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Capítulo 22.

Orgullo.

Estoy totalmente orgullosa de Liam, no podía evitarlo. No cuando se ha mostrado tan bien ante los otros seres sobrenaturales, está completamente fuera de su zona de confort pero aun así trata de mostrarse sereno. Se ve jodidamente atractivo con sus ojos algo afilados y hipnotizantes. Con su rostro sereno y con aquella aura misteriosa que lo rodea. Su postura no se veía encorvada como a veces solía andar, ni tampoco se ve intimidado ante todos, como a un inicio se sentía. Su postura es de completa confianza. Fingida o natural, no importa. No sé si Zurich tuvo algo que ver o al fin sus indicios de líder están surgiendo, bajo los efectos de la presión a la que fue sometido.

Todos los Alfas muestran su curiosidad y su irritación al tener que mostrarse sumisos ante nosotros. Porque se puede ver—y sentir—que nuestros rangos Alfas son superiores a los de ellos.

—Alfa Cassandra.—saluda una rasposa voz a mi lado. Dirijo mi atención a la susodicha.

Margaret Walker.

Líder del clan de las Walker. Una de las primeras brujas de la historia y una muy poderosa cabe recalcar. Sus poderes los desconozco como es normal.

—Margaret Walker.—la saludo con respeto sin apartar mis ojos de su rostro. Esa anciana desprende respeto y poder, sobre todo poder. Sus ojos amarillos—los cuales demuestran que no es una simple bruja—se clavan en Liam, y empiezan a brillar de una forma peligrosa. Mis vellos se erizan y un mal presentimiento se instala en mi pecho.

—Liam McCartney, mate de Cassandra.—la saluda Liam mientras inclina la cabeza en su dirección. Y aquel brillo peligroso en sus peculiares ojos brilla aún más. Una sonrisa trata de formarse en su arrugado rostro. Mi cuerpo se tensa completamente.

—Un gusto, Alfa.—su tono...fue extraño. Muy extraño. Puedo sentir la incomodidad de Liam recorriendo todo mi cuerpo, cada vez puedo sentir como nuestra conexión se va forjando más. Liam aparta la mirada de la penetrante de Margaret y clava su mirada en otra parte. Pero Margaret no lo deja de ver fijamente, así que no tardo en interferir y tratar de conversar con ella. Prácticamente me llevo muy bien con todas las brujas y con la gran mayoría de los seres sobrenaturales. Salvo los que se quejan—todavía—de que una mujer sea la Alfa de los lobos.

Maldito machismo.

Pero si de algo estoy segura es que ese tipo de personas no amargaran mi existencia. Hace cien años sobreviví a esa absurda guerra y ahora no dejaré que por opiniones de los demás influyan de manera negativa en mi vida. ¡No señor!

—El lobo de ese muchacho es bastante interesante.—las palabras de Margaret me sacan abruptamente de mis pensamientos. ¿Cómo sabe ella cual es el lobo de Liam? Mi ceño se frunce automáticamente.
«¿Por qué?», esa pregunta estuvo en la punta de mi lengua. Pero luego reaccione y me percate del tono interesado con el que hablo.

«Recuerda que nadie debe de sospechar de nuestra relación.», me recuerdo severamente. Así que sin mucho esfuerzo planto una falsa sonrisa en mi rostro.

—¡Oh sí!—mi tono emocionado no pasa desapercibido. —Mi loba tiene una conexión bastante fuerte con él, desde la primera vez que nos vimos.

Una carcajada escalofriante retumba en mi mente que me pone de los nervios.

*—¡Mentirosa!—la burlona voz de Zurich se escucha en mi mente. Se nota lo mucho que disfruta y le divierte esta situación. —Te va a crecer la nariz por mentirosa, mi amada Cassandra.

*—¡CÁLLATE!—le grito enojada. Sin perder tiempo subo mis paredes mentales. Su estruendosa risa es lo último que escucho. Le doy una mirada de reojo a Liam, que parece ser que no se percató que Zurich estuvo hablando conmigo.

—¡Oh! ¿De verdad?—el tono de la anciana capta mi atención nuevamente. Me ve expectante, como si no me creyera, mantengo mi falsa sonrisa.

—Que un lobo tenga tanto poder, casi igual de poderoso al tuyo es algo... interesante.—dice como si supiera algo. ¿Qué? No lo sé. —Y no sólo eso es lo interesante. Si no que aquella aura oscura que lo rodea, casi me atrevería a decir que demoníaca.

¿Demoníaca? Trato que sus palabras no me afecten, porque ella busca algún indicio en mi rostro.

—Es algo misterioso. Supongo que al tener un poco de Linaje puro tiene más poder que los demás.—comento sin perder mi comodidad para luego encogerme de hombros. Tal parece que esa es la respuesta que la anciana esperaba, porque una sonrisa se desliza por su arrugado rostro.

—Y no solo el lobo es interesante. Si no también tu querido mate.—dice sin quitar aquella expresión. —Un Alfa que además es un McCartney, que tal parece que no es el Alfa de los McCartney. Porque nunca lo he visto en alguna reunión, sin contar que el nuevo Alfa de esa manada es un simple Beta. ¿Qué es lo que esconden?

Observo con recelo a esa anciana. ¿Qué mierda sabe? Trago grueso y trato de mostrarme indiferente. Sus ojos se dirigen a mi marca y aquella sonrisa se ensancha.

—Parece resiente.—comenta sin apartar la mirada de mis marcas para luego fruncir su ceño. —Y unas ranuras muy extrañas e interesantes.

Su mirada vuelve a subir a mis ojos. El olor a kiwi y menta se intensifican, suponiendo que Liam se acerca más hacía nosotras. Aquel mal presentimiento se intensifica, al igual que la desconfianza.

—¡Alfa!—llama una ronca voz a mi espalda. Liam tanto como yo nos damos vuelta para encarar al dueño de aquella voz. Y no puedo creer de quién se trata. Mi corazón brinca de alegría. Margaret se inclina despidiéndose y vuelve a clavar su mirada peligrosa en Liam. Trato de hacerme la loca, la que no vio nada y clavo mi mirada en Alex Bonilla, Alfa de la manada de España y un viejo amigo.

—¡Hola! ¿Cómo estás?—lo saludo en español. Él me sonríe—algo normal en él—y me saluda de vuelta. Tal parece que Liam todavía no comprende el idioma que estamos hablando. Alex y yo compartimos unas que otras palabras. Volteo a ver a Liam para presentarlo pero se muestra algo serio y tenso. No sé qué le pasa. Lo llamo y los presento,Alex se muestra amable con Liam, pero Liam se muestra algo cortante. A medida que converso con Alex, el rostro de Liam se pone más sombrío y sus ojos brillan mucho más intimidantes. Solo espero Margaret no tenga nada que ver con su cambio. No sé los poderes que tenga esa anciana, la única que puede tener conocimientos sobre ella puede ser Aileen. ¡Exacto! ¡Aileen!

*—¡Ven ahora mismo! Invéntate una excusa.—le digo a Aileen por nuestra conexión. Sin esperar una respuesta de su parte cierro la conexión. Luego de unos minutos hace acto de presencia. Sus violetas ojos se clavan con curiosidad en los míos, aprovechando que Alex está acá, dejo a Liam unos minutos. Solo espero nada malo vaya a pasar en mi ausencia.

◆◇◆◇

—Creo que la anciana del clan Walker sabe sobre nuestra farsa o algo sospecha.—digo una vez nos hemos separando bastante de los chicos. Aileen me ve de reojo y tal parece que mis palabras no le sorprenden pero si frunce un poco su ceño. Seguimos avanzando a través del salón. Varios a nuestro alrededor me dan una reverencia o una inclinación. No quería dejar solo a Liam, pero sé que quedó en buenas manos.

—Las del clan Walker según me contó mi abuela, tenían una extraña conexión con los animales. No es como si fueran como las del clan Muhammad que se especializan en la naturaleza.—dice sin dejar de ver al frente. —Las Walker podían manipular a los animales a su antojo. Incluso los seres sobrenaturales que tienen una parte animal ellas pueden manipularlo.

Frunzo mi ceño. ¿Manipular?

—¿Y cómo lo sabes? ¿No sé supone que nadie puede saber el poder del otro clan?—le pregunto totalmente curiosa. Aileen asiente.

—Sí, pero esa anciana, la líder de ese clan. No trata de esconder sus poderes. Muchas brujas comentaban que era porque le encantada alardear sobre sus poderes.—dice mientras se encoge de hombros. —Yo digo que ese clan práctica magia negra. Las Walker y las Muhammad tenían constante discusiones por lo mismo.
La cara de la anciana al ver al Liam todavía ondea en mis pensamientos. Esa anciana tiene algo que no me inspira confianza, aquellos ojos amarillos brillaron de forma peligrosa cuando los enfoco en los de Liam. Y por sus palabras, quizás quiso manipular a Zurich, pero conociéndolo no la dejo ni siquiera traspasar la muralla. Nunca he desconfiado de las brujas y sus clanes, ni siquiera de las que practican magia negra. Pero no puedo evitar que mi cuerpo—y mi mente—reaccionen de forma sobreprotectora cuando se trata de Liam.

—Sea lo que sepa esa anciana, no nos conviene que hable de eso con nadie. No cuando la gran mayoría tiene sus ojos puestos en nosotros.—digo mientras empujo una pesada puerta que nos lleva a un cuarto. Paso mi mano por la pared hasta que encuentro el interruptor. La luz no tarda en llenar el cuarto. Es como una mini salita con algunos estantes llenos de libros. Este cuarto fue echo para todos aquellos sirvientes que desearan leer algo y descansar un poco. Según cuentan los ancianos, el castillo contaba con cientos de sirvientes, y mi madre consideró que tanto como nosotros disponíamos de un lugar así, los sirvientes también deberían de tener un lugar donde ir a leer un poco y descansar. Claro que la gran mayoría no se mostró muy de acuerdo, no lo hallaban “apropiado”. Pero luego que la gran reina insistiera algunos—no los suficientes—empezaron a visitar la salita. Mi madre no era una reina altanera ni hacia menos a sus sirvientes, les tenía cierta consideración. La gran mayoría eran jóvenes vampiros los que servían en el castillo, algunos de los que ahora sirven en el castillo son hijos o nietos de los antiguos sirvientes. Pero ya nadie visita ésta salita, yo a veces venía porque tiene libros muy antiguos e interesantes.

Aileen se sienta en un cómodo sillón individual de cuero negro y yo me siento enfrente de ella, en el sillón más largo.

—¿Y qué piensas hacer?—me pregunta mientras me ve curiosa. Me cruzo de brazos y aprisiono mi labio inferior con mis dientes, mientras trato de ordenar mis pensamientos.

—Algo que dijo la anciana llamó mi atención y también sé que muchos se hicieron la misma pregunta.—digo sin cambiar mi postura. —Lo único es que no tuvieron agallas para pronunciarla en voz alta, o por lo menos en nuestra presencia.

—El por qué siendo hijo legítimo de Marcus McCartney y más siendo un Alfa, no es él el que dirige la manada.—afirma mientras no aparta sus ojos violetas de los míos. Asiento en su dirección. Eso es lo bueno de mi querida Beta, no necesito tener que explicar demasiado, ella cae rápidamente a la respuesta.

—Sin contar que también surgirán las preguntas; ¿Por qué un Beta dirige la manada? Teniendo al Alfa.—digo pensativa. —También está el hecho que nunca ha venido a algunas de las reuniones.

Y de pronto un pensamiento para nada agradable pasa como un flash en mi mente. Todo color abandona mi rostro y un sudor frío baja por mi espalda.

—¡Oh mierda!—exclamo con pánico mientras me levanto histérica del sillón. Aileen me observa confundida.

—Mientras saludábamos a los invitados me había parecido ver a los padres de Liam y a Paul. Sí ellos empiezan a decir que él no es hijo de ellos o alguna otra cosa, tomarían como farsa lo que les estamos diciendo a todos.—digo preocupada mientras empiezo a caminar de un lado hacía otro. —Nadie a excepción de seres muy poderosos pueden diferenciar los rangos en los licántropos. Y sabrían que Liam sí desprende el aura de un Alfa pero, ¿y los que no pueden verlo?

Aileen abre los ojos captando mi preocupación y su semblante se pone pálido.

Pedirán una prueba...—murmura sin apartar sus enormes ojos violetas de mis ojos.

—Y no puedo permitirlo.—digo firme sin ningún titubeo. Una mueca pasa por el rostro de Aileen.

—Cass, no puedes hacer nada si los del consejo piden alguna prueba.—me dice con cautela. Niego con mi cabeza y tenso mi mandíbula.

—No lo permitiré.—digo con los dientes apretados.
No puedo. Simplemente no puedo someter a Liam a ése infierno. No cuando él ha sufrido mucho. ¿Con que descaro le pediría semejante cosa? Suficiente con lo de la marca en contra de su voluntad.

—Cass...—el ceño de Aileen se frunce en mi dirección. —No puedes decirles que no al consejo. Hay casos en los sí puedes ejercer tu voluntad como gustes, pero no en una situación como aquella.

Un gruñido enfadado sale desde lo más profundo de mi interior.

—¡No!

La ira vibra en mi cuerpo. Ira, de no poder hacer nada. Ira, de que esos malditos se entrometan. Ira, de que esto no pasaría si la manada no se la hubieran entregado a semejante estúpido.

¡Maldita sea!

Puedo sentir mi cuerpo calentarse y mis colmillos alargarse.

—Cass, tranquilízate. Todavía no ha ocurrido tal situación, no nos precipitemos.—trata de tranquilizarme Aileen, que inútilmente logra. Un largo suspiro sale de sus labios. No dejo de dar vueltas de un lado hacía otro, me siento encerrada en aquel diminuto espacio.

—¡Ya sé!—dice Aileen luego de un largo silencio mientras brinca del sillón. Detengo mi andar y clavo mi mirada en ella, la observo expectante a que me comente algo. Pero una enorme y escalofriante sonrisa se forma en su rostro.
Un escalofrío me recorre todo el cuerpo y un mal presentimiento se instala en mi pecho. Aquella sonrisa no trae nada bueno.

◆◇◆◇

—¿Estás segura de ésto?—le pregunto por millonésima vez. —Repite todo desde un principio.

Aileen pone los ojos en blanco y resopla fastidiada.

—Es algo casi que indignante que no creas en mi plan.—dice mientras me observa con una mueca. Un suspiro sale de mis labios.

—Aileen...—mi tono de advertencia la hace poner los ojos en blanco, otra vez.

—Bien, te lo volveré a repetir para que quedes cien por ciento segura.—dice con tono exasperado. Pongo los ojos en blanco. —Por lo que me contaste de tus queridos suegros, se dejan ir mucho por las apariencias. Por lo tanto si anuncias que Liam es el Alfa de los McCartney, por ende ellos no pueden desmentir aquello. Porque entonces todos harían preguntas y ellos tendrían que responder.
Ya sea con la verdad o con la mentira y saben que no les conviene mentir, más si la gran alfa anuncia tal cosa. ¿Quiénes son ellos para llevarte la contraria?

Vuelvo a morder mi labio inferior y me quedo pensativa. ¿Y qué pasa si no sale como esperamos? Y no solo estaríamos quebrantando una de las principales reglas, sino que estaríamos obligados a tomar sin rechistar la decisión del consejo. El cual está formado por todos los líderes—y jefes—del mundo sobrenatural.

Demonios.

—Decídete Cass. ¿Mentirle a todos o hacer que Liam haga la prueba?—me dice mientras me ve seria y cruza sus brazos. 

Por los Dioses.

—“El que no arriesga no gana”—murmuro mientras me encamino a mi objetivo.

Inhala. Exhala.

—Tú puedes.—es lo último que escucho antes de salir por unas pesadas puertas, a medida que avanzo mi corazón late más rápido. Mis tacones suenan al subir unas cortas escaleras que me llevan a un escenario donde están varios instrumentos, que muy pronto nos deleitarán. Meneo mi cabeza y me concentro a lo que vine; a tratar que Liam salga impune de esos maliciosos seres. Y, ¿por qué no? Tal vez recupere su manada.

A paso seguro me adentro más en el escenario, agarro un micrófono que está encima de unas maletas. Recorro mi mirada por todo el salón y no me puedo creer lo que veo. Los padres de Liam se acercan a él.

Oh no.

Cierro mis ojos por un segundo y respiro profundamente. Tú puedes, hazlo por Liam. Con eso en mente abro mis ojos nuevamente. Una gran determinación vibra en todo mi cuerpo. Enciendo el micrófono y mi voz no tarda en llenar todo el salón. Captando la atención de todos. Bien, es hora.

◆◇◆◇

¿Qué si hice lo correcto? No lo sé. ¿Qué si Liam se iba a alegrar o molestar? No lo sé. ¿Qué si todo iba a salir como lo planeamos? Tampoco lo sé. Pero de lo único que sí estaba segura, es que por Liam sería capaz de todo. Por el amor que sentía por Liam era capaz de ésto y más. No me importaba. Si él estaba sano y salvo, no me importaba jugármela de esta forma, porque cuando amas tanto a alguien, al punto de no vivir tranquilo con uno mismo si esa persona no está feliz y sana.

Antes de pasar a la deliciosa cena que como saben es tradición, una increíble orquesta nos deleitará con unas cuantas canciones. ¡Disfruten su noche!—es lo último que digo con una reluciente sonrisa. Todos aplauden en mi dirección y la gente de la orquesta no tarda en subir. Bajo los cortos escalones con la frente en alto y con mi postura erguida. Una mano se posa tímidamente en mi cintura.

Kiwi y menta.

—¿M-Me concedes este baile?—murmura Liam sonrojado mientras me mira algo tímido.

¡Por todos los Dioses!

Mi pulso se dispara y una sensación cálida se expande en mi interior. Una enorme sonrisa se desliza por mis labios y mis ojos se dirigen a aquellos ojos que tanto amo. Su rostro se sonroja más de ser posible.

Es tan tierno.

—Me encantaría.—murmuro en su dirección sin abandonar mi sonrisa.

Él toma mi mano extendida y nos dirige al centro del salón. Todos nos observan expectantes, esperando que nosotros iniciemos para ellos unirse. Una vez llegamos al centro del salón Liam me pone frente a él, sus ojos están fijos en sus zapatos y su rostro sigue sonrojado. Está completamente nervioso y por todos los cielos si no lo amo cada vez más.

—Mírame...—un susurro suplicante sale de mis labios mientras mi mirada recorre todo su rostro. —Por favor.

El pecho de Liam se hincha, como si estuviese respirando profundamente. Deja salir el aire pausadamente, su manzana de Adán se mueve cuando traga y maldita sea si aquello no se me hizo jodidamente excitante. Amo aquello. Su mirada lentamente se levanta, subiendo por todo mi cuerpo para terminar en mis ojos. Y si ya de por si mi corazón ya estaba lo bastante acelerado su mirada terminó de volverme loca. Siento mis ojos picar, por algunas estúpidas lágrimas que desean salir. Ternura y una pizca de amor percibo en aquellos ojos de tonalidades diferentes. Aquellos ojos que son mi perdición. Deseo llorar de felicidad. Porque todo mi cuerpo vibra de felicidad al ver que por fin mis sentimientos están llegando a su duro corazón.

Una suave melodía marcada por un violín llena toda la sala, pero lo único que puedo ver son aquellos ojos. Una de las manos de Liam se posiciona en mi cintura y su otra mano sostiene delicadamente mi mano, bien arriba. Mi mano libre la coloco en su hombro y sin despegar su mirada de la mía, nos balancea delicadamente bajo la atenta mirada de todos. Siento como si estuviera en una nube, Liam se mueve majestuosamente, no sé dónde aprendió a bailar tan bien y la verdad no me importa mientras baile sólo conmigo.
Los compases hipnóticos y suaves de aquella melodía nos envuelve a ambos, haciendo que caigamos en un trance, en un mundo dónde sólo él y yo existimos.

Te amo Liam.—susurro totalmente influenciada por aquella romántica y íntima atmósfera. Liam me acerca más a su cuerpo y su aroma me envuelve adormilando mis sentidos. Su rostro baja y pega su frente con la mía. Sus brazos me estrechan y no puedo ser más feliz. ¿Que si esperaba que respondiera? ¡Claro que sí! Pero no puedo obligarlo a que lo diga, por más que me muera escuchar aquellas palabras saliendo de aquellos deliciosos labios. Y sin evitarlo mis ojos se dirigen a una de mis perdiciones.

Sus labios.

Sus ojos también caen a los míos y su mirada vuelve a caer a mis ojos. Casi como si estuvieran pidiendo permiso. Que gustosa concedo. Cierro mis ojos cuando aquellos fríos y suaves labios acarician los míos. Liam nunca me besa de manera exigente y posesiva, casi siempre lo hace de una forma lenta que nos permite sentir a ambos. Sus labios saben a menta y todo mi cuerpo hormiguea a medida que nos seguimos besando. Lentamente nos separamos con la respiración entrecortada. Su frente vuelve a juntarse a la mía.

No sé qué le has hecho al monstruo. Porque cada vez se enamora más de ti.—murmura todavía cerca de mis labios. Abro mis ojos y me vuelvo a perder en aquellos ojos que cada vez unas motitas plateadas se hacen más notorias.

—Me he enamorado de ti Cassandra.

Y no puedo creer lo que mis oídos han escuchado. Por ésta y muchas razones más, no permitiré que nadie devuelva a Liam a aquel mundo lleno de oscuridad.

Liam, haz encontrado la luz de tu oscuridad.

Y yo he encontrado a mi mitad, a la razón de mi existencia. No permitiré que nadie nos robe nuestros momentos ni que nos separen. Como que me dejo de llamar Cassandra Black D'Buonarroti.

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