Capítulo 14(1/2)
—¿Cass?
Es lo primero que escucho apenas cruzo el umbral de la casa. Cierro con un fuerte portazo, escucho unos pasos que se acercan, así que me dirijo a las escaleras y las subo a una gran velocidad; yéndome directamente a mi habitación. Puedo sentir la penetrante mirada de Aileen a mis espaldas pero ahorita estoy como... aturdida. Y no quiero responder a ningún interrogatorio.
Cuando llego a mi cuarto cierro la puerta dejándome en la penumbra de mi habitación. No enciendo la luz, ni si quiera me cambio, sólo me quito mis zapatos torpemente. Camino a paso lento hasta mi cama y me siento. Dejo salir un enorme suspiro. Desde que salí de la casa de Liam mis acciones son robóticas.
Liam.
Por reflejo acaricio mis labios con la yema de mis dedos y cierro los ojos. Todavía puedo sentir los suaves y fríos labios de Liam sobre los míos. Su cuerpo pegado al mío, envolviéndome con delicadeza y terminando de volver loca con su exquisito aroma. De solo volver a acordarme de ese momento mi corazón se empieza a acelerar.
Loca. Me tienes loca Liam McCartney.
Niego con la cabeza tratando de apartar esos pensamientos. Tranquilizate Cass. Suspiro y cierro mis ojos.
*—¿Ishtar?—llamo a mi loba.
*—¿Qué pasó Cass?—su respuesta no se hace esperar.
*—¿Pudiste hablar con Zurich?—le pregunto bastante curiosa. Siento como mi loba se pone algo inquieta.
*—Sí...aunque no sé cómo decirlo. Creo que ya conocía a Zurich.—me responde nerviosa. Frunzo el ceño.
*—¿En serio? ¿Y cómo es eso posible?—le pregunto con mi curiosidad a flor de piel.
*—No sé...eso es lo extraño. Algo en mí me dice que lo conozco.—me dice un poco confundida.
*—Que extraño. Pero está bien, te dejo descansar, trataré de hacer lo mismo.—le digo. Pero cuando voy a cerrar la conexión la voz de Ishtar me lo impide.
*—Cass...no solo Liam ha sufrido. A ambos los consume el odio, la oscuridad y la soledad. Sus corazones se encuentran rotos.
Y cierra la conexión. Parpadeo confusa. Las palabras de Ishtar me han tomado completamente por sorpresa. No sé realmente qué hacer. Aunque ahora que lo pienso, la aura e incluso las palabras de Zurich eran un tanto intimidante. Nunca me había intimidado de alguien, pero sólo con escuchar la voz de él, provocó que me estremeciera completamente.
¿Quién eres Zurich?
◆◇◆◇
—¿Al fin qué piensas hacer con lo de la reunión de líderes?—me pregunta Aileen mientras se sienta en frente de mí. Estamos en el despacho revisando y resolviendo cosas de las demás manadas.
—No sé.—respondo simplemente sin levantar la mirada de los registros que estoy leyendo.
—Faltan tres días Cass. No un mes o un año, sabes que si no asiste tu alma gemela ocasionará una desconfianza a los demás.—me dice un tanto preocupada y ala vez manteniendo la postura de Beta; seria.
—Lo sé, pero no puedo obligar a Liam a que me acompañe. Si de puro milagro me habla, ¿Qué crees que pensarán los demás cuando vean nuestra relación? Se aprovecharán de la peor manera...—le digo frustrada. —He tratado de buscar alguna solución, pero siempre llego a la misma. No llevo a Liam, provocando así una guerra innecesaria entre especies. O llevo a Liam, provocando que esos malditos adictos al poder y fama se aprovechen. No es fácil Aileen, si estuvieras en mi situación lo entenderías.
Sé que soné un poco dura, pero no sé ni yo misma qué hacer. Aileen guarda silencio. Levanto mi mirada y la clavo en esos enormes ojos violetas los cuales se encuentran un poco oscuros.
—Mi señora, tomes la decisión que tomes siempre me tendrás a tu lado. Pero no olvides todas las lágrimas y sufrimiento que pasaste para lograr la paz entre especies, de las cuales ahora eres su señora. Téngalo en cuenta por favor.—me dice mientras se levanta en un ágil y elegante movimiento. Me da una reverencia antes de salir del despacho dejándome sola con mi cabeza hecha un lío. ¿Por qué siempre tengo que decidir estas cosas?
*—Cass... ¿por qué no le pides a Liam que te ayude?—la melodiosa voz de Metztli se escucha en mi mente. —Si se lo comentas pueda que lleguen a algo, ya que tanto él como tú están involucrados y deben de tomar una decisión los dos, no sólo tú. Son compañeros Cass, que no se te olvide.
Es lo último que dice antes de cerrar la conexión. Momentos como estos es que Metztli me ayuda muchísimo. Ella siempre ha sido la más sabia y estratégica de nosotras, aunque claro su parte cruel—y sadista—a veces da miedo.
Bien. Hablaré con Liam, aunque...no por ahora.
◆◇◆◇
—Oye Aileen...—digo rompiendo el incómodo silencio y a su vez llamando su atención. Baja el tenedor y clava su mirada en la mía. Estamos en el comedor cenando una muy rica comida hecha por Aileen. Desde lo del despacho no he vuelto a hablar con ella.
—¿Qué era lo que habías descubierto de Zurich?—le pregunto mientras agito un poco mi copa de vino. Ella frunce un poco el ceño confusa, pensando la pregunta que le he hecho.
—¡Ah!—abre ligeramente sus ojos, imagino que se ha acordado. Cruza sus brazos y los pone sobre la mesa. —Se me había olvidado completamente, pero antes de hacerlo, ¿Pudiste hablar con él o algo?
—Si, fue...extraño. Ishtar cree conocerlo pero no sabe exactamente de dónde.—le comento copiando su postura. Ella me observa intensamente.
—¿Te acuerdas cómo fue el inicio de los licántropos? ¿Realmente cómo fue que inicio ésta anomalía? ¿Por qué tu padre fue el primer licántropo pura sangre?—me pregunta bastante seria. Asiento ligeramente mientras carraspeo un poco mi garganta.
—Según había escuchado de las muchas historias de nana, la Diosa Luna—nuestra creadora—se había enamorado de un mortal, algo que no era muy bien visto, ya que ella era la princesa de un Linaje de dioses muy puro y del cual iba a ser su futura reina.
»Pero éste mortal jugó con el corazón de la pobre princesa y ésta desató su ira hacia él. Maldiciéndolo a él—y a su descendencia—con una parte animal del que no fuera capaz de controlar. Y ésta maldición iba a pasar por generación en generación. Mi padre pertenecía a una de esas generaciones.«
Le comento haciendo mente a la historia que me contaba nana de pequeña. Aileen se queda un momento pensativa, mientras asiente ligeramente con su cabeza.
—Bien, en parte es cierta pero en parte no. La Diosa Luna sí se enamoró de un mortal, pero él no jugó con su corazón y tampoco ella lo maldijo a él y a su descendencia con esa “anomalía”.—me dice mientras cierra su mano haciéndola un puño, lo pone bajo su mandíbula. Frunzo el ceño y observo el serio—y hermoso—rostro de Aileen. Suelto un enorme suspiro.
—Por alguna extraña razón presiento que ésto irá para largo. ¿Y si mejor nos vamos a la sala? Los sillones son bastantes cómodos.—comento mientras me pongo de pie arrastrando la silla haciendo que rechine un poco. —¿Café o Alcohol?
Aileen sonríe ligeramente.
—Esa pregunta se responde sola.—me dice mientras empieza a seguirme a la sala. Río entre dientes mientras me dirijo al mini bar que tenemos en la sala. Agarro dos vasos y les hecho dos cubitos de hielo, veo la pared llena de botellas de licor, repaso mi mirada en cada una tratando de escoger alguna. Me término decidiendo por una de Jack Daniels.
Trato de que nada se me caiga y dejo las cosas en la mesita ratona que nos divide. Me siento en el sillón grande, Aileen se sienta a mi lado y a nuestra derecha e izquierda hay un sillón de dos personas mullido del mismo material en el que estamos. Abro la botella y echo una gran cantidad en mi vaso, le sirvo un poco menos a Aileen, cierro la botella y la coloco en el centro de la mesita. Me empino mi vaso haciendo que ése infernal líquido marrón queme todo a su paso.
—Bien...—carraspeo un poco mi garganta. —Es hora de saber más de mi mate.
Aileen toma de su trago antes de sonreírme ligeramente y asentir.
—Es hora.
◆◇◆◇
—Esta historia muy pocas personas la saben, pero yo al ser una bruja de un Linaje antiguo—y poderoso—me pudieron facilitar la información. No me preguntes cómo la conseguí, porque créeme fue demasiado difícil y juré no decir quién fue mi informante.—me dice antes de tan siquiera yo poder decir algo. Se acomoda mejor en el sillón, cruza sus piernas como indio y cruza sus brazos. Esa pose siempre la pone cuando me va a decir algo importante, sus ojos violetas brillan un poco haciendo que las motitas doradas sobresalgan. —Ella no se llamaba Diosa Luna, ni siquiera habitaba en la Luna. Ella pertenecía al Olimpo pero no específicamente en ese lugar.
»El Olimpo es donde vivían los dioses que eran los que manejaban el equilibrio del mundo y del universo. El Olimpo estaba dividido en sectores, cada sector con su líder y cada líder con su respectivo trabajo. Ya que habitaban otros seres, otros Dioses.
Y entre esos otros Dioses estaba el padre de “la Diosa luna”, Khonsu Xerez, a quien le habían encargado de habitar en la que nosotros conocemos como luna.«
Alzo mis cejas curiosa, Aileen me tiene totalmente enganchada.
Mi ceño se frunce ligeramente cuando una duda o sería mejor dicho una curiosidad ondea en mis pensamientos.
—Oye, ¿y cómo se llamaba entonces "la Diosa".—pregunto. El trago de mi Beta se queda a medio camino, se tensa un poco y se aclara la garganta un tanto incómoda.
—Bueno...¿estás segura que quieres saberlo?—pregunta un tanto evasiva. Alzo una ceja en su dirección, Aileen suspira. —Zalia Ishtar Xerez.
Frunzo el ceño incrédula. ¿¡Qué mierdas!?
—¿Me estás jodiendo verdad?—le digo dejando ver mi incredulidad. Aileen ni siquiera sonríe o algo, su cara está completamente inexpresiva y seria. Trago saliva, nerviosa.
—El Dios de la luna er un hombre inexpresivo y exigente. Educó a su hija de una forma que ni tú ni yo seriamos capaces de soportar.—continúa el relato de inmediato pongo mi atención en ella. —Zelia siempre encontró interesante la vida de los mortales, la personalidad de los humanos eran tan enigmáticas para ella que su interés y fascinación por ellos aumentaba cada vez más.
»Sin embargo su padre, el rey Xerez aborrecía a los mortales, de hecho, él pertenecía a la mesa principal de Dioses. Pero éste al irse contra Zeus alegando que los humanos eran insignificantes—y una pérdida de tiempo—lo castigó haciendo que su vida se viera entrelazada a la Luna. Lo desterraron a esa enorme esfera. Su esposa e hija quedaron en el sector de los Xerez, el Linaje de esta familia de dioses.«
Dice antes de darle un trago a su vaso. Copio su acción y busco una postura más cómoda.
—Aunque si te soy sincera no sé qué tan cierta sea esta parte, ya que hay dos versiones sobre ésto.—dice mientras se encoge de hombros. —La otra es que el padre de la princesa fue el que creó a la Luna, y él es el que se encargaba de que ocurriera lo de la “luna menguante” “luna llena”, etc... Por esa razón rara vez se encontraba en su hogar, pero de lo que sí odiaba a los mortales es cien por ciento verdadero.
Toma un ligero trago a su vaso y prosigue.
—Pero aquí lo importante no es eso, si no lo siguiente.—dice, asiento y espero paciente a que me narre toda la información que logró reunir. —Hubo una vez, sólo una vez que el Dios de la Luna le dio permiso a su hija de visitar a los mortales, le insistió tanto que no tuvo de otra. Pero de antemano le advirtió; ❝si te llegas a enamorar de un mortal olvidaré que eres mi hija❞. Su tono de voz era uno que no aceptaba desobediencia alguna, la princesa le juró y pre-juró que eso nunca iba a pasar.
»Así que la princesa se materializó en la figura de una simple humana. Porque como bien es sabido los Dioses pueden adoptar cualquier forma que ellos quisieran. Ya que no se sabe realmente cuál es la apariencia de un Dios.
La princesa fue a parar a un pequeño pueblo de Rusia. Y si lo piensas, es un extraño lugar al que ir, pero eso a ella no le importó. Rusia en ese momento estaba en su etapa más helada, haciendo que la densa nieve se apoderara de los techos, las calles y los árboles. Todo estaba tapado por una capa blanca de nieve. Ella veía con adoración todo, hasta ver una piedra lo encontraba fascinante. Con solo un delgado vestido celeste como prenda, caminaba por esas heladas calles llamando la atención de muchos pero sobre todo una en particular.
Un joven se encontraba sentado al lado de la ventana de un bar de mala muerte, no podía apartar la vista de aquel precioso ángel, como la había nombrado él apenas la vio. Se le hacía extraño ver una chica de aquella belleza y más con un vestido tan delgado como aquel. Ese lugar estaba demasiado congelado como para que anduviera con una prenda tan delgada. no pudo evitar pensar que el alcohol era el que ya estaba haciendo mella en él, porque cuando vio que aquella joven iba hacía un espeso bosque que rodeada a aquel desolado pueblo, no lo pensó cuando iba detrás de ella. Tratando de averiguar quién era aquella joven chica que se había ganado su atención.
Su sencillo y delgado vestido danzaba con aquella fría brisa cuando ella avanzaba y se adentraba más en ese bosque. No supo por qué o qué, pero algo la llamaba en ese lugar. «
Tomó otro trago de su vaso y siguió.
—Ella iba tan metida en sus pensamientos que no se percataba que alguien iba pisando sus talones. El joven trataba de que la chica no se diera cuenta de su presencia, pero su respiración irregular ya se le estaba haciendo difícil de controlar. Sentía que todos sus músculos se estaban tensando del frío que estaba haciendo. Y pasó lo inevitable...la perdió de vista.
»Se detuvo y empezó a observar todo a su alrededor con la respiración agitada. Todo aquello era confuso, porque a pesar que él se sabía el camino de ése bosque como la palma de su mano, se encontraba perdido.
«Al rato se trataba de un espíritu maligno que disfruta perder las almas de los borrachos como yo.», eran los pensamientos de él en ese momento.
Inhaló y exhaló hasta que su respiración volvió a un ritmo normal y pudo ordenar sus pensamientos. Ya un poco más sereno volvió a repasar con la mirada a su alrededor. Forzó su mirada de una forma que sus ojos se irritaron ligeramente, hasta que halló lo que estaba buscando. Un puntito celeste demasiado diminuto se movía al final. Él no dudo un minuto más y corrió en esa dirección. Ese puntito cada vez se hacía más grande hasta que le volvió hallar forma.
La joven muchacha estaba parada a la orilla de un enorme lago congelado, alrededor de ese lago había unas extrañas flores de un color violeta. A pesar que no había bastantes árboles para poder esconder su presencia se arriesgó avanzando un poco más. Si seguía avanzando ella lo iba a descubrir y eso no estaba en su plan todavía.
Se detuvo y la observó mejor. Era hermosa.
Si no fuera porque él no creía en esas cosas pensaría que se tratada de alguna Diosa o un Ángel.
❝Solo la noche es tuya.Como en penumbras llamas a tus hijos,
ellos te lloran cuando seductora al sol te acoplas y te oscureces.
Vigilante de los febriles amantes, que con tu brillantez enloquecesen deseos ardientes y sensuales.
Es tal vez el frío de la noche, la que te convierte en tan audaz cómplice del pecado.❞
La melodiosa voz de la chica hizo que el corazón del joven empezara a bombear rápidamente. No sabía qué era lo que había murmurado, porque era en un idioma que el chico no lograba entender. Era un idioma extraño, no era inglés, no era español, no era el ruso ni el alemán, pero lo hacía sentir...nervioso.
—¿Cuánto más piensas estar escondido?
Volvió hablar la chica sólo que en un perfecto ruso que el joven entendió a la perfección. Tragando grueso y armándose de valor avanzó hasta dónde estaba ella. Ella seguía estando a espaldas de él sin apartar la vista de aquellas extrañas flores.
—¿Qué quieres? ¿Por qué me sigues?
Le preguntaba sin cambiar su posición tomando por sorpresa al joven. La voz de esa chica lo ponía nervioso sin contar que su perfecto ruso lo confundía más. El joven abría y cerraba su boca pero nada salía de ella. Un terrible silencio se formó en aquel lugar. El chico no sabía qué decir o qué hacer sin verse como un acosador. Así que optó por lo más sabio. Guardar silencio.
❝Muchos su sangre te ofrecen y se arrodillan a ti y te besan.
Luna erótica, lasciva, nocturna.❞
Nuevamente aquel extraño idioma. El joven no entendía qué decía o qué pasaba si quiera. Y todo fue peor cuando la joven chica se dio la vuelta enfrentándose a él. Él pensaba que era hermosa de espaldas pero ahora pudiendo ver su rostro... no tenía palabras para poder describir semejante belleza.
«¡Qué hermosa! ¿Será realmente un ángel», eran sus tontos pensamientos.
La joven chica lo observaba cautivada. Nunca había estado tan cerca de un mortal y más de uno tan guapo como aquel ser. Ella era curiosa, siempre hallaba lo interesante de lo común y lo aburrido, lo bonito de lo feo, lo bueno de lo malo...ella era por decir así, extraña.
Cuando los dos dejaron de escanearse mutuamente, la joven no pudo evitar preguntar lo que de qué tiempos deseaba saber.
—¿Quién eres?
Sin vergüenza o timidez alguna pregunto la joven tomando nuevamente por sorpresa al chico. Podía ver la curiosidad en los hermosos ojos de la joven. Así que Llenándose de valor y tratándose de ver confiado avanzó unos pasos, acortando la distancia de ambos. Clavo su mirada en la de ella y con seguridad respondió.
—Mi hermoso y bello ángel...—la voz del joven era un suave susurro como si le estuviera revelando el mayor de los secretos. —Mi nombre es Tsyurikh Nikolay Ivanov.
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