Capítulo 26.
¿Estoy bien?
No. No lo estoy. Pero eso ya parece reflejarse en mi mirada, pero aun así Aileen se empeña en preguntar. Aun así todos se empeñan en seguir haciendo aquella pregunta tan estúpida. No estoy bien. Y no pienso estarlo.
—¡Vamos Cass!—la voz de mi Beta se escucha tan lejana, cuando está solo a centímetros de mi. Trata de llamar mi atención que muy inútilmente logra, no soy capaz de dejar ver el lugar por donde Liam se fue.
Tengo que ir por él.
—Vamos, Cass.—sigue insistiendo Aileen mientras trata de levantarme del suelo. Mi cuerpo decide no cooperar para nada.
—¡Cass! ¡Tenemos que irnos!
¿Irme? ¿Y dejar a Liam? ¡¿Está loca?!
Una corriente de ira pasa por todo mi cuerpo. Clavo mi mirada en los ojos violetas de mi Beta, los cuales me observan muy preocupados.
—Tengo que ir por él.—digo en su dirección. Aunque mi voz salió como un murmullo sé que ella me escuchó. Frunce su ceño y no aparta su mirada de mi rostro, como si estuviera confundida.
—¿Por quién?—pregunta, dejándome incrédula. ¿Acaso no vio cuando Liam se fue? ¿Cómo es posible que no lo haya visto? ¿Cómo es posible que no haya visto lo mucho que lo he herido? ¿Cómo? Liam en éste momento debe de odiarme.
—¡Tengo que ir por él!—repito nuevamente sin romper nuestro contacto.
—¿Por quién? ¡No te entiendo Cassandra!—dice mientras frunce más su ceño. —¡Vamonos!
Trata de volver a levantar mi cuerpo, pero me niego.
—¡No! ¡Tengo que ir por Liam, Aileen!
Una gran desesperación corre por mi cuerpo. Liam debe de odiarme. Debe de desear nunca haberme conocido, nunca haber venido a este maldito lugar. Nunca haber sido mi mate.
No. No. Liam.
Y como si fuera posible el pánico, tanto como la desesperación, sustituyen a la ira. Me siento tan... vacía. Como si algo me hiciera falta. Y ése algo—o mejor dicho ése alguien—se llama Liam McCartney.
—¡Tengo que ir por él!—sigo tratando de hacer entender a Aileen, pero ésta se empeña en que haga lo contrario. —¡No! ¡Déjame! ¡Tengo que ir por él!
—¡BASTA!—grita Aileen mientras me levanta de un tirón y trata de hacerme caminar en el camino contrario al cual se fue Liam.
—¡NO! ¡No lo entiendes! ¡Tengo que ir por él antes de que me odie!—digo con desesperación mientras enormes lágrimas caen libremente por mi rostro. Ella no se detiene y sigue arrastrandome por mas que clave mis pies en el suelo. Entre más nos separamos la sensación de vacío es mayor.
—¿Por qué haces esto? ¡Yo soy tu Alfa! Se supone que debes de obedecer a mis órdenes. ¡Déjame!—gritaba mientras trataba de librarme de su agarre, pero mi cuerpo estaba muy débil, demasiado débil como para sostenerme por mi misma. Prácticamente Aileen lleva todo mi peso. Su rostro está serio y me agarra fuertemente. Mi respiración es cada vez más forzosa, el aire cada vez me falta más. Estoy a punto de entrar en un ataque de pánico. Mi cuerpo tiembla y se estremece por el frío intenso que siento.
—¡No! ¡Aileen! ¡Tengo que ir por él! ¡Me va a odiar!
Mis gritos histéricos era lo único que escuchaba. Todos a mi alrededor estaban tan quietos y silenciosos. Los cuales no dejaban de vernos. No me importa. Tengo que ir por Liam. Él me va a odiar.
Me va a odiar.
—¡NOO! ¡LIAM!
Mis manos trataban de arañar a Aileen y mis intentos por soltarme lograba que la golpeara. Débilmente. Pero la golpeaba.
—¡Alfa Cassandra tiene que tranquilizarse!—decía una persona a nuestro lado que hasta ahora no había visto. Los ojos anaranjados de Delia me veían preocupados. Pero no me importaba, solo quería ir a buscar a Liam y decirle que todo es un malentendido. Un maldito malentendido.
—¡NO! ¡NO LO ENTIENDEN! ¡DEJENME IR! ¡Él ME NECESITA!
Me sentía tan imponente. Tan inútil. Tan...basura. Solo quería ver aquellos ojos de diferentes tonalidades que tanto amo. Necesitaba verlos. Llenos de felicidad y amor. No de dolor.
—Por favor...—mis sollozos y mi voz suplicante era lo único que se escuchaba a medida que atravesamos aquel espeso bosque. —Por favor, Aileen. Por favor.
Aileen trataba de no ceder ante mis súplicas, a pesar que su mirada se veía tan llena de dolor como la mía y sé que deseaba dejarme ir. Pero no sabía porqué no lo hacía.
—¿¡Mi señora!? ¿¡Señorita Aileen!?—la voz de Jeff llama mi atención. Y el pánico crece en mi interior cuando me doy cuenta que estamos a punto de salir del bosque.
—¡NO! ¡NO! ¡NO PUEDO DEJARLO! ¡TENGO QUE IR POR ÉL! ¡NO!
Jeff veía asustado como trataba de librarme de Aileen mientras me retorcía y la golpeaba. Si estuviera en otro momento lo lamentaria y me disculparia. Pero no ahora.
—¡Maldita sea, Cassandra!—ruge mi Beta cuando la golpeo bastante fuerte en el estómago que hace que su cuerpo se incline. Lo cuál aprovecho para correr rumbo al bosque otra vez. Tengo que ir por él. Pero lastimosamente mi huida es irrumpida por un cuerpo que hace que caiga de bruces al suelo. Los ojos violetas de mi Beta están tan... brillante,como si utilizara sus...
—Aileen, ¿qué es...
Pero no pude terminar aquella pregunta porque todo se volvió negro.
◆◇◆◇
«Creí en ti y tú me defraduastes.»
No. Jamás haría eso.
«Eres tan egoísta.»
«Te odio.»
Su rostro estaba tan serio y sus ojos tan llenos de...odio. Enormes lágrimas caían por mi rostro. Trataba de acercarme a él pero era inútil, cada vez que trataba de acercarme, él se alejaba.
«Te odio.»
Seguía repitiendo sin cambiar su expresión. Y podía sentir mi interior desgarrarse. Él cada vez se alejaba, por más que yo trataba de acercarme.
¡LIAM! ¡No te vayas! Gritaba desesperada. Estaba asustada. No quería quedar sola en aquel desolado lugar, tampoco quería que él se fuera. No podría soportarlo.
¡Liam! ¡Liam!
Por más que gritara y gritara, era inútil.
¡Tú me prometiste que no me dejarías! ¡ME LO PROMETISTE!
Mis gritos se mezclaban con desgarradores sollozos, que salían desde lo más profundo de mi ser. Yo sabía que aquello era una pesadilla, una de las que más daño me han hecho. Mi mente me estaba destruyendo cruelmente. Con los ojos llenos de lágrimas levanto mi mirada, encontrándome con unos ojos amarillos, tan brillantes como tan llenos de maldad.
«—Pobre de ti, debe de ser horrible que tu mate te odie.»
Y una enfermiza risa salió de sus labios.
¡CALLATE!
Ella seguía riendo mientras me veía con burla.
¡CALLATE! ¡Tú estás muerta!
Cada vez sus risas eran más fuertes y sonaban como un eco en aquel desolado lugar.
«—Me lo llevaré y nunca lo volverás a ver. Será mi esclavo porque los monstruos son mascotas de los diablos.»
Sus feas manos—las cuales estaban más arrugadas que antes—agarraron del brazo a Liam. Y él no hacía nada para apartarla.
¡NOO!
Los dientes de esa vieja se veían tan asquerosos y podridos, pero aún así su sonrisa se veía tan maligna. Todo ella era pura maldad, que lentamente estaba corrompiendo a Liam. El brazo de Liam donde estaba agarrada aquella vieja se estaba poniendo de una tonalidad morada,como si aquella parte estuviera muriendo.
¡DEJALO! ¡Maldita vieja!
Corría y corría en su dirección pero era imposible.
«—Eres tan estúpida. ¿No lo entiendes? Él nunca dejará de ser un monstruo, hagas lo que hagas. Ni tampoco harás que te ame, ¿sabes porqué? Por qué los monstruos no aman.»
Su voz cada vez se perdía, porque ella y Liam cada vez se alejaban más.
No. Es mentira. Él me ama.
Tomaba con ambas manos mi cabeza, sentía como si pronto fuera a perder la cordura. Me estaba volviendo loca.
«—No se puede amar a alguien que se odia. Te odio, Cassandra.»
Y eso fue lo último que escuché, porque Margaret se había llevado a Liam.
—¡LIAAAAM!
Mi garganta duele por aquel grito y siento mi pecho doler.
—¿¡Cass!? ¡Mírame! ¡Cass!
Asustada veo hacía todos lados, encontrandome primero con los violetas ojos de Aileen.
—¡Se lo llevó, Aileen! ¡Se lo llevó!—digo completamente aterrada. Todo mi cuerpo temblaba, sentía un frío abrasador. Aileen se ve algo pálid, con unas feas y oscuras ojeras.
—No. No se lo ha llevado. Él esta bien.—dice mientras trata de tranquilizarme, pero no le creo. No le creo a nadie, no hasta tenerlo frente a frente.
—T-Tengo que ir por él.—digo mientras trato de ponerme de pie.
—Estás muy débil, no hagas esfuerzo.—trata de pararme, pero es muy tarde. Ya me he levantado. Lo malo es que mis piernas no soportaron mi peso, pongo mis manos para amortiguar el golpe pero igual dolió bastante. Aileen corre rápidamente en mi dirección y me ayuda a sentarme. Ya que ni eso puedo hacer.
—¿Q-ué me pasa? ¿Po-r qué estoy tan débil?—mi voz suena acelerada. El miedo, terror y pánico corre por todo mi cuerpo. Nunca me había sentido tan débil. Salvo los días en los cuáles Liam no me había marcado, aquello fue un infierno. Y no es algo que quiera volver a sentir.
Aileen me ve con tanta preocupación que de algún forma hace que me de un poco de remordimiento. Solo un poco. Todavía no olvido que no me quiso llevar con Liam.
—Estas muy alterada, sin contar que...—empieza a decirme pero no termina la oración. Hace un mueca y aparta la mirada.
—¿Sin contar qué?—la aliento mientras trato de regular mi respiración. Todavía sigo alterada y como si fuera poco mi cabeza a empezado a doler. Un dolor demasiado agudo que lo hace insoportable.
—Margaret...—escupe con odio. Hago una mueca de desagrado. —Lastimó mucho a Ishtar, de hecho es un milagro que puedas siquiera hablar y eso se debe a que eres mas fuerte que otro licántropo, además que con ayuda de Delia tuvimos que traerte y sanarte..
Asiento comprendiendo lo que dice. Alieen envuelve sus brazos en mi cuerpo y me levanta como a una pluma, con cuidado me vuelve a dejar sobre mi enorme cama. Hasta ahora me percato que estoy en mi habitación.
—¿Qué hora es?—le pregunto mientras me masajeo las sienes. El dolor de cabeza es cada vez más insoportable.
—Tres de la mañana.—murmura a mi lado. Asiento sin dejar de masajear mis sienes.
«No se puede amar a alguien que se odia.»
Paro mi acción de golpe y un escalofrío me recorre todo el cuerpo. Aquella sensación de vacío vuelve.
—Necesitas descansar, Cass.—dice Aileen captando mi inquietud. Los latidos de mi corazón se pusieron frenéticos.
—Aileen...—digo con la voz entrecortada. Unas tremendas ganas de llorar me han dado de pronto. —¿Dónde est...
—Está en el bosque.—dice interrumpiendome. Abro la boca para decir algo pero vuelve a interrumpirme. —Está bien. Pude hablar con Zurich y él me dijo que estaban bien.
Y una enorme tranquilidad sustituye todos los males que sentía.
—Más tarde podrás ir por él. Primero recupera fuerzas.—dice mientras se levanta y se dirige a la puerta.
—Gracias y perdóname. Por todo.—ella se ríe entre dientes y le quita importancia con un gesto de la mano.
—No te preocupes. Que descanses.—es lo último que dice y sale de mi habitación. Un suspiro sale de mis labios y echo sobre mi cuerpo una colcha. Por alguna razón me ha entrado frío. Otro suspiro vuelve a salir de mis labios cuando el cansancio se está apoderando de mi sistema, es como si de pronto todo el peso—que no me dejaba en paz—fuese sacado de mi cuerpo. Mis ojos empiezan a cerrarse, pero por más que trato de permanecer un poco más despierta, el cansancio me gana. Solo espero no volver a tener una pesadilla.
Si no estoy loca, lo estaré muy pronto.
◆◇◆◇
Apago el motor de la camioneta y veo a mi alrededor; no se ve ni un alma. Como siempre. Aquellos frondosos árboles siguen igual de espesos, como si escondieran algo.
—Tú puedes. Es pan comido...—me trato de armar de valor.
Quito las llaves, abro la puerta para cerrarla al instante. Me dirijo a los asientos traseros y agarro una mochila que está sobre los asientos de cuero, me la coloco al hombro, cierro la puerta y coloco la alarma. Tenso la mandíbula cuando ésta empezó a temblar ligeramente. Veo de reojo a mi alrededor, pero nada pasa, todo sigue igual.
—Es hora.
Un último suspiro sale de mis labios y con paso seguro me adentro en aquel majestuoso—y a la misma vez tan peligroso—bosque. Mi corazón decide perder la calma y empezar a latir como un desquiciado, incluso son un poco dolorosos e intensos los latidos contra mi pecho. Cierro mis ojos y dejo que mis sentidos se intensifiquen. Seria más fácil transformarme pero Ishtar todavía no está del todo recuperada, así que es una transformación a media. Mis colmillos se alargan un poco, mis ojos se hacen más fieros y su vista más nitida. Mis orejas se ponen un poco puntiagudas, facilitandome escuchar muchísimo mejor. Mi cuerpo se hace un poco más esbelto pero me hace más liviana. Mis uñas se alargan sólo un poco.
Abro mis ojos cuando escucho una risa pero no puedo estar del todo segura. Me quedo quieta en medio de la nada esperando que pase algo. La verdad no se hacía dónde ir, el olor de Liam no lo siento y no puedo lograr hablar con Zurich. Mi cuerpo se tensa cuando vuelvo escuchar aquella risa.
Tan delicada y hechizante.
—Una Reina pérdida.—dice una cantarina y delicada voz a mis espaldas. Un escalofrío me recorre y siento todo los pelillos de mi cuerpo erizarse, me doy media vuelta un poco temerosa. Por más que mi rostro se muestre neutro y relajado, no lo estoy.
Una niña como de 10 años está en frente mi. Su rostro es tan bello y angelical, sus cabellos sedosos y brillantes de un magnífico color platino. Unas hermosas alas casi transparentes revolotean en su espalda. Y sus ojos grises, casi igual de transparentes que sus alas me ven con cierta diversión e inocencia que provoca un nuevo escalofrío.
Hada.
Y mi cuerpo se tensa más de ser posible. Esa hada no es cualquier hada, aquella es una Aguane. Aquellas hadas son unas de las más peligrosas, porque ellas tienen una apariencia muy delicada, pero la fuerza de aquellos seres es magnífica. Me sonríe divertida cuando ve todo mi cuerpo tenso.
—Mi nombre es Ferrishyn.—dice sin dejar de verme. Su voz es tan delicada casi tiene el mismo efecto que la de las sirenas. Hermosa. Parpadeo cuando por un instante me sentí en un trance.
—Cassandra.—respondo cuando logro recomponerme. Por más que aquella niña tenga apariencia de ángel puede ser todo lo opuesto.
—Una Reina pérdida.—vuelve a repetir mientras con pasos pausados y delicados se aproxima. Frunzo mi ceño y mi cuerpo se tensa más. —¿Vienes en busca de tu Rey?
Y mi ceño se frunce más.
—¿Qué quieres?—pregunto a la defensiva. Retrocedo dos pasos. Ella vuelve a reírse y eso solo hace que su aspecto se vea más infantil al igual que angelical.
—Ayudarte.—dice como sin nada. La observo desconfiada, no es normal que una hada de este bosque quiera ayudarte.
—¿A cambio de qué?—pregunto todavía a la defensiva. Ella sin borrar su sonrisa, me responde con toda la calma del mundo.
—A nada. Mi señora me pidió que la llevara con su Rey.—dice mientras se encoge de hombros. Yo cada vez me encuentro más confundida si eso es posible.
—¿Quién es tu señora?—pregunto sin apartar mi mirada de la suya. Un destello pasa por sus ojos que no se si fueron imaginaciones mías o algo. Una enorme sonrisa se abre paso en su delicado rostro, y sin responderme a la pregunta empieza a caminar en mi dirección para luego pasarme de lado. La observo sin comprender. Se detiene a unos cuantos pasos y me mira sobre su hombro sin borrar su sonrisa.
—¿No viene, Reina Cassandra?
Frunzo mis labios y la observo intensamente. No sé si confiar en ella.Más en ella. Una Aguane son de armas tomar, pero ellas no se muestran peligrosas si tú no te metes con el bosque. Cierro los ojos y al instante los vuelvo a abrir, suelto un suspiro, me encojo de hombros. Con mi característica ligereza y mi paso firme me encamino hacia ella.
Ir con ella puede haber dos posibilidades; una, que me asesine en medio bosque y me tire en uno de los tantos ríos. O dos, que realmente me ayude y me lleve con Liam. Como no veo el futuro y estoy jodidamente pérdida, decido aceptar su ayuda. Y si llega a pasar la primera posibilidad, espero Aileen mate a esa maldita hada.
◆◇◆◇
Observo con fascinación las alas de Ferrishyn, nunca había tenido unas alas tan cerca, y hasta ahora me doy cuenta de los detalles que éstas tienen. Unos dibujos formados por unas piedritas que parecen diamantes, formando de todo tipo de espirales. Son hermosas. Tampoco me pasó por alto una marca que tiene en medio de ambos omóplatos. Esa marca la tienen todos los que son bendecidos por los dioses.
Maravilloso.
La risa cantarina de Ferrishyn llama mi atención y me observa de reojo.
—¿Tú no la tienes?—pregunta sin dejar de verme de reojo. Frunzo mi ceño y la observo confundida.
—¿Que cosa?
La diversión de su rostro se borra y me observa seria, casi confundida. Vuelve la mirada al frente.
—Supongo que no es hora de que la tengan ambos...—murmura por lo bajo. Gracias a mis sentidos lo logro escuchar. Decido no responder, porque pareciera como si no esperara mi respuesta, y la verdad no sé qué responder a aquello.
Hemos caminado no sé por cuánto tiempo y si no fuera porque me entretengo con sus alas, la poca cordura que tengo se hubiera ido al garete por ver los mismos árboles. Es como si caminaramos en círculos,pero ella parece conocer bien cada hoja de cada árbol. Una brisa helada pasa alborotando todo a nuestro alrededor. Mi cabello baila al unísono que el largo cabello de Ferrishyn y su vestido de seda. Me cruzo de brazos por el frío que ella no parece sentir.
—Hemos llegado.—anuncia cuando caminamos un poco más, se detiene y se da media vuelta. —Al caminar por lo menos veinte pasos en ésa dirección, llegarás a una catarata. A un lado está su Rey.
Asiento en su dirección.
—Gracias. También agradecele a tu señora.—digo con sinceridad. Ella me sonríe y asiente. Con un largo suspiro saliendo de mis labios me encamino en aquella dirección.
—Él es alguien muy especial.—la voz de la hada provoca que me detenga pero no me doy media vuelta, escucho atenta a lo que dice. —Él simplemente está enojado con el mundo. Desde muy pequeño busca respuestas para preguntas que nadie sabe responder.
»Mi señora dice que cada ruego, cada queja y cada lamento que él le dice los escucha. Pero necesita encontrar él mismo sus respuestas, y usted, mi Reina tiene que ayudarlo a buscarlas, así como también tiene que hacer que salga de su caparazón. Porque si no, así nunca podrá encontrar lo que busca y cumplir con su deber.
Ése es el mensaje que me pidió mi señora, que le diera.«
Un zumbido como un aleteo rápido se escucha seguido de un remolino de aire, que al instante desparece, al igual que la presencia de aquella hada.
Todo en este bosque es extraño.
Con mi corazón andando como un desquiciado y con todo mi cuerpo tenso decido seguir mi camino. Rumbo a Liam.
◆◇◆◇
No sé cómo pude ser tan...despreciable. ¿Cómo pude siquiera mostrarle miedo a la persona más dulce que hay en el mundo? ¿Cómo pude dejar que él pensara aquello? ¿Cómo? ¿Acaso al fin enloquecí? No lo sé. Pero no pienso dejar que Liam siga sufriendo por mi culpa.
Tranquilizo a mi corazón, y vuelvo mis sentidos a su normalidad. Dicho y hecho, a como dijo aquella hada, lo encontré a un lado de la catarata. Su pelaje plateado brilla y se mueve gracias a las brisas heladas que pasan por nuestro alrededor. Se ve tan hermoso. Bajo aquellos árboles se ve como si todo a su alrededor se viera absorbido por él.Imponente y majestuoso; esas son las palabras que los describe perfectamente.
Cuando sus ojos y los míos conectaron fue suficiente para que mi corazón se volviera más loco de ser posible. Y un dolor en mi pecho me encogió, cuando vi aquel dolor en su mirada. Un dolor causado por mi culpa.
—Sé lo que estás pensando...—digo en su dirección al ver su reacción. Sé que no debe querer verme después de haber hecho lo que hice.
—No pienso irme hasta que me escuches.—trato de sonar firme. Sus ojos me observan atenta. —Yo no te tengo miedo, Liam. Nunca lo tendría, no de ti.
Y es verdad nunca lo tendría. Hasta después que él se fue comprendí el porqué de mi miedo. Lastimosamente por más que traté de mostrarme fuerte mi voz se quebró. No quiero mostrarme débil. Pero no puedo evitarlo, así como tampoco puedo evitar querer abrazarlo y besarlo. Así que lentamente me fui acercando hasta el punto que estábamos frente a frente.
—No sé qué sería de mi si te pierdo.—susurro en su dirección.
Y a la mierda la chica fuerte, enormes lágrimas empezaron a bajar por mi rostro.
—No me abandones, por favor.
No podría soportarlo. Tenerlo en mis brazos hace que aquel vacío desaparezca y hace que me sienta completa. Su cabeza se pone en mi cuello aceptando mi abrazo, su cálido—y enorme—cuerpo me trasmite calidez. Mis lágrimas mojan su suave pelaje pero eso no parece importarle. Y si soy sincera, a mi tampoco. Cierro mis ojos, mientras trato de tranquilizarme. Cuando siento que me he calmado un poco, deshago el abrazo pero aún así no me aparto lo suficiente. Levanto mi cabeza un poco, ya que Liam es enorme. Y aquella calidez que se suele expandir por mi cuerpo cada vez que veo hacía aquellos hermosos ojos, no tarda en llegar. Una sonrisa trata de asomarse en mis labios cuando veo que sus ojos volvieron a ser como antes; llenos de vida, amor y calidez.
La esperanza es lo último que se pierde.
—En aquella dirección hay una mochila, en ella hay ropa para ti.—le digo sin apartar la mirada de sus ojos. Él ve hacía la dirección que señalo y vuelve su atención a mi rostro. Trago saliva y respiro profundamente.
—Necesitamos hablar.
Y aquellas palabras por más que sonaron firmes, sigo teniendo miedo que él no quiera escuchar nada de lo que diga.
Lo siento Liam. No quiero perderte. Y soy tan egoísta que haré lo que esté en mis manos para que así sea.
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