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5. Un por qué.

ROSIE.

Juro que mi corazón se paro al instante.

No recordaba que ayer había tenido un momento de honestidad con Hero.

Él niega en cuánto dice esas palabras. Se ha arrepentido.

―Olvídalo. No lo digas.

Se instaura un silencio. Está bien, no fue una pregunta con malas intenciones lo sé. Solo que había olvidado por completo lo que era hablar de la muerte de mi hermana, de hecho, con la única persona diferente a mi familia con la que he hablado de eso es Dylan.

―Hace dos años.

Él asiente. No sabe qué decir, le ahorro la incomodidad y agrego: ―Está bien. Ya estoy bien―pronuncio con convicción―. Toqué fondo y logré salir a la superficie.

Le doy una pequeña sonrisa. Decirlo en voz alta hace que me sienta mucho mejor. He logrado dar un nuevo paso. Sé que mi hermana me mira orgullosa dónde quiera que esté.

―Nunca viví la muerte de ningún familiar, pero mamá me abandono hace mucho. Así que puedo entender.

Agradezco que no haya dicho nada como lo siento o lo lamento. Odio escuchar esas palabras, nada bueno sale de ellas. Es algo que dicen para que creas que se interesan por esa persona cuando es mentira, no hay palabras más vacías que aquellas.

―Aunque no se le compara. Claro.

―Está bien, todos vivimos las cosas de maneras diferentes. No menosprecies tu dolor porque otros viven situaciones más fuertes.

Él me da un sonrisa comprensiva y seguimos nuestro camino.

―Lamento lo que dije ayer de tu hermana―dice de pronto.

Ya estamos frente a la cafetería donde trabaja.

―No hay problema. Estabas pasando por un momento difícil.

―Y gracias por mantener el secreto.

Dicho eso se marcha hacia el local. Emprendo mi camino a casa, en realidad no es muy lejos de allí. Me planteo algún día venir por aquí o visitar a Hero, aunque no estoy segura si quiere que lo haga. Quizá la psicóloga tenía razón acerca de relacionarme con otras personas de mi edad. Me empieza a gustar no sentirme tan...sola.

En casa, solo encuentro a mi tía que me saluda efusivamente con una tostada en su boca mientras pinta algún cuadro en el medio de la sala. Hay periódicos a su alrededor para evitar el desastre que pueda hacer. Luce muy concentrada así que sigo derecho a mi habitación.

Solo espero que mamá no enloquezca cuando vea que mi tía ha hecho de su sala su nuevo estudio privado, no sé cuánto tiempo se quedará con nosotros, me había dicho que quería buscar algún apartamento sencillo donde se pueda acomodar, pero deduzco que tomará tiempo.

Pensar en todos esos detalles sin importancia como que mamá va a regañar a mi tía por pintar su sofá favorito o que la obligará a limpiar todo ese desastre me hace sentir que nada ha cambiado.

Después de dejar la mochila en mi habitación me dirijo a la habitación frente a la mía.

Al entrar puedo percibir el aroma de su perfume favorito. Lo rocíe ayer antes de irme a dormir, necesitaba sentir que seguía allí.

Sin embargo las cosas si han cambiado. El vacío de mi hermana se siente tan profundo y grande como desde el primer día. Suelto un suspiro exhausta, es inevitable.

Me recuesto en su cama, no me molesto en prender la luz. Agradezco que mamá y papá hayan dejado todo tal cual estaba, hay varios papeles y libretas en su escritorio, su cuarto de hecho sigue igual de desordenado desde aquel día que se marcho de aquí.

Es extraño como todas su cosas se mantienen en el mismo puesto esperando a que algún día mi hermana regrese y recoja por fin la pila de ropa en la silla de la esquina, o que ordené por fin esos papeles dispersos y llenos de garabatos sobre algún tarea de álgebra, o quizá espero que atraviese esa puerta y que salté a mi lado haciendo que la cama pierda su pulcritud.

Sí, estoy soñando despierta. Nada de eso va a suceder.

Me siento de repente frente a su escritorio. Recuerdo que mamá dijo que nunca toco sus cosas, más bien no pudo así que tanto su portátil como su celular siguen apagados, intactos esperando alguna señal del mundo real.

Enciendo el computador, por supuesto, está descargado. Lo conecto y espero unos segundos a que aparezca la pantalla iluminada. Busco entre el desorden su celular, no lo encuentro. Tiene que estar en algún lugar, pero la oscuridad me impide ver bien.

El fondo de pantalla aparece, es una foto de nosotras dos en algún viaje familiar que tuvimos hace casi 5 años. Nos veíamos muy jóvenes, no recordaba esa foto.

Veo que aún queda una ventana abierta en el buscador, que raro. ¿Cómo es posible que eso siga abierto? Es como si el tiempo estuviera detenido. Le doy click por curiosidad.

Aparece ante mis ojos el correo de mi hermana completamente abierto. Mierda. No debe ser buena idea leer esto pero cuando me doy cuenta ya he leído a quién va dirigida la carta: Leyla. Su mejor amiga, o bueno la que era porque justo un año antes de la tragedia ella se mudó y nunca más regreso.

Siempre creí que había sido muy extraña su partida ahora comprendo todo. No puedo evitar leer la carta escrita en el correo. Una sola frase me basto para entender por qué ella se fue o más bien huyó  y por qué sus padres odiaban la relación con mi hermana. Fue mala idea leer esto, no quería invadir la privacidad de mi hermana y menos si era algo que no había querido contarme.

No logro entender porque me lo oculto cuando siempre nos contamos todo, incluso hablé con ella acerca de Dylan. En aquel tiempo cuando decidí arriesgar mi amistad por sentimientos vagos que tenía por él. Ella siempre me aconsejo y yo habría hecho lo mismo...no comprendo.

Cierro la computadora de golpe. No quiero seguir interrumpiendo sus asuntos, que aparte de todo ya no tienen sentido. Ya nada de lo que ocurrió entre ellas tiene sentido porque todo ha quedado en el pasado.

Jamás pensé en llamar o buscar a Leyla  para contarle acerca de la muerte de mi hermana, ni siquiera había pensado en ella y es que yo estaba tan ensimismada en mi dolor que no lograba pensar en los demás. Debo encontrarla, debo hablar con ella.

¿Y si ella es la clave para entender por qué mi hermana...?

Me levanto y tanteo por el suelo en busca del celular. Estoy segura de que allí encontraré la manera de hallar a Leyla. Tras muchos movimientos de muebles logro encontrar por fin el celular.

Estaba detrás de su mesa de dormir. Que extraño. ¿Por qué demonios su celular estaría allí? Como si hubiera sido olvidado con intención o peor aún como si alguien lo hubiera arrojado contra la pared.

También está descargado, voy corriendo a mi habitación para utilizar mi cargador, no perderé más tiempo buscando entre el desorden.

Aguardo con ansiedad hasta que prende. Claro que me sé su contraseña, nos contábamos todo, de todas maneras ambas sabíamos que no íbamos a invadir nuestra privacidad, por ningún motivo. Excepto una situación de importancia como hoy.

Tecleo en sus contactos por si queda algún número de ella, logro encontrarlo pero en cuánto marco este se encuentra apagado. Entro a sus redes sociales que por suerte siguen intactas. Viajo por sus mensajes sin éxito. Decido meterme hasta la más recóndita red social en su viejo teléfono. Termino en un correo que ni siquiera es el personal de Alysha. Allí hay un correo olvidado de hace unos 2 años.

Soy yo, volví. Llámame a este número 4577996.  Necesito saber de ti.

Hay algo más que llama mi atención. La fecha. Mierda fue 3 días antes de su muerte.

Mi cabeza empieza a dar vueltas, suelto el celular ante el asombro. No puedo pensar con claridad, me dejo caer en la alfombra de mi cuarto. Estoy temblando, me doy cuenta que es un nuevo ataque de ansiedad.

Creí que ya había superado esto pero estaba equivocada.

Me cubro con una manta mientras intento calmar mi respiración. Todo está bien, todo estará bien repito una y otra vez.

Recuerdos vienen a mi mente culpandome por no ver las señales. Las tardes enteras que ese par se la pasaba encerrado en la habitación, las risas, los juegos en las horas de escuela, las miradas indiscretas. Pensé que eras dos mejores amigas inseparables, eran como Dylan y yo. Por dios, no era un amistad, eso era...amor.

Mierda, fui una terrible hermana, jamás preguntaba sobre su vida y me refugié en que estaba empezando la adolescencia para atosigarla con mis estúpidos problemas. Ella siempre se preocupaba cuando teníamos largas conversaciones sobre Dylan y siempre había momentos donde sentía que quería decirme algo, nunca lo hizo. Ella pensó que la juzgaría. Siempre pensé que teníamos la suficiente confianza para contarnos todo.

De pronto mi tía aparece en el umbral de la puerta lo que hace que me espante y me golpeé contra la cama en un intento por levantarme del piso.

―Me asustaste―murmuro adolorida y con la manta aún en mis hombros.

―¿Qué pasó?¿qué hacías?

―Nada, yo...

Pienso en mentirle pero no llevará a nada. Es inútil si sigo igual de sola y sin amigos, al menos tendré que tener a alguien con quién hablar.

―Miraba el celular de mi hermana.

―¿Y encontraste algo qué no debías o por qué la cara?―frunce el ceño.

―Puede que si. Ella no me lo contó.

―¿Algo que afecta la manera como la veías?―interroga sentándose en mi cama de colcha morada.

―No, en realidad no. Pero...

―¿Pero?

―Puede que esto tenga algo que ver con su decisión.

Mi tía palidece y empieza a respirar entrecortado.

―Oh, mierda.

Asiento.

―No quiero adelantarme, puede que no tenga nada que ver y sea un estúpida coincidencia―balbuceo caminando por mi habitación―. Solo debo investigar más. Exacto.

―Oye, la pregunta aquí es: ¿quieres saber por qué lo hizo?

En el pasado puede que esa fuera una pregunta que no me dejaba dormir, ahora es diferente. No es algo que vaya a cambiar mi vida, no me devolverá a mi hermana y si es el caso me hará sentir más culpable por lo que pude hacer. Todo mi ser está en contra de saber la verdad, pero otra parte quiere entenderla.

Una parte de mi desea decirle a ni hermana que está bien, que su decisión fue correcta, que si esa era la manera de dejar de sufrir está bien, yo solo quiero entender por qué; para así perdonarla por haberme abandonado aquí.

―No estoy segura―mascullo.

Nuestra conversación se ve interrumpida por el ruido de la puerta cerrándose y una voces en la entrada de la casa.

―Por ahora, ni una palabra a mis padres.

Ella asiente y las dos bajamos a recibirlos. La voz gritona de mi madre nos asusta en cuánto llegamos al final de la escalera.

―¡Hermana! ¿Qué es esto?

Mamá apunta a una mancha en el sofá. Sabía que era peligroso que mi tía pintará en este lugar. La discusión que lleva el par me hace olvidar por completo de la situación, ellas me recuerdan a nosotras, a mi y Alysha.

No te juzgaré, a partir de ahora buscaré la verdad y solo la verdad. Y si tengo que buscar a Leyla por cielo, mar y tierra lo haré. Necesito que me diga que le dijo aquel día para que mi hermana se sintiera tan mal que quisiera quitarse la vida.


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