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Capítulo 7.

«Deseo que me ames como yo estoy empezando a amarte...»

¿Cómo se supone que deba reaccionar? ¿Qué tengo que responder a aquello? Una vez leí en un libro que; para amar a alguien, debes primero amarte a ti mismo. La única persona que odio con todo mi ser es a mí mismo. Ni siquiera tengo resentimiento alguno con mis padres por no quererme y echarme de la casa. Tampoco odio a Paul por quitarme el puesto de Alfa y ser el líder que todos desean, ni a todas esas personas que constantemente me humillan. Nadie tiene la culpa de que yo sea así. Claro, salvo yo mismo. Todo lo que me pasa lo tengo más que merecido, o eso es lo que creo. Porque de qué me sirve echarle la culpa a la Diosa Luna, si ella me dio todo, pero yo no supe apreciarlo, no pude cumplir con las expectativas. Por lo tanto me he resignado y he aprendido a sobrevivir con lo poco que tengo, y con mi mera compañía. No necesito de nadie más.

Nunca esperé amor, cariño o amistad de alguien. No me creo merecedor de ninguna de esas cosas, porque la poca esperanza que albergaba en mi corazón de algún día encajar y recibir amor, fue destruida por mi familia.

«Deseo que me ames.»

Ni siquiera sé lo que significa amar. ¿Cómo puedo amarla sin dañarla? ¿No la rechacé sin ni siquiera conocer su nombre o algo de ella? Entonces, ¿por qué razón quiere que la ame? ¿Es que acaso eso es normal y yo soy el extraño? No entiendo. Nunca había estado en esta situación.

—No es necesario que me respondas, pero quiero que sepas que todavía no me rindo.—su voz me saca de mis pensamientos. Alzo la mirada encontrándome con aquellos hermosos ojos esmeralda. —Si doy todo de mí y tú no llegas a sentir nada por mí, no te preocupes te dejaré en paz.

Trata de sonar fuerte, pero no lo logra del todo. Se acerca y de un rápido movimiento me da un beso en la mejilla. Se da media vuelta, no sin antes regalarme una sonrisa. Una llena de tristeza. Observo su largo cabello arena con aquellos interesantes mechones rubio platinos moverse en cada paso que da, perdiéndose en aquel silencioso pasillo.

Lo siento.

Lamento que te haya tocado un mate como yo. Cierro mis ojos fuertemente y suspiro pesadamente antes de volver a abrir mis ojos. Agarro fuertemente mi mochila contra mi hombro y con paso lento me encamino a clases.

Cassandra, Cassandra. Nadie nunca podrá sacarme de la oscuridad en la que tan aferrado estoy.

◆◇◆◇

Escuché que él monstruo es el mate de la Alfa.

Era uno de los muchos susurros—no tan susurros—que escuchaba a mi alrededor.

Shhh cállate. Que si te escucha la Alfa nos corta la cabeza. Además dicen que ella lo dijo por lástima, porque su verdadero mate es el Alfa Paul.

Y así pasó todo el día. Para las clases Cassandra se sentaba a mi lado, pero no trataba de hablarme a menos que fuera necesario, sé que ella también escuchaba los rumores y susurros que decían en clases, hasta en los pasillos. Pero ella y Aileen hacían de oídos sordos. Para la hora de almuerzo se sentó en mi misma mesa, fulmino con la mirada a las cocineras que siempre me daban una mirada con asco. Pero desde lo que pasó en el pasillo no volvió a hablar, ni siquiera habla con Aileen la cual no para de vernos bastante confusa. ¿Se sentirá mal?

No. No. No debe importarme. Entre más se distancie de mí, mejor. No debo encariñarme—o importarme—ya que así más rápido ella se dará por vencida y se dará cuenta que “amarme” es una pérdida de tiempo. Una maldita pérdida de tiempo.

—¡Ya! ¡Estoy harta de este silencio!—exclama Aileen con molestia llamando la atención de todo el comedor. Bajo la mirada avergonzado a mi almuerzo, el silencio en que todo el comedor está sumergido es inquietante. Observo de reojo que Cassandra sigue comiendo mientras la ignora, yo solo me encojo en mí mismo cuando los extraños ojos violetas de Aileen se clavan con molestia en mí por ser ignorada.

¿Y ahora qué hice?

—¿Qué mierdas pasó?—vuelve a preguntar. Pero la contestación es la misma. Silencio.

—¿No me piensan responder?—pregunta mientras clava su mirada en Cassandra y en mí. Nuevamente Cassandra la ignora. Trago saliva nervioso, veo de reojo a mi alrededor. Todos están atentos a lo que ocurre, más allá, una mesa que está llena por la gran mayoría de los de la manada no dejan de soltar risitas y señalar en nuestra dirección. Paul tiene una enorme sonrisa de satisfacción. Idiota.

—Liam.—dice Aileen dirigiéndose a mi persona ganándose un gruñido—y una mirada asesina—de parte de su Alfa.

—Sí, sí, Disculpa.—dice Aileen mientras pone sus manos en señal de rendición y pone los ojos en blanco.

—Mi señor, sería tan amable de decirme, ¿qué rayos le ocurre a su querida mate?—me dice mientras cruza sus brazos y no aparta sus furiosos ojos de mi rostro.—No ha dejado de ignorarme y de aplicarme la ley de hielo, cuando lo único que he hecho es preocuparme por ella.

Todos ponen su atención en mi persona, atentos a mi respuesta. No puedo evitarlo y me sonrojo. Qué vergüenza.Cassandra me observa de reojo antes de suspirar.

—¡Siéntate Aileen! Deja de avergonzar a Liam.—le dice Cassandra sin levantar la mirada. Aileen la observa mucho más molesta que antes, alza una ceja en su dirección.

—¡No! Antes me explicas qué rayos ocurre.—le exige todavía de pie con los brazos cruzados.

—Más tarde.—masculla Cassandra terminando de comer.

—No. Pensé que luego de lo ocurrido en el pasillo todo iba a mejorar no a empeorar, por más que trate de hablarte no dejas de ignorarme.—le dice Aileen en tono resentido.

—Te lo repito por última vez Aileen. Cállate, siéntate y deja de hacer un berrinche en frente de todos.—le dice Cassandra un poco brusca. Aileen se nota que le dolió un poco lo que le dijo Cassandra, pero no afloja su postura. Todos observan impresionados—hasta yo—a Aileen. Nadie sería capaz de llevarle la contraria a un Alfa y mucho a la legendaria

—¡Dije que no! Si tú no me lo dices entonces bien. Haré un maldito berrinche en frente de todos.—dice mientras alza los brazos, exasperada. Aquellos ojos violetas brillan cada vez más furioso, uno de sus dedos señala a mi mate. —Pero no creas que voy a dejar que me apliques la ley del hielo sólo porque tu querido mate te mandó al diablo.

Sé que se arrepintió de sus últimas palabras antes de darse cuenta de lo que estaba sucediendo, pero fue demasiado tarde. Muy tarde.

Cállate Parker y siéntate de una maldita vez.—dice Cassandra con tono Alfa. Todos nos encogemos en nuestro asiento, Aileen hace un sonido lastimero, baja la cabeza mientras obedece y se sienta rápidamente. Cassandra tiene los ojos brillantes de enojo y pude detectar cierta tristeza.

—¿Y ustedes qué ven? ¡Vuelvan a lo suyo!—les grita a todos mientras sus colmillos se alargan. Todos vuelven a lo suyo bastante asustados, Cassandra agarra su bandeja, se levanta y la deja en la pila de bandejas sucias antes de irse rápidamente del comedor.

¿Qué mierda acaba de ocurrir?

Dejo de ver hacía el lugar por el cual se fue Cassandra y clavo mi mirada en Aileen. Tiene una postura bastante sumisa. «Es tú culpa.», se repite una voz burlona en mi mente.

—Lo-lo siento.—le digo en un bajo tartamudeo. Ella limpia una lágrima que se escapó de sus ojos violetas y alza su mirada confusa.

—¿Por qué se disculpa mi señor? Si fui yo la que la hice enojar—pregunta con el ceño fruncido. Trago saliva nervioso.

—P-porque por mi culpa ella e-empezó a ignorarte.—le digo mientras aparto mi mirada de sus extraños ojos violetas. No me responde sino que respira profundamente para dejar salir el aire de golpe.

—Tengo una pregunta.—me dice curiosa después de un largo silencio. Levanto la mirada. —¿Por qué la rechazaste?

Frunzo el ceño confuso. ¿No le dijo? Pensé que como ella era su Beta, le contaría todo.

—Ella es una persona muy leal y callada. Solo me comentó que la rechazaste pero no me dijo el motivo o tu nombre siquiera.—responde cuando parece ver mi confusión, no puedo evitar sorprenderme. —Me molesté muchísimo con ella porque nunca nos ocultábamos nada.

Vaya.

—¿Sabes qué fue lo que me dijo cuándo le pregunté por más información sobre ti?—pregunta mientras me observa detenidamente. Niego con mi cabeza, mientras no aparto mi mirada de ella.

—“Solo nos concierne a mi mate y a mi”—dice con frustración. Se nota que no le gusta no saber nada. —Te vuelvo a preguntar; ¿Por qué la rechazaste?

Pone sus codos en la mesa y su mirada no se despega de la mía, tratando de descifrarme, o no sé.

Porque se merece a alguien mejor.—murmuro segundos después. El entrecejo de Aileen se frunce.

—Pueda ser que sí, siempre va a ver alguien mejor para nosotros y si te soy sincera también pienso que merece a alguien mejor.—me dice con sinceridad y se encoje de hombros.

Lo sé, pienso amargamente.

—Pero la que decide no soy yo, sino ella. ¿Nunca te preguntaste por qué la Diosa Luna los puso como mates sabiendo lo opuestos que son?—
me dice sin apartar la mirada. Niego en su dirección. —Porque los opuestos se atraen o se destruyen.

Pienso su respuesta. «Los opuestos se atraen o se destruyen.» Sé que nos haremos daño.

—Pueda que con el tiempo puedas amarla. Uno nunca sabe, pero no la rechaces sin ni siquiera darle una oportunidad de demostrar lo que ella siente por ti.—me dice mientras se cruza de brazos.

N-No puedo amarla.

Ella frunce el ceño en señal de molestia.

—No es que no puedas, es que eres un cobarde. ¿Tan siquiera sabes lo humillante que debe de ser para una mujer declararse primero y que te rechacen? Pero ni eso la detuvo sino que quiere conquistarte, es capaz de semejante tontería con tal de lograr que la ames.—me dice cada vez más molesta. Antes de poder siquiera responder ella vuelve a hablar. —Ella te ha buscado por años, ponte en su posición. Te apuesto que hace mucho te hubieras dado por vencido, pero ella no, con todo y rechazo, te quiere.

»Espera que algún día la llegues a amar. Nosotros al tener una conexión más fuerte que los humanos, duele más el rechazo de tu pareja. No seas tan engreído que no solo tú has sufrido en este mundo, pero aun así ella no dejará de amarte y luchar por lo que ella más desea. Ósea tú...«

Termina, se levanta, recoge su bandeja y se va del comedor. Dejándome ahí, solo y confundido. Sé que he sido un poco injusto con Cassandra,  
pero yo no le pedí que luchara por mí, ella misma lo hace por gusto.

«Ella no dejará de amarte y luchar por lo que ella más desea. Ósea tú...»

Se me viene a la mente las palabras de Aileen. Niego con mi cabeza y suspiro, cada vez me encuentro más perdido y confundido. Ella es la legendaria híbrida, las expectativas que debe de tener para su alma gemela son más altas que la de los demás. ¿No?
Sin embargo ella aun así quiere obtener mi amor. ¿Para qué? ¿Qué puedo hacer yo por ella? Salvo hacerla sufrir. Esto es tan confuso.

◆◇◆◇

Para las clases de la tarde Aileen ni Cassandra se dirigieron la palabra. Cuando sonó el timbre para la salida de clases las dos se levantaron en silencio y se fueron rápidamente. En este momento me encuentro abriendo la puerta de mi sótano-casa. Entro y cierro la puerta a mis espaldas, camino hacia la mini sala y dejo mi mochila en un sillón. Cuando me disponía a buscar por comer algo, alguien llama a la puerta. Pero no la que da al bosque sino la que conecta el sótano a la casa. Esa puerta se encuentra cerrada hace veinte años que fue el último día que vi a mi “familia”.

Qué extraño.

Todas las alarmas de mi cuerpo se encuentran activas y me voy a paso lento—y desconfiado—hacia la puerta. Escucho que la desenclavan y esperan a que yo quite el candado. Veo con extrañeza aquella puerta, mi corazón empieza a acelerarse. Suspiro y abro la puerta.

Buenas tardes señor Liam. Los señores McCartney solicitan su presencia en la casa del Alfa y familia.—dice una joven hada—que es una de las sirvientas de la casa—apenas abro la puerta.

Vaya que novedad que soliciten verme.

La chica no espera mi contestación y empieza a caminar a un ritmo rápido hacía el centro de la casa. Decido ir tras ella, no quiero tener problemas el día de hoy...o lo que queda del día. Subimos las escaleras que bajan a la puerta del sótano y cerramos una de las puertas que conectan la casa con aquel lugar. Para entrar al sótano se necesita pasar dos puertas y un pasillo desolado de la mansión. A paso rápido entramos y salimos por puertas—y pasillos—hasta llegar a la enorme sala de la casa. La casa no ha cambiado desde la última vez que la vi, pero a la misma vez siento que ha cambiado todo.

Con su permiso señores McCartney. El señor Liam se encuentra aquí.—dice nuevamente la chica,  irrumpiendo en la sala de estar.

Retírate querida.—dice una delicada pero fría voz. Mamá.

—Siéntate.—dice la ronca y dura voz de mi padre. Sin ver el rostro de nadie me siento en un sillón individual que se encuentra frente a ellos.

—Liam, espero que sepas que no es de nuestro agrado tenerte acá.—empieza a decir mi padre con su característica dureza. —Y también espero sepas porqué solicitamos tu presencia aquí.

—No-o señor.—respondo con la mirada gacha y trato de sonar fuerte, pero falle lamentablemente.

No levantes la mirada. No levantes la mirada. No levantes la mirada. Me repetía una y otra vez.

—No quieras vernos la cara de idiota. Tú sabes muy bien porque estás aquí.—dice la fría voz de mi madre. —Le has faltado el respeto a tu Alfa. Sin contar que has intervenido en la relación entre su alma gemela y él.

¿Qué?

Levanto la mirada sin querer. Grave error.

—Aparta tu asquerosa mirada de mí, maldito monstruo.—dice con asco y furia mi madre. Trago saliva nervioso y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo entero.

—Parece que olvidas tu orden muchacho.—dice con enojo mi padre. Respiro profundo y trato de tranquilizar los latidos frenéticos de mi corazón.

“Nunca veas a los ojos al Alfa y su familia” —repite con dureza la orden que se me dio cuando me echaron de la mansión.

—Di-disculpe mis señores, n-no volverá a pasa-ar.—digo rápidamente mientras bajo mi cabeza y a su vez mi mirada. Cierro los ojos, nervioso. Por favor que no me castiguen. Por favor que no me castiguen.

—Padre, continúa con la reunión. Olvidas que tengo tareas que realizar.—dice una melodiosa voz que reconozco inmediatamente.

Aria McCartney. 

—Aria, no seas insolente. —la reprende mi madre.

—Déjala Sophia.—reprende con dureza mi padre a mi madre. Aria siempre fue la favorita de mi padre y eso mi madre nunca lo pudo aceptar. —En fin, se nos hizo saber que la legendaria Alfa encontró a su mate que desgraciadamente para ella, eres tú. Pero al parecer Paul tiene cierto interés en ella, todos consideramos que Paul es el más acto para que sea su compañero, por lo tanto se te exige que renuncies a ella.

*—Es mía.—ruge con furia Zurich. Me llevo las manos a la cabeza por la presión que está provocando Zurich.

«¡Basta!», grito en mi mente, esperando que Zurich me escuche. No puedo permitir que Zurich tome el control.

—¿Estás escuchando lo que te hemos dicho?—pregunta mordaz mi madre. —Compórtate engendro, que no es muy placentero tenerte cerca.

*—Maldita bruja.—ruge mucho más furioso mi lobo. Lo que provoca que la opresión sea mayor, al igual que el dolor de cabeza.

*—Basta Zurich.—pido fuertemente en el link que compartimos. —Por favor.

Cierro rápidamente el link cuando Zurich se logra calmar.

—Di-disculpen mis señores.—digo con la mirada fija en el pulido mármol blanco.

—Como es obvio que no se puede tratar con monstruos como tú, te diremos lo que harás.—dice mi madre un tanto burlona y con malicia. —Rechazaras a Cassandra, si ella trata de acercarse a ti harás lo que sea para apartarla de ti.

»Nunca más le dirigirás la palabra o la mirada, porque si no haremos de tu vida más miserable. Así que tú decides. ¿Una vida tranquila como la que has logrado llevar si renuncias a Cassandra? o ¿Una vida hecha un infierno logrando el odio de tu mate?« 

La sala queda en silencio. Puedo sentir la satisfacción de mi madre al hacerme sufrir, la indiferencia de mi padre y la decepción de mi hermana. Por lo menos tuvieron la delicadeza de no invitar a Paul.

—Entonces muchacho, ¿qué decides?—me pregunta mi padre sacándome de mis pensamientos.

¿Mi tranquilidad o renunciar a mi alma gemela?

Decisiones.

Decisiones.

Benefician una parte pero perjudica a la otra. ¡Por los Dioses! Realmente no sé qué hacer.

¡Oh mi diosa Luna! Ayúdame, porque en este momento no sé qué tan seguro me encuentre de tomar la decisión correcta...

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