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capítulo diecisiete

CAPÍTULO DIECISIETE.

Adela sentía que se desmayaría. Draco la estaba besando.

Con astucia, Draco comenzó a mover sus labios de forma lenta, degustando los labios tibios de Adela. Llevó su mano hacia la cintura de la castaña, acariciándola y ejerciendo presión sobre ella. Adela movió sus labios de forma inexperta, tratando de seguirle el ritmo.

Diggory no mentiría, le gustaba, pero se sentía confundida. Quizá no era la manera en que esperaba recibir su primer beso, después de todo, la había hecho callar.

En su interior se comenzaban a gestar varias sensaciones, diferentes pensamientos. Le gustaba besarlo, le gustaba Draco, pero no esperaba que su primer beso fuera para hacerla guardar silencio.

Aunque también, era algo emocionante.

Tan rápido como pudo volver en sus sentidos, Adela alejó a Draco.

Los ojos de Adela se abrieron de par en par, sorprendida de lo veloz que Draco había sido al besarla. De un instante a otro había sucedido, y no lo había esperado ni imaginado.

Draco la miró sorpresivo ante su separación, pero rápidamente cambió su expresión a una de diversión. Escondió sus manos en los bolsillos de su túnica y la miró con una sonrisa ladina, y tras unos segundos, relamió sus labios con picardía.

—Eso estuvo bien —soltó Draco, elevando sus cejas complacido.

Adela asintió y luego negó, sonrojándose.

—¿Ah, no? Bueno —el rubio platinado se encogió de hombros y luego sonrió burlesco—. Podríamos repetirlo y así lo compruebas con seguridad.

Adela se ahogó colorada de la sola idea de repetirlo y negó una vez más. Había imaginado tantas veces su primer beso, e incluso se había imaginado de todos los escenarios, menos gracias a una discusión.

—¿Te ha comido la lengua algún ratón, Diggory? —preguntó con sorna al ver la expresión estupefacta de la castaña.

Y Draco no dudó en que ese sería el primer beso de Adela. La forma en que movía sus labios se lo habían confirmado... Tan inexperta.

Adela no estaba molesta, no podía estarlo, no después de eso. El sentimiento de malestar fue consumido y reemplazado por uno de confusión y vergüenza.

Sí, no tenía dudas de que le gustaba Draco... Adela eso lo tenía bastante claro, y al parecer, era mutuo. Aún así idealizó mucho el momento en que sería besada y ahora, no sabía cómo reaccionar.

La verdad a Adela no le parecía una mala opción salir huyendo.

Draco se acercó a Adela con lentitud y la observó con una expresión de orgullo, pero ante eso Adela sólo se echó para atrás, provocando un tropiezo con sus propios pies y cayendo duramente al suelo.

Ups.

Eso hizo que Draco sólo sonriera más, no por el hecho de que Adela estuviera en el suelo, sino, porque le complacía saber lo que lograba provocar él en ella. Ver el resultado en Adela de sus propias acciones le gustaba, era reconfortante saber lo que podía hacerle sentir con tan sólo unas cuántas acciones y palabras.

Y Draco se preguntó, ¿ante su tacto también estaría tan avergonzada?

Adela tragó duro y se quejó de su sorpresiva caída, se levantó casi de inmediato y evitó los ojos insistentes de Draco sobre ella. Y tras unos extrañamente cómodos segundos de silencio, decidió huir.

Los pies de Adela se dirigían hasta la salida de la torre de astronomía, y su vergüenza no le permitió mirar atrás. Adela pensó que probablemente ahora Draco sabía todo lo que podía lograr provocar él en ella, y eso le asustaba.

Draco en todo momento no dejó de mirarla, mientras mantenía una sonrisa bastante pícara sobre sus labios. Le hubiese gustado acabar el beso tal como él quería, pero le bastaba con lo que había podido lograr hasta ese instante.

[...]

—¿Entonces Draco te besó?

Adela le asintió a Luna y a Noemí.

Al día siguiente cuando Adela finalmente encontró el momento justo, de inmediato les contó todo a sus dos amigas. Ellas escuchaban con suma atención todo lo que Adela les estaba comunicando, y es que ambas estaban bastante sorprendidas, aunque Noemí se sentía un poco —sólo un poco—, molesta al saber que Draco la había hecho literalmente callar con un beso, y después de unos instantes también entendió que Adela se sintiera confundida.

—Me alegra que todo esté progresando en ustedes —expresó Luna con suavidad.

Los ojos de Luna estaban ligeramente cristalizados. Se sentía feliz al saber que las cosas quizá estarían funcionando entre Adela y Draco, pero de igual manera le dolía su pecho al oírla hablar de él. Parpadeó unas tres veces y dejó de pensar en la presión que sentía en su pecho, sus ojos dejaron de arder un poco y sonrió.

Adela no se percató de eso, y respondió a lo recientemente oído.

—No sé si sea progresar —contestó con angustia—. Yo... Realmente me sorprendí, y siéndoles sincera, el leer tantos libros me hizo pensar que mi primer... Beso, sería distinto.

Al escucharla Noemí suspiró con pesar y dejó su lectura, apartó su libro y miró a Adela.

—Adela, escúchame bien porque no lo repetiré, y lo más probable es que suene bastante cursi lo que diré, pero en estos instantes no me interesa. Lo que hace "especial" un primer beso, no es la situación ni los escenarios, sino, la persona que te lo está dando —hizo una pausa, se encogió de hombros y continuó—. Además es sólo un beso, no es para tanto.

Adela procesó un poco lo que su compañera dijo, pero ante lo último que oyó negó con malestar y frustración.

—¡Para mí sí es importante! Nunca en mis catorce años de vida había dado un beso. E idealicé tanto el momento en que lo daría, que me siento confundida.... Sólo un poco.

Adela frunció el entrecejo y se quejó. Luego acomodó su cabeza en el regazo de Luna, cerró sus ojos y los restregó con sus dedos, mientras hacía una mueca. Creyó que jamás tendría que pasar por ese tipo de "situaciones" y ahora las estaba pasando.

Luna la miró con ternura y acarició el cabello de Adela, y de igual manera con cuidado jugaba con sus rulos, tratando de no estropearlos.

—Deberías despejar tu mente y pensar positivo, creo que los Torposoplos realmente te están afectando —murmuró Luna a Adela, inclinándose sólo un poco para estar más cerca de su rostro.

Adela quitó sus manos de su rostro y observó los grandes ojos de Luna que la miraban con atención, su rostro se enrojeció de los nervios ante la cercanía entre las dos y se levantó abruptamente del regazo de Luna. Su amiga rubia era tan bonita.

—Bueno, si ya hemos resuelto tu inquietud con Malfoy, Adela, me permitiré ir a estudiar. Hablamos luego, chicas —habló Noemí con serenidad, levantándose del sofá y alejándose.

Ambas sólo asintieron sonriéndole.

Y aunque Adela notó un comportamiento extraño en Noemí, después de pensarlo lo dejó pasar.

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