capítulo treinta
CAPÍTULO TREINTA.
Después de las aburridas clases del profesor Binns —incluso para Adela—, la Ravenclaw se aproximó a huir hacia las afueras, donde había una leve llovizna tranquilizadora. Adela siempre había creído que sus clases no serían tan aburridas si no usara un tono de voz tan agotador, Historia de la Magia podía ser realmente interesante si se excluía al que la impartía.
Observó al trío de oro en un rincón, y tras ver a Cho Chang alejarse de ellos, se les acercó. No le sorprendió escuchar a Ron y a Hermione en medio de una discusión, y aunque no supo de qué se trataba, se rio.
—Adela —dijo Harry, sin saber qué tono usar.
Ron y Hermione se detuvieron en cuanto se percataron de su presencia para finalmente mirarla, esta última con una sonrisa amistosa.
—¿Qué están haciendo? —les preguntó con genuina curiosidad.
—Nada especial, ya sabes, Ron puede sacar fácilmente de sus casillas a algui...
Y Harry interrumpió a Hermione, hablando por encima de su voz.
—¿No deberías estar con Malfoy? Ya que él y tú son tan unidos.
Al escucharlo, una expresión de confusión se apoderó del rostro de Adela. Hermione se apresuró a mirar con mala cara a Harry, y le golpeó la costilla con su codo.
—No tenía idea de que debía estar junto a él las veinticuatro horas al día, también tengo tiempo de estar con mis amigos —le contestó levemente con firmeza, aunque aún con extrañeza—. De todas formas, no sé porque te estoy dando explicaciones, Harry, estás actuando raro.
Y sin agregar nada más, Adela se les alejó, no sin antes sonreírle a Hermione y que ella le devolviera la sonrisa con pena.
No sabía si era debido al clima frío de septiembre, por todo lo que estaba aconteciendo con sus padres o por lo mucho que le hacía falta su hermano mayor, pero se estaba comenzando a sentir de un ánimo extraño, casi triste y desolado. Los pasillos nunca le habían resultado más acogedores hasta ese momento. Ni siquiera se hubiese percatado de que la campana ya había sonado, sino fuese por las chicas que pasaron corriendo por su lado golpeando su hombro, mientras chillaban que ya era hora de la siguiente clase.
—¿Qué hacías con el trío de estúpidos?
Y al escuchar esa vocecita, se volteó, encontrándose con Draco, que la miraba con el ceño fruncido.
—Son mis amigos, lo sabes, te he dicho miles de veces que no los llames así. —Y tras pensarlo un poco, añadió—, ¿acaso me has estado siguiendo?
Draco carraspeó, arreglando su corbata.
—Me resulta molesto que seas amiga de ellos, eso también lo sabes. Y no, no te estaba siguiendo, sólo cumplo con mi rol de prefecto.
Entonces Adela supo que se estaba excusando.
—Pues a mí me molesta que seas amigo de Parkinson y de tu grupo de perros falderos en general, sobre todo considerando que me molestaron durante años, eso también lo sabes —contestó, sonando un poco tajante.
—No lo sabía, Adela. Nunca me lo dijiste.
—¿Ahora resulta que debo decirte lo obvio? A diferencia de Harry, Ron y Hermione contigo, ellos a mí me han molestado y llamado de las formas más horribles.
—Desde que comencé a sentir algo por ti, nunca lo permití.
Adela sólo bufó, y evitando mirarlo, susurró: —Debo ir a clases.
Tras susurrar eso, la susodicha se propuso huir, pero Draco la detuvo agarrando su muñeca con rudeza.
—Yo también debo ir a clases, pero me interesa más solucionar esto contigo —dijo, y no pudo evitar endurecer su mandíbula de la sola molestia—, podría mandar todo a la mierda, pero no puedo cuando se trata de ti.
Ninguno pudo decir nada más después de eso, sólo se miraron. Los ojos sinceros de Draco reconfortaron a Adela, y tuvo el impulso de besarlo, al cual no dudó en obedecer.
La mano de Draco, que antes sujetaba la muñeca de Adela, la llevó con decisión hacia su cintura, pero en vez de acercarla hacia él y profundizar el beso, la alejó.
—Espera, nos pueden ver.
Y diciendo eso, el rubio observó hacia sus costados para asegurar su privacidad, y cuando la comprobó, guió a la castaña hacia un salón que estuviese vacío, para luego cerrar la puerta con el simple hechizo Colloportus, un hechizo que permitiría que no pudiesen abrirla, al menos no manualmente.
Volvieron a sólo mirarse unos cuantos segundos, pero esta vez, fue Draco quién se abalanzó para iniciar el beso.
Los labios de Draco capturaron los de Adela con posesión. Sus manos, que ahora permanecían a cada lado de su rostro, las llevó hacia su cintura, para levantarla y subirla con desesperación al pupitre más cercano.
Adela alejó su boca de la suya brevemente, mirando hacia bajo.
—No te prohíbo a tus amigos, Draco... Entiendo que se conocen desde hace mucho tiempo, y es cierto que no me han molestado desde hace bastante.
Malfoy la miró con extrema adoración.
—No me importa, Adela, si ellos te llegasen a menospreciar, entonces me estarán menospreciando a mí, ¿entendiste? —preguntó, llevando sus manos hacia sus muslos para acariciarlos.
Adela asintió, permitiéndose perderse en su mirada gris. Le encantaba hacerlo.
—En cuanto al trío de tarados, pretendo mantenerme al margen sólo estando contigo... O al menos eso trataré. Espero estés contenta.
—Mucho —respondió, besándolo.
Draco sonrió, y lo que era un beso tierno, poco a poco volvió a subir en cuanto a su intensidad. La lengua de Draco se introdujo en su cavidad bucal para explorar y saborear cada espacio de la misma, mientras Adela disfrutaba en gran manera de la sensación. Las lenguas de ambos no tardaron en encontrarse y se acariciaron con devoción.
Las piernas de Adela se separaron y Draco pudo colocarse a gusto entre ellas, teniendo una cercanía mayor con la Ravenclaw. Sus manos no dejaron de acariciar sus muslos, aunque de vez en cuando los llevaba hacia su cintura, permitiéndose acariciar cada centímetro de su cuerpo por sobre su uniforme.
Estos besos eran muy diferentes a los que solían darse.
Draco mordió el labio regordete de la castaña mientras sus bocas se separaban para recuperar oxígeno, y dejó una hilera de besos hacia su cuello, chupándolo y saboreando cada parte con mesura. Adela soltó un silencioso jadeo, frunciendo el ceño.
Y aunque le estaba gustando, nuevamente se alejó.
—Draco... Basta. Tenemos clases.
El rubio la miró, deseoso y algo burlón.
—Está claro que ya no llegué a clases de Pociones.
—Bueno... Eres prefecto y además el profesor Snape tiene un favoritismo innegable por ustedes, así que no debería haber problema conque llegues tarde, seguro encontrarás una buena excusa.
Y respondiendo eso, se bajó del pupitre y se alejó de su novio, besando su mejilla para luego murmurar un rápido Alohomora mientras apuntaba con su varita a la puerta y huía del salón con precisión.
El corazón le latía a mil y estaba segura que sus mejillas eran la prueba exacta de eso.
—Escuché que Harry discutió con la cara de sapo esa —mencionó Noemí con desinterés, a la vez que llevaba a su boca un pedazo de tarta.
Ya era de noche y estaban todos reunidos en el Gran Comedor, y para ese momento, todos se habían enterado del show que había causado el niño que vivió con la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, Dolores Umbridge. A Adela se le resolvió el estómago en cuanto lo escuchó, ya que había oído que el nombre de su hermano Cedric se trajo a colación en aquella discusión.
Luna pellizcó a Noemí una vez se percató del semblante de su amiga, la discusión de Harry y la profesora Umbridge radicaba principalmente entre el regreso del Señor Oscuro y el porqué de la muerte del hermano de Adela, así que, sabiendo eso, prefirieron guardar silencio respecto al tema.
—¿Y qué tal te está yendo, Adela? —preguntó Noemí tras unos segundos de sólo silencio—, ¿quinto está siendo terrible y cargado como te dije?
Adela asintió en un suspiro, mientras movía de un lado al otro la cuchara en su plato de comida.
—Bueno, tampoco tan terrible... Aunque sí bastante cargado, ya tengo muchos deberes.
—Lo imaginé —murmuró Noemí con diversión y una sonrisa burlesca, en un intento de relajar el ambiente.
Adela, notando que Draco la miraba y se levantaba de la mesa de las serpientes para luego salir del Gran Comedor, supuso que quería que lo siguiera, así que se levantó y se dispuso seguirlo, no sin antes despedirse adecuadamente de sus amigas.
En un rincón algo oscuro del pasillo, Draco agarró el brazo de Adela para acercarla hacia él de un tirón.
—Supongo que has oído todo lo que se dice de Potter.
Adela asintió.
—Yo estaba ahí, cuando discutió con Umbridge.
—¿Y eso qué, Draco?
—Sé que dije que trataría de mantenerme al margen estando contigo, pero está siendo difícil, Adela. Mencionó la muerte de tu hermano, y trató de hacerse el héroe como siempre, diciendo que el señor tenebroso ha vuelto.
—Y yo le creo, Draco.
El rubio la miró escéptico, frunciendo el ceño y casi con decepción.
—¿Estás hablando en serio? ¿Cómo puedes tener una amistad con un tarado que anda por la vida presumiendo la muerte de tu hermano?
—Harry no está presumiendo la muerte de Cedric, está hablando con la verdad, ¿acaso tú no le crees?
—No se trata de creer verdades o mentiras, Adela, sólo creo que él, como siempre, trata de ser un héroe cuando sólo está haciendo el ridículo, y ahora está tomando provecho de la muerte de tu hermano.
Adela suspiró con resignación, y volteó sus ojos.
—Si seguimos hablando sobre esto sé que vamos a pelear, Draco, y no estoy dispuesta. Además, la profesora Umbridge es una bruja extraña, y su forma de ser no me convence, a leguas puedes ver la falsedad de su supuesta dulzura —dijo, y continuó—, si ella está intentando ocultar la realidad fuera de este colegio, por algo será.
Draco soltó una risita sarcástica, y dejó caer el brazo de su novia que antes sostenía con tanta insistencia.
—Cree lo que quieras.
Y terminando de decir eso, se alejó de su campo de visión, yendo nuevamente hacia el Gran Comedor y dejándola sola.
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¡Holis, bastante tiempo de espera corazones! Pero aquí está finalmente el siguiente capítulo. 🤍
El próximo será más largo, es una promesa. By the way, se viene todo muy interesante. Estén atentos. 🫶
¿Teorías? 👀 Comenten.
¿Hay algo en especial que les gustaría que sucediera en la historia? Siempre los estoy leyendo y tomo en consideración sus comentarios. 🎀
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