Capítulo 36.
Dedicado a:
⭐Aleja_reyes
⭐AlChifflet01
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Cassandra Balck D'Buonarroti...¿Harías el honor de casarte conmigo?
¿Estoy soñando verdad?
Por aquel hombre arrodillado frente a mí no es el mismo que hace no mucho me rechazó en éste mismo lugar. Ni tampoco aquel anillo que sostiene con sus temblorosas manos es para mí, ¿verdad?
—¿C-Cass?
Observo aquellos ojos, aquellos benditos ojos que tanto amo. Que me observan temerosos y expectantes.
«¿Harías el honor de casarte conmigo?»
Oh por la Diosa.
¿Realmente ésto es real? ¿Realmente lo es?
Mi mirada no deja de pasar incrédula de aquel anillo a los ojos de Liam que no han abandonado mi rostro.
*—¿QUÉ ESPERAS? ¡Acepta!— rugen impacientes Ishtar y Metztli en mi mente.
Respiro profundamente, trato de tranquilizar mi llanto, que muy difícil consigo.
Es real.
Una enorme sonrisa se abre paso en mi rostro, provocando que aquellos iris de diferentes tonos brillen.
—Sí. Acepto.
El alivio pasa por las facciones de Liam eliminando aquella mirada temerosa. Contengo el aliento al sentir el tacto de Liam en mis manos, sus largos dedos—y temblorosos—toman con tanta delicadeza mi mano izquierda que me provoca un estremecimiento.
Con nerviosismo toma aquel anillo, aquel anillo que me indica que pronto seremos marido y mujer.
Un escalofrío me recorre ante aquel pensamiento, un pensamiento nada malo a decir verdad.
Nada malo.
Bajo mi mirada a aquel reluciente diamante color esmeralda que descanza en mi dedo anular. Casi me pareciera como si el color de los ojos de Liam y los míos danzaran dentro de aquella hermosa piedra. Muerdo mi labio inferior y reprimo un nuevo llanto al sentir los labios fríos de Liam besar mi dedo anular. Nunca había sido tan feliz. Felicidad de la cual Liam tiene toda la culpa.
Observo como lentamente Liam se levanta, aquel traje gris se moldea perfectamente al nuevo cuerpo musculoso de Liam. Y maldita sea si no estoy a apunto de babear.
—Gr-acias.
Frunzo el entrecejo un poco al no entender porqué me agradece. Su rostro se sonroja un poco más—como si eso fuese posible—y pasa nerviosamente una mano por su cabello.
—Gra-cias por darme la oportunidad d-de...—no termina la frase, se queda en silencio y se muerde el labio inferior un poco fuerte. Reprimo una sonrisa al escuchar el ritmo desquiciado de su corazón, los latidos de Liam es la mejor melodía que he tenido la oportunidad de escuchar, sin contar que su aroma me tiene completamente atontada. Sus ojos, su voz y sus sonrojos, en resumen, todo él me tienen hecho un lío.
Sé que Liam no es un ser que muestre mucho afecto, sin embargo puedo notar su esfuerzo, puedo notar el cambio que muy difícilmente ha hecho en su personalidad. Las ganas que tiene por demostrarme su...amor.
Sonrío feliz—porque estoy a punto de explotar de felicidad—y sin poder evitarlo mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Por el millón de emociones que brotan en mi interior.
¿Desde cuándo me hice tan llorona?
—Está bien, Liam.—respondo sin borrar mi sonrisa. Me acerco un poco, lentamente pongo mi mano en su pecho, donde se supone que está su corazón. —Sé que estoy ahí, lo sé. No hace falta que me lo digas porque tu mirada me lo dice todo. Te amo, Liam McCartney.
Sus latidos parecen acelerarse bajo mi tacto. Una de sus manos se posa en mi mejilla y siento ahora yo enrojecer.
—¿Qué fue lo que me hiciste?—susurra sin dejar de verme fijamente.
Amarte. Eso fue lo que hice, Liam. Simplemente amarte.
Cierro mis ojos al sentir aquellos fríos labios acariciar los míos. No sé cómo un beso de Liam puede hacer que todo mi mundo se tambalee. Sin embargo ocurre, cuando aquellos labios me besan siento una dicha en mi interior, siempre me ha sorprendido la forma en que Liam me besa. Nunca me ha besado de una forma posesiva ni de una forma grotesca, es como si con aquella demostración nos permitiera ha ambos sentir los sentimientos del otro, es como si me concediera el derecho de mandar junto a él. Si uno de los empieza el beso, el otro no tarda en corresponder, si uno de los aumenta la intensidad el otro contesta del mismo nivel. No es él o soy yo, somos ambos.
—Te amo, Cass.
Reprimo un nuevo llanto, con todo mi cuerpo temblando y el ritmo de mi corazón bastante alterado me permito disfrutar de éste momento junto a él.
Besame Liam, nunca y nunca me dejes ir, porque yo no pienso hacerlo.
—Te amo, Liam.
◆◇◆◇
Observo con una sonrisa en mi rostro—bastante estúpida a decir verdad—aquel anillo en mi dedo. Todavía puedo rebobinar aquel momento en mi mente, el impacto que sentí al ver todas aquellas velas decorando el lugar donde nuestra historia comenzó, y no precisamente con el buen pie. Sin embargo, ¿a dónde dice que una relación siempre debe de ser perfecta? ¿Qué siempre se debe empezar como en los cuentos de hadas?
Aquí lo importante es como tú lo enfrentas. Situaciones así es que te das cuenta de tu valentía y tu coraje. ¿Me sentí mal? ¡Por supuesto! Pero cuando vi aquel vacío en su mirada me di cuenta que él no quería hacerlo; que no me quería rechazar y apartar tal vez su primera vez de ser feliz. Pero sus demonios internos y su desconfianza le decían que hiciera lo contrario, que rechazara aquella oportunidad. Cuando eres débil no necesitas de alguien que haga que aquella debilidad se intensifique, si no que necesitas de una persona que te fortalezca, que te apoye y te ayude.
Yo seré ése pilar que Liam necesita, y sé que cuando yo pase por momentos de debilidad él sera mi pilar, mi fortaleza.
—¿Y bien?—la voz ansiosa de Aileen me saca de mis pensamientos. Alzo mi mirada y los ojos violetas de mi Beta brillan expectantes.
—¿De qué?—pregunto confundida. La verdad no tengo idea de lo que estábamos hablando.
—¿Te gustó? ¿Cómo fue?—me empieza a tirar pregunta tras pregunta. —¿Se besaron? ¿Tuvieron sexo?
—¡Aileen!—la interrumpo con el rostro encendido. Aileen cuando quiere puede ser un incordio.
—¡Ay por favor!—dice seguido de un bufido. —De igual forma ambos ya tienen la marca, eso es normal. Además van a ser marido y mujer.
—¡Ya sé! Pero por los momentos no quiero pensar en éso todavía.
Tal vez en una semana.
—Eres una aguafiestas.—murmura mientras me observa exasperada. —¿En serio no piensas contarme nada?
Un suspiro profundamente cansado sale de mis labios. Llevo mis manos al cierre del vestido mientras me descalzo los tacones.
—Por cierto.—digo y me doy media vuelta, dejando caer el vestido al suelo. —Gracias por ponerme tan bonita.
Aileen me sonríe y me guiña un ojo.
—No hay de qué.
Abro un cajón donde está la gran mayoría de mis pijamas y rápidamente me pongo una. Me acerco a mi estuche de maquillaje, saco el desmaquillador y unas toallas semi húmedas. Con unas toallas en una mano y el aceite—que es desmaquillador—en la otra mano, me acerco a mi cama. Aileen se sienta a los pies del colchón y me arrebata las cosas que ando en mano.
—Yo lo hago.—me dice cuando observa mi ceño fruncido. Me encojo de hombros y cierro mis ojos mientras dejo que Aileen quite todo ese maquillaje de mi rostro.
—Fue maravilloso.—susurro segundos después. Una nueva sonrisa tonta se abre paso en mi rostro. —Admito que cuando me dijiste que fuera a aquel lago congelado, se me vino a la mente cuando Liam me rechazó. Y por un instante pensé que iba a volver hacerlo.
—¿Por qué lo dices?—pregunta con un tono burlón.
—Porque mí querida Beta se había pasado éstos días apartando a mí mate de mi lado.—abro mis ojos y la señalo con el dedo. —No vuelvas hacerlo. Liam es mío.
Aileen alza una ceja y se ríe entre dientes.
—Posesiva...—susurra. Pero logro escucharla y le doy una mirada de advertencia. —¡Bien! No volveré a separar al Rey de su Reina.
Cierro mis ojos nuevamente cuando Aileen sigue su trabajo de limpiar mi rostro.
—¿Y a dónde fueron? Porque no creo que Liam haya durado cinco horas pidiendote matrimonio.—dice. Puedo percibir la malicia con la que habla —¿Hicieron cosas sucias?
—¡Aileen! Eres una maldita pervertida, si sigues con esa mierda no te cuento nada.
Aileen suspira y luego se ríe fuertemente.
—Como quieras.—responde y casi puedo ver su sonrisa burlona. Algo me dice que Aileen está hablando mucho con Zurich.
—Y no, no andábamos haciendo “cosas sucias”.—respondo. —Me llevó a cenar, pero no a un restaurante ni mucho menos.
—¿A dónde?—pregunta con interés. Sonrío todavía con los ojos cerrados.
—No pienso decirte, ése lugar es secreto. Sólo Liam y yo sabremos de cuál se trata.
Aileen gruñe y mi sonrisa se ensancha. Al imaginarme todas aquellas luces a mi alrededor, todas aquellas flores violetas rodeandonos y la mesa con ambas sillas en el centro de ese hermoso paisaje casi me arranca un nuevo llanto. Pero me contuve y sólo sostuve la mano de Liam más fuerte. Según me comentó él, aquel lugar era especial para sus abuelos. No dijo la razón, pero por la forma en que miraba todo a su alrededor con emoción supe que era la primera persona a la que él llevaba ahí, y eso hizo que mi corazón terminara de volverse loco.
—Listo.
La voz de mi Beta me saca de mi ensoñación, abro mis ojos y varias toallitas manchadas de maquillaje están en sus manos. Se levanta, bota las toallitas en el basurero de mi baño, deja el aceite en el mueble y se queda de pie en medio de mi habitación.
—Duerme. En unas horas te vengo a levantar, tenemos trabajo que hacer.
Asiento y empiezo a desordenar mi cabello, saco una a una las horquillas que sostenían aquel recogido.
—¡Descansa!
Aileen sonríe y asiente.
—Igual tú.
Y cierra la puerta de mi habitación. Me levanto con las horquillas en mis manos, las depósito en una cajita, me doy media vuelta para apagar la luz.
Un suspiro largo y cansado sale de mis labios cuando al fin mi cabeza se deja caer en aquella suave y cómoda almohada. Me enrollo entre las cobijas, un nuevo suspiro vuelve a salir de mis labios.
Mi cuerpo lentamente se va relajando, una pequeña sonrisa se desliza por la comisura de mis labios al pasar las yemas de mis dedos encima del anillo. Mi anillo de compromiso.
«Te amo, Cass.»
Yo también Liam, no tienes idea de cuanto. Cuando seamos marido y mujer me encargaré de demostrarte lo mucho que te amo.
◆◇◆◇
Bajo los escalones de la larga escalera que hay dentro de la casa y entro a la sala, pero me detengo abruptamente al ver el cuerpesito de Alannis en un sillón. Sus brazos están enrollados entre sus piernas y su cabeza está escondida tras sus rodillas. Pareciera que sus hombros se mueven ligeramente, como si...como si estuviera llorando. Rápidamente me acerco y me pongo de cuclillas frente a ella. Alannis parece percatarse de mi y alza su cabeza.
—¿Qué pasa?—pregunto preocupada cuando veo el rostro triste de Alannis. Sus ojitos negros me observan fijamente, me percato que sus pestañas están húmedas. —¿Qué tienes?
Alannis me sigue mirando fijamente y luego aparta la mirada.
—T-Tía Cass, ¿tú crees que s-soy un monstruo?—murmura con su vocesita infantil, que en éste momento se escucha muy triste. Mi ceño inmediatamente se frunce y la ira empieza a vibrar en mi interior.
—¡Nunca pensaría eso, pequeña!—exclamo rápidamente sin dar crédito a lo que escucho. Ella me observa dubitativa, como si no me creyera porque baja su mirada.
—Mírame Alannis.
Ella niega y aquella ira se intensifica pero mi preocupación es mayor.
Pongo un dedo debajo de su barbilla haciendo que su atención sea puesta en mí.
—Tú no eres un monstruo, ¿está bien?
Alannis asiente un poco y sus ojitos vuelven a llenarse de lágrimas.
—Es-es que escuché a la mamá de la novia de papá decirle que yo era un monstruo, y que cómo podía estar con un El...Elfo.
Ahora todo tiene sentido. Reprimo el gruñido furioso que estaba a punto de salir de lo más profundo de mi ser, al igual que varias palabras no aptas para niños.
¡Es suficiente! Esa maldita vieja se ha pasado.
—Ella es mala, Alannis.—digo mientras acaricio su mejilla, ella me observa fijamente. —Ella tiene mucho odio en su corazón, entonces ese odio que tiene dentro de ella la hace herir a los demás.
—¡Pero eso no está bien!.-—exclama, un ceño fruncido se forma en su bello rostro.
—No, no está bien. Hay personas muy malas en el mundo, que se alimentan del sufrimiento de los demás.—digo mientras limpio algunas lágrimas que quedaron en su rostro. —Por eso no hay que darle el gusto. Si ella te ve llorando y triste se sentirá feliz. Feliz porque hizo que te sintieras mal contigo misma cuando no es así.
Alannis asiente comprendiendo lo que digo.
—Entonces...¿tengo que sonreír?—pregunta un poco confundida. Una sonrisa se abre paso en mi rostro.
—Sí, cariño. Tienes que sonreír, porque las personas que les gusta herir—sobre todo la autoestima de las personas—se molestan cuando ven a esa persona ser feliz y sonreír.—digo mientras acaricio sus mejillas. —No tienes que llorar y creer lo que ése tipo de personas digan. Eso significa que ellas tienen la autoestima muy baja, por eso quieren hacerte creer a ti, lo que ellas ven en su reflejo cada día.
Me levanto, Alannis desenrolla los brazos de sus piernas, se levanta del mullido sillón y me agarra la mano fuertemente.
—¿De verdad no soy un monstruo?—dice casi temerosa. Maldigo en todos los idiomas que conozco a Sophia White en mi mente.
—Que seas diferente no te hace ser un monstruo.—digo sin apartar mi mirada de ella. —Por ejemplo estoy yo, yo soy diferente a todos pero no por eso me considero un monstruo.
»Aileen también es diferente y créeme que ella ama ser diferente. Tu papá es diferente también, y tú como yo no creemos que sea un monstruo. Y también está mi mate, Liam. Él es diferente, pero a él esa señora le hizo mucho daño, y también sé que él no es un monstruo.«
Alannis frunce su ceño y me parece ver un poco de molestia en aquellos ojos negros.
—¿Esa señora lastimó a tu novio, tía Cass?
Asiento y mi sonrisa flaquea por un instante.
—Sí. Pero no te preocupes, todos haremos que esa señora deje de hacerle daño y que él deje de pensar en eso. ¿Te parece?
Alannis sonríe y asiente eufusivamente. Ambas tomadas de la mano salimos de mi cabaña.
Sophia White se arrepentirá una y mil veces de haber hecho llorar a Alannis.
Lo juro.
◆◇◆◇
—¿Qué está pasando, tía Cass?
Mi ceño se frunce y estoy igual que Alannis, no sé qué está pasando. En la entrada de la casa principal del Alfa, Liam parece estar discutiendo con su madre y con...¿Paul? Siento mi cuerpo tensarse al observar como su madre y Paul empiezan a gritarle muy cerca de su rostro. Mi ritmo empieza acelerarse por la adrenalina y pueda que por el enojo.
—Alannis, quédate aquí.
Suelto la mano de la niña y sin mirar hacia atrás esperando que haya acatado mi orden empiezo a caminar hacía ellos. A medida que me acerco sus voces llegan a mis oídos y no puedo creer lo estoy escuchando.
—Eres un maldito sinvergüenza, Paul. ¿Cómo pudiste? ¿Sabes el daño que le has hecho a la manada? ¿A esos pobres niños?
Nunca, de lo que tengo de conocer a Liam lo había visto tan furioso. No es broma, sus ojos han cambiado y todas sus facciones están duras—y tensas—mientras encara a Paul.
—Eres un imbécil. ¿Acaso no lo entiendes? Esos mocosos no me importan, ni siquiera eran lobos.—escucho que responde Paul. —Hice lo que un Alfa tenía que haber hecho. Eliminar lo que perjudicara a su manada.
—¡LIAM!
Apuro mi paso y rápidamente llego al lado de Liam, su mano agarra fuertemente del cuello de Paul.
—¡Suéltalo! Estúpido monstruo yo sabía que nada bueno ibas a traernos.
Mi ira y odio contra aquella mujer aumenta, rápidamente me acerco a ella. De reojo veo como Paul clava sus garras en la mano de Liam e hilillos de sangre empiezan a bajar por su antebrazo.
—Su-Sueltame.— dice Paul con dificultad. Sin embargo Liam no lo suelta, en cambio me parece ver que su enojo aumenta.
—¡Suéltalo!—grita Sophia y sus garras se alzan, listas para ser introducidas en Liam.
—¡Ni creas que lo voy a permitir!—gruño. Mis dedos se clavan sin piedad en su brazo. Los ojos marrones de Sophia White pasaron a ser dorados y sus facciones cada vez son más animales.
—Todos ustedes son basura, unos malditos monstruos.—explota Sophia bajo mi agarre. Su mirada se clava con odio en Liam. —Vergüenza me da compartir mi Linaje con alguien como tú. Maldigo la hora en que te traje a éste mundo.
Un escalofrío me recorre al escuchar el gemido lastimero de Liam, su mano suelta a Paul y retrocede varios pasos. El dolor pasa por aquellos ojos y mi interior se rompe al verlo.
—Eres desagradable, nadie quiere estar cerca de un monstruo. Y tu querida mate no será la excepción, tarde o temprano se dará cuenta que estar junto a ti es una tortura.—sisea con rencor Paul en el suelo.
—¡Cállate imbécil!—grito furiosa. Suelto sin delicadeza a Sophia, la cual empujo con fuerza y hace que caiga de culo.
Paul clava su mirada en la mía y empieza a reír.
Sus ojos se despegan de mí y su sonrisa se ensancha al ver la expresión de Liam.
—Tú cress que tu abuelo te quería, pero realmente no es así. ¿No te has preguntado porqué nunca permitió que la manada te viera? Él era el Alfa, podía hacer que todos te aceptarán, incluso antes de morir podía dejar en su testamento que la manada te perteneciera...pero no lo hizo. ¿Sabes por qué?
»Porque no te creía apto. Lo único que te dejó fue una pequeña cantidad de dinero, y lo hizo por lástima. Él poseía una amplia fortuna, ¿pero adivina quién goza de ella? ¡Exacto! Yo. Todo me pertenece.«
El ritmo de mi corazón aumenta, y observo preocupada el rostro de Liam. Quien parece estar en una especie de shock.
—¿No lo has entendido todavía?—dice Paul sin borrar su expresión, que parece mucho más satisfecha. —Tu abuelo no sentía amor por ti, si no lástima. Debe de ser decepcionante que tus padres nunca te hayan querido, que tu hermana sienta vergüenza por ti, que toda tu manada sienta repulsión por ti y...no me extrañaría que tu mate éste a tu lado por lástima. Entiende, nadie quiere a un monstruo.
Eso fue suficiente. Eso fue la ultima estocada que necesitaba Paul para hacer que la pequeña felicidad y confianza que Liam había adquirido éstos meses se fueran a la mierda. Aguanto la respiración al ver como aquella luz de sus ojos empieza apagarse. Casi puedo sentir su dolor...su sufrimiento.
—Tienes razón...—murmura Liam con una voz monótona. Un nuevo escalofrío vuelve a recorrerme. Sus ojos se despegan de Paul y se clavan en los míos. —Lo siento.
¿Qué?
—¿Li-Lia...
Sin embargo nunca fui capaz de terminar aquella pregunta, porque Liam no estaba. Se había ido, y yo no pude detenerlo. Llevo una mano a mis labios al ver el cuerpo de Liam alejarse.
«Lo siento.»
—No te preocupes, mi amada. Él no vale la pena, tú como yo sabemos que entre los dos quién te conviene más soy yo.
Mi mano se despega de mis labios, bajo mi brazo quedando colgando al lado de mi cuerpo. Y mi mirada cae a la punta de mis zapatos.
—Por favor, no creo que ése inútil signifique tanto. No vale la pena.
«Lo siento.»
Yo también.
—Pienso lo mismo...
Una sonrisa empieza a formarse en mi rostro y la de Paul empieza a borrarse de su rostro.
«Lo siento.»
—¡PAUL!
Observo los ojos abiertos de Paul, un largo hilo de sangre bajar por una de sus fosas nasales. Sus ojos aterrorizados se clavan en los míos.
—¿Qu-Qué?
Mi sonrisa se ensancha al sentir su corazón contraerse bajo mi mano, su ritmo cada vez más furioso. La calidez de su carne y su sangre mojar mi mano.
—Tienes razón, Paul. No vale la pena...pero que tú sigas viviendo.
Cierro mi mano aplastando su corazón y saco mi brazo de su interior. Observo indiferente como su cuerpo sin vida cae lentamente en un golpe seco contra el suelo. Bajo mi mirada a mi mano empapada de sangre y luego al corazón inmóvil que mis garras sostienen.
—Eres alguien sin corazón...por ende ésto no es más que insignificante.
—¿Qu-Qué hi-hiciste?
Me doy media vuelta lentamente, mis ojos se encuentran con los marrones de Sophia White. Su rostro está desfigurado por el...miedo.
«Maldigo la hora que te traje a este mundo.»
Mi mano vuelve a cerrarse en torno al corazón de Paul y la sangre escurre por mis dedos. Lentamente me acerco a ella. Sus ojos están tan abiertos, tan llenos de terror. Su mirada no se aparta de mi mano.
—Deberías empezar agradecer a la Diosa Luna que Liam sea tu hijo, porque sino, tu cuerpo estaría descansando junto al de tu querido Paul.
Sophia White abre la boca pero ningún sonido sale de ella. Su cuerpo se tensa cuando mi mano toma la de ella y sus ojos no se apartan del corazón que he dejado en su mano.
—Rezale a todos los Dioses que Liam no me deje, Sophia White. Porque sino...tú y todos los que lastimaron a Liam se van arrepentir.
Eso lo juro.
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