Capítulo 17.
«Tienes que tomar una decisión Liam.»
Esa simple frase se repetía en mi mente, una y otra vez.
Una vida tranquila. Una vida tranquila. Eso pido.
Cierro mis ojos y suspiro. Al cabo de unos minutos una melodía se empieza a escuchar por toda la habitación. Sin abrir mis ojos hago una mueca de completo desagrado. Realmente odio esa canción. Abro mis ojos y veo por unos segundos mi techo.
No queda de otra.
Con lentitud me levanto de la cómoda cama y apago la alarma. Me encamino a mi ropero a buscar mis típicos andrajos. Una camisa negra salpicada con diferentes tonos de pinturas, no es que yo la haya manchado simplemente así es y me queda dos tallas grande. Agarro mi pantalón negro gastado, bóxer y unas medias. Con toda mi ropa en mano me voy directo al baño. Coloco la ropa sobre un mueble y saco una nueva toalla limpia. Empiezo a quitarme la ropa con una lentitud increíble. Una vez dentro de la ducha, la enciendo y dejo que aquella helada agua corra con fuerza. No tolero bañarme con agua caliente o tibia, así que sin poner peros me meto dentro y dejo que caiga con fuerza ahora sobre mi esquelético cuerpo.
Unos diez minutos después, salgo de la ducha, me seco y me visto. Como una rutina, veo mi reflejo en el espejo del baño. No entiendo cómo es que mis ojos cada vez se van haciendo más claros, esas motitas plateadas ya no pasan desapercibidas. Pero de ahí toda mi fealdad sigue intacta.
Mi cabello ha crecido, pienso mientras veo mi disparejo cabello. Realmente odio cortar mi cabello, pero creo que ya va siendo hora. Viendo mi reflejo detalladamente, se me viene a la mente la imagen de la persona que vi en deber de mi reflejo, el día que Cassandra me marcó.
Marca.
Olvidando el rostro de aquella persona enfoco mi atención en la marca. Esas líneas resaltan completamente sobre el cuello de mi camisa. Pensé en tapármela, pero Zurich no se mostró muy contento con eso y me comentó—amenazó—que si me la tapaba, iba a tomar mi cuerpo durante una semana.
Zurich más libertad es igual a; desastre.
Así que ya sabrán cuál fue el resultado final. Frunzo mi ceño y veo mi marca más detalladamente. Se está poniendo un poco roja y mis venas se están empezando a resaltar, haciendo que se empiece a ver bastante...extraño. Esa es la palabra para describir aquello. Pero la verdad de qué me preocupo, si todo lo relacionado conmigo es extraño. Incluso yo soy extraño.
Con un suspiro salgo de ahí y busco mis cosas; billetera, celular, llaves, mochila y un gorrito—bastante viejo—de color negro que esconda mi cabello. Con todas mis cosas encima me dirijo a la puerta. No desayuno ya que el apetito se me fue al garete por culpa de pensamientos no deseados. Pero antes de irme, le doy una última mirada al reloj.
7:15 AM.
Frunzo el ceño. Realmente es escalofriante siempre salir a ésta hora. Tal vez esa es la hora a la que voy a morir. ¿Quién sabe? Sin poder evitarlo mis ojos se dirigen a un pequeño calendario que está a la par de la puerta. Tiene dos equis marcadas. Dos días de los tres. Sí, hoy se cumple el tercer día.
Decisiones.
Decisiones.
Decisiones.
Con una última mirada al calendario salgo a toda prisa de ahí.
Solo espero la decisión que tomé, sea la correcta.
◆◇◆◇
Entro al colegio bajo la atenta mirada de muchos. Con la mirada gacha y mis sentidos en alerta me voy directamente a mi primera clase; Biología.
A medida que avanzo en el pasillo, grandes cantidades de murmullos se escuchan a mi alrededor. Sin prestar mucha atención a las miradas asqueadas, curiosas y desagradables de muchos, busco mi asiento. Como siempre ese sector se encuentra desolado. Dejo mi mochila en la mesa, cruzo mis brazos sobre ésta y dejo mi cabeza en ellos. Cierro mis ojos durante unos segundos. Un gran cansancio se ha apoderado de mi cuerpo, a pesar que hoy es mi día D, no me veo como si fuera a morir. Solo la apariencia que la marca ha tomado y por momentos siento un ligero dolor, pero de ahí no he sentido nada fuera de lo normal.
Una vibración en mi bolsillo trasero me saca de mis pensamientos. Con toda extrañeza y por qué negarlo, con cierto miedo saco mi celular.
“Número desconocido.”, es lo que dice en mi pequeña pantalla. Frunzo el ceño y el sentimiento de desconfianza se intensifica. Descuelgo la llamada.
—¡Liam!—grita una persona dejándome casi sordo.
—¿Aileen?—murmuro un tanto confuso.
—¡Tienes que venir! ¡Es urgente! ¡Por favor ven rápido! Se trata de Cassandra.—su tono desesperado me estaba poniendo un poco nervioso, hasta que caigo en cuenta en algo que dijo.
—¿¡Cassandra!?—pregunto totalmente confundido. Aileen bufa sonoramente y respira profundo.
—¡Liam! Cassandra se está muriendo...—dice lentamente y con la voz un poco entrecortada. Un escalofrío ataca fuertemente mi esquelético cuerpo y una opresión en mi pecho hace que se entrecorte mi respiración.
—Te necesita Liam... Por favor no la dejes morir, por favor...—seguía diciendo con un tono de voz que me daba a entender que en cualquier momento iba a romper en llanto. Pero yo no podía articular ninguna palabra, me encontraba totalmente aturdido.
—Te mandaré la dirección. ¡Apresúrate! O te juró que haré de tu vida un infierno si mi Alfa se llega a morir...—es lo último que escucho de ella porque cuelga. Imagino que se dio cuenta que había entrado en shock y no iba a obtener respuesta alguna de mi parte.
¿¡Pero qué...!?
Todavía con el celular en mi oreja—y con la mirada perdida—trato de hallarle sentido a lo ocurrido.
«Cassandra está muriendo…»
*—¡Liam!—el rugir furioso de Zurich me saca de mis pensamientos.
—Mierda...—maldigo entre dientes mientras me levanto rápidamente llamando la atención de todos, y salgo como un loco de este lugar. A medida que corro, mi velocidad va aumentando y las caras asustadas de varias personas me afirman una cosa; mi lobo está saliendo. Pero trato de no convertirme completamente porque no sería conveniente para nadie y mucho menos para mí.
Cuando salgo de la escuela corro rápidamente al bosque, ya que ahí me camuflare mejor y me permitirá llegar más rápido. Una opresión en la parte trasera de mi cabeza me hace bajar un poco la velocidad y a medida que la opresión se fortalece una dirección se empieza a formar en mi mente. Frunzo el ceño confuso.
*—¡Apresúrate!—dice un rugido en mi mente. Y la opresión desparece. ¿Me habré vuelto loco?
*—Era la loba de Aileen.—me dice Zurich por medio de nuestra conexión. —Más te vale que llegues en menos de un minuto o te juró que lo lamentarás...
Y ante eso cierra la conexión. Genial, más presión. No sé cómo, pero cada vez mi velocidad aumentaba mientras le ordenaba a mis piernas correr a la dirección que flotaba en mi mente.
Espérame Cass. Ya casi llego.
◇◆◇◆
Algo jadeante y con mi cuerpo completamente tenso entro a la enorme casa que se alza sobre los enormes—y frondosos—árboles. La puerta está abierta así que no pierdo tiempo y me dejo llevar por mi olfato. Subo de dos en dos las escaleras, hasta dar con una habitación en la segunda planta. Aileen al escuchar la puerta chocar con la pared se sobresalta.
—¿L-Liam?—pregunta impactada—y con cierto temor—por mi aspecto.
Un monstruo.
Gruñendo me acerco a la cama, que es donde está mi mate. Y la imagen me da estupefacto. Todas las venas de su cuerpo se resaltan haciendo que su cuerpo se vea un poco morado. Su respiración es forzada y no tengo que tocarla para saber que está ardiendo.
Es tu culpa. Por tu culpa ella está muriendo.
—¡Liam!—me sacude Aileen sacándome de mi pelea interna. Un gruñido intimidante sale de lo más profundo de mi pecho, haciendo que Aileen se aparte asustada.
—Vete...—mi voz suena escalofriante e intimidante. La voz de Zurich. Aileen trata de replicar pero la mirada que le doy la hace salir—de un muy mal humor—de la habitación.
—Liam...—la voz entrecortada y falta de fuerzas de Cassandra, hace que ponga mi total atención en ella. Rápidamente me acerco y agarro sus manos entre las mías.
—Perdón... perdóname Liam.
Enormes lágrimas bajaban por sus mejillas. Lentamente me acerco a su rostro y beso las lágrimas que sus bellos ojos han derramado. Desde que tengo la marca deseo besar, abrazar y estar cerca de Cassandra. Pero el miedo como siempre me superaba.
—¿Liam?—pregunta con la voz más débil, mientras cierra sus ojos y fuerza su respiración más.
—No cierres los ojos, por favor...¡Cass!—le pido desesperado mientras mi corazón azota cada vez más fuerte en mi caja torácica. —Aquí estoy Cass, aquí estoy.
Cassandra abre ligeramente sus bellos ojos y trata de sonreírme.
—Me alegro haberte conocido, mi querido y amado Liam.—unas cuantas lágrimas resbalan por sus mejillas, pero no borra su sonrisa. Y lentamente sus ojos vuelven a cerrarse.
—Te amo Liam...—un simple susurro que me termina de volver loco.
«Te amo Liam...»
Su voz se repetía y se repetía en mi mente como si fuese alguna clase de encantamiento o hechizo. Pero entonces un escalofrío recorre mi esquelético cuerpo, haciendo que empiece a entrar en desesperación, cuando me percato que Cassandra ya no se mueve y su respiración cada vez se va haciendo más lenta.
—¿C-Cassandra?
Nada.
—¿Cass?
Sus latidos van bajando cada vez más.
¡Oh Diosa Luna! ¿Qué he hecho?
«¡Liam!»
Lo siento Cassandra... lo siento.
«Te amo Liam.»
«Te amo.»
—Lo siento...—cierro mis ojos cuando mis colmillos se introducen en su piel, perforándola. Su cuerpo se levanta y se retuerce de dolor, pero no articula palabra alguna o abre siquiera sus ojos, un quejido es lo único que sale de sus labios. Cierro más fuerte mis ojos cuando mi cuerpo entra en un frenesí, dejándome totalmente aturdido y haciendo que mi mandíbula se tense más. Eso solo provoca que mis colmillos se claven más fuerte haciendo sentir más dolor a mi mate, y para mi desgracia mi cuerpo empieza a cambiar.
—¡No!—digo entre dientes y un gruñido de lo más gutural sale de mi ser.
No te dejes controlar. No te dejes controlar. Es tú cuerpo y tú lo controlas.
Un pitido enternecedor se apodera de mis oídos, haciendo que mi cabeza empiece a doler. Y como si de fuego se tratara, una fuerza cálida se empieza a expandir por mi cuerpo, haciendo que la temperatura de mi cuerpo aumente. Mi respiración se empieza a entrecortar y mi cuerpo empieza a doler por la tensión a la que lo estoy sometiendo. Un millón de imágenes empiezan a pasar por mi mente.
Una niña de enormes ojos esmeralda, con un largo cabello color arena con toques platinos y que tiene en su rostro una enorme sonrisa.
Un niño con unos extraños ojos de diferentes tonalidades y de cabello negro con una expresión triste.
«Te amo Liam.»
Y de pronto todo desaparece. Un bajón hace que caiga sin fuerzas y con la respiración entrecortada en la cama junto a Cassandra. Mis ojos empiezan a pesar y siento como mi mente se va apagando lentamente. A como puedo volteo a ver el tranquilo y hermoso rostro de Cassandra.
Hermosa.
La marca lentamente se va formando en su cuello y su aroma cada vez se va intensificando.
Fresas.
Una paz se apodera de mi cuerpo. Con las pocas fuerzas que tengo me acerco hasta su cuello, recorro la curva de su cuello con mi nariz y lo beso, por encima de la marca que da entender que ella es mía.
—No puedo dejarte ir. No cuándo te has metido tanto bajo mi piel, no cuando te has empeñado tanto a que te quiera...—mis ojos lentamente se van cerrando y por más que luche por mantenerlos abiertos el cansancio me gana. —Desde ahora eres mía mi amada, y yo, soy tuyo.
Una sonrisa se forma en mis labios.
—He encontrado la luz de mi oscuridad... que eres tú.
Yo también te amo Cassandra.
No sé si me abra escuchado, pero me aseguraré que no sea la primera vez que lo diga y ella lo escuché.
Te has enamorado de un monstruo mi amada. Pero también haz hecho que el monstruo... se enamore de ti.
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