Capítulo 38.
Dedicado a:
☆Makira-chan
.....
—¿Realmente va a estar bien?
La voz de Gregory hace que mi mirada se aparte de la ventana y se fije en su rostro. El rostro del Elfo está pálido y un ceño muy fruncido lo adorna, en señal de preocupación. Además de que sus ahora ojos de diferentes tonalidades están fijos en el rostro sereno de su hija.
—Sí.—murmura Aileen mientras toma algunas extrañas hierbas y algunas gasas manchadas de sangre. —Que su poder todavía no haya despertado hace que su regeneración sea un poco lenta, pero gracias a éstas hierbas hará su curación más rápida.
Gregory asiente por inercia, no aparta su mirada de su hija. Una de las pequeñas manos de Alannis la sostiene fuertemente entre las suyas, a lenguas se puede notar la preocupación de un padre, además del amor. Bajo mi mirada al pálido rostro de la pequeña demonio, ésa niña fue valiente, demasiado diría yo. Ella tenía heridas muy profundas en ambos brazos por culpa de ésa maldita mujer—que para nuestra desgracia es la madre de Liam—y a como dijo Aileen; la pequeña al no tener sus poderes de demonio no puede curarse ella misma. Por ende Aileen tuvo que utilizar algunas extrañas hierbas y sus poderes, un procedimiento muy doloroso. Y lo sé porque he pasado por el mismo al haber tenido heridas por alguna arma de plata.
Un suspiro triste sale de mis labios al volver a mi memoria los gritos de dolor de la pequeña demonio. Cuanto hubiera deseado que hubiese sido yo la que sintiera todo su sufrimiento en deber de ella, pero no es algo que se pueda. Observo como el cabello rubio—casi blanco—de Alannis se esparce por la almohada, su piel se ve un poco mas blanca de su tono normal y sus labios se ven algo pálidos también. Sus largas pestañas rozan sus mejillas al tener sus ojos cerrados. Siempre me ha parecido interesante el físico de Alannis, la gran mayoría de las personas pensarían que un demonio debe de tener el cabello negro y ser muy sombríos o malvados, pero eso son puros prejuicios. Alannis es la demonio con el corazón más puro que he tenido la dicha de conocer.
—¿Cass?
Parpadeo sucesivamente saliendo de mis pensamientos y fijo mi mirada en los ojos violetas de mi Beta.
Alzo una ceja en su dirección.
—Ya llegó.
Sólo ésas simples palabras necesité para que aquella opresión en mi pecho se viera eliminada y un suspiro entrecortado lleno de alivio saliera de mis labios. En silencio—para no despertar a la pequeña—salgo de la habitación con Aileen atrás de mi y bajo las escaleras a gran velocidad. Las ganas de tirarme a los brazos de Liam apenas mi mirada se encuentra con la suya ondea en mis pensamientos, pero me aguanto al ver el cuerpo inconsciente de Aria en sus brazos.
—¿Estás bien?—pregunto con el ceño fruncido por la preocupación. Liam asiente y baja su mirada al rostro pálido de su hermana.
—Las heridas de su cuerpo se han curado pero no ha despertado, creo que sufrió una severa contusión.—responde con el rostro contraído por la preocupación. Aileen se acerca rápidamente a ella y pone una de sus manos en una de sus sienes, sus ojos violetas brillan, lo que me indica que está utilizando sus poderes.
—Sí, sufrió un golpe bastante fuerte pero nada severo. Cuando despierte pueda que sienta una molestia o algunos dolores de cabeza, pero nada más.—dice todavía con sus ojos violetas brillantes. Su mano se aparta de la sien de Aria y clava su mirada en Liam. —Llévala a una de las habitaciones.
Liam asiente y sigue a Aileen al segundo piso, a una de las tantas habitaciones de invitados. Frunzo mi ceño al percibir cierta...no sé, tristeza de Liam. No parece herido, pero algo me dice que sus heridas no serán físicas pero si emocionales. Mientras aquellas basuras que tiene por padres no le hayan dicho nada todo está bien.
Eso espero.
◆◇◆◇
Deslizo mis dedos sobre el anillo, aquel anillo que amo cada segundo, verlo y sentirlo bajo mi tacto me da cierta tranquilidad. Es como si Liam estuviese junto a mi, no sé, tal vez es porque cada vez que lo veo el recuerdo y calidez que ese recuerdo me proporcionada es lo que me tranquiliza.
—Realmente...¿estás bien?—murmuro mientras escucho los pasos de Liam terminar de bajar aquellas escaleras.
—Sí.—es lo único que responde. Frunzo mi ceño y alzo mi mirada de aquel hermoso diamante, para fijarla en el rostro de mi mate. Sus ojos están fijos en mi mano, de hecho, en mi dedo anular donde descansa el anillo. Me aguanto las ganas de enrollar mis dedos al sentir aquella mirada tan intensa. Mi corazón empieza acelerarse furiosamente, al igual que un estremecimiento recorre cada centímetro de mi cuerpo. En shock observo una lenta y hermosa sonrisa formarse en el rostro de Liam. ¿Él acaba de sonreírme?
¿Esto es real? ¿No son imaginaciones mías?
Cómo es que un acto tan simple como sonreír sean tan simbólico en él, o mejor dicho, cómo es que alguien sonriendo puede ser tan...mágico. Un hoyuelo se forma cerca de sus labios en su mejilla izquierda.
Por todos los Dioses.
—Realmente eres mía.—susurra mientras su sonrisa—aquella matadora sonrisa—se borra lentamente de sus labios. Mi corazón empieza enloquecer en mi interior.
—Sí.
Su mirada lentamente va subiendo hasta al fin posarse sobre la mía. Un escalofrío me recorre al ver las emociones con las que aquellos ojos de diferentes tonalidades está luchando.
Enojo, amor, tristeza.
—Liam...
—L-Lo siento Cass. Por mi culpa muchos han sido heridos, además que tú tuviste que ensuciarte las manos, tuviste que...—no termina la frase, traga y su mandíbula se tensa un poco. —Tuviste que defenderme. Tuviste que soportar toda ésa...
Mierda.
Me aguanto las ganas de terminar por el. Me aguanto las ganas de soltar algo que haga que aquella tormenta de emociones de su mirada se vea alterada. Liam baja la mirada a sus zapatos, mete ambas manos en los bolsillos delanteros de su pantalón de vestir. Mi mirada repasa su vestimenta, una camisa azul marino de vestir se adhiere a su ahora fornido cuerpo, tiene las mangas dobladas hasta el codo, que lo hace ver muy atractivo. Un pantalón negro de vestir y unos zapatos negros.
Estás babeando niña.
Meneo mi cabeza y trato de espantar aquellos pensamientos de cómo se sentiría pasar mis manos por sus brazos, su espalda, su abdomen...
Por todos los Dioses.
Llevo ambas manos a mis mejillas las cuales siento ligeramente calientes, no debo de ser una genia para saber que todo mi rostro está de un intenso rojo. Aunque éso es algo que tarde o temprano pasará no deja de ser algo...vergonzoso.
Sin embargo ahora que lo pienso no se cuándo nos cansaremos, ni dónde, ni mucho menos sé dónde será la luna de miel. Ambos no hemos hablado sobre la boda, con todo que ha ocurrido no creo que sea un tema para hablar a la ligera, supongo.
Un suspiro sale de mis labios y vuelvo mi mirada al rostro serio—y me atrevería a decir un poco triste—de Liam, su postura no ha cambiado. Y ha venido con esa expresión sombría desde que...
—Liam.—murmuro. Él alza solo un poco la mirada. —¿Qué pasó con tus padres?
Inmediatamente su cuerpo se tensa y su mirada se aparta. Un escalofrío me recorre al imaginar el peor de los escenarios.
—Exiliados.
Un jadeo sale de mis labios, un sudor frío baja por mi espina dorsal, mi cuero cabelludo pica, y todos los pelillos de mi cuerpo se erizan. Mis ojos más abiertos de lo normal se clavan en Liam.
Exiliados.
Lo peor que le puede ocurrir a un licántropo, incluso la muerte y el infierno serían mejores que vivir como un exiliado. Los lobos no pueden vivir sin su manada, es como si un humano viviera solo en la Luna. Aunque han habido excepciones, de algunos exiliados sobrevivir, pero eso sólo si sus instintos de supervivencia son altos. Pensar que Sophia White y Marcus McCartney vivan siendo unos exiliados, sólo me hace pensar una cosa.
Ambos morirán.
Su egoísmo y altanería no les permitiría vivir con los humanos, además que sólo ciertas partes del mundo saben y aceptan al mundo sobrenatural. Ninguna manada los aceptaría porque sería una guerra entre manadas. Y todos saben que los McCartney es una de las manadas más grandes, y con lobos un poco...mas puros. De ahí dudo mucho que los padres de Liam acepten ayuda de otro ser.
Realmente están jodidos.
◆◇◆◇
Repaso con las yemas de mis dedos las líneas negras, aquellas líneas negras que marcan que Liam han exiliado a dos de su manada.
—Yo también lo he hecho, Liam.—musito minutos después de un largo silencio. Minutos donde hice que Liam se sentara a mi lado, y sus brazos que nos tardaron en envolverme. —Yo también he exiliado algunos lobos.
Veo de reojo que Liam ladea la cabeza. Aunque mantengo mi mirada en aquellas líneas.
—Pero no tienes las marcas.—murmura confundido. Titubeo al respecto pero armandome un poco de valor levanto la mirada.
—Porque las marcas se borran cuando ellos...—no termino la frase y trago un pequeño nudo en mi garganta.
—Cuando ellos mueren.
Asiento, siento mi corazón encogerse al ver como la tristeza se refleja en aquellos iris.
—Lo siento.—susurro sin apartar mi mirada de él.
—No tienes porqué. Ellos ya han hecho mucho daño...me han hecho mucho daño.
Vuelvo aguantarme las ganas de opinar. Liam sabe que sus padres fueron—y son—una...¿basura? ¿escoria? La verdad es que esos términos se quedan cortos, sin embargo nada bueno se soluciona vivir recordándole eso.
—Todo va a salir bien.—digo mientras ladeo mi cabeza y sonrío, tratando de que aquella expresión sombría abandone su rostro. —Por cierto...¿será que podamos hablar de un tema un tanto importante y que no hemos hablado nada sobre ello?
Liam asiente, sus ojos no se apartan de los míos.
—¿Sobre qué?
Me enderezo en el sillón y me coloco en frente de él. Respiro profundamente y dejo salir el aire despacio.
—Sobre la boda.—respondo segundos después. Los ojos de Liam caen a mi anillo el cual muevo con mi otra mano. —Sé si todavía no quieres casarte por todo lo que ha pasado, pero creo que es algo de lo que deberíamos hablar.
Liam asiente y no aparta su mirada del anillo. Cada vez que lo he encontrado mirándolo un brillo un tanto posesivo pasa por sus ojos.
—¿Dónde te gustaría casarte?—me pregunta mientras levanta la mirada. Un sonrojo pasa por su rostro y mi sonrisa se ensancha. —Sé que a las mujeres les gusta organizar todo, pero...
Alzo una ceja en su dirección y le indico con la mirada de que continúe. Su sonroja aumenta.
—M-Me gustaría organizarla yo, bueno, tengo casi todo y mi hermana junto con Aileen me han ayudado.—a medida que habla el sonrojo en su rostro aumenta. —Me gustaría que fuese sorpresa para ti.
Muerdo mi labio reprimiendo las ganas de llorar, realmente no se qué me ocurre, me he hecho una llorona.
—Me encantaría Liam.—murmuro con la voz llena de emoción. La emoción de que Liam me organice una boda, una boda donde ambos nos vamos a jurar amor eterno, llena de mucha calidez mi interior. Es como si Liam tratara de demostrarme que él realmente desea ésto. Y por más que sea una controladora, creo que me hará bien una vez en la vida no tener control sobre algo.
Cuanto deseo que llegue ese día.
◆◇◆◇
El sonido de mis sandalias se escucha como un eco en los pasillos desolados de esa sombría mansión. Me detengo cuando visualizo las puertas negras de roble que me llevan al aroma de mi mate. Empujo con suavidad las entrecerradas puertas negras, de inmediato un aroma cítrico me hace arrugar la nariz. Me adentro manteniendo una mueca en mi rostro, aunque odie cada rincón de esa mansión, de igual forma tengo que resistir la tentación de quemarla.
—¿Estás listo?
Liam levanta la mirada de varios papeles que están esparcidos por todo el escritorio, un escritorio que pertenecía a Marcus McCartney. Liam no vive en la mansión, todavía sigue durmiendo en el sótano, por más que le insistí que viviera conmigo o en la mansión—de todos modos es suya—pero él se rehúsa.
«—Muy pronto me iré a mi hogar.», Es lo único que me responde siempre. Tengo la ligera sospecha que compró una nueva casa, pero supongo que es una sorpresa, o eso espero.
—Sí, lo estoy.—su voz saca de mis pensamientos.
Se levanta de la silla de cuero y ordena unos papeles, mi mirada no se aparta de él, realmente extrañaba verlo. Ha pasado una semana, una semana que no he tenido la oportunidad de verlo mucho, se ha tomado muy a pecho lo de ser el Alfa. Gregory y él se han mantenido de un lado hacia otro. La última vez que pude estar un poco más de tiempo con él y pude hablar con él también, me comentó que tiene un proyecto en mente pero que todavía tenía que organizarlo. Según entendí iba a construir muchas más cabañas donde otros seres sobrenaturales—sobre todo híbridos—pudiesen vivir cómodamente.
—¿Estás bien?—murmura cuando se acerca, su entrecejo se frunce ligeramente.
—Lo estoy. De hecho estoy muy bien.
Estoy feliz, feliz porque todo está cobrando sentido en nuestras vidas. Estoy feliz porque al fin la felicidad ha vuelto poco a poco a Liam. Y me permito dar un poco de crédito a mí misma sobre ése logro.
No permitiré que nadie le arrebate esa felicidad. Nadie.
◆◇◆◇
—¿A dónde vamos?—pregunto confundida cuando ambos llegamos al aeropuerto. Por alguna extraña razón mi corazón ha empezado acelerarse.
—Muy pronto lo descubrirás.—es lo único que dice, su tono enigmático no me pasa por alto. Frunzo mi ceño y veo hacia todos lados confundida, ni siquiera llevamos maletas. Liam sólo pidió que lo acompañara a un lugar, sólo me dio tiempo de agarrar un abrigo y mi bolso.
Mi cuerpo se tensa al ver aquel rostro, si no me equivoco era el Beta de Paul. Frunzo mi ceño mucho más al ver a Liam acercarse a él.
—Está todo listo, Alfa.—escucho que dice el chico.
—Gracias, Mark.—responde Liam. El tal Mark baja la cabeza avergonzado, asiente, nos da una pequeña reverencia y última reverencia, y se va.
—Sigue sin agradarme.—murmuro entre dientes al verlo alejarse.
—Supongo.—responde Liam. Vuelve mi mirada a él, su mirada está puesta en mí. —Pero no vale la pena que sientas odio por él. Creo que el que haya sido Beta de Paul le hacia creer o pensar que comportarse como su Alfa es lo que tenía que hacer. Era eso o sufrir en manos de Paul.
Mi mandíbula se tensa un poco pero término asintiendo, dándole la razón. Es increíble como Liam es incapaz de odiar o sentir resentimiento contra alguien.
—Vamos, es hora de irnos.
Veo a Liam alejarse y rápidamente lo sigo. Mi corazón sigue palpitando fuerte y rápido. Sentir no saber nada o que todo es un misterio no es muy agradable, pero trato que no se note lo mucho que no tener el control no me agrada.
Confío en Liam.
◆◇◆◇
«Cass.»
Veo a mi alrededor sorprendida, aquel lago congelado se deja ver frente de mi. Las extrañas flores violetas están a la orilla dándome una sensación de dejá vú.
Una brisa un tanto fría pasa a mi alrededor provocando que un escalofrío me recorra por todo el cuerpo.
—Regresaste.
Una voz interrumpe el silencio de aquel lugar, me parece haber escuchado aquel tono ronco y con cierta pizca de anhelo antes, pero cuando iba a darme media vuelta ya no me encontraba frente al lago,sino viendo unos iris de diferentes tonalidades con unas interesantes motitas plateadas.
—¿Cass?
Parpadeo sucesivamente y llevo una mano a mi pecho, donde mi corazón palpita acelerado.
—¿Cass? ¿Estás bien?
Veo un tanto confundida a mi alrededor, el interior del avión privado es lo único que consigo a ver; el blanco y negro de la decoración. Alzo mi mirada encontradome con la de Liam.
—S-Sí. Eso creo.—susurro mientras me levanto. Liam también se levanta y toma mi mano entre las suyas. Un estremecimiento me recorre por todo el cuerpo. Ambos empezamos a salir del avión, bajamos las escaleras y levanto la mirada.
Por la Diosa.
—¿Q-Qué?—balbuceo mientras observo con los ojos como platos a mi mate. Reconozco inmediatamente donde estoy. Liam tira de nuestras manos entrelazadas, y ambos sin ningún equipaje—salvo mi bolso—empezamos a salir de aeropuerto. —¿Li-Liam?
Pero el no me responde sino que sigue tirando de mi mano, al pasar las anchas y largas puertas de vidrio del aeropuerto, un chico se acerca a nosotros. De inmediato lo reconozco como un sirviente de mi castillo.
—Mi reina y mi rey.—saluda mientras hace una reverencia. —Espero hayan tenido un vuelo agradable.
—Sí. Gracias.—respondo todavía aturdida y un poco confundida.
—Todo está listo, señor.—dice el chico digiriendose a Liam, los observo a ambos confundida no comprendiendo a qué se refieren. El chico se lleva una mano al bolsillo y saca un juego de llaves las cuales entrega a Liam.
—Gracias por la ayuda.—responde Liam. El chico vampiro trata de esconder la expresión orgullosa de su rostro.
—Un placer.
Y tan rápido como apareció, desapareció.
Liam me da un ligero apretón que provoca que mi mirada se alce hasta conectar con la de él.
—Sé que tienes muchas preguntas y puede que te enojes conmigo un poco porque no voy a poder responderlas.—dice mientras sus cejas se alzan un poco y me da una mirada apenada. —Pero realmente quiero que disfrutes de todas las sorpresas que he preparado para ti.
—Está bien.—respondo y sonrío. Aunque sea un poquitin de mentira, realmente quiero saber qué es lo que está ocurriendo, qué es todo lo que Liam está organizando.
—Pero primero...—murmura un poco apenado. Alzo una ceja en su dirección. —Tenemos que ir a un lugar. Tengo que hacer algo muy importante.
¿Importante?
—Bueno.—susurro no muy convencida, sube su otra mano y acaricia mi mejilla. Besa mi sien. Agarrados de las manos empezamos a caminar al estacionamiento del aeropuerto y nos acercamos a una camioneta negra. Liam caballerosamente abre mi puerta, una risa entre dientes brota de mi y acepto su ayuda. Realmente estos días me ha tratado como una reina. Me pongo el cinturón mientras espero que Liam rodee la camioneta y se pueda subir. Se pone el cinturón, introduce la llave, de un suave movimiento de muñeca la enciende. El aire frío del aire acondicionado empieza a llenar el interior del auto. Liam con gran agilidad empieza a manejar por las calles de Italia.
Nunca esperé volver a Italia, bueno, tal vez sí lo espere. Incluso tenía en mente que me hubiese gustado mucho casarme aquí, donde mis padres vivieron en el pasado. Y parece ser que ese deseo se va a cumplir.
◆◇◆◇
Frunzo mi ceño confundida al ver que Liam se detiene enfrente de una pequeña floristerías que hay de pasada. Apaga el motor, se quita el cinturón y se baja rápidamente de la camioneta. Me parece haber escuchado una campanita cuando Liam cruzó la puerta. Observo a mi alrededor, nunca había venido a éste lugar, no que yo me recuerde. No se cómo Liam es que lo conoce.
—Muchas gracias.
La voz de Liam llama mi atención nuevamente, el sonido de la campanita vuelve a sonar y abro mi boca asombrada al verlo salir con tres enormes ramos de flores. Lo ayudo un poco abriendo las puertas de atrás y Liam pone delicadamente los tres ramos sobre los asientos. Cierra la puerta y ahora abre la de piloto.
Ladea su cuerpo y estira su brazo, sus dedos se enrollan en uno de los ramos, contengo el aliento cuando sus ojos un poco brillantes se clavan en los míos, su rostro se empieza a sonrojar un poco, incluso sus orejas se pusieron de un intenso rojo.
—S-Son para ti.—un tarramudeo sale de sus labios. Su rostro se pone mucho más rojo. —No son rosas—o la gran mayoría—porque ambas simbolizan lo que siento. Te amo, Cass. Eres exactamente la persona que nunca deseo perder.
Mis dedos temblorosos aceptan el ramo. Un ramo muy grande y bonito, unos tulipanes rojos rodean el arreglo y unas rosas igual de rojas, igual de hermosas forman un corazón en medio.
—Es hermoso.—susurro. Mi vista se vuelve un poco brillosa, por las lágrimas retenidas. —Yo también te amo, Liam.
Él me observa fijamente y sus ojos brillantes no se apartan de los míos.
—¿Recuerdas que te dije que tenía que hacer algo importante?—me pregunta sin apartar sus ojos de los míos. Asiento un poco confundida por su pregunta.
—Bueno...—titubea, pero respira profundo como amándose de valor. Sigue hablando. —Quiero visitar la tumba de tus padres, Cass. Aunque ellos no están aquí, deseo pedirles tu mano, aunque ellos no me responderán para mi significa mucho hacerlo.
Un jadeo sale de mis labios al escuchar aquello. Las lágrimas que estaba reteniendo ahora corren libremente por mis mejillas.
—Pr-pero si tú no quieres no vamos.—se apresura a decir. Sus dedos torpemente limpian mis lágrimas. —No llores por favor.
Una risa sale de mis labios, un tanto mezclada con pequeños sollozos.
«Deseo pedirles tu mano.»
Liam. Liam. Realmente vas a matarme.
—Está bien, lo siento por llorar.—susurro mientras limpio mis lágrimas. —Vamos.
Liam me observa fijamente buscando algo en mi rostro que le dé indicio de mi mentira. Le sonrío para que vea que estoy bien. Aunque no es así.
—¿Estás segura?
Cierro mis ojos por unos segundos y suspiro.
—Sí. Lo estoy.
Ahora me queda convencerme a mí misma.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro