Capítulo 30.
Levanta la mirada.
Levanta la mirada.
Pensaba nerviosa mientras veía de lejos a Liam, en medio de aquella tarima frente a su manada. No podía evitar sentirme nerviosa.
Y de fondo podía escuchar la irritante voz de Sophia White, pero no prestaba atención alguna a las tonterías que salían de su boca, sólo podía ver a Liam. Se veía tan cohibido, como si estuviese en otro mundo.
Cuanto me gustaría estar a su lado y sostener su mano para darle de alguna forma un poco de apoyo.
Levanta la mirada, Liam.
—...en sus venas corre sangre Alfa y sangre de los primeros Alfas de la historia...
Observo con irritación a aquella mujer. ¿Quién mierdas le dio un micrófono? Ni sabe lo que dice, y lo que es peor, trata de adular a Liam de la forma más hipócrita que hay en la vida.
No la soporto. Ni a su marido, mucho menos al imbécil de Paul, pero sobretodo a ella. Todavía no comprendo cómo una madre es capaz de odiar tanto a su hijo. Rechino los dientes molesta.
Ésas tres sabandijas son los seres más repugnantes y despreciables que he tenido la desgracia de conocer.
Llevo una mano a mi pecho cuando mi ritmo se acelera un poco más al escuchar los murmullos a mi alrededor. Algunos no se muestran muy contentos al saber que Liam será el nuevo Alfa, otros simplemente se notan confundidos por el cambio radical del aspecto de Liam.
Lo sé. Ahora se ve mucho más atractivo e intimidante.
Una melodía de un ritmo electrónico hace que mi atención se aparte por un instante de Liam y su madre. Observo de reojo como Aileen trata de buscar su celular en aquel minúsculo bolso.
—¿Aló?—contesta una vez lo encuentra. Su ceño se frunce pero al instante desaparece y una gran sonrisa se abre paso en su rostro. —¡Oh! ¿Ya están aquí? ¿De verdad?...Sí.
Y así inicia una conversación con quien sea la persona que la ha llamado. Vuelvo mi mirada a Liam y cada vez el nerviosismo en mí se intensifica.
—Cassandra se alegrará mucho el verlos.—el escuchar mi nombre hace que mi atención vuelva a Aileen, quien parece estar hablando de algo bastante entretenido. —Sí, no se preocupen. ¡Adiós!
Y cuelga la llamada. Su celular lo vuelve a meter a aquel minúsculo bolso.
Alza su mirada encontrándose con la mía.
—¿Con quién hablabas?—le pregunto, alzo una ceja en su dirección. Un suspiro sale de los labios de mi Beta y acomoda unos mechones que se salieron de su sencillo recogido.
—Muy pronto lo descubrirás.—dice enigmática, me regala un guiño. Frunzo mi ceño en su dirección pero me ignora y pone su atención en dirección a la pequeña tarima. Reprimo un gruñido y decido morderme la lengua. A veces es mejor dejar las cosas como están, además conociéndola, no me dirá absolutamente nada.
—Él es Liam McCartney, el nuevo Alfa de la manada McCartney.
Sólo esas palabras bastaron para llamar mi atención nuevamente y hacer callar los murmullos. Contengo la respiración cuando observo como la postura de Liam se endereza de a poco, ocasionando que el traje se tense al contorno de su cuerpo. Los pequeños músculos que ha adquirido se notan bastante bajo aquel traje.
Su cabeza lentamente se levanta, hasta el punto de tener su mirada fija ante los presentes. Me sorprendo por el cambio repentino de su actitud.
Es como si una nueva aura se apoderara de él. No es la aura oscura y intimidante que desprende cuando Zurich se apodera de su cuerpo. Ni tampoco es la aura melancolica y un tanto triste que desprende Liam. No sabría cómo explicarlo. Es como si ambas se fusionaron y se hicieron una misma.
Es como si Zurich y Liam fuesen uno mismo. El liderazgo de Zurich, pero la humildad de Liam, la seguridad de Zurich y la calidez de Liam.
—Lo está haciendo muy bien.—comenta Aileen a mi lado. Asiento sin dejar de ver en dirección a mi mate, no sé si fue capaz de ver mi asentimiento pero en éste momento me encuentro absorta en otras cosas. Contengo el aliento por aquella mirada tan...segura e intensa.
Todos tienen la mirada fija en él, esperando que haga algo o suceda algo. Pero sé que no va a suceder nada. Porque Liam ya no es aquel débil Alfa que se dejaba humillar, que dejaba que todos lo vieran con desprecio. Sí, todavía le falta un poco más de seguridad pero eso vendrá con el tiempo. Todavía tiene un largo camino que recorrer y espero lo recorramos juntos. ¿Qué digo? No espero. Sé que lo recorreremos juntos.
—Siento como cuando vez a tu hijo dar sus primeros pasos.—comenta Aileen a mi lado. Parpadeo alejando unas traicioneras lágrimas que deseaban salir de mis ojos, y observo con una ceja alzada a mi Beta.
—¿Qué? ¡Es verdad!—dice mientras se encoge de hombros. Río entre dientes y meneo mi cabeza. Entiendo lo que quiere decir Aileen. No se puede evitar sentir orgullosa de él.
—Ahora que han conocido a su nuevo Alfa, también conocerán a la nueva Luna de la manada...—la voz de la madre de Liam vuelve a sonar por todo el lugar. Mi cuerpo se tensa un poco al entender que muy pronto es mi turno para salir a escena.
—Ustedes la conocen como la legendaria híbrida. Sí así es. La Alfa de todos los licántropos del mundo, es la Luna de la manada McCartney. Otorgándole un gran privilegio a la manada, ya que pasamos a ser la manada más poderosa de la historia.
Frunzo mi ceño por las palabras de aquella mujer. ¿Quién se cree que es? ¿Quién le ha dado tal derecho, de despreciar a las otras manadas? Para mí todas son iguales. Ninguna es superior a la otra. Y a pesar que la manada McCartney tiene un Linaje por decir así un poco más “puro” no significa que sean superiores.
—Ella es Cassandra Black D'Buonarroti. Alfa de todos nosotros, reina de los vampiros y nueva Luna de la manada.
Respiro profundo y trato de suavizar un poco mi rostro. Enderezo un poco mi postura, y con una última respiración profunda me encamino al centro de aquella pequeña tarima.
Doy gracias a Aileen que me enseñó a caminar muy bien en cualquier tipo de zapatos, más en aquellos que tienen un tacón tan alto como un rascacielos. Mis mejillas se sonrojan un poco cuando aquellos ojos que tanto amo se clavan en los míos.
Liam.
Liam.
¿Ves como todo desaparece cuando tus ojos se encuentran con los míos?
¿Escuchas como mi corazón late tan desquiciado cuando estoy tan cerca de ti?
¿Sientes como si estuvieras en un sueño del cual no quisieras despertar?
Aquella distancia que poco a poco se iba acortando al fin llegó a su fin. Un suspiro sale de mis labios cuando aquel aroma me envuelve.
Kiwi y menta.
Aquel aroma que me confirma que tengo a Liam a mi lado. Es como si tuviese algo extra en su aroma, como un tranquilizante. Porque provoca que el desquiciado que tengo por corazón se tranquilice abruptamente. Que cualquier nervio que quería manifestarse, desapareciera, sin tener la oportunidad si quiera de pensar que lo estaba.
—Ellos son sus nuevos líderes. Su Alfa y su Luna, los que a partir de hoy velarán por el bienestar de todos ustedes...
Parpadeo saliendo de aquel trance en el que Liam y yo estábamos sumergidos. Pongo mi atención frente a la manada que a partir de hoy pertenece a mi mate.
Todos, y cada uno de ellos, bajan su cabeza para darnos una reverencia. Uno a uno fue dejando una de sus rodillas sobre el césped, regalándonos respeto.
Una caricia en el dorso de mi mano derecha hace que un estremecimiento recorra todo mi cuerpo, observo de reojo mi mano unida a la de Liam; su enorme mano tomaba la mía y sus largos dedos se entrelazaban delicadamente—pero con fuerza—junto a los míos.
Subo mi mirada a su rostro. Sus ojos también me ven de reojo, una enorme sonrisa lentamente se va abriendo paso en mis labios. Sus ojos brillan. Brillan de felicidad, se ven tan llenos de...vida.
Y aquella sensación que tienes cuando sabes que estás a punto de llorar no tarda en hacerse presente en mi sistema.
Yo soy feliz si tú también lo eres, mi amado Liam.
◆◇◆◇
—Gracias.—respondo cuando Liam me pasa una copa de champagne.
Él asiente en mi dirección y lleva a sus labios una de aquellas copas. Mis ojos sigue cada uno de sus movimientos, hasta el movimiento de su manzana de “Adan” cuando traga aquel líquido.Trago saliva cuando mi boca se hace agua, y respiro profundo cuando mis colmillos se alargan un poco; listos para perforar algo...o a alguien.
—¿Qué pasa?
La voz de Liam hace que salga de mi ensoñación. Su ceño está un poco fruncido y no aparta su mirada de la mía.
Controlate Cassandra.
Sonrío en su dirección y le quito importancia con la mano. Solo faltaba que Liam se diese cuenta de la sed atroz que me ha entrado, y no de agua específicamente.
—¿Damos una vuelta?—pregunto mientras vuelvo a poner mi mano en su antebrazo. El observa fijamente mi rostro, como tratando de buscar algo que me delate. Un algo que nunca encontrará.
Un suspiro sale de sus labios pero no dice nada, y conmigo de su brazo empezamos a caminar entre el tumulto de integrantes de la manada. Algunos se voltean en nuestra dirección y conversan con nosotros. Liam se tensa un poco cada vez que uno de ellos se dirige a él. Una reacción algo comprensible, teniendo en cuenta que la gran mayoría—hace no mucho—lo veían como un don nadie. Y ahora le tienen que demostrar respeto.
La desconfianza es una de la principales cosas en las que tiene que trabajar. No significa que confíe ciegamente en todos, pero tampoco puede mostrarse a la defensiva.
—Alfa Liam. Luna.—nos saluda un hombre bastante mayor que nunca he visto en mi vida. Nos da una pequeña reverencia, y cuando levanta su cabeza nos sonríe amablemente.
—Señor Harrison.—lo saluda Liam un poco más cómodo. —Espero su esposa e hijos estén bien.
Observo de reojo a Liam, me he dado cuenta que sabe el apellido—y el nombre obviamente—de cada persona que nos saluda. Algo que me tomó—y algunos de la manada—muy de sorpresa a decir verdad. Suponía que Liam no sabía el nombre de ningún habitante de éste pueblo, y a juzgar por el rostro sorprendido de muchos, pensaban lo mismo. Tal vez le pregunte cuál es su secreto para acordarse de tantos nombres, me vendría muy bien saberlo.
—Muy bien, gracias a la Diosa Luna. Espero que usted también lo esté, joven Liam.—dice el hombre de apellido Harrison. Lo observo curiosa al percatarme de la familiaridad y comodidad con la que habla con Liam.
Liam asiente en su dirección pero no dice nada. Al hombre no parece importarle, como si estuviese acostumbrado a las respuestas tan cortas—o a las no respuestas—de Liam. Los ojos dorados del hombre se fijan en los míos y sonríe en mi dirección.
—Espero también su majestad lo esté.—dice mientras baja su cabeza en mi dirección.
—Por favor trateme cómodamente, sin tanta formalidad como aquella.—respondo rápidamente. Solo escuchar majestad hace que mis vellos se erizen. Ni en el pasado, en el presente y mucho menos en el futuro me gustará aquel término.
—¡Oh! Disculpe su...perdón, Luna.—dice el hombre un poco apenado. Sonrío en su dirección y le quito importancia con la mano. El hombre suaviza su expresión pero igual me ve algo apenado.
—Y digame señor...
—Alan Harrison.—responde rápidamente. —Espero perdone mi falta al no presentarme correctamente.
Sonrío en su dirección y ahogo una carcajada. El pobre hombre se ve tan abochornado.
—No se preocupe.—respondo divertida por el rostro rojizo del hombre. Me recuerda un poco a Liam.
—¿Qué deseaba preguntarme?—dice mientras su rostro rojizo vuelve a su tonalidad.
—¡Ah! Disculpe mi indiscreción o por sonar tan entrometida. Pero me gustaría saber la relación que tiene con mi mate.—digo sin borrar mi sonrisa. —Me pareció ver que ambos se trataban con mucha familiaridad. Espero no sonar tan entrometida.
El brazo de Liam se tensa un poco bajo mi tacto y la sonrisa del hombre flaquea un poco pero no la pierde del todo. Sus ojos dorados se clavan por un momento en los de Liam pero al instante vuelve su mirada a la mía.
—No se preocupe. No será jamás una entrometida o algo semejante.—responde tras un largo silencio. Carraspea un poco su garganta y observa con cierta nostalgia a Liam. —Al joven Liam lo conocí gracias a su abuelo. El viejo pero respetado Hugo McCartney, uno de los mejores Alfas que ha tenido ésta manada.
Su sonrisa se ensancha como si se estuviese recordando aquellos tiempos.
—Nadie en la manada había visto muy de cerca al hijo del nuevo Alfa y su Luna. Es como si nos tuviesen prohibido acercarnos a él o viceversa.—dice y se encoge de hombrosa. Frunce un poco su ceño. —Nunca entendí porqué. Y eso que fui yo quien ayudó a la señora Sophia a traer a Liam al mundo.
»Después del parto no lo volví a ver. Hasta pasado cerca de cinco años cuando el viejo Hugo fue a visitarme a mi consultorio. Iba de la mano de un niño de unos cabellos tan negros que parecían bañados en tinta. Sí soy sincero me sorprendió ver los ojos de Liam. De pequeño las tonalidades de sus iris eran mucho más tonorias. Nunca había visto un ojo de aquel magnífico turquesa con motitas plata, ni tampoco un ojo tan marrón con motitas rojas. Me habían impactado pero no de una mala forma, si no que aquellos ojos eran tan opuestos pero tenían tantas similitudes. Eran enigmáticos.«
Sus ojos se clavan en los de Liam, y la tensión del brazo de Liam se intensifica.
—Era la primera vez en la historia que un licántropo presentaba aquellas características en sus iris.
»El viejo Hugo me pidió que lo examinara para descartar cualquier problema que pudiese tener en su visión, pero no encontré nada, sus ojos eran tan sanos y normales como los míos o los de cualquier otro.
Sin embargo la preocupación del viejo Hugo era algo muy difícil de contrarrestar, así que Liam iba por lo menos cinco veces al año a mi consultorio para el mismo procedimiento encontrando el mismo resultado.«
Sigo pensando que me hubiese gustado mucho conocer al abuelo de Liam. Con sólo escuchar historias sobre él, se puede notar el profundo amor que sentía por su nieto. Sonrío en su dirección y acaricio el brazo de Liam para hacer que la tensión de su brazo desaparezca. Sus ojos se clavan en los míos y le sonrío tratando que aquella expresión igual de tensa que su cuerpo se suavice.
—Ustedes me recuerdan mucho a tu abuelo y a tu abuela, Liam.—la voz del señor Harrison hace que nuestra atención vuelva a él. Nos sonríe ampliamente a ambos. —Si estuviesen vivos ambos y vieran en el gran hombre—y Alfa—que te haz convertido se sentirían muy orgullosos. Espero le aportes grandes cosas a la manada, y también espero jamás olvides que en mí encontrarás un viejo amigo. Con su permiso mi Alfa y mi Luna.
Liam y yo nos despedimos de Alan Harrison. Vemos como su presencia se mezcla entre la de los demás.
—Pienso lo mismo que él.—mi voz hace que los ojos de Liam se claven en mi rostro. Su ceño se frunce un poco. —Esté donde esté tu abuelo, sé que se siente muy orgulloso de ti. Así como yo también lo estoy.
Sus ojos me ve tan intensamente, pero no aparto mi mirada de la suya, para que vea que estoy hablando con nada más que la verdad.
—¡Oh! Con que aquí estaban.
La voz de mi Beta hace que nuestra pelea de miradas se vea interrumpida. Sus ojos violetas brillan extasiados. No sé qué tendrá tan feliz a Aileen, hasta que reparo en las dos personas que Aileen trae agarrada de las manos. Una enorme sonrisa se abre paso en mi rostro, y creo que mis ojos brillan igual de extasiados que los de Aileen.
—¡Alannis!—exclamo feliz. Un cuerpesito abraza con mucha fuerza mis piernas. La tomo de las axilas y la abrazo fuertemente. Su aroma dulce llega a mis fosas nasales.
—Te extrañé mucho tía Cass.—dice con su dulce vocesita infantil.
—Yo también princesa. Muchísimo.—digo contra su largo cabello rubio ceniza.
—¡Alannis! No pongas en ridículo a la reina.—una ronca y varonil voz llama mi atención. La niña entre mis brazos murmura algo en otro idioma.
—¡Papá! No me regañes delante de todo mundo, yo ya estoy grande.—le dice la niña a su padre mientras cruza sus brazos a la altura de su—todavía inexistente—pecho.
Su padre alza una ceja, trata de mantener una expresión seria y enfadada pero sus ojos verdes brillan divertidos. Cuando sus ojos chocan con los míos me sonríe y hace una reverencia en mi dirección.
—Mi reina, es un honor volver a verla.—dice mientras endereza su postura. Sus ojos verdes se clavan en Liam y al igual que hizo conmigo, hace una reverencia en su dirección. —Mi rey.
Liam asiente en su dirección bastante confundido. Y no lo culpo, hasta yo lo estaría.
Al escuchar—y ver—a su padre dirigirse a otra persona, los ojos negros de Alannis se clavan con confusión en los de Liam y al instante los abre a más no poder.
—¡Que ojos tan bonitos!—exclama la niña completamente fascinada.
El rostro de Liam empieza a enrojecer hasta estar de un notable rojo.
—¡Alannis!—la riñe su padre igual o más rojo que Liam.
—¿Qué? ¡Es verdad! Mira papá, que ojos tan bonitos tiene él.—dice la niña sin dejar de ver fascinada a Liam. Aileen y yo nos reímos entre dientes.
—Disculpe a mi hija, mi señor. Suele ser muy boca floja.—dice abochornado el pobre hombre. Aileen y yo no aguantamos, soltamos una sonora carcajada.
—¡Tía Cass! ¿Él es tu novio?—pregunta Alannis mientras jala de mi mano. Y si fuese posible, los dos hombres presentes se sonrojan mucho más.
—Sí.—respondo mientras le sonrío a Liam y luego a ella. —Él es mi mate.
Ella sonríe feliz, suelta una encantadora risa.
—¡Que ojos tan bonitos tiene tu novio, tía Cass!
Río mucho más fuerte.
—¿Verdad que sí?—ella asiente en mi dirección. —Yo también lo creo.
Acaricio su mejilla y coloco unos mechones rebeldes que se han salido del bonito peinado que anda. Sus ojos completamente negros ven con diversión a su padre.
—Liam, te presento a Gregory Runelis y a su hija Alannis Runelis.—digo presentando los dos nuevos invitados.
—Liam McCartney.—se presenta, toma la mano de Gregory y comparten un apretón de manos. También toma la mano de Alannis pero a excepción de su padre, Liam besa el dorso de su pequeña mano. Quién iba a pensar que aquella niña conociera la vergüenza.
Gregory se muestra sorprendido por la acción de Liam, al igual que Aileen y yo. Nunca había visto a Liam tratar con un niño. No culpo a la pobre niña, incluso yo me sonrojé, y no fue a mí a quien besaron.
*—¿Celosa, Cass?—
se burla Zurich. Gruño en mi mente y subo mis paredes mentales.
—¿Quieres tomar algo?—le pregunta Gregory a su hija, la cual asiente eufórica. Su padre la toma de la mano y nos sonríe en modo de disculpa antes de llevar a su hija por algo de tomar.
—Los acompaño.—les dice Aileen, y se va junto a ellos. Liam y yo observamos a los tres alejarse.
—¿De verdad es su padre?—pregunta Liam a mi lado. Suspiro y no aparto mi mirada de ellos. No es la primera persona que lo pregunta. Ya que es algo muy difícil de creer. Ya que Gregory es un Elfo y Alannis una Demonio.
—Biológico no.—digo mientras lo observo de reojo. Frunce un poco su ceño. —Gregory adoptó a Alannis. Él es un Elfo guardián, durante ése tiempo trabajaba como guardián de un pueblo que estaba internado en uno de los tantos bosques de Italia. En una de sus tantas rondas se encontró una joven demonio que estaba muy enferma. Su esposo había muerto por una enfermedad muy grave que estuvo infectando a muchos seres—y no seres—sobrenaturales.
»La pobre mujer estaba embarazada. No sé si lo sepas pero esa raza está en extinción. Y ella no quería perder a su hija, que para su suerte durante su camino en busca de alguna bruja que la ayudara se encontró con Gregory.
Nosotras todavía vivíamos en el castillo, y eb más de una vez nos topamos con él. Así que de alguna forma compartíamos una pequeña amistad.
Para nosotras fue una enorme—e impactante—sorpresa verlo con aquella mujer en brazos en mi castillo. Él sabía que Aileen es una bruja muy poderosa, por eso le imploró que la ayudara. Lo único malo fue que Aileen pudo salvar a la niña que llevaba en su vientre pero no a la madre.
Sin embargo aquella joven mujer murió feliz, porque pudo ver el rostro de su niña por un pequeño lapso de tiempo.«
Los ojos de Liam se notan un poco tristes.
—Gregory desde que vió y tuvo aquella niña en brazos supo que iba a hacer lo imposible por cuidarla y protegerla.—murmuro nostálgica. Todavía aquel recuerdo danza en mi memoria. —Él no podrá ser su padre biológico pero sí es su padre, lo es, y eso nadie puede negarlo. Porque padre es el que cría no el que engendra.
Liam asiente y se queda pensativo.
—Es un hombre muy admirable.—dice sin dejar de ver a padre e hija.
—Lo es.
Y tu abuelo también.
Porque te crió mejor de lo que Marcus McCartney hubiese sido capaz de hacer. Y algo me dice que tú también serías un padre excepcional.
Sé que así será.
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