando la presencia reciente de alguien más.

No comprendo si entró el conserje u otro alumno. El baile despista demasiado.

Dejé la puerta entreabierta. Encendí la linterna de mi celular y me aproximé a recoger los papeles del piso; eran fichas de algunos alumnos, con información personal tal como los clubes de los que formaban parte, suspensiones, reportes del comité disciplinario, entre otras cosas.

El comité disciplinario solo era una extensión del consejo estudiantil, así que podía considerarme parte de ambos al ser la mano derecha del presidente del comité. En ocasiones yo era quien organizaba los archivos para entregarlos a Bipolar, así que sabía en qué gavetas guardarlos.

Tras recoger los papeles me acerqué a los del escritorio para acomodarlos, no sin antes revisar la numeración y asegurarme de que no faltara ninguno. Me detuve al ver mi propio rostro en los archivos, esa imagen lúgubre que me hizo pegar un pequeño salto.

—No han actualizado la foto, es de mi primer año. —Extendí la mano para tomarla. Me hizo feliz por un instante pensar que mi expresión había cambiado un poco desde que entré a L.A.

Antes solía verme como un fantasma, no del tipo que acechaba a otros, sino que se mantenía en algún lugar apartado con la esperanza de desaparecer de la vida en cualquier momento.

Eché un vistazo a mi información personal. Tuve que voltear la hoja para confirmar que no faltaba información, pero en donde debía ir el nombre de la afiliación o el club del que soy parte, no había nada sobre el comité disciplinario. Por el contrario, se destacaba que no era parte de ninguno, ni siquiera en los años posteriores.

Yo había visto mi propia información meses atrás así que la modificación no fue sino hasta ahora.

Comencé a marcarle al presidente del comité pero este no respondió. Opté por llamarle a Bipolar, con la esperanza de que no tuviese el teléfono apagado. Cuando respondió la música de fondo no me permitía que escucharla.

—Déjame salgo tantito del baile... —Aguardé—. Ya, ¿qué pasó, Hipo? ¿Descubriste algo más? Sí estás al pendiente del incidente del equipo de basketball, ¿verdad?

—Sí, pero quería hablar de algo más. Entré el salón temporal del consejo estudiantil debido a que me pareció que lo estaban limpiando, pero solo he encontrado registros de alumnos fuera de la gaveta —hablé velozmente, sin detenerme a escuchar la música de fondo que destacaba en su silencio—. Creo que los han alterado. Literalmente tendremos que revisar uno por uno, no me hace sentido...

—¿Alterados en qué sentido? Habla más lento. —Me pidió.

Traté de tomar asiento en el escritorio, sosteniendo mis propios papeles. Respiré para poder hablar despacio, aunque me alteraba la idea de que tendríamos que realizar ese trabajo durante el PLJ.

—Por ejemplo, mis papeles indican que no soy parte de ninguna afiliación. Solo puedo corroborar el mío porque desconozco al resto de estudiantes, no sé si también están corregidos los registros digitales, por eso deberíamos hacer una inspección a...

—Hipocondríaco, no es un error.

—Detalle. —Me detuve al escucharla.

Pregunté a qué se refería.

—Eres inteligente, Hipo, debes entender. Yo te había dicho que cargarías con todo si algo salía mal, pero todos estamos de acuerdo en que tampoco vamos a arriesgarnos —habló con calma—. Decidimos borrarte de los registros, ya sea como miembro en el presente o pasado, después de que golpearas a un alumno en L.A. Puedes seguir asistiendo y formar parte como hasta ahora, pero no como miembro oficial.

—Ese alumno estaba golpeando a Albinismo. —Le interrumpí.

—Pero él no tiene un historial de acoso y abuso contra un síndrome.

La corbata comenzó a molestarme pero no me moví. Es cierto que era inteligente, quizás por eso me alteré tanto al ver el cambio en mis registros, como si esperara que me dieran la espalda en cualquier momento.

Así eran las personas. Bastaba que se les diera una razón para mostrar sus manos antes de dar el empujón; al pensar en ello perdí todo equilibrio y esperanza en cambiar la dirección de mi vida.

Estaba perdido, igual que el yo de hace unos años al que le sacaron esa fotografía.

—Solo devuelve los papeles al lugar donde estaban. —Alejé el celular de mi oreja, al igual que su voz, cada vez más ajena—. Concéntrate en tus cosas y disfruta la noche, ¿de acuerdo?

Colgó.

Me encogí, dejando mis manos sobre el escritorio mientras mis piernas colgaban sin fuerza para levantarme. Tenía tiempo sin tener esa sensación de haber sostenido algo que fue arrancado sin aviso, no obstante, estaba acostumbrado a ello.

Pensé que si permanecía tres años siendo parte del comité y el consejo podrían becarme.

—Pensé. —Me repetí, antes de levantarme y abandonar el lugar.

Los pasillos se hicieron largos durante el trayecto, o quizás mis pasos más cortos y lentos. De fondo se escuchaba la música ahogada del baile, como una bocina en algún lugar, cubierta por tela.

—I have this thing where I get older, but just never wiser. Midnights become my afternoons. —Reconocí la canción.

Me detuve a escasos metros de la entrada, siendo arrastrado por la alfombra roja hasta el final. Las luces de colores ya golpeaban en mi dirección, un morado casi azul que inundaba mi rostro. No presté atención al interior, sino a la puerta del instituto, abierta.

A lo lejos, pude distinguir la figura de una chica delgada, con su mano en lo alto como si me saludara.

When my depression works the graveyard shift, all of the people I've ghosted stand there in the room.

No mostré emoción alguna más allá del desinterés, a pesar de haberla reconocido; se trataba de Anemia, con quien fui a la secundaria, aunque no podía entrar ya que no era parte de ningún instituto. Pensé que me llamaba para permitirle la entrada.

Nuestros ojos se encontraban atentos al otro, como si me viese a mí mismo.

I should not be left to my own devices, they come with prices and vices, end up in crisis.

Aparté la mirada lentamente, pensando que quizás era un delirio. Me centré en la alfombra roja, sin ser capaz de levantar la cabeza. Me aterró la idea de que realmente estuviese allí.

—¿Vas a pasar?

I wake up screaming from dreaming one day I'll watch as you're leaving.

—Joven, ¿va a pasar? —El organizador posó su mano sobre mi hombro, haciéndome más pequeño. Apenas asentí sin mirarle a los ojos.

—'Cause you get tired of my scheming. For the last time...

Tan pronto crucé al interior, la multitud me abrumó.

It's me, hi. I'm the problem it's me.

No podía distinguir la mayoría de los rostros que se movían con velocidad de un lado a otro, ni las personas que bailaban, tampoco las mesas que se supone estaban en los costados. Vi necesario quitarme la corbata o no podría continuar.

Traté de buscar a Exin entre los alumnos, pero cuando lo encontré ya se hallaba bailando con alguna chica y no quise interrumpirlo. Me refugié en una esquina para escribir un mensaje de texto.

—¿Sí habrá venido? —Respiré repetidas veces para tranquilizarme. Me calmaba la idea de comunicarme con él.

Le pregunté a Estocolmo si había venido al baile. Tuve una respuesta casi inmediata.

Estocolmo 2:
Seh, no quería venir pero alguien me invitó. Supuse que no tenía con quién ir. Viniste tú?

Yo: Sí, literalmente Exin me obligó.

Estocolmo 2: Ya veo, ya veo. Ambos somos hombres de palabra

Envió un sticker de un hombre conejo comiendo pollo frito. No supe qué tenía que ver con el mensaje pero pude imaginarlo.

Yo: Es algo que aprecio de ti.

Envió un sticker del mismo hombre conejo sosteniendo el brazo de otro, como si lo usara de soporte.

Yo: Cambiando de tema. ¿Estás libre mañana?

Estocolmo 2: Después del mediodía. Necesitabas algo?

Yo: Te dije que planearía algo mejor. La última vez no terminamos la película, tampoco comiste.

Estocolmo 2: Créeme que fue mejor que mejor.

Eliminó el mensaje enseguida. Me reí.

Estocolmo 2: Está bien. También quería hablarte de algo. Puede ser a las 12:30 afuera de Cristal.

Yo: De acuerdo.

Envió uno de sus stickers raros dónde solo estaba parado el hombre, estático.

Yo: ¿Te respondo con otro sticker o como?

Envió otro sticker en movimiento del hombre conejo. El sticker decía No repetidas veces. Y junto a ese envió otro que decía Bye. Por último, el hombre conejo corriendo a algún lugar lejano.

Ya no respondí a sus stickers. Estocolmo se comunicaba por mensaje de manera extraña, ya me había dicho que no le gustaba mucho usar el celular pero sí estuvo raro.

—Amor, te estaba buscando. —Al apartó el teléfono de mi rostro.

Albin, que estuvo asistiendo todos esos días con su peluca castaña, estaba en el baile con su peluca negra favorita, la cual llegaba a sus hombros de largo pero era más corta del flequillo. Su camisa era blanca por la mitad, el resto sólo negro. Dio media vuelta con los brazos abiertos mientras preguntaba qué me parecía.

—Te ves bien. Te maquillaste diferente, ¿no?

—Lo notaste, te amo. Me puse unas lentillas azules, y apliqué más color a los labios. ¿Quieres probar?

—No. —Se rió de mi respuesta rápida.

Dijo que me buscaba para bailar. Aparentemente utilizó todo su día en arreglarse y aprender cómo se baila una cumbia y algunos otros pasos básicos. Confesó no saber nada cuando me estaba guiando, pero que ahora ambos no haríamos el ridículo.

—¿No viniste con pareja? —Pregunté, mirando a los alrededores.

—No, sabía que venías solo así que te conté como mi acompañante. —Dijo como si nada, arrastrándome del brazo. Albin a veces era cínico.

—Para ser introvertido, eres muy sociable.

—No he hablado con nadie más que contigo, y eso que llegué... ¿Hace dos horas? —Sonrió, deteniéndome después de llegar a la pista.

Albin me habló de ir a comprar ropa mañana, ya tenía tiempo comentándome que el día libre del PLJ quería mi ayuda para escoger algunas prendas. Le dije que estaba ocupado después del medio día, así que propuso que fuésemos en la mañana.

—¿Está bien en Cristal?

—Sí, justo allí quería ir. —Gritó para que se escuchara entre la música.

—Bien, podemos... —Me distraje observando a mi alrededor.

Estocolmo se reía mientras observaba cómo bailaba su acompañante, no porque el otro hiciera algo mal, solo parecía una risa irónica al ver que le intentaban enseñar pasos que ya conocía. Albin me habló pero me ensimismé tanto en aquellos dos.

¿Por qué vino con Impostor?

El chico de corto cabello llevaba un soporte en su brazo y dos dedos enyesados.

—Eres secreto de amor, secreto —cantó Albin, distrayéndose con la música pero sin moverse, solo esperando que esta terminara.

Su voz se escuchó como un susurro atrapado en mi cabeza, mezclándose con mi respiración agitada. Quedé inmóvil, sin ira, sin disgusto, sin juicios rápidos, solo un temor irracional a las palabras, a moverme, y a mí mismo.

Albin apoyó su mano en mi hombro, me sacudió, pero irremediablemente vio en la misma dirección que yo veía. Me preguntó si quería bailar con alguien más, o si algo me molestaba, como si entendiera lo que pasaba. Agradecía que fuese alguien sigiloso, que no decía nada mas de la cuenta incluso si lo notaba.

—No pasa nada. —Respondí, restándole importancia.

Puedo preguntarle mañana. Es todo. Tampoco es que Estocolmo recuerde quiénes eran mis compañeros de clase.

—Sabes que puedes contarme lo que quieras, pero no te voy a presionar. —Me hizo saber el chico frente a mí, se oyó agotado pero comprensivo.

—Está bien, no digas nada. Estoy bien si me centro en cualquier cosa. No ha sido un buen día de todas formas.

Se acercó más a mi rostro para oírme mejor. Le conté lo que sucedió con el comité, pero omití el detalle de que fue por haberlo defendido. Albin era la víctima en los hechos, no la razón por la que me sentenciaran así.

—Mira, te propongo que nos infiltremos más tarde. Podemos prenderle fuego a los archivos, estos deberán ser llevados al director y a la junta directiva. Ya que te estarías presentado como el representante del comité disciplinario se pueden actualizar los datos y...

—Albin, no le voy a prender fuego a los papeles.

—No digo que necesariamente lo hagas tú. Puede hacerlo un estudiante que no conozco, a quien le gustan las pelucas y si alguien lo ve solo dice que fue alguien más.

—Suenas como loquito.

—He de confesar que tengo episodios maníacos, depresivos y soy un poco narcisista, pero estoy perfectamente equilibrado para hacer un buen trabajo. Déjamelo a mí.

—No, Albin, no. —Sonreí, apoyando ambos brazos sobre sus hombros para hacerle saber que estaba bien dejar las cosas así.

—De acuerdo, no haré nada. Igual, aviso que yo no fui quien le prendió fuego a una carpa durante el campamento del año pasado.

—¿? —Elevé una ceja.

—No fui yo.

Se ve tan culpable.

Albin reconoció la siguiente canción. Me hizo centrarme en los pasos, enseñándome lentamente cuáles eran antes de comenzar a bailarla.

—Todo lo que ves es lo que soy. No me pidas más de lo que doy, no.

Mis ojos seguían volviendo a Estocolmo, quien al parecer terminó guiando el baile con su acompañante. No parecía darse cuenta de que bailábamos al mismo tiempo.

Yo no sé mañana. Yo no sé mañana si estaremos juntos, si se acaba el mundo.

Pisé a Albin accidentalmente. Me pidió que mirara los pies atento, luego su rostro. Dijo que era más cosa de dejarse llevar.

—Si serás para mí. Si lleguemos a amarnos o a odiarnos —me cantó, aferrándose a mi cuello para evitar que mirara a los alrededores. Le sonreí, diciéndole que estaba bien—. Yo te reservo, así que te quiero aquí, nada de andarte preocupando.

Esta vida es igual que un libro, cada página es un día vivido. No tratemos de correr antes de andar.

—Gracias. —Asentí, haciéndole saber que valoraba su compañía. El resto del baile lo pasé con Albin, comiendo un poco después de esa canción.

• • •

HOLA, BUEN DÍA.

Ya una semana desde la última actualización. Saben que ando media ocupada pero quería traerles este capítulo con ANTI-HERO, de las canciones favoritas de Hipo.

Los stickers de Estocolmo están curiosos.

Parece que el comité dejó a su suerte a Hipo. No solo eso, no supieron qué alguien más había entrado a revisar esos papeles, ya que Hipo no tuvo la oportunidad de decirles.

Anemia e Impostor parecen haberse puesto de acuerdo. Pero al menos Imp fue con los dedos rotos.

Exin y Des... los veremos después. Albin anduvo monopolizando a Hipo.

¿Comentarios, anécdotas? ¿Alguna reflexión sobre el miedo?

BESITOS, LES DESEO UN BUEN INICIO DE SEMANA. <3

~MMIvens.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro