Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

capítulo veintitrés

CAPÍTULO VEINTITRÉS.

Luego de la invitación de Draco por su cumpleaños y tras pasar unos minutos románticos juntos, la castaña partió a su sala común a encontrarse nuevamente con Noemí, con quién habló durante un buen tiempo sobre cómo la hija de muggles se sentía esos últimos días.

Noemí le dijo que aún se mantenía un poco exhausta y Adela le confesó y aseguró que en ella podía encontrar una absoluta paz, también añadió que siempre que quisiera podría confiar en ella, y aunque en el rostro de Noemí había una expresión neutra, le alegró oír eso.

—Siempre contarás conmigo, Noemí. Somos amigas. Además, tengo que cuidar muy bien de la mejor amiga de mi hermano mayor —concluyó Adela con una sonrisa.

Noemí le asintió. Y luego de unos instantes de sólo silencio, habló.

—¿Tú no tienes una junta con algún rubio egocéntrico? —le recordó Noemí y elevó sus cejas con cierta diversión.

Adela sonrió para sí misma e hizo un asentimiento.

—Sí, es cierto.

La castaña se levantó del sillón e iba fuera de su sala común, y mientras hacía eso Noemí alzó un poco la voz y con sarcasmo advirtió: —Ten cuidado y cierra los ojos cuando estés junto al señorito dramático. Ya veo que Malfoy lleva consigo un rociador purificador para limpiar tu cuerpo por juntarte conmigo.

—Lo tendré presente, pero de ser así Draco y yo tendremos una larga charla, y créeme que él prefiere no oírme hablar sobre mis obviamente irrefutables argumentos —contestó Adela entre sutiles risas.

Noemí sólo se limitó a asentir y Adela finalmente se alejó, sonriéndole una última vez en esa tarde.

En su —no tan— largo trayecto hacia la Torre de Astronomía Adela pensó en el regalo que tenía para Draco. Adela no poseía grandes riquezas como él y ciertamente eso nunca sería de su importancia, mas sí sentía curiosidad sobre si le gustaría o no. Quizá comparado a otros obsequios que le han de haber dado no sería igualado, quizá para Draco sería una especie de migaja.

Y una vez la castaña se adentró a la Torre de Astronomía observó todo a su alrededor, hasta hallar a aquél rubio. Aclaró su garganta y con el pequeño obsequio en mano se le acercó, dio un golpe inofensivo a su hombro para atraer su atención, y al conseguirla, un tono rojizo fulminante apareció en su rostro de sólo sentirse nerviosa.

—Al fin. Creí que tendría que ir en tu búsqueda yo mismo —inició la conversación, sonriéndole ladino.

Adela sólo le asintió y lo miró con suma atención, sintiéndose más segura.

En un sorpresivo movimiento Draco se sentó en el nada cálido suelo, y tras sonreírle con malicia, jaló su muñeca y la sentó en su regazo. Las mejillas de Adela se encendieron de un rojo furor y sonrió.

—Puedes estar tranquila por la suciedad. Yo mismo me dediqué a limpiar la porquería de este suelo, dejándolo más presentable o mínimo uno en el que nuestra ropa y manos pueda rozar. Sólo pensar en ese día en el que nuestra ropa quedó sucia a causa del suelo me da asco.

Diggory rio ante los primeros comentarios, y luego al oír lo último paró, parpadeando innumerables veces. Sintió un calor en el pecho y una fina línea cruzó sus labios.

—¿Recuerdas ese día?

—¡Por supuesto! Cómo olvídarlo. Ese día nuestro uniforme estuvo hecho un desastre.

Los ojos de Adela se volcaron y con desgana asintió. Malfoy emitió una risa silenciosa y continuó: —Además... Ese día te regalé tu sucio libro muggle, y para añadir, ese día tú besaste mi mejilla.

Tras susurrarle con diversión al oído de su contraria sonrió aunque no pudiese ser correctamente visto. Adela se sonrojó sólo un poco y aclaró su mente.

—Ese día fue lindo, sí. Pero insisto, ¿cómo supiste que quería aquél libro?

Draco volcó sus ojos y negó no queriendo reiterar esa conversación.

—Tengo conexiones.

—Ajá, eso ya lo habías dicho, pero quiero oír una respuesta real.

El rubio frunció el entrecejo. No revelaría eso y se lo llevaría con él hasta su tumba.

—No. Y sí, también dije que deberías conformarte con esas respuestas y simplemente disfrutar del libro.

—Y hasta este instante lo había hecho, pero el libro ya lo he acabado —aclaró Adela sonriente, esperando oír más.

—No diré nada más que eso. ¡Y mira cómo te aprovechas! Hoy es mí celebración por tu parte, ¿y así es cómo lo festejas? —siguió fingiendo lástima, tratando de desviar el tema de conversación.

Si algo tiene Draco, es orgullo.

—Eres un consentido. No insistiré porque tienes razón, es tu cumpleaños, pero luego sin importar escucharé la bonita explicación sobre cómo obtuviste el libro. Y no aceptaré un "no" por respuesta.

Una sonrisa triunfante apareció en los labios del de ojos grisáceos y asintió. Luego ladeó su cabeza y se permitió observar el regazo de Adela.

—¿Y eso? —preguntó con una chispa de emoción, sabiendo que lucía como un obsequio.

Adela carraspeó y sintió que los nervios volvían a apoderarse de ella, aún así le contestó: —Ah... Es para ti. Un obsequio de mí para ti.

Con cuidado la castaña se levantó del regazo del rubio con ayuda del recién nombrado. Al estar ambos de pie, uno frente al otro, Adela le entregó el pequeño obsequio y Draco lo aceptó gustoso.

Antes de abrirlo, Draco la observó con diversión y bromeó.

—No es una explosión, ¿verdad?

Con nervios acumulados Adela negó, y junto a una mirada de suplica le transmitió que lo abriera sin rodeos.

Aquél continuó con lo que había empezado y finalmente lo abrió, dejando ver una simple y modesta pulsera.

Draco la observó fascinado y la sacó de la pequeña caja, luego dejó a un lado la cajita y siguió admirando su nueva pulsera.

Los nervios estaban comiéndose lentamente a Adela y no pudo evitar que sus manos comenzaran a jugar en constantes movimientos.

—Sé que no es la gran cosa, ni mucho menos se ha de comparar a los regalos que debes recibir todos los años, pero espero sea de tu agrado... La he hecho yo misma, para ti.

Al oír eso el rubio esbozó una sonrisa.

—¿Estás bromeando? —inquirió él con obviedad—. Sí, no es una pulsera que vale galeones, pero podría decir que es la más especial de momento que me la das tú.

Una sonrisa radiante por parte de Adela acompañó la de Draco, ambos se sonreían. Al darse cuenta de que se perdía en el sentimiento, el Slytherin negó y aclaró su garganta, mirando hacia otro lado para luego finalmente volver a mirarla.

—Ahora, dejemos tanta cursilería y caminemos un poco. Aún tenemos tiempo y me lo debes.

Adela le asintió, y antes de continuar, Draco colocó en su muñeca su nueva pulsera. Sin mucho más que decir, el rubio agarró de imprevisto la mano de la castaña y se echó a correr junto a ella.

Ambos reían sin preocupaciones mientras corrían, sintiéndose felices el uno con el otro. Y a Draco no podía importarle menos que lo vieran los demás junto a Adela, no pensaría seguir ocultándolo. Después de todo, ¿a quién carajo le importaría? Él es un maldito pero poderoso Malfoy, y definitivamente nadie le diría qué hacer ni con quién estar.

Y para Draco, Adela es la adecuada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro