CAPÍTULO VEINTICUATRO.

El día de la tercera prueba llegó.

Adela le estaba enumerando hechos de la valentía que poseía Cedric a él mismo para apoyarlo, y aquél le agradecía infinitamente. Aunque Adela no iba a negar que se sentía muy inquieta.

—Tranquila, Ela. Nada malo me sucederá. Volveré y festejaremos junto a nuestros padres.

—No quiero ser pesimista, pero... ¿Qué tal si luego sucede algo malo? ¿Qué pasaría de ser así? —preguntó y sintió sus palabras salir con temblor de la sola idea—. Yo no podré estar ahí para ti... Eres mi único hermano.

Cedric dejó caer sus manos sobre los hombros de Adela y la miró con cariño. Sabía que su hermana se sentía nerviosa y él lo entendía.

—¿Confías en mí?

—Sí, pero...

—Eso es todo lo que necesito saber —Cedric acercó a Adela en un abrazo, y al tenerla lo suficientemente cerca, le susurró—. Estaré bien, nada me sucederá. Conexión de hermanos, ¿no es así?

Adela se apegó mucho más a su hermano si es que era posible y le asintió, luego cerró sus ojos disfrutando de la cercanía. Quería permanecer con Cedric así siempre. Su hermano era el ser más importante para ella.

Respiró hondo y nuevamente dejó su confianza puesta en él. Después de todo, ya no había marcha atrás y debía confiar plenamente en Cedric. Así él estaría bien.

—¿Lo prometes? —musitó.

Cedric asintió y sonrió con ternura.

—Lo prometo.

Adela se alejó con lentitud y Cedric besó su frente una última vez. Acto seguido Adela volvió a su lugar, junto a Luna y Noemí, justo al medio de ambas.

Un poco a lo lejos observó a sus padres y les sonrió, pero sólo su madre le brindó atención, debido a que Amos estaba concentrado totalmente en Cedric. Eso no le sorprendió a Adela, pero también entendía que Cedric era el foco de su padre en esos instantes —aunque siempre parecía serlo—, aún así, ella también estaba emocionada por Cedric y realmente no le tomó mucha importancia a ese suceso.

Fleur Delacour, Viktor Krum, Harry Potter y Cedric Diggory estaban en el estadio de Quidditch preparados. Y la tercera prueba comenzó.

—Cedric es fuerte, Cedric puede hacerlo, Cedric es fuerte, Cedric puede hacerlo... —se repitió Adela a sí misma, tratando de relajarse.

Luna acarició el hombro de su amiga al verla preocupada y le sonrió, algo que Adela agradeció. Inconscientemente, Adela agarró las manos de sus dos amigas sin sutileza.

—Tranquila. Estás temblando —dijo Noemí.

La Archer dio un leve apretón a la mano de su amiga, y aunque no es fan del afecto físico, sintió que al menos esa acción lo ameritaba.

Adela le sonrió agradecida y respiró profundo, sintiéndose más calmada.

Lo único que deseaba es que su hermano saliera ileso.