Capítulo 19.
«Monstruo.»
No lo soy.
«Monstruo.»
No.
«Nadie quiere a un monstruo como tú.»
Mentira.
«¡Monstruo!»
No lo soy.
«Monstruo.»
¡No!
—¡Liam!
No soy un monstruo.
—¡Liam!
No por favor. No soy un monstruo. No lo soy...
—¡Liam! ¡Despierta!
Una mano empieza a zarandear mi hombro, haciendo que abra mis ojos abruptamente. Desorientado y algo asustado trato de apartarme de lo que sea que me esté zarandeando. No me había percatado lo empapado de sudor que estaba, hasta que un escalofrío me recorre y siento como mi espalda está algo húmeda.
—Liam...tranquilo. Ya pasó, tranquilo.
Un cuerpo cálido y un olor exquisito me envolvía provocando que mi respiración agitada lentamente se tranquilizara. Sentía una enorme tranquilidad, así que no pude evitar cerrar mis ojos y dejarme llevar por esa cálida sensación. Una caricia en mi cuello me arranca un gruñido de satisfacción desde lo más profundo de mi ser.
—Mi querido Liam... todo va a estar bien. Todo va a estar bien.—seguía susurrándome en un tono cálido y hechizante. Mis sentidos se encontraban completamente dormidos y atontados. Me sentía como en una burbuja, como si estuviera drogado. Y creo que sí lo estaba porque mi cuerpo se estaba volviendo adicto a las caricias de Cassandra.
Algo adormilado—por las caricias—abro mis ojos encontrándome con unos bellos ojos de color esmeralda. Hermosos.
—¿Estás bien?—me pregunta algo preocupada cuando ve mi pálido rostro—que sé que debo de tener—mientras no aparto mi mirada de la suya. Frunzo mi ceño algo confuso por su pregunta. Ella al ver mi rostro confuso, empieza a explicarme.
—Empezaste a cambiar, tus colmillos se alargaban cada vez más al igual que tus garras.—me susurra algo shockeada e incrédula. —Tu rostro mostrada desesperación, como si estuvieras luchando con algo, traté de despertarte pero era inútil.
Luchando con algo...
Mis demonios y mis pesadillas que cada vez me lo viven recordando. Nunca me dejarán en paz.
No respondo porque realmente no sé qué responderle. Todavía no estoy preparado para hablar sobre mis demonios que no me dejan en paz. Y si le respondo que no sé, dudo mucho que me crea, así que decido por lo más sabio. Silencio. Cassandra me observa durante un largo tiempo, expectante. Suspira cuando se da cuenta que no pienso responder a sus preguntas. Detiene las caricias y se aparta un poco de mí.
¡No!
—En una hora aterrizaremos en Italia.—su voz suena algo molesta, frunce su ceño y trata de no mantener algún contacto visual conmigo. —Me despiertas cuándo lleguemos.
Y sin más, se acomoda en su asiento; volteando su cuerpo y rostro. Mentiría si dijera que su actitud me sorprende. Todos en algún momento se llegan a cansar y hartar de las personas... en éste caso de mí. Mi cerebro lo sabe. ¡Oh claro que lo sabe! Pero mi corazón... no. Y eso lo hace más difícil. Una punzada de lo más dolorosa en mi pecho me recuerda que las acciones y palabras de Cassandra hacia mi persona tienen mucha más influencia que antes y se debe a la marca.
Suspiro por inercia. Dejo que mi mirada recorra el interior del elegante y caro jet privado de Cassandra. Una Aileen profundamente dormida se deja ver al fondo, bastante apartada de nosotros. Muebles y sillones de colores oscuros que le otorga como un toque elegante al interior, más allá está como una puerta deslizante, que imagino es dónde debe de estar la cabina y el personal que nos acompaña. Veo de reojo a mi mate. Su respiración es más profunda y pausada. Se ha dormido, pero su rostro no deja de tener una mueca de molestia, su ceño está completamente fruncido. Lentamente acerco mi mano a su rostro y pongo un dedo en su ceño, empiezo a masajear esa zona, un largo suspiro sale de sus labios, y lentamente sus facciones se relajan, dándole un toque tierno a su hermoso rostro. Repaso mi mirada por todo su rostro.
Hermosa.
Desde la primera vez que la vi ya la consideraba hermosa, pero a medida que pasan los segundos, los minutos y las horas, los días, las semanas y los meses... su belleza aumenta, haciendo que para mi mala suerte, caiga cada vez más rápido por ella.
◆◇◆◇
Incómodo. Esa es la palabra que describe como me siento en este preciso instante. Jodidamente incómodo. Una gran—por no decir enorme—cantidad de vampiros están afuera del aeropuerto esperando a su querida reina. Uno de ellos se acerca y hace una reverencia en su dirección.
—Bienvenida mi reina.
Trato que ninguno de ellos se percate de mi presencia, por lo tanto no me molesta para nada cuando éstos solo saludan a Cassandra y Aileen. A veces es mejor pasar desapercibido.
*—Te puedes librar por ahora, pero no esperes que lo hagas cuando te reúnas con los otros...—la ronca voz de Zurich se escucha en mi mente. Aumentando mi tortura y mi nerviosismo.
*—Déjame disfrutar de ser invisible, cómo siempre lo he sido.
Y antes que él me pueda contestar cierro el link, coloco una muralla que lo mantenga alejado de mi mente. Lo que menos quiero—y deseo—es que a Zurich le dé por manifestarse. A veces se da demasiados aires de grandeza y no me quiero imaginar lo que ocurriría si llega a ofender a algún Alfa o algo por el estilo. Así que me aseguro de subir todas mis paredes mentales y reforzarlas el doble.
«¡Liam!», El gruñido enfadado de Zurich vibra en mi interior. Cierro mis ojos un instante y respiro profundamente. Había olvidado lo testarudo que era Zurich y el daño que me provocaba luchar contra él.
Tú puedes Liam.
—Vámonos.—la voz de Cassandra me saca de mis pensamientos. Su voz sigue teniendo cierto enfado y no la puedo culpar. Recorro mi mirada alrededor y me sorprendo no encontrar a ninguno de los vampiros que antes estaban, en su lugar está una enorme camioneta negra con sus vidrios tintados. Aileen habla con un tipo trajeado que le entrega unas llaves y se va a otra camioneta parecida a la de nosotros. Ella empieza a caminar en nuestra dirección y su rostro está completamente serio, los tres nos acercamos al maletero con nuestras dichosas maletas, aunque lo mío es una simple mochila.
—Yo-o lo hago.—me ofrezco impulsivamente cuando Aileen abre el enorme maletero y estaba por meter sus maletas. Así que sin dejarlas responder sí o no, me adelanto a agarrarlas y meterlas. Primero meto las dos maletas de Aileen, ella se encoge de hombros y se sube a la camioneta. Giro y voy por las de Cassandra, de inmediato mis ojos conectan con loa suyos, los cuales no dejan de observarme intensamente y con un ceño ligeramente fruncido. Trago saliva cuando su mirada ni pierde detalle de todos y cada uno de mis movimientos. Al igual que Aileen tiene dos maletas, solo que una la tiene agarrada fuertemente con su mano. Meto primero la que está a su lado, me acerco lentamente a ella temiendo su reacción, alargo mi brazo y cierro mi mano por encima de la suya. De inmediato siento como aquel calor desconcertante recorrer cada rincón de mi cuerpo, al igual que el estremecimiento que eriza los vellos en su camino.
Las facciones se Cassandra se relajan considerablemente, pero no deja de observarme intensamente.
—¿Por qué?—susurra dejándome confundido y antes de poder responder algo, continúa dejándome incluso más confuso. —¿Por qué no confías en mí? ¿Por qué no puedes decirme qué es lo que te atormenta? ¿Por qué Liam?
Sus ojos se llenan de lágrimas, pero aun así no deja de mirarme fijamente. Siento como si algo estuviera presionando mi pecho que no deja que pase y entre el aire normalmente.
—No lo sé...—respondo algo cohibido por su expresión. Una sonrisa triste se forma en su rostro.
—Qué lástima...—susurra con un tono triste. —Porque yo tampoco lo sé y por más que trate de entrar en tu corazón, tú no me dejas. Que lastima.
Saca lentamente su mano de la mía, rodea la camioneta dejándome como un imbécil solo.
Me siento la peor escoria del mundo.
Ni eso puedes hacer bien.
La angustia y la exasperación empie empiezan hacerse presente. Aparto mi mirada de la camioneta, paso una mano por mi desparejo cabello negro.
Te quedarás solo hasta el último día de tu miserable vida.
¡Maldita sea!
Meto la última maleta, cierro el maletero y me dirijo al interior de la camioneta. Aileen es la conductora y Cassandra va a mi lado en los asientos traseros, la cual ignora mi presencia viendo hacia la ventana. Antes de arrancar Aileen nos da una mirada rápida por el retrovisor para asegurar que todo está bien, pero imagino que se percata de la tensión porque segundos después arranca de golpe manteniendo exclusivamente su atención en el frente.
Maneja como una experta en las extensas calles de Italia. Es un lugar bello y el ambiente es sumamente diferente al frío Canadá, pero en éste momento mi mente no puede pensar en las diferencias o similitudes que tiene un lugar del otro, solo puedo pensar en las palabras de Cassandra. Así como tampoco mis ojos pueden apreciar toda la belleza que los paisajes y monumentos que Italia nos otorga. Porque mis ojos... en ningún momento abandonan el rostro de Cassandra.
Lo siento.
◆◇◆◇
—¡Bienvenidos! Sus habitaciones están listas, cualquier duda o algo que se les ofrezca, estaremos para servirles. ¡Que tengan una linda estadía!—nos recibe una humana en éste maravilloso hotel. Frunzo mi ceño y ladeo mi cabeza, no entiendo absolutamente nada de lo que dice. Le entrega dos tarjetas a Aileen y los tres nos dirigimos hacía un elevador privado. Llevo dos maletas y mi mochila, las chicas arrastran una maleta cada una.
El elevador es lo suficiente grande para que alcancemos los tres. No puedo evitar ver asombrado todo a mi alrededor, y sino fuera porque sé controlar bien mis expresiones, tendría una cara de embobado. Aileen presiona el único botón que está en un pequeño tablero, las puertas se cierran y suavemente empezamos a subir. Un ambiente tenso e incómodo nos rodea a Cassandra y a mí, contagiando a Aileen que no deja de mover inquieta su pierna.
No aparto mi mirada de una pequeña pantalla que marca los pisos que vamos pasando.
《22》
Un timbre nos saca de aquel aterrador silencio y se abre las puertas dejándonos frente a dos puertas. Las chicas salen primero y un segundo después salgo yo sin dejar de ver todo maravillado. Caro, elegante y espacioso; esas son las palabras que describen este lugar.
—Mi habitación es al lado, y esta es la de ustedes.—dice Aileen mientras nos entrega una de las tarjetas que sin darnos tiempo de tan siquiera decir algo, se va rápidamente a su habitación.
¡Demonios!
Cassandra cierra sus ojos y respira profundamente, como si se estuviera preparando para algo. Sin dirigirme alguna mirada o una palabra, introduce la tarjeta y de un suave movimiento la enorme puerta de color rojo-vino se abre. Agarra nuevamente su maleta con ruedas y la arrastra hasta el interior de la suite. Algo inseguro miro para todas partes esperando que sea alguna broma de Aileen, pero lastimosamente sólo dos puertas se ven en éste enorme pasadizo.
Ni modo.
Lentamente empiezo a entrar y si afuera era maravilloso, ésta habitación es magnífica. El color negro, rojo vino y blanco predominan.
Apenas entras vez la enorme y elegante sala. A medida que me adentro veo que a un lado hay un bar con la pared llena de licores, también hay como un mueble lleno de snacks y un refrigerador pequeño que pasa desapercibido.
También hay una puerta negra que da un baño, de azulejos negros y blancos. Me percatado de una enorme puerta de vidrio oscuro deslizante, la cual se encuentra abierta. Algo temeroso e inseguro me acerco hasta aquella puerta.
—¡Vaya!—exclamo completamente impresionado. El ambiente en ésta habitación es completamente diferente. Los colores son muchos más cálidos y de alguna forma relajantes. Una enorme cama King, con un edredón blanco acolchado es lo primero que veo. Esa cama te provoca tirarte a dormir y nunca levantarte. A ambos lados de la cama hay una mesita de noche con una lámpara,enfrente de la cama hay tres divisiones de vidrios que bien pueden hacerse pasar por simples espejos de cuerpo completo, pero se trata de puertas que dan a un enorme vestidor, que se encuentra vacío. Y a un lado hay una puerta, que supongo es el baño ya que se escucha el sonido de una ducha.
La maleta de Cassandra se encuentra arriba de la cama, así que dejo la otra a la par de ésta. Mi mochila la coloco encima de un sillón que hay a un lado. Sin saber qué hacer, me quedo sentado en aquel cómodo sillón. Mis párpados pesan pero trato de mantenerme despierto, no quiero dormirme para luego levantarme por culpa de alguna pesadilla. No me había dado cuenta lo cansado que me encontraba. El nerviosismo por llegar a Italia y no saber qué me espera no me dejaban pensar en mi desgaste físico y mental.
—¿Liam?
Salgo de mis pensamientos y alzo mi mirada, encontrándome con unos brillantes ojos esmeraldas. Sin poderlo evitar mi mirada cae al cuerpo de Cassandra, el cual se encuentra tapado por una simple toalla.
Por los Dioses.
Un calor abrumador se empieza a apoderar de mi cuerpo, que a medida que la observo más el calor aumenta dándome una sensación de asfixio. Mi garganta está completamente cerrada y mi pecho empieza a vibrar. Algo asustado por todo lo que siento en éste momento, me levanto y me aparto de Cassandra. Mi pecho se hincha y no deja de vibrar, un gruñido completamente animal y feroz quiere salir de mí.
—¿Qué pasa?—pregunta Cassandra sorprendida por mi reacción. Trata de acercarse pero me aparto rápidamente, una expresión de dolor pasa por su rostro. La asfixia aumenta cada vez más. Algo desesperado clavo mi mirada en la de Cassandra que me ve algo preocupada.
—Liam, mi amor.
Y ya no pudiendo retener más, un gruñido gutural, feroz y cargado de fuerza sale de lo más profundo de mi ser dejándome jadeando. Como si el gruñido tocara a Cassandra, retrocede unos cuantos pasos y sus ojos rápidamente cambian. Un olor dulce llega a mis fosas nasales, terminándome de volver loco. Siento como mis colmillos se alargan y mis ojos cambian, dándome una vista más nítida.
—Cassandra...—una voz forzada y ronca, acompañada de varios gruñidos sale de mis cuerdas vocales.Cassandra gime y aquel olor dulce aumenta.
El olor de su excitación.
—¿Liam?
¡Basta!
—¿Liam?
Un nuevo gruñido. Cassandra se acerca con un andar seguro hasta quedar a solo centímetros de mi cuerpo. Sube su mano y con las yemas de sus dedos repasa mis labios.
—Quiero besarte...
Sin estar muy consiente de mis acciones, arrincono a Cassandra a la pared más cercana. Entierro mi rostro en su cuello y aspiro su delicioso aroma. Con mi nariz subo y bajo por la curva de su cuello, las manos de Cassandra se apoderan de mi cabello, jalando de éste y nuevamente un fuerte gruñido brota de lo más profundo de mi ser. Beso todo su cuello hasta llegar a donde está la marca y con la yema de mis dedos repaso cada línea. Suspiros, gemidos y estremecimientos se apoderan de ella, a medida que repaso mis dedos por su piel. Suave, jodidamente suave.
Bajo mi mano y acerco mi rostro a su cuello nuevamente, se tensa un poco pero cuando empiezo a besarla se relaja nuevamente. Cierro mis ojos cuando mis labios tocan el punto donde mis colmillos perforaron su delicada piel. Solo acordarme de eso mis colmillos se alargan un poco más y pinchan un poco su piel, una gota pequeña de sangre sale. Que limpio rápidamente con mi lengua. Nuevamente mi pecho vibra y mi cuerpo se cierne más sobre Cassandra.
—Mía.—reclamo contra su piel. Cassandra me abraza fuertemente y sin poder evitarlo envuelvo también mis brazos a su alrededor.
Cassandra Black D'Buonarroti. ¿Qué me has hecho?
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