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Extra#5 Duke&Aileen.

No te pongas nervioso. No te pongas nervioso.

Estiro el cuello de la cara camisa blanca de vestir, que al pasar los minutos siento que la corbata cada vez se va tensando en torno a mi cuello, y mis manos no dejan de moverse inquietas. Lo más probable sean imaginaciones mías, pero si ambos no salimos en los próximos veinte minutos entraré en un especie de crisis. Lo que vendría siendo que me importará bien poco romper mi camisa y esa maldita corbata. Es la quinta vez que paso mis manos por mi cabello negro, que estoy casi seguro que las marcas de mis dedos están bien presentes. Pero es que no puedo evitarlo. La expectativa junto con los nervios están provocando que mi tensión llegue a niveles ridículos. Y si a eso le sumamos que Aileen tiene más de una hora encerrada en la otra habitación de la suite, no ayuda en lo absoluto.

Maldita sea.

Tomo asiento en un largo y mullido sillón blanco, con un resignado suspiro escapando de mis labios. Pero casi al instante me levanto de un salto al escuchar finalmente el seguro ser quitado de la habitación.

¿Por qué carajos estoy tan nervioso? Pienso incrédulo al sentir un sudor frío bajar por mi espalda.

—¿Duke?

Todo mi cuerpo se estremece al escuchar aquella voz femenina con ese ligero tono ronco, que no abandona mis sueños. Trago saliva y vuelvo a pasar la mano por mi desordenado cabello negro.

—¿Duke?—dice esta vez más fuerte.

—Aquí.—respondo, mientras salgo del rincón en el que estaba volviéndome loco.

La busco con la mirada y casi me voy de boca al toparme con un par de magníficas piernas, que se dejan ver gracias a las aberturas del vestido, acompañadas por unos altos tacones negros. La sangre corre con fuerza por mis venas, soy incapaz de dejar de ver como aquella tela negra, casi transparente, se moldea como una segunda piel a cada una de sus curvas. Contengo el aliento al ver su larga espalda, completamente desnuda, solo en compañía por unas delgadas tiras brillantes por los diamantes que van incrustadas en ellas; que forman una especie de equis.

—¿Qué pasa? ¿Tan mal me veo?—pregunta sonriendo un poco nerviosa, mientras observa mi estupefacto rostro.

—E-Estás...—hago el intento de tragar el nudo que siento en la garganta. Niego y me acerco a ella. —Estás bellísima.

Un brillo de lo más singular pasa por esos magníficos ojos violetas. Tomo entre mis dedos uno de sus sedosos cabellos negros que enmarcan su bello rostro, sus largas y oscuras pestañas se mueven con un seductor aleteo. Mi corazón empieza acelerarse al ver un pequeño sonrojo crecer en sus altos pómulos y una bella sonrisa formarse en sus rellenos labios; pintados de un oscuro rojo vino.

—Eres perfecta.

Los vellos de mi nuca se erizan al escuchar su femenina—con un ligero tono ronco, casi sensual—risa llegar a mis atolondrados sentidos.

—No soy perfecta, Duke. Y no pretendo serlo.—responde mientras retrocede, haciendo que su mechón se escurra de mis dedos.

Por un momento siento el impulso de alargar mi brazo y volver a tomarlo entre mis dedos. Aunque preferiría tenerla a ella entre mis brazos.

—Para mí lo eres.—me encojo de hombros al ver una de sus cejas levantarse. Niega y suspira.

—Eso ya lo veremos cuando te encuentres frente a todo los clanes.—dice adquiriendo cierta seriedad en su expresión. Entrecierra un poco los ojos. —¿Estás seguro de querer hacerlo? Esta es tu última oportunidad,  porque una vez dejes caer una gota de tu sangre sobre las doradas hojas del gran libro, no podrás romper el juramento.

Lleno mis pulmones de aire. Escondo ambas manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón negro de vestir, al sentir mis palmas empezar a sudar. Sonrío con una confianza—y arrogancia—que no siento del todo. Pero Aileen no tenía porqué enterarse de mis nervios.

—Preciosa, soy un Demonio. No está en mi naturaleza ser un cobarde. Además...—me adelanto antes que ella diga algo. —...si ya estamos aquí, cuál razón tendría para irme.

Aquellos intensos ojos violetas me observan fijamente, tratando de buscar la mínima debilidad en mi expresión. Pero si en algo soy un experto es en manipular muy bien mis expresiones.

—Tú no me amas. Esa es una buena razón.

La sonrisa se borra de golpe de mi rostro. Mi entrecejo se frunce con fuerza, suspiro y bajo por un segundo la mirada a la punta brillante de mis caros zapatos negros.

—Ya te lo dije...—levanto la mirada, encontrándome con su confusa expresión. Me acerco hasta sentir la tela de su vestido rozar mis pantalones, bajo mi rostro e inhalo ese rico aroma a rosas. —...así tenga que jurar frente al mismísimo Hades lo que siento por ti. Lo haría, sin dudarlo. Te amo Aileen Parker y te lo demostraré a como dé lugar.

Así tenga que enfrentarme a millones de brujas, haré que su clan sea nuevamente aceptado entre las brujas. Y me encargaré personalmente que nadie, nunca más, ponga en duda que Aileen merece con creces el respeto de todas, como la última descendiente de uno de los principales clanes creados en el mundo sobrenatural.

Eso, lo juro.

—Esto tiene que ser una broma...—murmuro entre dientes.

Observo como Aileen con sus altísimos tacones, con ese magnífico vestido, camina entre la profundidad de aquel bendito bosque que está empezando a darme un muy mal presentimiento. Si soy completamente sincero, cuando ella me dijo que todas las brujas iban a reunirse me imaginé un castillo sombrío de piedra y de altos pilares, con candelabros con llamas negras en sus velas; iluminando cada rincón. Pero fue toda una sorpresa, una no muy buena, cuando le pidió al conductor de la cara limusina que alquilé para ambos detenerse en el borde del bosque.

—¿Estás segura que es aquí?

Frunzo el entrecejo y le doy una mirada desconfiada a mi alrededor. Desde que entramos siento una energía extraña, así como un peso entre mis extremidades, al parecer ése maldito bosque suprime un poco mis poderes. Porque le ofrecí abrir un portal y trasladarnos al punto de reunión pero pasaron dos cosas: la primera ella se negó rotundamente, alegando de que no importa cuántos portales consiguiera abrir; de igual manera no iba a ser capaz de encontrar el lugar. Y la otra, es que cuando le quise demostrar que estaba equivocada no pude ni siquiera invocar una de mis sombras.

—Tranquilizate, gran demonio.—entrecierro los ojos al percibir la burla en su tono de voz. —Estamos a punto de llegar.

Ahogo un gruñido, frunzo el entrecejo un poco más y escondo ambas manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón. Ambos caminamos en silencio hacia un lugar que no tengo la mejor idea de dónde es, pero por alguna razón Aileen sí. Sin poderlo evitar le doy una mirada de reojo. Aquellas hermosas gemas que tiene por ojos de color violetas, miran al frente sin titubeos; como si aquello fuera de lo más normal caminar por los frondosos árboles, como si en cualquier momento no pudiéramos ser atacados por otro ser sobrenatural.

—Oye.—llamo su atención. Aparta por un momento la mirada de en frente y la fija en mi persona. —¿Alguna vez pensaste o imaginaste cómo sería cuando encontraras a tu mate?

Su entrecejo se frunce ligeramente. Se detiene poco a poco, hasta que al final ambos quedamos frente a frente, con solo unos centímetros de distancia.

—Bueno, si quieres saber si imaginé que mi mate me iba a rechazar porque estaba en relación con una estúpida humana...pues no. Nunca, ni en mis doscientos años de vida, me lo imaginé.—dice, dejando ver el resentimiento que todavía siente por lo sucedido aquella vez. Me remuevo incómodo pero dado que le pregunté y ella respondió con total sinceridad no me queda más que aceptarlo. Suspira ruidosamente y aparta la mirada. —La verdad, para ser totalmente sincera, al principio sentía miedo de encontrar a mi alma gemela. Ya que no sabía qué impacto iba a ocasionar en mi vida; ya fuese que la mejoraría y me haría olvidar los años oscuros y llenos de tristezas que pasé cuando perdí a toda mi familia. O...iba terminar de consumirme.

—Aileen...

Tenso la mandíbula con fuerza. Una oleada de vergüenza, molestia y un sin fin de sentimientos pasan por mi cuerpo que al final no se qué decir. Según lo que el Alfa Liam me comentó es que ella junto con la Alfa Cassandra pasaron años buscando a sus mates, que el saber que en algún rincón de este mundo estaba su otra mitad, su alma gemela; las motivaba a luchar por protegerse la una a la otra, las impulsaba a no dejarse convencer por los consejos para que buscaran otras parejas potenciales. Estoy seguro que yo en cuestión de segundos le eché a perder todos sus esfuerzos y sueños en cuanto la rechacé.

—¡Pero bueno!—exclama, sacándome de mis pensamientos. Una expresión de falsa felicidad se abre paso en su rostro. —No te preocupes. Tú no tienes toda la culpa, la verdad fue que me dejé llevar por esos tontos e infantiles sueños.

—¿Tontos e infantiles?

—Lo son.—se encoge de hombros con esa expresión que está empezando a molestarme. —Creía que la primera vez que encontraría a mi mate, ya sabes ambos nos besaríamos como si no hubiera un mañana. Que nos juraríamos amor eterno bajo las estrellas y la Luna. Ya sabes, todo lo cursi que te puedas imaginar.

Ríe y da media vuelta. Una suave brisa pasa susurrando por las copas de esos fuertes y altos árboles, tomo una profunda inhalación al sentir aquel delicioso aroma a rosas llegar a mis sentidos. Antes de que ella pueda irse y dejarme ahí, como estúpido observandola, tomo de su antebrazo y jalo de ella.

—¡¿Q-Qué?!—jadea sorprendida. Abre sus ojos violetas como platos.

—Tus sueños no son estúpidos, ni tontos y mucho menos infantiles.—mascullo y observo con intensidad su rostro. —No importa cuántas veces te diga que lo siento, no es suficiente para redimir el gran error que cometí al rechazarte Aileen.

—Duke...—levanto mi brazo y paso la yema de mi pulgar por su mejilla, acallando sus palabras.

—Eres la mujer más bella que he visto en mi vida.—susurro y tomo con delicadeza su barbilla; levantando su rostro en mi dirección. Bajo por un momento la mirada a sus labios rellenos, que me llaman como a una polilla la luz. —Y pasaré cada segundo, minuto, horas de mi vida para cumplir cada uno de tus sueños. Si esta vida no es suficiente, me encargaré de comprometer mi alma a Hades, con tal de devolverle la luz a estos bellos ojos violetas. Sé que en este momento no soy merecedor de tu amor, Aileen Parker. Pero poco a poco me ganaré tu corazón, como tú pequeña y bella bruja te apoderaste del mío.

Y la besé.

Aunque aquella noche no había un cielo estrellado, la luz de la Luna sí que nos acompañaba. El silencio de aquel bosque nos envolvía, sus frondosas copas nos separaban de los demás mortales e inmortales que tuvieran el descaro de interrumpir. Besé a la mujer que había hecho sufrir con solo una palabra. Probé esos labios que cada día estaban acabando con mi cordura, y aunque me gustaría culpar a la conexión de mates; Aileen es lo suficiente como para volverme un loco con una de sus violetas miradas.

¡Oigan, par de tortolos! ¡Todas los estamos esperando para que encadenen su alma junto con la del otro para toda la vida!

Abro los ojos, molesto me separo de Aileen y clavo mi mirada en la culpable de interrumpir. Me topo con una mirada burlona de color azul, de ése azul que suele tener el cielo al amanecer.

—¿Iona? ¡Vaya, tenía más de veinte años de no verte!

Observo curioso como Aileen comparte saludos y abrazos con esa bruja de ojos azules que según escuché se llama Iona. Su cabello es tan rubio, que más parece oro, por no mencionar que su belleza es inevitable de pasar por alto. Pero algo en esos ojos me despierta mucha desconfianza, por no mencionar claro que no se compara en lo más mínimo con Aileen.

—Ya tendremos tiempo para ponernos al corriente de nuestras aburridas vidas.—la bruja ojiazul me da una rápida mirada; con aquel brillo burlón todavía en sus iris. —Todas las viejas arrugadas de los clanes están desesperadas por ver con sus malvados ojos al Demonio que piensa vender su alma a una bruja.

¿Vender? Frunzo el entrecejo.

—Déjalo, Iona.—la riñe Aileen mientras pone los ojos en blanco. —¿Acaso quieres que me abandone antes de que pueda obtener su sangre?

—Querida amiga bruja, si a mi un tipo me besara como el guapo demonio de ahí; créeme que en lo último que pensaría es el abandono. De hecho...—sonríe ampliamente.

—¡Iona!

—Está bien. Está bien.—dice y rie sonoramente. Da media vuelta, dándonos la espalda y empieza a caminar. —No se tarden. Que ya quiero tomar del delicioso agua ardiente que las Shayk trajeron.

Y así como apareció, desapareció. Paso una mano por mi cabello negro, una expresión confundida se apodera de mi rostro.

—Vamos.

Aileen empieza a caminar con rapidez. Frunzo el ceño y la sigo. Trato de buscar su mirada pero ella me rehuye y le aumenta más velocidad a sus pasos. Pero no importa cuanto trate de apartar su rostro, igual fui capaz de ver sus mejillas completamente sonrojadas.

Al parecer mi pequeña bruja no es completamente inmune a mí, como en anteriores ocasiones trató de demostrar.

Una sonrisa tira de las comisuras de mis labios.

Pasar cada día a su lado será bastante interesante.

Si yo creía que ya estaba más que acostumbrado a ser el blanco de miradas tanto de humanos como de sobrenaturales, sólo tenía que encontrarme bajo el escrutinio de más de cincuenta pares de ojos multicolores. Un estremecimiento recorre cada rincón de mi cuerpo. Mujeres de todas las edades, tamaños y ojos de color; me observan fijamente. Como si fuera su nuevo entretenimiento.

—Es un honor volver a tener a una Parker en este tipo de reuniones.—comenta una mujer morena de ojos dorados. Sonríe amigable y le murmura algo a una joven, muy similar a ella, en un idioma que no comprendo.

—Para mí esto es una pérdida de tiempo.—dice ahora una mujer con uno ojos de un color de lo más singular. No son plata ni son totalmente negros; es muy similar al color del metal. —Todas aquí sabemos que las Parker siempre han sido unas traidoras. Es una alegría que su clan estén más que extinto.

—Mira quién lo dice.—la encara esta vez una joven bajita, con la cara llena de pecas y ojos color cobre. —Cuando tu clan ha sido maldito por los dioses por practicar magia negra. ¿De verdad tienes el descaro de culpar a las Parker de traición, cuando tú hace más de cien años atacaste a mi clan alegando que las Shayk habíamos matado a tu hijo?

—¡Y fueron ustedes, malditas brujas rojas!

Antes de darme cuenta todas empezaron a discutir sobre temas del pasado, de hace años y tal vez siglos atrás, así como de temas que no entiendo en lo absoluto. Le doy una mirada a Aileen la cual junto con Iona observan entretenidas a todas las líderes de sus clanes prácticamente echarse viejos trapos sucios a la cara. De la forma más literalmente.

—¡Suficiente! ¡No hemos venido a discutir quién empezó qué guerra y porqué!—Delia Geraldi, a quien recuerdo por ser la representate de las brujas en el consejo, se abre paso y calla la discusión. Fija sus ojos anaranjados en Aileen y en mi persona. —Es hora de que demos inicio al ritual.

Cada uno de los músculos de mi cuerpo se tensan. De pronto un silencio bastante escalofriante cae como una manta, terminando de ponerme mucho más nervioso. Todas las brujas presentes nos rodean a Aileen y a mi, dejándonos a ambos en el centro. Empiezan a murmurar algo en un idioma que no entiendo, con sorpresa e incredulidad observo como poco a poco se van encendiendo flamas de colores; según los ojos de las brujas presentes. De la nada, como a menos de medio metro del suelo fértil de ese maldito bosque empieza a surgir un atril de mármol con un símbolo en frente. Sintiendo el sudor resbalar por mi espalda, veo como poco a poco empieza a dibujarse—si es que puede decirse así—un enorme libro de hojas doradas como si fueran hechas de oro.

—Muy bien.—dice Delia Geraldi mientras se acerca al libro, pasa una mano por encima sin tocarlo y dice algo entre dientes que tanto no consigo oír, como interpretar. —Ambos acerquensen.

Tanto Aileen como yo lo hacemos. La misma joven ojos cobre se acerca y le pasa una daga de hoja brillante, con el puño dorado—hecho de oro—con unas piedras preciosas en todo el borde.

—Con esta daga, que usó Zeus para cortar de su piel y bendecir su hoja con su sangre, cortarán sus palmas y dejarán caer una gota sobre las doradas hojas del gran libro.—dice Delia mirándonos a ambos con seriedad. Trago saliva. —Este juramento, es el máximo entre los dioses. Si deciden incumplir con su voluntad, conocerán de su furia. Tienen tiempo de reconsiderar su decisión.

Aquellos hermosos ojos violetas, que estaban oscurecidos, me miran fijamente; esperando que empiece a correr en cualquier momento. Aunque la situación lo tienta a uno, mi deseo de descubrir qué será de nosotros en unos años es mucho más grande que volver a esa vida insulsa que estaba llevando todos estos años.

—No.—mi voz ronca rompe por unos segundos ese tenso silencio. —No pienso reconsiderar nada. Hagámoslo.

—¿Estás seguro?—su susurro a duras penas lo escucho. Por un momento Aileen deja caer el manto de indiferencia de sus ojos violetas y puedo ver el terror, junto con la inseguridad y...amor, escondidos en el rincón de sus iris.

—Muy seguro.—afirmo y entrelazo su mano con la mía. Tomo la daga con mi mano libre, y las manos que ambos mantenemos fuertemente entrelazadas, hago un pequeño corte en nuestras palmas.

Nos acercamos al libro y dejamos caer una pequeña, muy roja, gota de sangre. Observo como su sangre y la mía se mezclan, esperando que el gran libro acepte nuestra unión. Algo que no se hizo esperar. Nuestros nombres empezaron a formarse con una letra negra y una caligrafía impecable en una de las hojas; pero al momento ambos nombres poco a poco fueron desapareciendo. Frunzo el ceño al sentir un ligero dolor en la mano que tiene el corte, bajo la mirada y abro los ojos como platos al ver un hilo dorado empezar a envolver mi mano. Le doy una rápida mirada a Aileen que pasa por lo mismo.

—Bien, ahora esta es la parte más difícil aunque no lo parezca.—la voz de Delia llama nuestra atención. —Cuando hagan el juramento, tienen que saber que si no lo sienten, que si hacen esto sin sentir el mínimo sentimiento de amor el uno por el otro; ambos morirán.

¡¿Qué?!

Delia observa nuestras expresiones pero como bien dije, soy un experto en controlar cada una de mis expresiones. Así que le sonrío y espero a que siga hablando, siento aquella mirada violeta fija en mi pero yo no aparto la mirada de la bruja ojos anaranjados.

—Repitan después de mí: “Yo—dicen su nombre—acepto el amor, el alma y pasar cada segundo de mi vida al lado de mi alma gemela. Sus sueños a partir de hoy serán mis sueños, sus deseos serán mis deseos y mi felicidad será la suya. Hoy, entrelazo mi vida junto a la de...(dicen el nombre de su alma gemela)”

Trago saliva y con una expresión seria hago lo que dice. Pero antes me volteo y fijo mi mirada en Aileen.

—Yo, Duke Brown, acepto el amor, el alma y pasar cada segundo de mi vida al lado de mi alma gemela.—veo como Aileen trata de aguantar las lágrimas que llenan sus ojos violetas. —Sus sueños a partir de hoy serán mis sueños, sus deseos serán mis deseos y mi felicidad será la suya. Hoy, entrelazo mi vida junto a la de Aileen Parker.

Toma una profunda respiración y repite el juramento, su voz suena entrecortada y llena de sentimiento; que me provoca un dolor en la boca del estómago. Sus ojos violetas cada vez se hacen más brillantes, porque nuevas lágrimas los llenan.

—Hoy, entrelazo mi vida junto a la de Duke Brown.—finaliza en un susurro.

Sin importarme más nada, ni nadie, tomo su rostro y la beso. Nunca había sido dado a los impulsos pero era una necesidad, un deseo, que no podía controlar. Quería besarla y punto.

—¿Si saben que esto no son votos de matrimonio, por muy similares que sean?—escucho la voz burlona de aquella bruja ojiazul pero no le presto atención alguna. Ni siquiera al hecho de que siento un ligero dolor en mi muñeca, donde hice el corte. —Estos dos son incorregibles. Qué se le va hacer. Bebamos para celebrar que finalmente las Parker vuelven a formar parte del gran libro.

Finalmente, aunque a regañadientes, me separo de Aileen. Un carraspeo llama nuestra atención, con la mirada vidriosa observo a Delia Geraldi.

—¡Felicidades!—sonríe ampliamente. —Para todas nosotras es un honor presenciar uno de los pocos juramentos de los Dioses. Espero que ambos sean muy felices a partir de ahora. Y Aileen, cariño el clan de las Parker vuelve a formar parte del gran libro, como bien sabes tu abuela fue un miembro importante dentro del Consejo de brujas. Ése puesto a partir de ahora será tuyo.

Aileen parpadea sorprendida. Pero poco a poco una brillante sonrisa empieza a formarse en su bello rostro. Yo sabía que esto para ella era algo muy importante, por eso me emociona el saber que finalmente sus sueños se están cumpliendo.

Sonrío de medio lado.

Quién iba a pensar que aquella bruja que apareció de la nada y en media fiesta gruñó ante todos que yo era suyo; al día de hoy iba a ser tan importante en mi vida. Ni que alguna vez yo fuera a sentir tantos sentimientos por alguien. Es tan extraño e interesante a la vez.

—¿Duke?

Ese rico tono ronco de su voz femenina me saca de mis pensamientos. Bajo un poco la mirada, topandome con esos magníficos ojos violetas.

—Las Shayk preguntan que si quieres tomar su conocida agua ardiente.—les doy una mirada a las brujas ojos cobre. Sonríe con cierta malicia en mi dirección.

—¿Quedaré borracho con cinco tragos de esa bebida, verdad?

—Eso, si aguantas los primeros tres.—dice Aileen y ríe por lo bajo. Vuelvo a poner la mirada en su persona al sentir sus manos en mi cuello, donde sus dedos manipulan con suavidad y quitan mi corbata. Una tonta sonrisa se abre paso en la comisura de mis labios.

—¿Desnudandome sin apenas estar borracho? Hoy debe de ser mi día de suerte.

—No te hagas ilusiones, que te la quité porque no puedo imaginar llevar esto...—y levanta la corbata entre sus dedos. —...sin sentir que me estoy ahorcando.

—Bueno qué considerada es usted señorita Parker.

Aileen pone sus dedos sobre los labios al ver que iba con todas la intenciones de besarla. De nuevo. Frunzo el ceño.

—No es momento para esto.—dice y empieza a caminar hacia atrás. Sonríe de medio lado. —Hoy te enseñaré las buenas fiestas que las brujas somos capaces de hacer.

—Soy todo tuyo.

Aileen pone los ojos en blanco, toma mi mano y ambos nos acercamos al grupo de brujas que ya sus mejillas están sonrojadas, y sus ojos multicolor están brillosos.

Tal vez no haya conseguido besar nuevamente los labios de Aileen. Pero ya tendré toda una vida para probarlos.

Ya lo creo que sí.

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