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capítulo veintidós

CAPÍTULO VEINTIDÓS.

—Yo te lo dije, Cedric no es algún tipo de mounstro. Él jamás te juzgaría por salir con Malfoy.

Adela le asintió a Noemí. Noemí le devolvió el asentimiento y volvió su vista a la lectura.

Noemí esos últimos días lucía menos exhausta, y con eso Adela creyó que ella estaba mejor, o eso le gustó creer.

Desde aquella reunión de aceptación y preguntas, a Draco y Adela cada vez más les costaba ocultar sus encuentros. A veces inconscientemente Draco le sonreía pícaramente durante las clases, o también lo hacía mientras permanecían en el Gran Comedor frente a los demás. Y eso a los Slytherin les disgustaba demasiado, porque sí, comenzaban a notarlo, y no sólo ellos.

Adela alzó sus brazos con cansancio y expulsó de sus labios un bostezo. Se acomodó en aquél cómodo sofá y les finalizó el tema sobre la reunión de Cedric y Draco a sus dos amigas.

—Cedric es un buen hermano mayor —comentó Luna al procesar lo oído.

Noemí y Adela asintieron; Adela con una sonrisa, y Noemí con un rostro sereno. Algo común en la nacida de muggles.

—Oh, acabo de recordar que debo hacer unos brazaletes. Ya vuelvo —mencionó Luna con su tono de voz habitual.

Luna le sonrió gentilmente a ambas y se alejó. Adela quiso hablar con Noemí, mas no lo hizo, realmente no quería distraer a su amiga de su lectura porque parecía muy concentrada, y si a ella no le gustaban las interrupciones mientras leía un buen libro, imaginó que Noemí se sentía igual ante tales situaciones.

Luego de unos minutos, Luna reapareció en la sala común. Guió sus ojos hasta Adela y alzó su mano desde la entrada.

—Adela, Draco está fuera esperándote. En el camino lo he topado y me ha preguntado por ti.

Adela le sonrió y asintió a Luna. La castaña se levantó del sofá y agitó con suavidad su mano hacia Noemí, luego le susurró que cuando ambas tuvieran tiempo, hablarían un buen rato. Noemí sólo le asintió mientras aún mantenía sus ojos en su lectura.

Diggory se encaminó y salió. Observó hacia varios lados y cuando pudo verlo le sonrió. Se acercó a pasos rápidos a Malfoy y cuando lo tuvo cerca aquél se alejó considerablemente de ella. Adela hizo una mueca de confusión ante tal acción.

—Creo que ya sabes mi motivo para venir aquí —dijo Malfoy, denotando obviedad.

Adela negó.

—Admito que todo ha sido divertido, pero debe acabar. En este instante.

Malfoy cruzó sus brazos y evitó la mirada de Adela. El corazón de la castaña comenzó a latir fuertemente y tragó duro.

—¿Qué?

—Sí, como has oído.

Adela sintió malestar en su pecho, pero también tristeza. ¿Él la había utilizado?
Con cuidado y vergüenza apretó sus puños, sintiéndose tonta.

—¡Cómo te atreves a olvidar mí cumpleaños! —soltó Draco con indignación.

—Espera. ¿Qué?

De inmediato, el semblante de Adela cambió por completo a uno más relajado. Pensó que había sido un juego, así sin más. Agradeció no haber hecho caso a sus impulsos de darle su merecido si es que había jugado con ella.

—¿Debo repetirlo? ¡Mi cumpleaños! ¡Y fue día cinco! Pero tú ni siquiera lo has recordado —habló con dramatización, llevándose indignado una mano a su pecho presionándolo.

Adela suspiró y rio.

—Pensé que era algo peor. Y sí, lo olvidé, discúlpame. Estuve muy concentrada en apoyar mentalmente a Cedric, se acerca la tercera prueba. Falta menos de un mes.

—Hablas como si mi cumpleaños no fuese importante. Fue el día en que yo, este precioso ser, salió a la luz y deslumbró a todos con su presencia.

—Tienes razón, deberás perdonarme. ¿Cómo puedo compensar mi falta tan gravísima? —preguntó, siguiéndole el juego.

Adela sabía que Draco era muy egocéntrico, pero también conocía su lado bromista. Y no podía encantarle más.

—¿Qué tal si lo recompensas dando una inocente caminata junto a mí durante la tarde?

El rubio le sonrió ladino.

—Tengo una charla pendiente con alguien, pero luego de eso, tendré todo el tiempo libre necesario.

La expresión de Draco cambió en cuestión de segundos, luciendo estupefacto. Volteó sus ojos y con amargura preguntó: —¿Quién es más importante que yo como para ocupar mi lugar?

—Noemí. Ella y yo hablaremos, te agrade o no Malfoy... Luego, todo mi tiempo será tuyo —mencionó, sonriéndole.

Draco pensó en decirle "sangre sucia" a Noemí, como le era de costumbre, pero sólo esta vez, prefirió callar. No quería estropear el tranquilo ambiente, y aunque le gustara ver molesta a Adela, no era la misma situación.

—Auch, ¿volveremos a los apellidos?

Adela negó y con fuerza dio palmas a la espalda de Draco, sonriéndole una vez más.

—Sólo bromeaba.

Draco le sonrió, juguetón.

—Eso espero, Adela —dijo, colocando con delicadeza sus manos sobre la cintura de la susodicha, para atraerla hacia él en un sólo movimiento.

La castaña se ruborizó, estaba acostumbrándose al trato de Draco, tan... Cercano.

Draco le sonrió, y comenzó a rozar sus labios sobre los de Adela, en un intento de hacerla sentir ansiosa.

El roce de sus labios hizo estremecer a Adela. El estar tan cerca, sólo causó que sus respiraciones se entremezclaran, despertando el deseo el uno por el otro.

Queriendo unir sus bocas de una vez, Diggory chocó sus labios contra los suyos. Draco se sorprendió, pero no le disgustó, por lo que comenzó a mover sus labios de forma habilidosa.

Adela le siguió, moviendo sus labios lentamente. Draco nunca se cansaría de besarla, sus labios tenían un sabor que lo volvían un adicto.

Mientras se besaban, no pudo evitar sonreír un poco. Draco pensó que un beso sería suficiente para un regalo previo por su cumpleaños.

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