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capítulo cinco

CAPÍTULO CINCO.

Adela despertó somnolienta, no había conciliado bien el sueño anoche por lo que no durmió para nada bien. Pasó gran parte de su mayoría pensando en lo que Malfoy le había dicho. Comenzaba a pensar que él también sentía muchísimas cosas que no dejaba reflejar, quizá porque no le gustaba exponer sus sentimientos, pero Adela sospechaba que el Slytherin tenía un lado sensible, aunque igualmente sabía que en él también podía existir una peor versión de Draco Malfoy, por lo que estaba pensando en qué hacer para conocer ese lado sensible pero no su peor versión.

Miró el reloj y cayó en cuenta de que estaba con la hora justa para llegar a tiempo a su primera clase del día. Se vistió correctamente con su uniforme y peinó su cabello tan bien como podía, no había mucho que hacerle a sus rulos así que solo les echó un poco de una crema especial que le regaló su hermano para cabellos rizados como los de Adela. Con rapidez prosiguió a lavar sus dientes y en cuanto terminó corrió a su primera clase.

No tuvo tiempo de pasar por el Gran Comedor y comer algo, ahora tenía su estómago completamente vacío, aunque eso era lo que menos le importaba.

No tardó en entrar al salón y finalmente vio con quiénes compartiría clases, Slytherin. Su estómago se revolvió en cuestión de segundos y a pasos rápidos se dirigió a su asiento. Aún faltaban alumnos por lo que Adela logró pasar desapercibida entre los demás, algo que la tranquilizó, lo que menos quería era llamar la atención. Hubiese sido mucho peor si fuese la última en llegar, cosa que no pasó y agradeció.

Adela miró de reojo a Malfoy, quién al verla levantó una de sus cejas mirándola con superioridad.

Volvía a ser el mismo de siempre.

Adela volteó los ojos y guió sus ojos hacia el frente, preparada para la clase.

Al menos ya no la ignoraría. Sin embargo, comenzaba a temerle por esa reacción de furia que había tenido la otra ocasión con ella.

Y sólo sucedió porque le habló sobre él siendo hurón. Ni siquiera tenía la intención de burlarse, había tratado de ser amable y alentarlo.

En un instante sintió como una bolitas de papeles eran lanzadas sobre su melena. Eso la molestó de sobremanera, más aún porque se enredaban completamente en sus cabellos debido a sus alocados rulos. Sacó los pequeños papeles tanto como pudo y los dejó sobre su mesa, abrió uno de ellos y observó un dibujo en el. Ahí estaba ella. En la mano tenía una peineta llena de cabellos y habían hecho su cabello aún más exagerado, mientras tenía una expresión de molestia y tristeza. Esto tenía que ser obra de Malfoy, no había dudas.

Adela lo miró sin una pizca de disimulo, sentía mucho malestar. Draco Malfoy le ofreció una sonrisa burlesca, mientras la miraba con una ceja alzada y luego proseguía a mirar a sus amigos de manera cómplice. Sí, definitivamente había sido él.

Adela se sintió ligeramente arrepentida de haber sido amable, quizá debió dejar que él la siguiera ignorando y evitando. Después de todo no quería tener problemas con Malfoy y su grupito de imbéciles seguidores.

La castaña frunció el ceño y volvió a mirar al frente donde estaba su profesor. Trataría de dejar de desviar su atención al rubio purista. Sólo se concentraría en clases, no prestaría su mente para pensar en cosas banales.

Las clases transcurrieron normales y Adela disfrutó de ella, claro, descartando la situación que sucedió al inicio.

En cuanto las clases acabaron, Adela se levantó de su asiento y guardó sus cosas correspondientes de forma apresurada, o al menos tanto como podía. No quería acabar después de Malfoy, primero prefería enterrarse viva.

—¿Adónde te diriges, Diggory? Porque no me explico el porqué de tu prisa al guardar las cosas.

Adela se sobresaltó y lo observó con malestar, pero velozmente bajó su mirada. No lo quería ni mirar a los ojos.

—Creo comprender la situación. ¿Volveremos a lo mismo del otro día, Diggory? ¿Comenzarás a ignorarme?

Pero qué rayos estaba diciendo él. Draco Malfoy realmente era complicado y difícil de entender. Sí, ella lo había ignorado hace un tiempo pero él lo siguió haciendo después de que sucediera lo del hurón.

Adela respiró hondo, y aunque su corazón estuviese latiendo con rapidez estaba segura de lo que diría.

—Sí, y planeo hacerlo hasta que las clases acaben en su totalidad.

Adela no supo en qué instante los dos más grandes estúpidos seguidores de Malfoy aparecieron detrás de él, pero ahí estaban, con una expresión totalmente desagradable para cualquiera que los mirara.

—¿Te estás rebelando? —preguntó con sarcasmo, haciéndose el sorprendido.

Malfoy volteó sus ojos con un atisbo de burla y empujó el hombro de Adela.

—Oh, Diggory. Ambos sabemos que no tienes las agallas para defenderte.

Adela bajó su mirada, no era lo suficientemente fuerte y se odiaba por eso.

—Eso creí —rió burlesco—. Pero está bien, sigue intentándolo, aunque tus resultados sean un fracaso.

Adela se avergonzó y sintió como Draco pasaba a su lado, chocando su hombro con el suyo.

Malfoy adoraba molestarla y de eso estaba segura, habían muchas situaciones que lo comprobaban y esta sólo era una de muchas.

En cuanto Draco salió del aula ella también se fue, sólo quería despejar su mente y olvidarse de cualquier distracción que ocuparan sus pensamientos mientras no se tratara de sus estudios.

Adela se sentía realmente sola. Sí, tenía a la adorable Luna, pero no obligaría a Lovegood a pasar todo el tiempo con ella. Y de Cynthia ni hablar, habían dejado de dirigirse palabras desde que ingresaron. En fin, Adela se sentía mucho mejor estando en la biblioteca que en otro lado, pero era bastante solitaria y el solo hecho de estar la mayoría del tiempo sola le afectaba. Quizá su compañía no era agradable, quizá era demasiado anticuada o aburrida, quizá no llamaba la atención porque no era tan encantadora como su hermano, quizá el problema era ella. Muchos quizás que no serían respondidos.

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