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Consuelo

El golpe le había dolido; no había duda al respecto. La marca de una mano impresa en la pálida mejilla izquierda de Lucy era prueba más que suficiente para saber que la cachetada vino con más fuerza de lo normal; su piel estaba enrojecida y algo inflamada. Las punzadas de dolor iban y venían, y de vez en cuando, la niña sentía que el área afectada palpitaba ligeramente. Sí, había sido un golpe muy doloroso —incluso más si consideraba su piel sensible—; sin embargo, esa no era la razón por la que Lucy lloraba tan desconsoladamente en su cama. Lo que caló hasta lo más profundo de su alma fue que fuera su propia hermana mayor la que la haya lastimado. Podía esperarlo de otras niñas en su escuela; podía esperarlo de bravucones malintencionados; podía esperarlo de muchas otras personas y en otros lugares, pero ¿de ella? ¿De su propia hermana? ¿En su propia casa?

Todo el cuerpo de Lucy temblaba con cada sollozo que salía de su boca; las lágrimas fluían sin parar por sus mejillas, hasta que su trayecto terminaba en sus labios o su barbilla; sus brazos envolvían su pequeño torso en un desesperado intento por consolarse a si misma; y en su mente buscaba algo que la hiciera sentir mejor, algo que la alejara de lo que acababa de pasar...

Desafortunadamente no lo logró... ¿Cómo podría hacerlo? ¿Qué ganaba ella con negarse a ver la realidad? Tenía que aceptarlo de una vez... De esa manera, todo sería menos doloroso.

La odiaban. Le temían. Era rara. Era un monstruo. De lo contrario, ¿por qué la tratarían como lo han hecho todos esos años?

«Desaparece... Desvanécete. Sólo vete. Deja de respirar. Deja de existir... ¡Desaparece!»

La niña se colocó en posición fetal, mientras abrazaba una almohada contra su rostro y cuerpo. Estuvo a punto de soltar un grito, cuando de repente escuchó que alguien tocaba su puerta; no dijo nada. El ruido se repitió, pero esta vez iba acompañado con una gentil voz.

—Lucy... Hermanita, ¿estás bien?

—V-V-Vete, L-Leni..., p-por f-f-favor...

Luego de eso, Lucy volvió a hundir el rostro en la almohada y reanudo su llanto. Pensó que Leni realmente se había ido, pues ésta ya no le contestó; sin embargo, se llevó una enorme sorpresa cuando sintió el toque de una mano sobre su cabello. Levantó la mirada y vio que era Leni quien le acariciaba la cabeza, mientras le dedicaba una cálida sonrisa.

Lucy, al recibir aquella muestra de afecto, no lo soportó más y se echó a los brazos de su hermana mayor mientras daba rienda suelta a todo su dolor. Escondió su rostro en el busto de la modista y se permitió soltar unos alaridos que venían desde lo más profundo de su alma. Leni no dijo nada; sólo la abrazó y le permitió desahogarse con ella, mientras acariciaba la espalda y el cabello de la niña. Poco a poco, Lucy se fue calmando hasta que dejó de llorar. La rubia sacó un pañuelo y le limpió la nariz y el rostro a su hermana.

—M-Muchas gracias —dijo Lucy—. Ya me siento mejor.

—De nada, Lucy. Para eso estamos las hermanas mayores —contestó Leni con una radiante sonrisa.

«Mmm... Definitivamente no es el caso de... ella», pensó la niña con amargura y tristeza.

—Lucy... —volvió a hablar la mayor—, sé que a veces no soy la chica más brillante del mundo, pero si necesitas algo, o sólo quieres hablar con alguien, quiero que sepas que estoy aquí para ti.

La niña observó a su hermana por un momento; al principio se preguntó el porqué del ofrecimiento de Leni, pero luego llegó a una conclusión: seguramente escuchó lo que había pasado en el ático. Entonces..., ¿le había dicho eso por mera cortesía? ¿Lastima, quizá? No lo sabía, sin embargo, volvió a ver a la muchacha a los ojos y lo único que vio en ellos fue sinceridad y calidez. Sí..., ¿en qué estaba pensando? Era Leni de quién estaba hablando: la chica del corazón de oro.

—Gracias, Leni. Sé que ahí estarás —dijo ella, y luego volvió a abrazar a su hermana. Realmente necesitaba el afecto de su familia.

La rubia sonrió y gustosa devolvió el abrazo. Un par de minutos después recordó algo.

—Oye, hermanita..., ¿no tenías que ir a la fiesta de amigo?

Al escuchar las palabras de su hermana, Lucy sintió que su corazón se detuvo por un instante. ¡Era cierto! ¡Debía apresurarse! Miró la hora en el reloj de su buró y para su tranquilidad, vio que aún tenía tiempo. Sólo debía ponerse su vestido, tomar el regalo, lavarse la cara...

Su cara... El golpe...

Recordó que su mejilla aún seguía lastimada por la cachetada que Lori le dio. La marca de una mano era más que evidente en su pálida mejilla. ¿Cómo lo ocultaría? Hasta el más débil golpe dejaba marcas que tardaban horas en quitarse; y como mínimo, esa bofetada se borraría en unos cuantos días. «¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?»

—Lucy —la niña levantó la mirada y se encontró con el rostro entusiasmado de Leni—, ¿me dejas maquillarte?

—¿Eh?

—¡Maquillarte! Vamos, será divertido y, como que, te voy a dejar súper bonita.

La niña meditó un momento la propuesta. Realmente necesitaba ocultar esa marca, y Leni era una gran maquilladora; no por nada Lola le pedía constantemente ayuda. Además..., ella dijo que la dejaría bonita. ¿Sería posible que la dejara lo suficientemente presentable como para impresionar a Lincoln?

—E-Esta bien, Leni —aceptó, con un muy notorio sonrojo.

—¡Yay! —exclamó Leni e inmediatamente se puso a trabajar.

Quince minutos después, Leni guio a Lucy al espejo de la habitación tapándole los ojos. Una vez delante de él, le descubrió la vista.

—¡Ta-da! ¡Saluda a Lucy Loud! Espera..., tú eres Lucy Loud. Entonces..., ¿te saludarás a ti misma? Como sea, ¿no crees que te ves, como que, muy, muy bonita?

Lucy se quedó sin palabras; Leni de verdad había hecho un excelente trabajo. Había logrado desinflamar un poco su mejilla y cubrió por completo la marca roja con la base blanca; sus pómulos tenían un ligero tono rosado gracias al poco rubor que había aplicado; y sus labios —de por sí rojizos— brillaban ligeramente debido al gloss transparente. Y sus largas pestañas se veían aún más grandes, gracias a que la chica rubia las había rizado, pero sin usar rímel.

... Espera..., ¿podía ver sus ojos?

La niña observó detenidamente y vio que, efectivamente, sus ojos no estaban ocultos tras su flequillo. Estaban a la vista, descubiertos. Todos podrían verlos... Todos verían lo horribles que eran... Inmediatamente se quitó la horquilla y dejó que su cabello ocultara parte de su rostro una vez más.

Leni no entendió al principio por qué Lucy hizo eso, pero después recordó. «Oh..., fue por eso...» Leni comprendió el pesar de Lucy; captó su complejo. Decidió no insistir para no incomodar a su hermana. Tras unos cuantos segundos, Lucy por fin habló:

—Me encanta, Leni. Muchas gracias —sonaba un poco más relajada. Mientras no viera eso, todo estaría bien.

—Me alegro por ti, hermanita. Estoy más que segura de que serás la niña más linda de toda la fiesta.

Luego de eso, Lucy se puso su vestimenta: un precioso vestido negro con encaje blanco, medias largas blancas, zapatos Mary Jane de color negro y un par de aretes de cristal en forma de diamantes.

Se peinó, se puso un poco de perfume y finalmente había terminado. Leni aplaudió.

—¡Te ves espléndida, Lucy!

Lucy se ruborizó por el comentario. En realidad no creía que se viera tan bien como Leni decía, pero era lindo escuchar un cumplido de vez en cuando. De repente, escucharon un auto afuera de la casa. Era el auto de la familia de Haiku, su mejor amiga. Debido a que las dos irían a la fiesta, Haiku se había ofrecido a recoger a Lucy para llegar juntas a la fiesta.

—Ya llegaron por mi —indicó Lucy en la entrada de la casa—. Otra vez, muchas gracias por ayudarme, Leni.

—¡Awww! No hay de que, hermanita. Fue un placer para mí; desde hace tiempo que he querido maquillarte —dijo Leni, sonriendo—. ¡Diviértete con tu amiguito!

Lucy se sonrojo y se dirigió al auto de la familia de su amiga. Saludo a los padres de la niña, los cuales respondieron con amabilidad, y se fue, ansiosa por lo que le esperaba en el futuro inmediato.

Leni entró a la casa con una sonrisa. ¡Había sido tan divertido ayudar a su hermana menor a prepararse para su fiesta! ¿Cómo sería el amiguito de Lucy? Seguro era alguien maravilloso como para hacer que su hermanita estuviera tan enamorada. Tenía ganas de conocerlo; quería saber que tipo de persona era. Mientras subía las escaleras y pensaba sobre el enamorado de Lucy, se encontró con Lori, quien apenas había bajado del ático; tenía las mejillas húmedas, y sus ojos estaban completamente rojos.

El semblante de Leni cambió totalmente; tenía una mirada seria y triste a la vez. Por un lado, ella había escuchado la discusión que habían tenido Lori y Lucy, y también había escuchado el sonido de una cachetada y el llanto de la niña; incluso sin ver los hechos, Leni supo lo que había pasado. Por el otro, tenía a su hermana mayor frente a ella; completamente vulnerable y con un peluche de conejo entre las manos.

—L-Leni..., yo... Yo no...

La aludida no dijo nada; sólo se acercó a su hermana y la abrazó. Lori volvió a romper en llanto.


... No tengo justificación. Realmente no la tengo. Sé que prometí que me esforzaría para que los capítulos salieran más rápido, pero he tenido unos días regulares y malos. También me disculpo porque este capítulo sea tan corto; en mi cabeza era un poco más largo, pero creo que al final esto es más adecuado. Realmente me gusto el resultado.

Sin nada más que decir, me despido.

Dark Dragon Of Creation

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