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Capítulo 14: Soy mi peor enemigo.

Cualquier persona que se involucrara emocionalmente conmigo, estaba listo para ser mi compadre.

¿Mis parejas? Que ellos se quedaran con lo mejor, si querían ver lo peor yo no podría darles la cara, así que los terminaría.

Exin.

Sinceramente, estaba avergonzado de mí. Demasiado, cagadísimo.

Era alguien acostumbrado a vivir con los problemas, incluso ser parte, no resolverlos; cuando la gente veía esto en mí se decepcionaban, no se querían hacer ilusiones, o solo me odiaban.

Mi mejor amigo era el único capaz de tolerarlo. Yo no quería que más personas se vieran obligadas a fingir que les agrado.

Los domingos después de trabajar en el changarro como buen ciudadano registrado en el SAT, cumplir algunas tareas y participar activamente en la cena, terminaban conmigo visitando a alguna de mis parejas para tener sexo; eso si tenía suerte, a veces solo terminaba viendo una serie que querían que viera y yo fingía que era interesante.

Tenía un mes sin que mis planes fueran así, solo terminaba la cena y a la cama, aunque mis neuronas estuvieran por los suelos y las hormonas hasta el cielo. Despertaba con fiebre por no poder dormir.

Esta noche, temprano, intenté escribirle a algunas chicas para quedar entre semana. Yo no me rajaba a nada, ni a hacer promesas pese a no saber si sobreviviría a lo que se venía hoy.

—Ahora me doy a la fuga —susurré, sosteniéndome de la madera empinada que conformaba la protección del garage afuera de mi ventana.

Mis dedos no lograban sostener los pequeños cortes de la madera. Cerré los ojos, preparado para el hecho de que no había nada que pisar para descender, solo la oscuridad de la noche.

—Bueno, ya fue.

Solté mi agarre, cayendo de espaldas contra el concreto del piso. Escupí una nube de vaho, desesperado por inhalar y exhalar para soportar el impacto a mi cuerpo. Pensé que no podría ni levantarme así que solo llevé mis manos al estómago y permanecí allí echado cual vago con la esperanza de sentirme mejor.

Eres una pieza clave en el plan de Hipo, Exin. Levántate, pinche animal.

Me arrastré hasta la avenida, con un dedito extendido mientras rogaba que un taxista se detuviera, pero seguro me veían cara de borracho o ratero así que tardé en tomar transporte.

El niño de mis ojos: ¿Vienes? Ya son las 11, perro.

Yo: Sip, ando de la verga, pero ya estoy a la vuelta.

El niño de mis ojos: HotKei, está abierto, no toques.

Tardé en comprender que DesDes puso OK. Cuando lo leí de esa forma se me escapó un bufido por su creatividad al comunicarse. A mí me decían creativo, a ese wey le sobraban mamadas, no podía estar a su alrededor sin reírme.

Me apresuré a la puerta de su casa cuando bajé del taxi, ansioso por recostarme un rato y olvidar la santa madriza que me di en la espalda al caer.

—Permiso a la que se arrime. —Mostré mis dientes al abrir la puerta, no había nadie alrededor, solo el olor de mantequilla y voces lejanas provenientes de la cocina.

—Ya vete a dormir, que mi mamá luego me va a castigar por tu culpa, prometo llevarte galletas en la mañana —la voz de Des guió mis pasos entre el camino a la cocina, apenas visualizando a su hermano menor que se retorcía por querer estar con él—. Eve, llévate a Desi a la cama, ¿no?

Su hermano menor también es DesDes, hereditario. Le dicen Desi para diferenciarlo.

Crucé el umbral por completo. Su hermana de veintiún años se ahogó con una galleta al verme, pero levantó la mano enseguida para saludarme. Des estaba de espaldas sacando una charola que acaba de hornear, él se encargaba de los postres de la casa porque era un hermano ejemplar.

Por detalles de su persona es que le daba el beneficio de la duda, o más bien, ni siquiera dudaba de él. Pero Hipocondríaco siempre era precavido con las personas, y usualmente acertaba, así que yo mantenía distancia de quien sea que no le diera buenas vibras.

—Nais, se ven bien. —Des de perfil lucía una brillante sonrisa, estaba a contraluz del foco cálido. Eve visualizó el cómo su hermano aún no notaba mi presencia.

Las galletas de mantequilla me despertaron el hambre. Apenas las puso en la mesa decidí romper el silencio.

—Cámara, ahora sí le metiste producción —soltó la charola en la isla al escucharme, mirándome por la cola del rabillo. Ninguna galleta cayó al suelo, por suerte—. Estás hermosota, mi rey.

—No mames, cabrón. Me mié. —Des suspiró por el susto, sosteniéndose de sus propios brazos.

—Dígame qué se toma, qué se fuma, qué se le antoja —tarareé, aproximándome para asaltar lo que horneó.

—No toques, wey, no están decoradas. —Me arrojó un manazo, evitando que tomara las galletas.

Me indigné por ser llamado wey, le dije que así no se me decía, sino "amor de su vida". Al inicio me miró con molestia, pero después de un rato se rió y me permitió tomar solo una. Yo la degusté mientras le veía quitarse el mandil, también recoger el desastre que hizo.

Su hermano tiró un poco de harina que tendría que limpiar otra vez.

—HEY, QUE VAYAS A ACOSTAR AL DESI. PUTA MADRE, EVE —gritoneó, correteando a su hermana mientras le entregaba una bolsa con más galletas—. Y llévale estas de estos... esos a mis papás, en su cuarto. Fasto, fasto.

Fast.

Me agaché con una servitoalla para limpiar. DesDes también se agachó, aunque no pudo limpiar nada porque el cabello que no logró ser atado se le venía al frente y estorbaba su vista. Su flequillo era demasiado largo.

—Ya me toca corte, ¿verdad? —Me preguntó, entrecerrando los ojos al sentir mi mano en su frente tratando de acomodar sus mechones rubios. Las puntas negras hacían un contraste enorme.

—Nop, me encanta así. —Enredé mis dedos en el cabello hasta poder atorarlo detrás de su oreja.

—¿Juras?

Vi el reflejo de mis prendas oscuras en sus ojos. Des tenía en sus mejillas ciertas marcas, quizás de sol, de lágrimas, de resequedad o tal vez de nacimiento; como pequeños cortes que imitaban la textura de una tela. Nunca le pregunté sobre ellas, en general nunca preguntaba sobre su apariencia aunque era distinta al promedio.

—¿Cuál es tu ascendencia? —Mi pregunta lo agarró desprevenido.

Se apresuró a recoger las servitoallas sucias, las tiró en el bote a un costado y respondió:

—Mi bisabuelo era islandés, se casó con alguien de acá. Todos están bien mezclados. —Asentí, confirmando la mezcla. Por más sangre pura que aparentaras, tenías un poco de todo.

Me contó un poco sobre los orígenes de su familia, también sobre las cosas que le gustaban de su apariencia pero también las que odiaba. Lo escuché sin comentar al respecto, Des a veces se extendía hablando pero no era aburrido, la información que daba te hacía pensar: "Oh, sería genial leer una historia con esa temática".

—Por eso nunca es bueno tomar la línea azul en hora pico porque te la arriman bien culero —terminó de hablar, dando un paso a su habitación mientras me permitía entrar.

—Lo sé, lo sé. —Aunque le seguí el hilo, no sé cómo terminó contándome de la vez que le encimaron un pitote.

Eran las 11:40 cuando comenzó a buscar su ropa para cambiarse. Me arrojé a su cama, usando mi celular como distracción, pero no quería engancharme con algún programa o cómic así que solo jugué con la cámara.

Tardó por responder mensajes pendientes de grupos. Dijo que eran los de basket, también que el entrenador James me maldecía porque yo nunca respondía a esas mierdas. Los grupos no me mamaban, a menos que fuera para robar stickers y hacerme pendejo en las fiestas.

Dejé mi cabeza colgando, con el teléfono apenas siendo sostenido por mis manos. DesDes se soltó el cabello y procedió a quitarse el pantalón frente a mí.

—Se te va ir la sangre al cerebro en esa posición, Ex —me sermoneó, pero no consiguió que me acostara bien.

—Que se venga, necesito oxigenar esa cosa.

Me metí al Wattpad, vi de reojo algunos fanfics cochinones pero terminé en Tik Tok, probando algunos audios de Billie Eilish mientras le grababa. Des solo fingió que no me tenía delante, así que procedió a quitarse la playera.

"I'll sit and watch your car burn with the fire that you started in me. But you never came back to ask it out."

Verlo desde abajo fue... raro.

Descendí lentamente el teléfono, como si la imagen en él fuera a apartarse de mi vista con esa acción, pero Des seguía allí cambiándose. La playera blanca se aferró su pecho así que jaló hacia arriba con más fuerza para terminar de sacarla, dejando su abdomen tan cerca de mi rostro que incluso mi respiración podría tocarle.

El cabello rubio cayó sobre sus hombros, tomó aire despacio y parpadeó con la mirada perdida. Finalmente se agachó para ponerse la camiseta negra, dejando solo aquella imagen de su torso desnudo en mi teléfono.

"Watch my heart burn with the fire that  you started in me."

Sentí mis mejillas calentarse, la sangre seguro llegó a mi cerebro, pero en lugar de darme dolor de cabeza, me dejó el rostro entintado de rojo.

NO OTRA VEZ, NO, NO, NO.

Me reincorporé de inmediato, arrojándole a DesDes una sábana a su cara. Gritó por la acción inmediata, iba a comenzar a maldecirme pero se calló al escucharme decirle cerdo indecente, que se consiguiera otro cuarto para cambiarse o se metiera al baño. El rubio juró ya haber terminado.

—Ya nos conocemos desde los vestidores, tarado —gritoneó.

Yo le di la espalda mientras tallaba mis muslos con ambas manos, trataba de tranquilizar mi cabeza y doblaba el cuello para no pegarme con alguno de sus estantes que podían golpearme por mi altura.

—Mierda, me estoy confundiendo de nuevo —farfullé en voz baja.

Pude sentir un balonazo de Hipo golpearme la cara, junto a groserías simultaneas. Aunque sabía que ese perro con corte de hongo era producto de mi imaginación, no podía evitar sentirme culpable por volver a verlo con otros ojos.

Cuando conocí a Des, al comenzar el curso, nuestra relación no fue tan agradable. La cuestión es que disfruté ese periodo, quizás un poco de más, cuando sabía que él claramente me odiaba.

—La que me trajo. —Fue lo que escupió cuando me vio sentarme en el pupitre frente a él. Le miré amenazante.

Incluso con sus caras y expresiones, las groserías que intercambiábamos, las miradas rancias y las metidas de patas, Des comenzó a gustarme por su forma descuidada al interactuar conmigo. Nadie se atrevía a hacerle muecas ni maldecir al trastorno explosivo intermitente, razón por la que mi lista de amistades era tan diminuta.

Lista de amigos, 1: Hipocondríaco, alias Thor.

—Dame una gomita, de serpiente —exigí, extendiendo mi mano para que compartiera conmigo lo que estaba repartiendo por el salón.

Torció la boca, me miró con desdén y aproximó el empaque.

—Grac...

Apartó las gomitas, carcajeándose como tonto mientras se tragaba las dos que llevaba entre los dedos. Sus amigos no sabían si reír o mantener el silencio al ver que se burló de mí, como un pinche blanco del grupito popular. Era infantil, despreocupado y honesto, con comentarios INNECESARIOS.

—¿Te quedaste dormido otra vez? —Hacía obvio aquello frente a los profesores, yo recién despertaba de mi pupitre y ya sentía la patada en los huevos—. Pareces espantapájaros.

—Cállese, cagada de paloma. —El apodo le afectaba más de lo normal pues tenía el tinte negro a la mitad de su cabello, su raíz clara como si le hubiesen cagado encima.

Aunque cuando me faltaba algo e Hipo no tenía repuestos, me prestaba una pluma, goma o lápiz. Yo recuerdo verle llorar porque sus amigos no lo esperaron en la salida, así que solo caminábamos juntos a la estación; se le iba el llanto ante las ganas de discutir conmigo.

Después de que nos unimos al club, comidas intercambiadas y risotadas, mi amor platónico se fue apagando ante la idea de que fui un asco con él desde el comienzo; conocía mis cicatrices por accidente y Des no era alguien interesado en relaciones, todos eran amigos para él.

Él ni siquiera entraba en mis estándares generales de "tipo" así que esperaba olvidar el hecho de me gustaba aún sin fijarme en su apariencia. Decidí verlo como mi compadre, porque pasábamos momentos de puta madre.

Nuestras neuronas funcionaban similar así que si había un rap que montar, en corto improvisábamos. Si alguien debía coordinar en el equipo, nosotros éramos un dúo perfecto. Si alguien tenía que sacarle canas verdes a Hipocondríaco, esos seríamos nosotros.

—Ya van a dar las 12, ámonos. —Golpeé mis mejillas, dando media vuelta para tomar mi chaqueta y las mochilas que dejamos listas una noche antes.

No puedo romper su confianza, así que pondré distancia física y ya luego veré lo de mis calenturas con alguien más.

—Pedrito, sáquese a la verga —parloteó, lanzando un golpe contra mi espalda baja. Cubrí mi entrepierna, pensando que se me había parado pero por suerte estaba en su lugar.

—La que te comes. —Mantuve el tono burlón, echando las mochilas a mi espalda.

Bien, bien.

—Con gusto. —Me arrojó una nalgada, dando pequeños saltos por las escaleras.

No bien, no bien.
Soy mi peor enemigo con este corazón.

Seguro tardaría una semana en volver a mis cabales, eso pensé. Aunque fue más rápido de lo que esperaba pues mi cerebro quedó frío cuando afuera de la casa de Des, Hipocondríaco iba montado en un vehículo blanco desconocido. Estaba en distintos carros con más frecuencia esos días.

—¿Nos llevarán a Savant en esto? —Pregunté, doblando las rodillas para ver al conductor.

Qué.

—Súbete ya, Exin. —Hipo insistió.

—¿Pero por qué...?

—Vamos tarde, preguntas después.

Albinismo era el conductor e Hipo su copiloto. El chico de peluca café ajustó sus retrovisores y juraría me sonrió, de forma rencorosa, con una vil hipocresía. Necesitaba comprender cómo mi mejor amigo terminó en su auto pero teníamos prisa.

Me senté junto a Des, ambos cargando las mochilas y bolsas negras que se apilaban. Teníamos un allanamiento pendiente, y un PLJ que arruinar.

• • •

Dije que se caerían de boca con Exin, pero no que sería malo GAHAHHAA. ÉL GUSTÓ DE DES PRIMERO. Ahora solo vive con algo que no fue y yap.

Dios mío, Des, cómo no te has dado cuenta.

Hipocondríaco como espectador que no mueve ni un dedo entre ambos, es más, sospecha de todo así que seguro solo mete pata e ignora.

ALBINISMO SE COLÓ AL ALLANAMIENTO, Y PARECE NO QUERER A EXIN GAHAHAH. Al menos fue ayuda mutua entre Hipo y Al.

¿Estocolmo ya estará en Savant? ¿Tienen preguntas, quieren curiosidades, esto se siente como un comercial?

¿Qué tal su domingo?

Perdonen la actualización repentina. NOS LEEMOS. <3

~MMIvens.

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