Capítulo 15.
«Mi querido y amado Liam...»
Era como si algún ángel me estuviera hablando. Podía reconocer aquella voz por las innumerables pesadillas. Y como siempre ocurría en ellas...me encontraba solo. En aquella agobiante oscuridad.
«Liam...»
Nuevamente aquella hermosa y hechizante voz, llamándome con su peculiar tono roto.
❝Veelo luna, hechízale,murmúrale al oído con tu beso frío que lo necesito.Guíalo, tráelo ¡Que los espíritus antiguos se reúnan bajo tu brillo mil noches mas, para que mi hechizo hagan rebosar!
Solo la noche es tuya,Luna de la Diosa.❞
Aquella desconocida voz murmuraba con nostalgia. No entendía qué era lo que quería decirme. No sabía qué eran aquellas palabras, no sabía si era un cántico o algo. Lo único que sabía es que no sabía nada. Y eso me estaba desesperando. Trataba y trataba de averiguar quién era, pero como siempre solo oscuridad lograba ver a mi alrededor.
«Liam... no tengas miedo de amar querido. Es hora de que seas feliz.»
¿Amar? ¿Felicidad? ¿Por qué? ¿Acaso me lo merezco?
«Porque el amor. Es el que va a sanar tu corazón y te ayudará a olvidar ese rencor que tienes.»
Yo no siento rencor. ¿O sí?
¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres? Le exigía a esa persona, sus palabras sólo lograban alterarme más y confundirme. No entendía qué era lo que quería de mí.
«Deseo que seas feliz.»
Aquella voz se acercaba. Podía sentir como mi cuerpo se estremecía, la temperatura estaba bajando unos cuantos grados haciendo de este lugar más escalofriante y aumentando la sensación de soledad.
«Deseo que seas feliz.»
Cada vez más cerca.
«Deseo que seas feliz.»
Más cerca.
«Deseo que seas feliz.»
Podía ver su cuerpo.
«Deseo que seas feliz.»
Un poco más...
«Mi príncipe de la oscuridad, yo reina del cielo soy... Todas las noches escucho los deseos de los que hablan conmigo. Observo sus corazones y su alma, deseando ser felices o hallar el sentido de sus vidas.»
Podía ver una larga cabellera platina. Falta poco.
«Oh mi querido y amado Liam... No dejes que la oscuridad se apodere de tu frágil corazón. Porque entonces ya nada tendrá sentido.»
Pero antes de poder preguntar de qué hablaba. Algo jala de mí haciendo que caiga al vacío. Caía Y caía cada vez más rápido. No podía moverme, no podía hablar, ni gritar. Sólo podía sentir la sensación de caída y como mi cuerpo se tensaba esperando el impacto. Mi respiración cada vez, se iba haciendo más dificultosa. Me dolía el pecho y aquella terrible sensación de asfixio se apoderaba de mí.
¿Voy a morir al final?
Por alguna extraña razón ya no deseaba tanto eso. ¿Por qué?
«Liam...»
Esa voz.
«Te amo... Liam.»
¡Cass!
«Te amo.»
Ardían. Mis pulmones ardían.
«Te...amo...Liam...»
«Mío.»
«Haré que te enamores de mí...»
«Él es mi mate, mi alma gemela.»
«Eres la persona más importante para mí... Quiero abrazarte y besarte cada vez que te veo. Quiero saber todo de ti y poder ser tu soporte para lo que sea.»
«Deseo que me ames, como yo estoy empezando a amarte...»
«Eres alguien muy cruel.»
«Quiero formar parte de tu vida y que tú formes parte de la mía...»
«Liam yo no te voy a abandonar.»
«No te voy a abandonar...»
«No te voy abandonar...»
«No te voy abandonar...»
Mi mente se empezó a llenar de imágenes de Cassandra. Su suave voz en innumerables frases se repetía en mi mente, una y otra vez. Su sonrisa. Sus ojos. Sus labios. Toda ella con diferentes expresiones, se venían a mi mente.
Lo siento, Cass.
Podía sentir como mi cuerpo se iba relajando y aquellas frases e imágenes se iban distorsionando.
Oh mi querida y hermosa Luna... lo siento.
Y no puedo evitarlo más, me dejo llevar por aquella confortante paz.
«¡LIAM!»
Abro los ojos sobresaltado y empiezo a toser por la falta de oxígeno. Un pitido de lo más ensordecedor se escucha en mis oídos dejando más aturdido. Podía sentir mi cuerpo completamente empapado de sudor haciendo que innumerables escalofríos y temblores se apoderan de mi esquelético cuerpo. Todas mis extremidades se encuentran adormecidas y cuando intento moverlas el hormigueo hace que me detenga.
Me siento desvanecer por momentos y un líquido caliente toca mis labios. Frunzo el entrecejo, llevo con dificultad mi mano hacía mi nariz y con la yema de mis dedos toco el líquido caliente que sale de mis fosas nasales.
Sangre.
Me levanto a como puedo, provocando que un grave dolor de cabeza se apodere de mí. Aprieto lo más que puedo mi mandíbula, tratando de no gritar. Me arrastro hasta el baño, porque ni caminar bien puedo y enciendo la ducha. No me importa estar con ropa, porque rápidamente me meto a esa helada agua. Esperando que de alguna forma me ayude. Nuevamente aquel dolor se apodera de mí y está vez no puedo aguantar más.
—¡AAH!
Por inercia agarro con ambas manos mi cabeza, esperando que ésta no fuera a explotar en cualquier momento. Me hago un ovillo, sintiendo como mi cuerpo se iba empapando hasta los huesos, pero eso no hacía que parara mi sufrimiento.
¡Basta!
—¡AAH!
Mis gritos eran cada vez más fuertes y más dolorosos. Dolía. Dolía como los mil infiernos.
Basta. Por favor. Basta. Ya no más. Por favor.... que alguien me ayude.
Bajo mis gritos escucho un ligero sonido, como algo cayendo, pero no presto mucha atención. Lo más seguro sea producto de mi imaginación. Solo quiero que éste sufrimiento se detenga.
—¡Liam!—me parecía escuchar una voz a lo lejos o así la escuchaba yo.
Basta... por favor.
—¡Liam! ¡Mírame! ¡Liam!—unas suaves y calentitas manos tocaban mi rostro, tratando de apartar mis manos de mi cabeza. El tono desesperado de aquella voz hacía que un dolor un tanto punzante se instalara en mi corazón. ¿Por qué?
—Po-or favo-or...haz que pare... por favor.—mi voz sonada entrecortada por el dolor. No sabía quién era aquella persona, pero de alguna forma mi subconsciente deseaba que se tratara de...
—¡AAAH!—grito más fuerte cuando siento algo atravesar mi cuello.
—Perdóname mi amor... perdóname...
Sollozos y más frases parecidas fue lo último que escuché antes de que mis gritos y el dolor se detuvieran abruptamente.
—Cass...
Y todo se volvió negro.
◆◇◆◇
Abro lentamente mis ojos. Veo un poco borroso, pero logro diferenciar ciertas figuras. Parpadeo sucesivamente. Siento como si hubiera dormido un mes, me siento descansado pero a la misma vez cansado.
Ni sé lo que digo. ¿Dónde estoy?
Cuando mis ojos se logran adaptar, logro reconocer que me encuentro en mi habitación.
Gracias a los Dioses.
Frunzo el ceño un poco, cuando veo algo que no debería de estar así. Mi puerta se encuentra en el suelo y varios pedazos de madera se encuentran esparcidos en el suelo. ¿Qué fue lo que pasó? Ciertos fragmentos llegan a mi mente pero solo hacen que mi mente se confunda más. Escucho un ligero suspiro que provoca que mi cuerpo se ponga alerta.
No estoy solo.
Mis sentidos se encuentran dormidos todavía. Muevo mi cuello rápidamente hacia mi izquierda, que es de donde percibo una presencia. Mala idea. Un terrible dolor se apodera a un costado de mi cuello.
—Mierda...—digo entre dientes por la punzada. Cierro los ojos tratando de que el dolor pase.
—No deberías de moverte.—dice una suave voz, haciendo que abra mis ojos de golpe. Y lo que veo o a quién veo me deja flipando.
—¿Ca-ass?—digo en un ahogado susurro. Ella me sonríe aliviada, pero sus hermosos ojos que se encuentran un poco opacos, me ven preocupada.
—Hola...—murmura mientras se acerca y se sienta en la cama, junto a mí. Su rostro se encuentra pálido y unas feas ojeras se encuentran bajo aquellos ojos que tanto me encantan. La observo curioso y sorprendido. No sé qué hace acá y no me molesta, pero que ella esté acá es bastante extraño. Observo su expresión y su cansado rostro, de un pronto a otro sus bellos ojos se llenan de lágrimas.
No. No. No.
En sus ojos veo cierto miedo y sufrimiento. Mi corazón se encoge al ver aquella expresión en ella.
—Pensé-é que te había perdido.—dice en un lastimero susurro. —Pensaba que no iba a poder abrazarte, verte o besarte más.
Tapa su boca cuando un sollozo escapa de sus labios. Rápidamente me siento en mi cama y la abrazo. Hago una mueca por el dolor que me provocó hacer aquello, pero la escondo rápidamente. Cassandra enrolla fuertemente sus brazos por mi cintura y yo la abrazo por sus hombros, haciendo que ella esconda su rostro en mi pecho.
—Lo-o siento.—me disculpo sin saber exactamente por qué lo hago. Levanta su mirada, frunce el ceño y rompe el abrazo. Un enorme vacío se apodera de mí. ¿Qué rayos? Su ceño se frunce más y sus ojos brillan de...enojo.
—¿Por qué lo sientes? ¿Qué sientes? ¿Sabes si quiera el sufrimiento que pase viendo cómo te desvanecías en mis brazos sin poder hacer algo? ¡Y tú no hacías nada! Solo dejándote vencer. Así que no digas nada si realmente no lo sientes.—me dice un tanto alterada mientras me da un ligero golpe en mi hombro izquierdo. Hago una mueca, por una punzada un tanto dolorosa que me ataca nuevamente en ésa zona. Cuando ella se percata de mi dolor, borra su expresión de molestia, la cambia por una de preocupación y arrepentimiento.
—Lo siento. Que tonta soy, todavía estas débil. En serio perdóname Liam.—me decía rápidamente mientras sus ojos trataban de llenarse de lágrimas nuevamente.
Es tan linda.
—No-o te preocupes.—digo un poco tímido, le sonrío ligeramente para que vea que estoy bien. Todavía me afecta estar cerca de ella. Ella suspira y me sonríe también. Solo eso bastó para que mi corazón empezara a bombear como loco. Pero hay algo que todavía me intriga, no sé por qué ella esta acá, ni tampoco porqué razón siento punzadas en mi cuello.
Mi cuello.
Con gran confusión y preocupación llevo mi mano a la zona que me duele. Mis dedos tocan un vendaje. ¿Me lastimé? Levanto la mirada confundido, Cassandra retuerce sus dedos, nerviosa y me observa expectante, cuando ve que toco aquel vendaje. Clavo mis extraños ojos en los suyos y al parecer mi expresión refleja mis pensamientos, porque ella se levanta rápidamente, empieza a caminar de un lado hacía el otro, un andar completamente nervioso. La observo esperando alguna explicación.
Cuando creo que no va hablar se detiene y suspira con resignación. Sus ojos demuestran determinación y cierta pizca de...miedo.
—Tenemos que hablar.
Esas palabras, su tono, su expresión y su cuerpo tenso sólo me puede decir algo; problemas.
Mierda.
Solo espero Zurich no haya echo de las suyas.
◆◇◆◇
Observo mi reflejo en el espejo de mi baño. Es una broma, me repetía—y me repetía—en mi mente, una y otra vez.
—Liam, por favor di algo.—me pedía una nerviosa Cassandra mientras mordía su labio. La expresión de miedo en sus bellos ojos aumentaba cada vez más.
No sabía qué responderle. Ni siquiera sé cómo se supone que deba de reaccionar. Vuelvo mi mirada a mi reflejo. Y observo aquella zona. Dos agujeros pequeños de los cuales sale una tinta negra que forma un enorme tatuaje que empieza desde mi clavícula, sube un poco y termina en la vuelta de mi cuello. Aunque siendo sincero no sé realmente de dónde empieza. Solo sé que de aquellos dos agujeritos es de dónde sale aquella extraña tinta. La figura es un tanto extraña y tiene unas letras en un idioma que no conozco.
Una marca. La marca de mates.
Cierro mis ojos y lleno mis pulmones de aire.
«—Te marqué.»
La confesión de Cassandra se viene a mi mente. Según ella, al parecer me estaba muriendo y en un momento de desesperación no sabiendo qué hacer para ayudarme clavó sus colmillos en el lugar donde iba a ir la marca de mates, haciendo que se iniciara el ritual.
—¿Estás enojado?—me pregunta con cautela y un tanto triste. ¿Lo estoy? No, no lo estoy. Creo que si hubiera estado en su posición habría hecho lo mismo, dejando que mis instintos me guiaran.
—No...—respondo suavemente. Me doy media vuelta y clavo mis ojos en los suyos los cuáles buscan alguna duda o algo que diga que le estoy mintiendo. Suspira y sonríe cuando no haya nada que le diga lo contrario.
—Pensé que me ibas a odiar...—dice en un bajo susurro. Tan bajo que me fue difícil escuchar.
—¿Por qué?—pregunto confundido. Ella alza ligeramente su rostro.
—Porque te he condenado.—murmura mientras baja la mirada a sus manos. —Te he condenado, a que mueras o a que pases toda tu eternidad a mi lado.
Frunzo mi ceño, no comprendiendo lo que trata de decirme.
—Liam...—me dice levantando la mirada nuevamente. —Hay otra cosa que no te he dicho.
¿Por qué a las mujeres les gusta mantenernos con intriga? La observo intensamente y la aliento a que continúe.
—Vamos a la sala...—me pide con una mirada que no puedo negarme. Ella es la primera que sale del baño. La observo caminar un tanto tensa. Cierro mis ojos y suspiro, pero antes de ir tras ella veo de reojo mi reflejo nuevamente, y no sé si la falta de oxígeno en mi cerebro me haya afectado, porque la persona que está en aquel reflejo no soy yo.
¿Qué rayos?
Cierro mis ojos rápidamente y con algo de temor los vuelvo a abrir. No hay nada. Mi reflejo vuelve a ser yo. Que extraño. No pierdo más el tiempo y rápidamente me dirijo a la sala improvisada. Nos volvemos a sentar como la primera vez que ella vino. Observo detalladamente su rostro, pero ella tiene su mirada fija en mi marca. Sube lentamente su mirada hasta que nuestros ojos conectan, haciendo que un ligero escalofrío me recorra. Su mirada refleja completa tristeza.
¿Por qué?
—Nunca esperé que algo tan especial como ésto fuera a pasar de ésta forma.—empieza a hablar con la voz un poco débil. —Deseaba marcarte como mío, pero nunca de esta manera y más en contra de tu voluntad.
Solo me limito a observarla. Sonríe un poco triste.
—Lo siento Liam, de verdad lo siento.—me decía sin quitar esa forzada sonrisa. Frunzo mi ceño. No sé cuántas veces he escuchado lo mismo y no entiendo por qué. Llena sus pulmones de oxígeno y su rostro se torna completamente serio.
—Te marqué en contra de tu voluntad Liam, pero eso no significa que me arrepiento, porque no es así y lo lamento.—me dice sin cambiar su expresión. —Si hoy, en este momento estás en frente de mi escuchando lo que te digo, es porque resultó y eso es lo único que me ayuda a quitar un poco de culpa.
Entrelaza sus manos y me observa intensamente, algo me dice que me tiene que decir algo sumamente delicado y por eso le da tantas vueltas al asunto. Respira profundo y la mirada que me da, afirma mis sospechas.
—Al iniciar el ritual de mates, entrelazas tu alma a la de tu mate.—dice viéndome seriamente al rostro. Puedo sentir mi corazón acelerarse. —Además de empezar a compartir una conexión comparten su vitalidad, pero para que eso ocurra ambos deben de poseer la marca, si no los dos se estarían condenando. ¿Por qué razón? Porque en los licántropos normales pueden vivir un mes sin la marca de su mate. Pero nosotros al poseer un linaje más puro nuestro tiempo es menor...
No termina de hablar y se me queda viendo fijamente leyendo mi expresión, pero como si mi cerebro se encontrara dormido o no sé, no hayo el significado de sus palabras, mi corazón va aumentando de ritmo cada vez más, y como si fuera poco no sé qué es lo que debería de decir. Cassandra suspira, se inclina hacia mí y agarra mis manos entre las suyas. Sus bellos ojos esmeralda ven profundamente los míos, como tratando de transmitir algo que soy incapaz de ver.
—Liam, te he condenado.
Nuevamente aquello.
—Debes de marcarme Liam.—dice mientras toma más fuerza mis manos. Un escalofrío recorre cada rincón de mi cuerpo. —O en tres días moriremos ambos...Lo siento de verdad, te he condenado a decidas qué hacer con la vida de ambos.
¿He escuchado bien? Tal vez todo sea producto de mi imaginación. Sí eso es. Productos de mi imaginación...¿o no?
Clavo mi mirada en aquellos preciosos ojos esmeralda esperando encontrar la burla y diversión en su mirada, pero mucho me temo que me topo con los opuesto.
¡Por los Dioses!
—Debes de decidir Liam. ¿Moriremos juntos o viviremos juntos para toda la eternidad?
Que problemático.... Mi vida nunca será tranquila...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro