Capítulo 10.
Impotencia. Es lo que siento en este preciso momento. Además de millones emociones más, entre esas la tristeza.
Liam no se ve para nada bien, creo que ni siquiera se ha percatado de mi presencia. Se ve desconectado, perdido. A veces frunce el ceño como si algo le molestara, también gruñe y jadea por lo bajo como si algo le doliera o algo por el estilo. Sí, lo he estado observando lo suficiente como para percatarme de esas cosas.
—Liam.—susurro esperando que me escuche. Pero es inútil, sigue con la mirada perdida en la mesa.
—Liam.—vuelvo a intentar un poco más fuerte. Nada. Frunzo el ceño y suspiro.
Aileen me ve expectante, y no aparta su mirada de nosotros, niego con la cabeza en señal que no he podido averiguar. Inhalo una gran bocanada de aire y lo dejo salir pausadamente. Bien, todavía no me rindo. Bajo mi mirada a sus manos que las tiene hecho un puño sobre la mesa, está ejerciendo una gran fuerza lo que provoca que sus nudillos se pongan blancos. Extrañada—y algo confundida—vuelvo a subir mi mirada a su rostro. Su entrecejo cada vez se frunce mucho más, los labios forman en una fina línea, su rostro se está poniendo un poco rojizo y en sus ojos se puede ver cierta frustración. Una frustración que también estoy sintiendo. No lo pienso más—la verdad ni siquiera lo pienso—cuando mi cuerpo reacciona y coloco mi mano sobre la suya.
Está helada.
Un escalofrío me recorre el cuerpo entero cuando sus extraños pero hermosos ojos se fijan en los míos, con su total atención puesta en mí.
Aquí estoy, Liam.
La frustración de su mirada parece desaparecer para pasar a ser una de completa confusión, además su expresión tensa se relaja. No puedo evitar darle un ligero apretón a su mano. Su mirada se despega de mis ojos y baja lentamente la mirada a nuestras manos. Sus orejas, tanto como su rostro se sonrojan fuertemente.
Liam me estás matando.
—Mírame.—susurro cuando su mirada se aparta. Traté de sonar fuerte pero se escuchó más como una súplica. Lentamente eleva su rostro sonrojado. Nuestros ojos conectan provocándome un escalofrío por todo mi cuerpo y logra que me sonroje fuertemente.
Sin embargo no aparto mi mirada de él, por más las ganas que tenga de apartar mi mirada. Quiero que vea a través de mis ojos todo el remolino de sentimientos que siento en este momento del cual él es el culpable.
Nos vemos por un largo tiempo, sin apartar nuestras miradas conversando y conociendo, con nuestros ojos. No quiero apartar mi mirada de él, tengo miedo que vuelva a hacer esa expresión vacía y frustrada, sin poder yo hacer algo para ayudarlo. Pareciera que pudiera leer mi mente o hice una expresión que dio a entender mis pensamientos, porque cuando pensé nunca recibir aunque sea un “hola” de parte de él, me acaba de dar la sonrisa más tierna que he visto en mi vida.
¡Por todos los Dioses!
Siento ir mi corazón a mil, sólo con ese gesto es capaz de hacer acelerar mi traicionero corazón de esa forma, creo que todos en el aula son capaces de escucharlo. Y si mi corazón de tanto bombear no ha colapsado con lo que acaba de hacer acaba de matarme. Agarra mi mano izquierda y lentamente la entrelaza junto a la suya. Mi palma hormiguea al estar contra su piel, un calor bastante abrumador desprende su tacto. Se siente tan bien. Mis sentidos se encuentran completamente atontados, sin contar que siento todo mi cuerpo arder. Estamos sumergidos en una burbuja de la cual nadie tiene derecho a pertenecer. Muerdo mi labio y aparto mi mirada por la repentina timidez que me ha dado. Fijo mi mirada en el profesor de historia, el cual habla y habla de cosas que no entiendo absolutamente nada.
Sin embargo antes de poner completamente mi atención en el profesor, logro ver un ápice de sonrisa en el rostro de mi mate. Observo de reojo nuestras manos entrelazadas y siento el calor que desprenden.
Mamá, Papá lo he encontrado.
◆◇◆◇
Entramos al comedor, todos inmediatamente se callan y no apartan su mirada de nosotros tres. Trato de no darle mucha atención, Aileen también los ignora pero Liam se remueve incómodo por la mirada intensa de todos. Pedimos nuestros almuerzos y no puedo evitar que una sonrisa de medio lado se forme en mi rostro cuando aquellas cocineras atienden bastante nerviosas a mi mate. Cuando los tres tenemos nuestros almuerzos empezamos a caminar en dirección a la misma mesa de siempre. Bajo la mirada atenta de todos. Como si no hubiera algo más interesante en lo que fijarse.
Metiches.
Nos sentamos en silencio, Aileen de un lado y nosotros dos del otro. Bajo mi mirada a mi comida y empiezo a almorzar tranquilamente.
—Oye, Cass.—la voz de mi querida Beta rompe el silencio en el que estábamos cómodamente sumergidos. Alzo la mirada curiosa, poniendo completamente mi atención en ella. Cuando Aileen está por abrir la boca alguien se sienta a mi lado, logrando que Aileen ponga una expresión de odio. Ishtar y Metztli gruñen en señal de desagrado.
Lo que faltaba.
—¿Qué quieres? Parece ser que el mensaje no te quedó muy claro.—le dice Aileen con el ceño fruncido. Paul le guiña el ojo y le da una sonrisa arrogante, ganándose una mirada fulminante de parte de Aileen.
—Imbécil...—dice Aileen entre dientes. Paul se hace el sordo y ve con desagrado a Liam ganándose un gruñido de mi parte.
—Quita esa maldita expresión de tu horrible rostro, antes que te la haga quitar a la fuerza.—le digo entre dientes. Paul me ve un poco sorprendido pero luego pone una enorme sonrisa malvada, clava su mirada en Liam.
—Vaya primito, te creía más inteligente. Mira que hacer enojar a los tíos de esa forma, cuando ellos siempre han buscado lo mejor para ti.—le dice con toda la burla del mundo. Aileen y yo nos encontramos completamente confundidas. Paul ve mi expresión y se empieza a reír como el gran idiota que es.
—¿En serio? ¿No se lo has dicho?—le dice sin perder la sonrisa burlona. Liam solo cierra las manos haciéndolas un puño. ¿De qué hablara?
—Bueno qué se puede esperar de un inútil como lo eres tú.—le dice una vez deja de reírse y se levanta del asiento todavía con la atención puesta en él. No puedo evitarlo y le gruño con toda la molestia del mundo. —Pero solo te diré algo primito; que tú te hayas negado no significa que ella no vaya acabar a mi lado, tarde o temprano se dará cuenta que pierde el tiempo al lado de un inútil, patético e infeliz monstruo como lo eres tú.
Con eso se va con una de sus típicas sonrisas arrogantes y su porte de chico malo. Claro sin antes guiñarnos el ojo. Idiota.
—¿De qué hablaba ese imbécil?—formula Aileen la pregunta que no me dio el valor de realizar. Liam se sorprende por la repentina pregunta y se sonroja mientras aparta la mirada incómodo.
—Nada.—responde Liam en un bajo susurro.
Miente.
Aileen y yo lo vemos ceñudas pero no opinamos nada sobre su evidente mentira. Si él nos miente será por una buena razón o no nos quiere decir. Fácil. Escucho a Aileen quejarse por lo bajo, la observo confundida.
*—¿Qué te pasa?—le pregunto por medio de la conexión que compartimos.
*—En la mañana sentí cierto debilitamiento en la muralla que ha colocado Liam para no comunicarse con su lobo.—me explica con una voz un tanto seria.
*—¿Y qué pasó?—le pregunto un tanto ansiosa.
*—Logré entrar sin que Liam detectara mi presencia, pero cuando empecé a pasar las barreras y llegué a la última, que sería la muralla, algo ocurrió...—dice con una voz cargada de preocupación y cansancio. —Te cuento en la casa mejor, siento mi mente agotada y hablar por el link me está debilitando.
*—Está bien, no te preocupes.—es lo último que digo antes de cerrar la conexión.
Mi ceño se frunce sin poderlo evitar. Ciertas hipótesis se forman en mi mente pero siempre llego al mismo resultado y no dejo de hacerme la misma pregunta; ¿Quién es Liam McCartney? ¿Y qué es lo que realmente sucede con su vida?
◆◇◆◇
Vamos rumbo al estacionamiento, el cual se encuentra prácticamente vacío, uno que otro auto que pertenece a algún profesor o algún alumno que le tocó quedarse a hacer algo. Nosotras tuvimos que pasar por la dirección, necesitábamos hablar con Julie. Quito la alarma de mi camioneta a la vez desbloqueando las puertas con el botón que tiene mi llavero. Ponemos nuestros bolsos en los asientos traseros y nos subimos a nuestros respectivos asientos. Yo de piloto y Aileen de copiloto. Arranco a una buena velocidad, deseando llegar a nuestra acogedora casa. En el interior del auto vamos en un cómodo silencio, aunque en realidad nos encontramos demasiado agotadas como para querer hablar de algo.
Una melodía con un ritmo electrónico rompe el silencio en el que íbamos tan cómodas.
—¡Aló!—atiende Aileen su celular con una voz seria, la que pone para negocios o algo parecido. La observo de reojo mientras sigo con mi trabajo de llevarnos a casa, sanas y salvas.
—Sí, con ella habla.—inicia una conversación por celular.—¿¡Ok!?...¿Qué le parece en treinta minutos? Lamentablemente mi Alfa se mantiene muy ocupada y sólo en éste momento tiene un tiempo libre...Tenga en cuenta que sea lo que tenga que hablar con ella no puede llevar mucho tiempo... Bien. Con gusto, que pase una linda tarde.
Con eso finaliza la llamada. Ve ceñuda la pantalla de su móvil. La observo de reojo.
Adiós siesta.
—¿Quién era?—le pregunto con la mirada fija en el camino. La escucho suspirar y carraspear un poco la garganta.
—El Alfa McCartney y su familia, solicitan una reunión en la casa principal de la manada de los McCartney.—me comenta con su ceño todavía fruncido y con aire pensativo. Al instante mi ceño se frunce por confusión.
—¿Para qué?—le pregunto rápidamente. Se encoge de hombros y sigue metida en sus pensamientos.
—Ésto se me hace bastante extraño. No preguntes qué es, porque no tengo la menor idea. Pero algo me dice que esa reunión no traerá nada bueno.—me dice mientras pone su brazo en el marco de la ventana y ve con aire ausente fuera de la ventana.
Eso no me calma, todo lo contrario.
*—Es hora de conocer oficialmente a los suegros.—dice burlona Metztli.
*—Me alegro que te encuentres tan graciosa, espero así lo estés cuando los conozcamos.—le responde sarcástica Ishtar. Pongo los ojos en blanco.
*—Manténganse atentas, no sabemos qué razón tendrán para reunirse con nosotras.
Con eso coloco una barrera que las mantiene calladas y me dejen sola con mis pensamientos. No es que tenga miedo o algo de encontrarme con mis “suegros”, porque ya los conozco, no lo suficiente pero si lo necesario como para sospechar de ellos. Aunque realmente han despertado mi curiosidad, sólo espero no aplique en este caso aquella dichosa frase; la curiosidad mató al gato.
◆◇◆◇
Estaciono en la amplia entrada de la mansión del Alfa y su familia.
—Bien, es hora de averiguar qué quieren tus adorados suegros.—dice Aileen con sarcasmo lo último mientras me guiña un ojo y sale de la camioneta. No tardo en salir igual de la camioneta, mientras le coloco la alarma. Aileen se adelanta a tocar el timbre. El sonido no se hace esperar anunciando la llegada de alguien.
Me coloco a la par de Aileen mientras pongo mi mejor cara inexpresiva. Una joven sirvienta de facciones muy delicadas y menudo cuerpo nos da una reverencia mientras nos invita a entrar.
¿¡Una hada?!, Pienso con confusión y un poco de enojo.
Las hadas en su tiempo fueron esclavas de los Licántropos, ya que gracias a la batalla que había entre especies, algunas eran más débiles que otras por lo tanto los doblegaban a su merced. Las hadas fue una de las muchas perjudicadas que hoy en día se encuentran en extinción.
—El señor, la señora y la señorita McCartney las esperan en la sala de estar.—nos comenta la joven chica mientras cierra la puerta y nos invita a seguirla. Empieza a caminar a un paso rápido pero ligero hacia la sala. Aileen y yo no perdemos el tiempo, empezamos a seguirla. En sí la mansión no es fea, o bueno, lo poco que hemos visto. Y claro no tiene ni un ápice de modesta. Es la típica mansión decorada en blanco y negro, con objetos caros de adornos. Inclusive se puede sentir cierta frialdad en este lugar. No me siento cómoda y sé que Aileen se encuentra igual que yo, porque observa todo con el ceño fruncido, mientras muerde ligeramente su labio, muestra de su incomodidad.
—Con su permiso mis señores.—interrumpe la chica en la espaciosa sala mientras inclina la cabeza. —La señorita Black D'Buonarroti y la señorita Parker han llegado.
—Retírate.—contesta la fría voz de una mujer. La chica hace una rápida reverencia antes de desaparecer en una puerta que vete-tú-a-saber dónde lleve.
—Por favor pasen. Están en su casa.—vuelve a hablar aquella mujer. Aileen y yo entramos por completo a la sala encontrándonos con tres personas.
—¡Oh, queridas! Es un honor tenerlas en nuestro humilde hogar.—inicia nuevamente la mujer mientras nos da un sonrisa y un beso en cada mejilla sin tocarnos realmente la mejilla. Tanto su saludo, como su voz y su sonrisa son; falsas.
—Es un gusto.—le respondemos con una sonrisa igual de falsa.
—Gracias por venir.—dice una ronca y dura voz. Respondemos un seco; no hay problema. —Por favor tomen asiento. ¿Gustan algo de tomar?
Aileen y yo negamos con la cabeza, mientras nos sentamos en unos sillones individuales de cuero negro. Bastantes incómodos a decir verdad.
—Creo que es la primera vez que hablamos directamente y en privado.—comenta el tipo nuevamente. —Déjenme y les presente a mi familia. Mi esposa y Luna de la manada; Sophia White.
Nos presenta a su esposa la cual cruza las piernas con arrogancia y nos da otra sonrisa falsa. Todo ella es; arrogancia, falsedad y frialdad.
Sophia White.
De cabello castaño con toques rubios a la altura de los hombros, de tez blanca, ojos marrones, los cuales están escondidos tras unas largas pestañas falsas. Su rostro no tiene mucho en especial salvo que está cargado de maquillaje, el cual la hace ver horrible. Su cuerpo está tapado con un vestido blanco tres dedos arriba de la rodilla completamente ajustado a su esquelético cuerpo. Sus manos se encuentran llenas de pulseras y anillos de diamantes al igual que en sus orejas. En sus pies calza unos tacones que parecen un rascacielos. Se encuentra bastante conservada pero no lo suficiente como para hacerla ver “elegante”.
—Y ésta es mi hija, Aria McCartney.—nos presenta a una joven chica bastante hermosa.
Aria McCartney.
Parece un Ángel, y no es broma. De cabello negro azabache, el cual está recogido en un lindo moño, de tez blanca casi pareciera de porcelana, su rostro es de facciones delicadas el cual está con un maquillaje suave, unos enormes pero hermosos ojos turquesa acompañados de unas pobladas pestañas negras. Sus labios carnosos y rojos naturales, no sabría decir si es alta pero por alguna extraña razón pienso que es de un metro setenta, tiene un lindo vestido suelto de color negro el cual es largo atrás pero corto adelante, en el pecho tiene un cruzado que envuelve su cuello y un cinturón como de diamantes que hace que sus curvas se marquen. Y unos tacones plateados.
Parece una muñeca, me mira fijamente con una chispa de curiosidad. La chica nos sonríe un poco y nos saluda con una ligera inclinación de cabeza. Le correspondemos con el mismo gesto.
—Y bueno creo que ya me conocen pero igual me presento. Un gusto, Marcus McCartney, Alfa de los McCartney.
Marcus McCartney.
Un hombre atractivo con facciones duras, de cabello negro azabache con una que otra cana, ojos turquesa los cuales se ven opacos, tez blanca, con bastante musculatura, algo típico en los Alfas y hombres lobo. Va vestido con un traje a la medida en su totalidad negro, acompañado de unos impecables zapatos negros lo cuales brillan como un diamante. Pero sus fachadas de familia perfecta, no me engañan.
—Espero nos disculpen por la ausencia del futuro Alfa de la manada, pero encontramos más adecuado que solo fuéramos nosotros los que hablaran contigo.—dice Sophia con una voz y sonrisa de falsa pena. No siento el aroma de Liam en ningún sitio de ésta casa.
—Paul.—dice remarcando su nombre. —Es un orgullo de muchacho y qué decir de un magnífico Líder.
Frunzo un poco mi ceño. Sí claro, es un magnífico imbécil.
—Parece ser que encontraste a tu mate.—comenta curiosa Sophia. Aunque más que todo trata de averiguar sobre el tema. Observo de reojo como Aileen frunce el ceño cada vez más.
—Sí.—carraspeo un poco mi garganta, ya que la voz me salió como un susurro. —De hecho, lo encontré cerca de estos lados, muy cerca diría yo.
La sonrisa falsa de Sophia flaquea un poco.
—¡Oh! ¡Felicidades!—comenta con su falsa e irritante voz. —Querida, espero disculpes nuestra indiscreción, pero nos enteramos que tu mate es nada más y nada menos que nuestro hijo Liam.
Nunca había visto tanto asco y odio en una madre al pronunciar hijo y a la vez hablar de éste. Mi enojo no se hace esperar, pero trato de tranquilizarme.
—Sí. Liam McCartney es mi mate.—digo con orgullo mientras me pongo lo más recta que puedo. Sophia se lleva la mano al pecho, hace una mueca de horror, lástima, pena y tristeza.
—Oh querida, lastimosamente para ti te tocó de mate alguien como Liam.—dice en un falso tono lastimero. —Mi esposo y yo consideramos que Liam no es apto para una gran chica y líder como lo eres tú, seamos sinceras querida Cassy, Liam no tiene nada que ofrecerte más que humillación y vergüenza.
¿Nunca han querido tener como un hacha cerca para dejarla caer en la cabeza de ciertas personas? Bueno...en este momento no me vendría mal una para tirársela en la cabeza a mi querida suegra.
—¡Mamá!—le grita Aria con el rostro enrojecido. Sophia la fulmina con aquellos ojos marrones.
—No te metas en temas de adultos.—masculla entre dientes, aparta su mirada de su hija y clava en mi rostro, me dirige su falsa sonrisa.
—No quise ser irrespetuosa.—dice con voz de lamento. Me muerdo el labio inferior bastante fuerte, aguantandome el soltar un comentario sarcástico. Sophia recupera toda su fachada, sobretodo aquella falsa sonrisa.
—Espero disculpe nuestro atrevimiento.—dice tratando de sonar amigable. Alzo una ceja en su dirección. —Pero sentimos que el más apto para que sea su compañero sea Paul.
Harían una excelente pareja, solo necesita rechazar a Liam y cortar cualquier conexión con él. Ya que ése chico estuvo de terco, no quiso obedecer el dejar de estorbar en la futura relación de ustedes.
De toda la estupidez que acaba de decir lo único que me llamó la atención fue una cosa; «No quiso obedecer.»
¿Por qué?
El cosquilleo en mi estómago no se hace esperar. Y mi corazón ya va a un buen ritmo.
*—Aileen, consígueme la dirección del hogar de Liam.—le digo un tanto apurada a Aileen por medio del link.
*—Enseguida mi Alfa.—responde al instante. Pero antes de poder volver a hablar ella me interrumpe. —Vive en el sótano de la mansión, la puerta se encuentra cerca del bosque. ¡Buena suerte Cass!
Con eso cierro toda conexión con ella. Me levanto suavemente, mientras pongo la mirada más fulminante e intimidante que soy capaz de poseer.
—Déjenme que les diga algo y más les vale no interrumpirme.—aquella voz fría y escalofriante no se hace esperar en mis cuerdas vocales. —Parece que ustedes y el inepto de su futuro Alfa se les olvida con quien tratan, yo soy su Alfa, no ustedes el mío. Sin contar que nadie les ha pedido que tomen decisión sobre quién es más apto para que sea mi pareja o no, eso solo me concierne a mí.
»Liam es mi mate, es su Alfa y quien va a ser rey de los vampiros, ¿Y adivinen qué? Eso ustedes no lo van a cambiar. Porque de lo contrario yo misma me encargaré de hacerlos desaparecer, ¿entendido?
Ahora si me disculpan tengo mejores cosas que hacer. Con su permiso.«
El miedo no se hace esperar en los ojos del Alfa Marcus y su arrogante esposa. No dejo si quiera que me respondan porque salgo lo más rápido que puedo de esa horripilante casa. Las llaves de la camioneta se las dejé a Aileen pegadas a la puerta. En este momento lo menos que me importa es lo que suceda con la camioneta.
A paso rápido rodeo la mansión buscando la parte trasera. Siento mi cuerpo cosquillear, mi corazón se encuentra frenético, las manos no me dejan de temblar y por más que trate de esconder la sonrisa boba que trata de abrirse paso en mi rostro, a duras penas la contengo.
Esperanza. No hay sensación y sentimiento más delicioso que la esperanza.
Me detengo en seco y respiro profundo. Trato de tranquilizarme y poner a raya mis emociones. No sé qué vaya a ocurrir, pueda que Liam me siga rechazando o pueda que no. Espero que no. Tomo una larga respiración aprovechando esa ráfaga de viento helado que acaba de pasar.
Tú puedes.
«Uno»
«Dos»
«Tres»
Toco con mi puño esa oscura puerta. Cierro los ojos y trato de regular mi respiración. Es hora.
—¡¿Cass?!
Aquella ronca voz no se hace esperar. Abro los ojos encontrándome con otros de extrañas y diferentes tonalidades. Mirándome como si de un fantasma se tratara.
Kiwi y menta.
Inhalo su delicioso aroma, el cual me envuelve y me da una sensación cálida. Toda preocupación, sentimientos negativos, frustración y cansancio acaban de ser esfumados en un abrir y cerrar de ojos, sólo con su presencia.
Eres mi mayor debilidad pero a la misma vez mi mayor fuerza.
Las comisuras de mis labios se levantan, mis mejillas se tornan un poco rojizas y mis ojos mayor felicidad no pueden demostrar.
—Hola Liam...
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