Capítulo 32.
¡Oh cielos!
Contengo el aliento cuando veo la expresión tensa y llena de ira de Sophia White. Un gruñido posesivo sale de los labios de Aria, sus ojos turquesa—muy parecidos a los de Liam—brillan salvajes en la dirección de Gregory.
Desde que Ishtar me comentó que Gregory podría ser el mate de Aria un muy mal presentimiento ha crecido en mi interior, y ahora confirmo la razón, pero ya era muy tarde para detenerlo.
Muy tarde.
—MÍO.—vuelve a gruñir posesiva Aria con sus facciones cada vez más animales.
Sin embargo antes de poder Aria dar un paso, las garras de su madre se clavan sin piedad en su brazo. Reprimo un gruñido cuando aquel olor a cerezas—que es el olor de la sangre—llega a mis fosas nasales, veo como varios hilillos de sangre bajan libremente por todo su brazo.
—Tú no te vas a ningún lado.
La voz distorsionada por la ira de aquella mujer hace que Gregory a mi lado se tense. No tengo que verlo al rostro para saber lo mucho que le duele ver como dañan a Aria, pero sabe que si interviene puede agravar la situación.
—Suéltala.
Un escalofrío me recorre desde la punta de los pies hasta mi último cabello color arena. Al instante que aquella orden salió de los labios de Liam, las garras de Sophia se soltaron del brazo de Aria inmediatamente. Un nuevo estremecimiento me recorre al ver aquellos ojos de diferentes tonalidades. Se ven tan...salvajes. Su mirada filosa reta a su madre a que se atreva hacer algo encontra de él y su hermana. Nunca había visto tanta malicia, tristeza, altanería y ira en una mirada.
Yo sé que aquello puede ser producto de Zurich, pero algo en mí me dice que no es del todo así.
—¿Quién te crees que eres?
Y como si fuese posible, la ira de aquella mujer aumenta. Todo mi cuerpo se tensa al ver aquella mirada de repugnancia y odio en los ojos de la mujer que se supone es la madre de mi mate. Una madre que odia con todo su ser a su hijo.
Liam o Zurich—realmente no sé cuál de los dos es—se acerca con un andar lento hasta estar bastante cerca de Sophia.
—¿Qué quién me creo que soy, preguntas?—el tono de Liam se hace un poco más ronco, lo que significa que Zurich es el que está hablando. —Ésa no es la pregunta correcta, Sophia.
La seguridad de aquella mujer titubea, me parece incluso haber visto miedo en su mirada pero lo más seguro son alucinaciones mías.
—¿Qué es lo que está pasando?—pregunta alguien a mi lado. Y hasta ahora nos damos cuenta que los Williams siguen presentes. Los ojos de Liam se apartan de los de su madre y se clavan en los del hombre, que imagino es el padre del tipo que iba a ser el esposo de Aria.
—Se cancela el compromiso.
El tipo frunce el ceño y su esposa al lado jadea incrédula.
—Tienen veinte minutos para salir de mi maldita manada. Les recomiendo que no formen escándalo, si saben lo que les conviene.
Sí, definitivamente el que está hablando es Zurich. Los tres sin poner peros o sin darnos una segunda mirada dan media vuelta en un santiamén, perdiéndose entre la multitud de la manada, quienes parecen ajenos a ésta discusión que se ha armado.
—Maldito monstruo. Te vas arrepentir el haberme humillado.
Me muerdo la lengua y respiro profundo ahogando un gutural gruñido. Mi visión lentamente se hace más nitida, lo que significa que mi cuerpo poco a poco está cambiando.
—Eres una estúpida, Sophia White. A mí tus amenazas me importan una mierda, agradece que Liam no me deja matarte. De menos estarías hace mucho descuartizada.
Un escalofrío me recorre al escuchar aquella voz escalofriante de Zurich. Y parece ser que no soy la única.
—Vamos a la mansión.
Sophia por más que trata de no acatar aquella orden—oh sí, porque aquello era una orden—no le queda de otra que obedecer. Porque aquel tono de Liam, además de íntimamente, tiene casi que el mismo efecto que el de un Alfa, a pesar que no lo ha utilizado siquiera. Un chasquido de lengua es la respuesta de su madre antes de irse en grandes—y furiosas—zancadas hasta la mansión. Liam agarra delicadamente del brazo a Aria, quien parece estar como ida y en trance. Me quedo estupefacta junto a Gregory. Como a cinco pasos Liam se detiene y por encima de su hombro me da una mirada, tan...intensa.
Por todo los Dioses.
Tragandome un gruñido posesivo y respirando profundo—para tranquilizar mi corazón—agarro del brazo a Gregory, y nos encamino a ambos en la misma dirección que Liam. Un suspiro sale de mis labios al ver el cuerpo tenso de Gregory. El pobre Elfo no sabe qué hacer ante esta situación. Su expresión es de completa preocupación.
*—Aileen, cuida a Alannis por un momento.—le digo a mi Beta por medio de nuestra conexión.
*—No te preocupes.—su respuesta no se hizo esperar. —Suerte.
Y con eso cierro toda conexión. Subo mis paredes mentales, porque sé que el enojo que siento en mi interior irá en aumento, y no quiero tener que cometer un asesinato. Hoy no.
Tenso mi mandíbula al ver al Alfa Marcus en la entrada de la casa con los brazos cruzados a la altura del pecho, con aquella mirada altanera pero cargada de desagrado. Su esposa está al lado de él con una enorme sonrisa, y sus ojos dorados brillantes de malicia y odio.
Algo me dice que ésto sólo está por empezar.
◆◇◆◇
¿Preocupada?
Estoy más que preocupada. Estoy...a punto de cometer un asesinato.
—¿UN MALDITO ELFO? ¡ESTO TIENE QUE SER UNA MALDITA BROMA! ¡ES HUMILLANTE!
Eran los gritos de Sophia White mientras caminaba de un lado hacía otro con el rostro endurecido—y rojo—de la furia.
—¡NO VOY A PERMITIR QUE UN ASQUEROSO ELFO ENSUCIE EL LINAJE DE LOS MCCARTNEY! ¡ES INAUDITO!
Calma, Cassandra. No la escuches, tampoco la mates. Por más que lo desees, no la mates.
—¡Y tú!—dice mientras con uno de sus largos dedos señala a Gregory quien se encuentra un tanto petrificado. —¡Sal de mi casa! ¡No quiero verte cerca de mi hija, nunca más! ¿Lo has entendido?
Los ojos verdes de Gregory observan con enojo los ojos dorados de Sophia, pero ella le hace un mueca de desagrado haciendo que los ojos del Elfo se claven en los míos.
—¿Qué piensas hacer, Marcus?—le reclama al padre de Liam, sin bajar su tono encolerizado. Menos mal que estamos en el despacho del Alfa, si no seríamos el mejor entretenimiento para la manada.
Marcus McCartney observa indiferente a su esposa, pero puedo notar que su desagrado por Gregory es el mismo que comparte su esposa por el pobre Elfo.
—Como bien dijiste; es inaudito que mi hija se case con un Elfo. Sería manchar el Linaje.—dice con su característico tono ronco y mandon.
Todo mi cuerpo ésta tenso por el enojo que recorre cada centímetro de mi cuerpo, a duras penas estoy reteniendo a Metztli—y a Ishtar—que desean descuartizar a aquella bruja que Liam tiene como madre. Es increíble lo basura que es ésta gente. Si pensaba que eran una escoria, ahora me doy cuenta que son peor que eso.
¿Cómo son capaces de odiar y humillar de esa forma a la persona que se supone es la alma gemela de su hija? Aunque no sé qué me sorprende, si tratan de igual forma a su hijo.
—Yo sabía que ésta bastarda lo único que iba a traer era desgracia a la familia.—masculla con la mandíbula tensa aquella mujer.
¿Bastarda?
Mi ceño se frunce mucho más, observo confusa a la mamá de Liam. Una sonrisa cruel se abre paso en la comisura de sus labios cuando el Alfa Marcus le da una mirada envenenada.
—¿Qué?—lo reta su esposa. Observo incrédula aquella escena.—Ésto es tu maldita culpa, Marcus. ¡Estás loco si crees que voy a permitir que un despreciable Elfo manche nuestro prestigioso Linaje! ¡Suficiente con tu bastarda!
Observo de reojo el rostro triste de Gregory. Y sé que de alguna forma aquel montón de estupideces que han salido por la boca de aquella mujer lo han afectado de alguna u otra forma. Y como si fuese poco Liam no está.
Lo único que sé es que llevo a Aria a su habitación, ya que se había descontrolado su loba al escuchar a su madre humillar a su mate. Nunca había visto una mujer tan furiosa como a Aria. Si soy sincera, me tomó muy de sorpresa verla enfrentarse a su madre. Casi temí que se desatara una pelea a muerte, y aunque deseo ver a aquella pareja bajo tierra, no hubiese sido muy agradable ver luchar a madre e hija. Para alivio de todos Liam logró controlar a Aria y a su loba, para llevarla a su habitación.
—¿Qué hice en mi maldita vida para merecer desgracia como ésta?—los sollozos y lamentos de aquella mujer hace que salga de mis pensamientos.
—Un hijo, que es un inútil,un monstruo que no sirve para nada. Y como si fuese poco, una hija que es una bastarda que tiene por mate un asqueroso Elfo.
Eran los delirios de aquella mujer.
«Bastarda.»
Nuevamente aquella palabra. ¿Realmente Aria no es hija de Sophia White? Aunque viéndolo bien, ambas no se parecen en lo absoluto. Aria tiene gran parecido a su padre, pero además de eso tiene ciertos rasgos que no se parecen ni a él, ni a ella. En cambio Liam sí comparte rasgos de ambos.
Ésto es jodidamente extraño.
—¿NO ME ESCUCHASTE?—los gritos nuevamente de aquella mujer me sacan de mis pensamientos. —¡LARGATE! NO TIENES DERECHO SIQUIERA EL RESPIRAR NUESTRO MISMO AIRE.
Ya no pudiéndolo evitar mis colmillos se dejan a relucir amenazantes ante mi enojo.
—No.
Mi mirada cae casi incrédula—y sorprendida—en el rostro serio de Gregory. Su cuerpo fornido se encuentra tenso, sus manos hechas un perfecto puño a cada lado de su cuerpo, su mandíbula está tensa y alzada, sin dejarse inmutar por ambos lobos.
Reconozco inmediato que su cuerpo está listo para pelear, algo que sería muy peligroso tanto para él, como para los padres de Liam. Que Gregory tenga una personalidad calmada y tranquila, no significa que deja de ser un Elfo. Y más un guerrero, un guardián.
Ha matado lobos sin inmutarse siquiera, al igual que otros seres que han alterado la paz de los bosques de Italia.
—¿Qué fue lo que dijiste?—murmura incrédula la madre de Liam. Un tenso silencio cae sobre aquel despacho.
Los ojos de Sophia White pasaron a ser dos esferas doradas ardientes de odio, sus largas garras empezaron a crecer en cada mano. Sus facciones se endurecieron dandole un aspecto intimidante.
—Te vas arrepentir, asqueroso Elfo.
Aquella amenaza fue suficiente para poner mi cuerpo en alerta, dispuesta a defender a Gregory doy un paso al frente. Pero antes de que alguien fuese capaz de moverse las puertas del despacho son abiertas de golpe. Todos ponemos la mirada en el umbral.
Liam sin dirigirle la palabra—o la mirada—a nadie empieza adentrarse al despacho,con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón camina despreocupadamente hasta el escritorio. Un tenso silencio se apodera de nosotros, observamos atentamente todos los movimientos de Liam.
Aquella escalofriante mirada que suele tener cuando Zurich toma el control ha sido borrada de sus ojos, pero todavía tiene esa pizca de maldad. Según pude observar y a lo que Ishtar me comentó; Liam y Zurich están trabajando en equipo. Algo raro pero que me parece muy importante, era hora que aquellos dos empezaran a relacionarse más.
Liam se detiene cuando llega por fin al escritorio, donde se sienta en el borde. Su rostro se levanta, al igual que su mirada. Un escalofrío me vuelve a recorrer por todo el cuerpo. Aquellos ojos son tan hermosos pero a la misma vez tan peligrosos. Es como si pudiesen ver todo tu interior, es como si con una simple mirada te condenaran.
Normalmente la mirada de Liam es cálida y sus ojos tienen una suavidad que no tienes problema alguno al sostenerle la mirada. Pero cuando es Zurich quien toma el control aquella mirada se vuelve fría y arrogante. Con una simple mirada te da a entender que eres insignificante. Pero cuando ambos toman el control—como en éste caso—es totalmente diferente. Es como si la personalidad de Zurich se viera reflejada en su iris marrón, y la de Liam en la turquesa.
Lo bueno y lo malo.
—Yo sabía que eras un gran inútil, no mereces ser el Alfa de los McCartney.
La lengua filosa de su madre no se hizo esperar. Su rostro está pálido como si estuviera viendo al mismo diablo en frente de ella. Inútilmente trata de aguantarle la mirada a Liam, cosa imposible.
—¿Quién te dio derecho alguno de cancelar el compromiso de Aria con el hijo de los Williams?—pregunta el Alfa Marcus viendo con enojo a su hijo. —Eso sólo me demuestra cada vez más lo incompetente que eres para éste cargo.
—No sé porqué no eres como Paul.—masculla entre dientes aquella bruja.
Todo mi cuerpo se tensa y mi pecho se hincha por el gruñido que trata de salir de lo más profundo de mi ser. Una provocación más y no me importará que ambos sean padres de mi mate. Me tienen harta, ellos y Paul hacen que mi parte sádica se despierte.
—¿Terminaron?
Ahogo un jadeo al escuchar aquella voz aterciopelada. Tan calmada pero a la misma vez tan peligrosa.
Un calor empieza a expandirse por cada rincón de mi cuerpo, es algo tan extraño.
—¿Qué dijiste?—pregunta Sophia sacándome de mis pensamientos.
Sus ojos dorados están cada vez más furiosos, al igual que los del Alfa Marcus, quien a abandonado su pose altanera.
Clavo mi mirada en el rostro de Liam, que se mantiene neutral. Su mirada no pierde aquella intensidad.
—Qué, ¿si terminaron?
Un estremecimiento me deja un tanto perpleja.
Vuelvo a reprimir un jadeo, aquel tono de voz de Liam provoca que las hormonas de mi cuerpo se desquicien.
Un gruñido llama mi atención. Sophia White está a punto de convertirse, sus facciones cada vez son más animales, por lo menos sus ojos ya no son humanos. Sus garras son tan largas que no me sorprendería si se cortara ella misma, además de que sus orejas se pusieron puntiagudas y sus facciones mucho más endurecidas.
Mis colmillos crecen hasta rozar mi labio inferior, todo mi cuerpo se tensa y mis uñas se alargan también. Observo fijamente a ésa maldita mujer, por si se atreve atacar a Liam.
*—Cass...
Cierro mis ojos y un largo suspiro sale de mis labios.
*—Tranquila.
*—No me pidas eso, Liam. Tú sabes que es imposible.—respondo con un tono tenso.
Una carcajada ronca me saca bruscamente de la conversación con Liam. Los pelillos de mi cuerpo se erizan a la vez que escalofríos recorren mi cuerpo, un dolor asfixiante en mi pecho me indica que mis pulmones ruegan oxígeno. Al parecer olvidé respirar.
—Eres tan estúpida, Sophia.—la escalofriante voz de Zurich se desliza por las cuerdas vocales de Liam.
El Alfa Marcus tanto como su esposa observan confundidos a Liam, hasta que él les regala aquella sonrisa burlona que bien saben que pertenece a su despiadado lobo.
—Zurich.—sisea con la mandíbula tensa el Alfa Marcus.
—¿Me extrañaron? Yo no.—responde con aquella diversión peculiar que caracteriza a Zurich.
—¡TÚ MALDITO LOBO!—grita como una desquiciada aquella mujer. Frunzo mi ceño por su reacción. —Tienes la culpa de todo. ¡De todo! Si hubieras permitido que el inútil de Liam renunciara a Cassandra, todo ésto no estaría pasando. Mi querido Paul sería el Alfa todavía, y además, sería el compañero de la legendaria.
»Nosotros seríamos intocables, respetados y mucho más poderosos. ¡Pero no! ¡Por tú culpa todo se echó a perder!
Aria tenía que haberse casado con Davis William. Ése asqueroso Elfo nunca tenía que haber aparecido. ¿Te lo puedes imaginar? ¿Una McCartney con un Elfo?
¡Un Elfo! ¡Es inaudito!
Pero yo no voy a permitirlo. Así me tenga que deshacer de éste maldito Elfo y...de ti.«
Observo incrédula como aquella mujer con una velocidad—que hasta a mí me sorprende—ataca en dirección de Gregory. Como si fuese alguna clase de dejá vu observo como las garras de Sophia vienen alzadas listas para deagarrar a Gregory, quien parece no creer lo que está pasando.
—¡ES SUFICIENTE!
Doy un paso hacia atrás como si algo me hubiese empujado. El ritmo de mi corazón se dispara y un sudor frío empieza a bajar por mi espina dorsal.
Ese tono.
—¿No me escuchaste, Sophia White? Dije, ¡QUE FUE SUFICIENTE!
Un sollozo llama mi atención. Los ojos de Sophia están tan abiertos, llenos de terror mientras se abraza. Está tan encogida en sí misma que casi pareciera como si la hubiesen golpeado.
—L-Lo si-ento.—balbuceaba entrecortadamente. Mi ceño se frunce, una expresión confusa se abre paso en mi rostro. Nunca había visto una actitud tan...sumisa.
Sí, yo he empleado mi tono Alfa en algunos lobos pero jamás vi reacción como aquella.
—¡No voy a permitir que nos sigas humillando de ésta forma! ¿Quién te crees que eres para hablarle así a tu madre y la Luna de la manada?
Trago saliva nerviosa cuando aquellos ojos de diferentes tonalidades se clavan en los ojos turquesa del Alfa Marcus, quien tiembla al sentir la intensidad de aquella mirada.
—¿Terminaste?
Llevo una mano a mi pecho, donde se supone que está mi corazón. El ritmo atolondrado de éste hace que duela un poco.
—¿Piensas aceptar o rechazar a mi hermana?
Observo de reojo a Gregory quien se encuentra un tanto nervioso. Su rostro está un poco pálido y sus ojos un tanto abiertos de la impresión.
—No-o lo sé.—balbucea Gregory como si también él se viese afectado por aquel tono.
—¿ESTÁS LOCO? ¡Es un Elfo! No voy a permitir que un asqueroso Elfo se case con mi hija y manche mi Linaje.—
dice el Alfa seguido de un potente gruñido.
Los ojos de Liam se clavan por un tiempo en los de Gregory, antes de posarse sobre los de su padre.
—Cállate.
Aquel tono.
Un gemido de dolor sale de los labios del Alfa Marcus y los sollozos de Sophia aumentan.
—Así que el problema es que él sea un Elfo.—murmura Liam, como si estuviese hablando consigo mismo. —Muy bien.
Liam abandona su postura despreocupada y se acerca en nuestra dirección. Al pasar cerca de sus padres ambos se encogen en sí mismos.
Kiwi y menta.
Como amo aquel aroma. Es increíble como me tranquililza pero a la misma vez me pone tan nerviosa. Se detiene como a cuatro pasos de nosotros y su mirada no se despega de Gregory.
—Si decides rechazar a mi hermana, ten en cuenta sus sentimientos y sus pensamientos antes de tomar ésa decisión, a veces tomamos decisiones sin pensar en la otra persona.—dice, y me da una rápida mirada de reojo. Una sonrisa trata abrirse paso en la comisura de mis labios. —Además, Aria a excepción de mí tiene un carácter más temerario. Y aún así tú la rechazes ella no se dará por vencida.
Gregory frunce un poco el ceño, le da una mirada a los padres de Liam.
—Ellos no me aceptan.—dice mientras los señala con la barbilla. —Además no sé si lo sepas pero soy un Elfo, y según escuché; los lobos—sobre todos los de un Linaje tan puro como el de ustedes—no permiten que se vea alterado con otra raza. Yo no soy un lobo, por lo tanto no tengo oportunidad.
No culpo a Gregory. A pesar que hay muy pocos híbridos—sobre todo un licántropo con otra especie—hay ciertas manadas que no aceptan mates de sus mismas especies. La manada McCartney es un claro ejemplo. Ellos arreglan sus matrimonios.
«—Yo no soy un lobo...»
Bueno no lo es, pero...
—Puedes serlo.—completa Liam mi pensamiento. Sorprendida pongo mi total atención en él.
—¿Q-Qué?—balbucea igual de sorprendido Gregory.
—Puedo convertirte en lobo, serias mitad puro.—dice Liam mientras se encoge de hombros. —Además...
—¡Ni se te ocurra!—el grito del Alfa Marcus interrumpe a Liam.
Mi ceño se frunce por aquella reacción.
—No te atrevas, si sabes lo que te conviene.—dice con la mandíbula tensa.
Liam en deber de intimidarse por la amenaza de su padre, le regala aquella sonrisa escalofriante que suele ser de Zurich. Sus ojos de diferentes tonalidades se clavan en Gregory, y un escalofrío me recorre al ver aquella intensidad.
—Sé mi Beta. No sólo serías el primer licántropo que convertiría, sino que además nadie podría meterse contigo. De la seguridad de Aria y Alannis me encargo yo.
Observo sorprendida a mi querido mate. Su mirada determinada me indica que no está jugando para nada. Un sentimiento de orgullo y una enorme calidez en mi pecho hace que una enorme sonrisa se abra paso en mi rostro. Sin poderlo evitar mi vista se nubla por las lágrimas retenidas.
¿Quién es éste chico? ¿Y qué hicieron con el Liam tímido que tanto amo?
No. Tímido o no, igual lo amo. Yo sabía que él tenia un líder en su interior, sus ganas de proteger a su hermana sólo fue el incentivo para que al fin Liam se revelara contra sus padres. Su odio, sus constante humillaciones hacía él y sus palabras hirientes no fueron suficientes para hacer que el amor que tiene Liam por su hermana se viese influenciado. Acabaron con su seguridad pero no con los valores que Hugo McCartney con mucho amor le heredó.
Amor.
Puede hacerte fuerte o débil, pero sobretodo fuerte. El amor por su abuelo y el amor por su hermana no permitieron que su corazón se abandonara al odio.
Sólo espero ser otro de sus pilares. Y sé que así será, porque mí amor por él es tan inmenso que no voy a permitir que su mirada vuelva a tener aquella expresión vacía. Sophia White y Marcus McCartney ya han hecho suficiente daño.
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