Capítulo 9.
¿Mi tranquilidad o renunciar a mi alma gemela? ¿Soledad o compañía? ¿Alegría o desgracia?
Realmente, no sé qué hacer.
—¿Qué esperas engendro, tú crees que no tenemos mejores cosas que hacer?—grita exasperada mi madre. Los observo de reojo; vaya amor de familia.
*—No lo hagas Liam...—una aterciopelada voz interrumpe mis pensamientos. De inmediato la reconozco.
*—Aria...
*—No renuncies a tu mate Liam, no dejes escapar la oportunidad de algún día ser feliz al lado de alguien.
Cierra la conexión dejándome más confundido de lo que ya estoy. ¿Por qué? ¿Qué me da el derecho de ser feliz con una persona como lo es Cassandra? Se supone que ella se merece a alguien mejor—muchísimo mejor—que un ser tan insignificante como lo soy yo.
«No lo hagas.»
—En serio no puedo creer que un monstruo como tú tenga sangre McCartney.—dice con desdén mi madre. Sacudo mi cabeza saliendo de mi ensoñación.
—Tranquilizate mamá, estás haciendo el ridículo.—le responde Aria con un tono un tanto fuerte. Mi madre rechina los dientes molesta.
—¡Marcus! Escucha como la insolente de tú hija me ha llamado.—grita histérica mi madre. Observo de reojo como mi padre se masajea las sienes y cierra fuerte los ojos. Se ha enojado.
—¡He dicho que es suficiente Sophia!—dice en tono Alfa mi padre. Mi madre se encoge en sí misma, Aria sólo da un respingo de la sorpresa. Yo hago el que me intimidó, aunque no sea así, por una extraña razón el tono Alfa de mi padre nunca hizo efecto en mí. Lo que provocaba que me castigaran muy a menudo.
—¡Es injusto! Quieres más a ésta bastarda que a tu propia esposa. Que no se te olvide Marcus que si quiero puedo hacer que ésta niña desaparezca.—le grita enojada mi madre desde el lugar donde está sentada. Mi padre se había levantado para ir al mini bar que está en una esquina de la sala, la ve fijamente, mientras tensa su mandíbula.
«Bastarda», Siempre odié que mi madre utilizara ese término con Aria.
Aria no es hija de mi madre. Ni siquiera mi madre es mate de mi padre, pero como hace años consideraron que el Linaje White era el más apto para los “McCartney”—así fueran mate o no—por eso se empezó a arreglar matrimonios para mantener el “Linaje”.
Los White son un Linaje de lobos blancos, los cuales se creen la gran cosa y los demás les dan demasiada importancia porque se decía que ése grupo en especifico fue bendecido por la Diosa Luna.
Sin embargo eso es mentira, y lo único especial que tienen es que todos son lobos blancos. Simplemente.
Observo de reojo a Sophia White. Siempre odió y odiara a Aria por quitarle la atención de mi padre. Sin contar que es hija de la mate de mi padre. Sí, mi padre le fue infiel a mi madre y me atrevería a decir que incluso fue feliz de hacerlo. Cuando cumplí ocho años, mi padre trajo a una niña con solo meses de nacida a la mansión, nada más la presentó como mi hermana y ya. Recuerdo que ese día mi madre casi mata a Aria de no ser por la intervención de mi padre. Ese día discutieron a no más poder en el despacho de mi padre. Y yo como niño curioso que era, me escondí lo mejor que pude y logré escuchar algo.
Mi padre andaba visitando a otra manada, y ahí encontró a su mate. Pero parece ser que su mate era una licántropo de rango Omega, por lo tanto la mantenían como una esclava. Mantuvieron su romance en secreto el corto tiempo que estuvo mi padre en esa manada. Y salió embarazada. Si una Omega se embaraza de un Alfa, muere dando a luz. Hay casos en los que el bebé muere con la madre. Seis meses es lo que dura el embarazo de un bebé de un Alfa. No como con los humanos que hay que esperar bastante. Y lo mejor de todo es que ni siquiera se levantó sospecha, ya que mi madre estaba embarazada también, pero perdió el bebé. Sólo una enfermera que trabaja para la manada la cual ayudó a mi madre, mi padre y yo, éramos los únicos que sabíamos.
La pérdida de ese bebé para mi madre aumentó el odio hacía Aria. Ya que si ese—o esa bebé—hubiera nacido tendría la misma edad que Aria. Y en cuanto al aspecto, no hay mucho problema ya que sacó todo los rasgos de mi padre. Cabello negro, ojos turquesa y tez blanca.
De pequeños nos parecíamos mucho, siempre la protegía contra la furia de mi madre. Pero cuando me transformé a los quince, la separaron de mí. Mi pequeña hermana. Sé que ha Aria le duele que mi madre le diga todo esas cosas. Y a mí tanto como a Zurich nos enoja que la trate así, pero no puedo intervenir lo cual hace peor la situación, porque siento la furia de Zurich surgir en mi interior. Y cuando Zurich está enfado... no quiero ni pensarlo. Zurich siempre fue muy sobreprotector con Aria.
—¿Por qué te quedas callado querido? Será porqué di en el clavo.—dice con malicia mi madre. Ella sabe que Aria es la debilidad de mi padre y se aprovecha mucho de ello. Cada vez siento que la furia de Zurich va en aumento. Lo cual no es nada bueno, no quiero que vuelva a ocurrir lo que provocó que me echaran de la mansión. Un escalofrío me recorre el cuerpo entero cuando imágenes de aquel día pasan por mi mente.
—Sera mejor que te calles Sophia, que no se te olvide que si no fuera porque eres una White no fueras nadie. Sin contar que soporto tu irritante presencia por las apariencias.—le contesta con el tono duro e intimidante que caracteriza a mi padre. Mi madre se levanta indignada. Esto no saldrá bien.
—¡Oh! ¿En serio?—pregunta con malicia. —¿Qué pensarán los demás si se llegaran a enterar que el gran Alfa Marcus McCartney, embarazó a una insignificante Omega logrando a su vez la muerte de ésta y trayendo a su bastarda a la gran casa sabiendo que su esposa estaba embarazada?
Silencio.
No necesito ver a mi madre para saber que tiene una enorme sonrisa de autosuficiencia. A veces tu mayor enemigo es el que vive en tu mismo techo.
—Hazlo.—le dice con altanería Aria a mi madre mientras se levanta del sillón y la encara. Alzo la vista un poco. La cara de mi madre es todo un poema y la de mi padre es de completa sorpresa.
—Hazlo.—le vuelve a repetir mientras le regala una sonrisa malvada. —Pero sabes que si lo haces pasas a ser nuevamente una don nadie. Hazlo Sophia White y así harás conocer tú humillación de ser la pobre infeliz que término criando a la bastarda.
Mi madre gruñe furiosa, Aria en cambio ríe de gusto. Cruza los brazos y manteniendo aquella sonrisa, señala a mi madre.
—Pero se te olvida algo querida madre.-musita mientras su sonrisa se ensancha. —Papá tiene más influencia en el mundo sobrenatural que tú, y yo al ser hija legítima de él no harán nada contra mí.
Creo que mi madre acaba de echar a perder sus dientes, de lo fuerte que está apretando su mandíbula. En los ojos de mi padre se puede ver cierto orgullo, pero él como siempre esconde sus emociones. Un escalofrío me recorre al ver como mi madre le deja ir una cachetada a mi hermana. Aria deja salir un jadeo, lo cual es lo único que se escucha tras aquel infernal silencio. En shock observo el rostro de Aria. Una mano repintada en toda su mejilla izquierda.
Los ojos de mi madre están totalmente brillantes de furia y sus colmillos se dejan ver bajo sus labios. Mi padre y yo, nos encontramos en un completo shock.
—Mira que atrevida, la bastarda se cree de tal derecho. No me retes criatura insignificante.—escupe con furia mi madre. —Que haya dejado que él imbécil de Marcus me fuese infiel con una zorra Omega como lo era tú madre no significa que vaya a dejar que la bastarda de esa asquerosa relación se crea mejor que yo. Y como si fuese poco me quite lo que por ley me pertenece.
La palma de Aria descansa en su mejilla rojiza por el golpe, pero no se deja intimidar, la ve con todo el odio del mundo.
¡No Aria!
Un jadeo sale de mis labios al escuchar ese sonido nuevamente. Un gruñido mezclado con un jadeo ahogado sale de ni madre. Observo incrédulo la palma derecha de Aria marcada en el rostro de mi madre.
—Y que a ti no se te olvide que no eres mi madre, por lo tanto no te da derecho alguno de siquiera tocarme. Aquí nadie nos está viendo, así que deja de comportarte como la respetable Luna de los McCartney que nunca serás.
Si mi madre ya estaba molesta, ahora estaba furiosa. Sólo logré ver como las garras de mi madre iban con todo al rostro de Aria.
—Muere bastarda...
¡Por los Dioses!
Todo paso tan rápido que no me di cuenta cuando tenía a mi madre agarrada del cuello suspendida en el aire.
—No te atrevas siquiera a volverla a tocarla o yo mismo me encargaré de matarte.
La escalofriante voz de Zurich se hizo presente en mis cuerdas vocales. Mis garras cada vez iban aumentando y a su vez aumentando también la presión contra el cuello de mi madre. Los ojos marrones de mi madre pasaron a ser de su habitual color café a un color caramelo con motitas negras. Y sus dientes a ser una larga fila de dientes filosos capaces de arrancarte la garganta de ser posible. Todos se encontraban estáticos en su lugar.
—L-Liam, suéltala. —decía con temor Aria mientras trataba de acercarse a mí.
Lo siento Aria, en este momento Zurich es el que tiene el control.
Mi madre trataba de apartar mi mano de su cuello enterrando sus garras en mi brazo. Pero en vano lo hacía, un enorme hilito de sangre bajaba por mi antebrazo.
—Liam suéltala, te meterás en problemas.—seguía diciendo Aria con temor. Temor a mi aspecto y temor a lo que vaya a pasar. Una sonrisa escalofriante y cruel se forma en mi rostro.
—Personas podridas como lo es ella no merece seguir viviendo. Sólo están en este mundo para ensuciar y corromper los puros corazones de los ingenuos...
Un golpe en mi costilla me hace soltar a mi madre y golpearme de lleno en la pared.
—Tranquilízate muchacho.—dice la dura voz de mi padre. Sus ojos turquesa cambiaron a un turquesa más oscuro con motitas doradas. Su rostro tiene un aspecto más duro y sus músculos están completamente tensos. Una ronca y escalofriante risa sale de lo más profundo de mi ser.
—Vaya, vaya, vaya, el gran Alfa ha entrado a la acción.—dice con burla Zurich. Nos pone de pie en un ágil movimiento y vemos fijamente a mi padre. Un cierto brillo de temor pasa por los brillantes ojos de mi padre pero lo esconde rápidamente, me ve con una pose intimidante. Que no provoca absolutamente nada en mí.
—Te ordeno como tu Alfa que soy, a que te tranquilices y pidas perdón a la Luna de la manada.—dice con el tono Alfa, no cambia su postura tensa. Zurich nuevamente suelta una larga carcajada y empieza a reírse en su rostro. Mi padre nos ve confundido.
—Insignificante Alfa, ¿qué te hace pensar que yo le haría caso a una escoria como lo eres tú? Por favor Marcus, debes de saber que tu tonito de nena no hace efecto en mí.
La mandíbula de mi padre se tensa totalmente.
—Zurich...—dice entre dientes mi padre.
—¿Me extrañaste? Porque yo no. Mira que echar a tu hijo de tu casa sólo por ser diferente, que cruel Marcus, eso no se hace.—pasa de un tono burlón a uno más serio. —Pero no te preocupes el muchacho no necesitó—ni necesitará—nunca de ti o de la insignificante de tu esposa.
La furia de mi padre aumenta. Su mandíbula cada vez se tensa más, al igual que su cuerpo.
—Eres una vergüenza para el Linaje McCartney...—dice con desdén mi padre. —Nunca llegarás a ser un Alfa. ¡Nunca!
Grave error.
—¡Liam!
—Su-suéltame.—decía con dificultad mi padre. Podía sentir la vibración de su voz en mi palma. Mis extraños ojos llenos de furia se clavan en los suyos. Sólo una vez vi tal temor en los ojos de mi padre, el mismo día que me echaron de la mansión. Zurich se encuentra furioso y ahora que tomó el control lo aprovechará al máximo.
—Escúchame muy bien lo que te voy a decir porque no te lo voy a volver a repetir.—inicia con un tono fuerte mientras aprieta un poco el agarre contra el cuello de mi padre. —Cassandra es mía, no voy a dejar que personas tan poca cosa como lo son ustedes me aparten de ella, es mi mate, mi compañera, y es solamente mía.
»Eso es algo que tú ni nadie cambiará.
Y recuerda, pueda que Liam no haga nada contra ustedes, pero yo sí. Esta será la primera y última vez que nos harán venir a esta asquerosa casa, no se te olvide Marcus lo que soy capaz de hacer.«
Lo suelta logrando que mi padre empiece a toser fuertemente. Mi madre me ve con odio y temor en una esquina, mientras que Aria me ve triste y con temor.
«Eres un monstruo.»
—Entonces acabas de tomar tu decisión... te arrepentirás.
Son las últimas palabras que dice mi madre cuando abandono esa horripilante casa.
Por ella hare lo que sea, así tenga que hacer desaparecer a mi familia.
◆◇◆◇
«Liam»
«Monstruo»
«Liam...ámame Liam»
«Te arrepentirás»
«Liam...Liam...Liam...»
Múltiples voces se escuchaban en este vacío y oscuro lugar.
«Ayúdame Liam.»
«¡No la mereces!»
«—Qué miedo, me provocas terror. ¡No te quiero ver más!», el rostro y la voz de Aria reflejaban miedo mientras se apartaba de mi lado.
No Aria soy yo, ¡por favor no te vayas!
Gritaba desesperado mientras la imagen de mi hermana se perdía en la lejanía.
«—Los monstruos dan miedo, sólo existen para traer desgracia y terror al mundo...», la voz de mi hermana se distorsionaba por una más ronca y escalofriante.
¡Basta!
«Liam.»
¡Lo sé! ¡Lo sé soy un monstruo que no merece felicidad alguna. Así que basta, por favor. Por favor...
«Te amo Liam, te amo y deseo que me ames.»
«¡LIAM!»
Abro los ojos de golpe, un pitito ensordecedor en mis oídos me deja más atontado, trato de regular mi respiración ya que estoy empezando a hirpeventilar. Escalofríos pasan por cada rincón de mi cuerpo, cierro los ojos por unos segundos. Nuevamente las pesadillas volvieron pero más fuertes, desde que logré conciliar el sueño cuatro pesadillas—contando con ésta—me han atacado. Suelto un suspiro de cansancio, abro los ojos, me incorporo lentamente quedando sentado sobre el mullido colchón. Espero un poco para poder levantarme sin marearme.
Una vez estoy seguro que mis piernas no me fallarán voy a por un poco de agua. Cuando estoy a punto de beber mi agua, el vaso resbala de mi mano.
—¡AAAH!
Mis gritos de dolor rompen con el silencio de aquel lugar. Llevo mis manos a mi cabeza, siento que algo estuviese perforando mi cráneo. Cierro mis ojos y me dejo caer al suelo, no aparto mis manos de mi cabeza, como si eso lograra apaciguar el dolor.
—Mierda...—maldigo entre dientes por el dolor. Jadeo de la presión que siento en mi cabeza, todo mi cuerpo empieza a temblar.
«¡Liam!», es el rugir de Zurich. Este es el problema de que mi lobo tome el control después de tantos años. Juré nunca dejar salir a Zurich nuevamente, pero a veces el control no lo logro mantener del todo. Es algo difícil de hacer y aunque me hice muy habilidoso, no deja de ser difícil. Cierro mis ojos mucho más fuerte, el dolor parece aumentar. Mis manos empiezan a temblar y a sudar. Eso no es bueno. Nada bueno.
«¡Liam! Te vas arrepentir.»
Demonios.
Sé que esa humillación que le hizo Zurich a mi familia me saldrá cara y muy cara. Traté de todos los medios posibles de volver en mí y esconder a Zurich, pero fue en vano. Todo el odio acumulado, más el hecho de que querían separarnos de nuestra mate logró que Zurich agarrara una fuerza increíble. Solo espero mis padres no hagan nada.
Eso espero.
◆◇◆◇
Cuando siento que el dolor bajó un poco, quito las manos de mi cabeza, me levanto y me siento en un pequeño sillón que ésta en la improvisada sala. Dejo caer mi cabeza hacia atrás, cierro mis ojos y suelto un enorme suspiro. Siento mi cuerpo pesado, los ojos me arden, nunca había sentido tanto sueño y dolor en mi cuerpo. Tenía años de no volver a tener este tipo de ataques.
«—Tomaste una decisión, te arrepentirás.»
Todo mi cuerpo se tensa cuando las palabras de mi madre vuelven a mi mente. Volviendo a recordarme lo sucedido.
«Te arrepentirás.»
¿Realmente me arrepentiré? O en el peor de los casos. ¿Y si realmente nunca me llegue a arrepentir?
¡Por la Diosa!
¿Qué fue lo que hiciste Zurich?
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