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Capítulo 14(2/2)

El joven no pudo evitar seguir avanzando, su belleza lo llamaba, deseaba tocar y delinear ese delicado rostro. Pasar sus dedos y acariciar ese largo cabello. Ella no se quedaba atrás, se sentía extraña, sentía como una sensación cálida se instalaba en su interior y poco a poco se extendía por todo su cuerpo. Sus manos picaban por tratar de repasar ese duro pero atractivo rostro, por sentir la aspereza de su bien cortada barba.
Se observaron como si estuvieran viendo la cosa más bella del mundo. Y pueda que así fuera. Porque para él, que nunca le había llamado la atención ninguna chica, lo tomó por sorpresa que llegara ella con sólo su presencia y su carisma haciéndolo sentir un sin fin de sentimientos. Lo ponía nervioso como nadie ha sido capaz de hacerlo. Y para ella, que de todas las cosas bellas que había descubierto en su primer día en el mundo de los mortales, aquella era la que más curiosidad y un sentimiento un tanto difícil de explicar se habían apoderado de ella, sólo ver su profunda mirada le despertaba cosas de las que ella no creía capaz que existieran en ella.

Pero lo lamentable de lo hermoso, es que desde ese día empezó la cuenta regresiva para esa joven pareja.« 

No sé por qué, pero puedo imaginarme su encuentro, hasta puedo imaginar lo que sintieron cada uno. Pero hay algo que no entiendo del todo.

—Aileen, ¿Pero en esto que tiene qué ver Liam y Zurich?—le pregunto con el ceño ligeramente fruncido. Aileen clava su mirada en la mía y suspira.

—¿Te acuerdas cómo se llamaba el joven?—me pregunta ella en un tono pausado, como si le estuviera hablando a una niña. Gruño por lo bajo.

—Tsyurikh Nikolay Ivanov...—le respondo al instante. Ella asiente.

—Tsyurikn significa Zurich en ruso, Cass.—me responde ella lentamente, como temiendo mi reacción. Puedo sentir como mi corazón se empieza a  acelerar. ¿Pero qué está ocurriendo? Un nudo se forma en mi garganta.

—¿Pe-ero cómo es eso posible?—le pregunto casi sin aliento.

—Por eso necesito explicarte o relatar lo poco que pude recopilar de ellos. Verás como varias de tus preguntas obtendrán su respuesta.—me responde ella al instante. Asiento ligeramente y clavo mi mirada en la mesita. Cierro mis ojos un momento y lleno mis pulmones de aire. Cuando siento que mi corazón vuelve a la normalidad, abro mis ojos y clavo mi mirada en el rostro de Aileen.

—Prosigue.—le digo firme. Aileen busca alguna duda o algo en mi rostro, pero al no hallar nada me sonríe un poco.

—Está bien...—se queda pensativa un momento y vuelve a retomar la historia. —Luego de ese encuentro que tuvieron en el bosque, el joven le dio posada en su cálida cabaña a la chica...

»Pasaron los días. Él le enseñaba cada vez más sobre los mortales, aunque él no sabía cuál era la verdadera entidad de la chica. Él pensaba que era una extranjera que andaba explorando y conociendo.

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses.

Él joven cada vez se sentía más atraído hacia ella, pero lo trataba de disimular—muy mal disimulado, la verdad—ya que ella aunque no le era indiferente, se podía ver su falta de... por decir así, de experiencia y como si algo la frenara.

El Dios de la Luna nunca se le pasó por su mente que su hija pudiera enamorarse de un mortal, ya que él le había advertido y sabía que la había criado “correctamente”.
Por otro lado los Dioses sabían todo lo que estaba ocurriendo, pero no podían hacer nada porque el destino había decidido juntarlos. Por algún motivo del cuál no sabían—y sentían curiosidad alguna—algo les decía que los dejaran. Pero eso sí, ellos sabían que cuando el Rey Xerez—Dios de la Luna—se enterara de que su hija vive con una de las personas que él más odia—sin contar que estaba empezando a sentir cosas por él—no iba a reaccionar muy bien que digamos.

Su padre le había dado fecha límite de un año para explorar, curiosear y aprender lo que quisiera en el mundo de los mortales. Y de ese año habían pasado cinco meses. Cinco meses en los cuales ella había aprendido de toda la vida mortal que fue posible de aprender, incluso ella se sentía como una más, una simple mortal.
En el pueblo a los dos ya los consideraban una pareja porque siempre los veían juntos, sin contar que ella vivía con él. Pero llegó un día que algo extraño sucedió. Su padre—ni nadie—le dijo a la joven princesa que cuando te materializas en un simple mortal siendo un dios y más uno completo, se iba a debilitar. Ya que se supone que los Dioses no deben estar tanto tiempo en el mundo de los mortales, por lo tanto no les sucedía eso.

Sin embargo a la princesa sí le pasó, haciendo que su verdadera apariencia se viera revelada... y lo que es peor, frente al joven.« 

Termina Aileen mientras se levanta dejándome sola, veo el lugar por el cual se fue un poco aturdida pero al momento la veo llegar con dos botellas de agua. Pone una en frente de mí y otra en frente de ella. Alzo una ceja en su dirección, interrogante.

—Prefiero terminar la historia sobria y no ebria.—me dice mientras se encoge de hombros. Asiento con mi cabeza dándole la razón.

—Bien...—dice mientras carraspea un poco su garganta. —Realmente no sé qué tan cierto sea, porque como te dije no sé sabe con exactitud las características físicas de un Dios o Diosa pero cuentan que tienen ciertas similitudes al cuerpo humano.

»El joven no sabía qué hacer. ¿Cómo se supone que debes reaccionar cuando vez a alguien cambiar físicamente delante tuyo?
El lacio cabello negro de la chica cambio a uno color ceniza ondulado, con toques dorados. Casi sus cabellos parecían de oro. Sus marrones ojos pasaron a ser unos de diferentes tonalidades, ni se sabía con exactitud qué color era el dominante en sus iris, y sus facciones se volvieron más delicadas e hermosas. Su cuerpo se hizo más esbelto y curvilíneo. Y en su frente un extraño tatuaje se formó. La chica no sabía qué había pasado, sin embargo no supo hacer otra cosa que ponerse a llorar cuando vio la cara petrificada del joven.

Ella pensaba que él ya no la iba a querer o que la iba a echar por ser diferente. Pero pasó todo lo contrario. Él al ver aquel hermoso rostro lleno de lágrimas, se le hizo una horrible opresión en su corazón, así que no sabiendo muy bien lo que hacía, la abrazo y la consoló.
El día que ella le contó quién era, el porqué estaba ahí, fue el día que él no aguantó más y declaró su amor. Sorprendiéndose cuando la joven le correspondió, no pudiendo aguantar más. Confesaron, besaron, abrazaron e iniciaron un romance... pero ella sabía que ése amor era prohibido. Él lo sabía también, pero simplemente quiso aprovechar el momento junto al amor de su vida, porque él creía que aquella chica era su amor de la vida de la cual se había enamorado a primera vista.

Todo iba perfecto, diez meses habían pasado. En los cuales los jóvenes contrajeron matrimonio. Los Dioses no sabían qué hacer, porque todo se les había ido de las manos. Porque la princesa tenía dos meses de embarazo y faltaban dos meses para que su padre viniera por ella, pero estaban tan sumergidos en su felicidad y amor que no les importaba. Pero eso no significa que se pudo evitar lo inevitable; su padre se dio cuenta. Gracias a su esposa, la reina Xerez, y el Rey no tardó un minuto más en materializarse en el mundo de los mortales.« 

Agarra la botella y le da otro enorme trago.

—Lo siento mi señora, que esto se haya alargado pero es necesario que le explique un poco.—me dice Aileen un poco apenada. Le sonrío y le quito importancia con la mano.

—No te preocupes. De hecho es muy interesante la historia así que tranquila.

Aileen asiente y se vuelve a cruzar de brazos.

—Ahora ésta es la parte más importante que necesito que me preste atención y no me vaya a interrumpir.—me pide mientras me observa intensamente. Sólo me limito a asentir. —El Dios de la Luna siempre ha odiado y odiara a los más débiles, en éste caso los mortales, siempre vivió en la codicia, el rencor, nunca conoció el amor. Porque ni siquiera su matrimonio era basado en el amor. Él el único amor que conocía, era el amor al poder.

»Los Dioses sabían que si no intervenían algo muy malo podía ocurrir, así que antes que todo reventara Zeus hizo acto de presencia, alegando que era mejor discutir esto en el Olimpo. Los Dioses se llevaron a los jóvenes, el único que podía hacer pasar un mortal por el portal que conecta ambos mundos era Zeus, así que rápidamente pasaron el portal.

Todos los demás Dioses se encontraban reunidos un tanto nerviosos en la sala en la que suelen reunirse para discutir grandes cosas como éstas y llegar a un pacífico acuerdo. Zeus sabía que no podía hacer mucho, ya que la chica era hija del Dios de la Luna, él era el único que podía decidir sobre ella, y lo que es peor; es que ella había quebrantado la condición con la cual se le dio dicha libertad de ir donde los mortales.

Pero antes de que Zeus o  alguno de los otros Dioses poder persuadir al Dios de la Luna, su frívola esposa—la reina Xerez— alegó que la joven chica merecía un castigo por desobedecer sus enseñanzas y por manchar el puro linaje de los Xerez.

❝—Dios de la Luna y Rey de los Xerez, soy. Tú, mi descendiente haz deshonrado tu linaje, Zelia Ishtar. Desde hoy dejas de ser mi hija y te verás obligada a vivir eternamente en la Luna, convirtiéndote en la nueva Diosa de la Luna.❞
Fueron las palabras que recitó su padre.

Nadie podía oponerse por más que quisieran. Los ojos del joven y de la princesa se empañaron de lágrimas. En un arranque de coraje él joven gritó y gritó,oponiéndose a la orden que le habían puesto a su amada.

“—¡No permitiré que nos separes, más cuando lleva el fruto de nuestro amor en su vientre!”

Pero lo único que hizo fue empeorar las cosas.

❝—Mortal insignificante ni creas que no llevarás tu castigo por manchar mi Linaje.

Un monstruo serás, incapaz de controlar. Inmortal serás, solo la plata te acabará. Y en cada Luna llena de la cual tú amada está presa hasta la eternidad, te convertirás.

Tú y tu descendencia llevarán esta maldición. Tu carne y tu sangre contaminaran.

Porque yo Dios de la Luna soy.❞

Los otros Dioses trataron de hacer algo pero ya era demasiado tarde. Los jóvenes ya habían sido separados.

El joven volvió al mundo de los mortales pero él sabía que ya nada era igual. Él no era el mismo y se sentía perdido sin su amada. Estaba preocupado no sabía qué había pasado con ella y con su hijo. Para su desgracia aquel día, fue la primera luna llena que pasó siendo aquel enorme monstruo. Una mezcla entre lobo y oso, por el enorme tamaño que poseía.

No sabía de qué se trataba, siempre que se transformaba sólo quería destruir. Era un frenesí que no podía controlar, por alguna extraña razón podía sentir a su amada cerca cada vez que veía esa enorme esfera. Por eso siempre que podía le hablaba cuando lograba tener su figura humana. No le importaba verse como un loco hablándole a la Luna... porque él estaba hablando con su amada. «

—¿Y qué pasó con la chica y el bebé?—pregunto rápidamente.

—La desterraron a la Luna, según cuenta la leyenda los Dioses le concedieron cinco deseos.—me dice Aileen mientras ve de reojo el reloj que está en la pared, arriba de la chimenea. Tres de la madrugada. Mierda.

—¿Cuáles eran esos cinco deseos?

Piensa por un momento mi pregunta y sonríe un tanto triste.

—El primero, era que la dejaran tener a su hijo. El segundo, fue que le entregaran su hijo a su amado. El tercero, que la maldición que llevaban en la sangre se viera modificada, los dioses decidieron que cosas cambiar. El cuarto, que todos los que llegaran a tener esa maldición, tuvieran un alma gemela para que así tengan a alguien importante en el mundo. Y su último deseo fue; que su amado fuese feliz.

Mierda. Creo que estoy a punto de llorar.

—¿Cómo se llamó su hijo?—pregunto un tanto curiosa segundos después. El rostro de Aileen se pone un poco pálido y corre la mirada.

—N-no sé...—dice nerviosa. —Su padre hizo que se cambiaran los apellidos muchas veces.

Mentira. Frunzo el ceño y la observo intensamente.

—No me mientas Aileen.

Su expresión se pone mucho más triste de ser posible. Llena sus pulmones y no aparta su mirada de la mía.

—Ese niño...era tu padre, Cass.

Lo que me faltaba.

◆◇◆◇

Después de que Aileen soltara aquello y me terminara de explicar, salí como un rayo y subí a mi habitación.

Mucha información. Siento mi cabeza doler. Mezclar el alcohol con ese tipo de historias no es muy bueno que digamos. Así que no lo pienso más y me voy a dar una ducha bien fría.

Ay papá, vida tan complicada tuvo el abuelo.

—Mierda...—digo entre dientes. Creo que me pasé un poco en lo frío.

«Ese niño era tu padre.», la frase que dijo Aileen—antes de irme como una loca—todavía flota en mi mente. Cierro los ojos y disfruto la sensación del agua cayendo en mi cabello y cuerpo.

«Cassandra.»

Una delicada voz suena en mi mente haciendo que abra los ojos sobresaltada.

¿Qué fue eso?

Creo que me estoy volviendo loca. Cierro la llave de la ducha, me coloco una toalla en mi cabello y en mi cuerpo. Camino rumbo a mi ropero, escojo una pijama que es bastante cálida. Cuando me coloco ropa interior y mi pijama,  apago la luz de mi habitación. Camino a paso lento hasta mi cama y me meto bajo esas ricas mantas. Suelto un enorme suspiro y cierro mis ojos.

A veces tu mayor enemigo es tu familia, cuando deberían de ser tu apoyo son tu destrucción. Pienso amargamente mientras siento mi cuerpo relajarse, a punto de caer en la inconsciencia.

❝Solo la noche es tuya.Como en penumbras llamas a tus hijos, ellos te lloran cuando seductora al sol te acoplas y te oscureces.Muchos su sangre te ofrecen y se arrodillan a ti y te besan.

Luna erótica, lasciva, nocturna. Vigilante de los febriles amantes, que con tu brillantez enloquecen deseos ardientes y sensuales. Es tal vez el frió de la noche, la que te convierte en tan audaz cómplice del pecado.

Luna de las brujas.
Luna de los lobos.
Luna del vampiro.
Luna de Sangre.

Luna de la Diosa.❞

​Una melodiosa voz murmura en mi mente a lo lejano, casi como si me estuviera hechizando.

Mi bello y hermoso ángel.

***
Nota de A:
☆Los fragmentos mencionados pertenecen a un poema titulado; Diosa Luna.
De: Odette Cinta Tovilla.

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